domingo, 13 de noviembre de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 28-

Al despertar la mañana siguiente me percate que la luz del día bañaba mi habitación, a juzgar la intensidad del sol intuí que probablemente serian cerca de las 9:00 a.m. Ana se había marchado sin que me diera cuenta. 

Acaricie con mis manos la zona de la cama donde ella había estado durmiendo y hallé una pequeña nota. El corazón me dio un vuelco cuando la tome para leerla.

"Te deje desayuno dentro del microondas, espero que siga tibio cuando despiertes. Disculpa mi atrevimiento al usar tu cocina. 

Pensare en ti todo el día. Besos"

Jamás había recibido una nota igual, experimente un sentimiento extraño que me asusto pero también agradó por lo que me levante de un salto y baje a la cocina directo al microondas. 

Se trataba de tres tostadas acompañadas de mermelada de guayaba en un pequeño cuenco y tres lonjas de tocino asado. Sonreí de oreja a oreja, tome el plato y me senté a comer.

Momentos después la señora Genovesa jefa de las chicas del servicio irrumpió en la cocina. 

-Buenos días, ¡Válgame Dios! ¿Se preparó su desayuno?-

-No se preocupe ¿es un lindo día verdad?- respondí feliz mientras mordía el tocino que tenia una textura crujiente.

¿Han visto esas películas donde el protagonista esta tan feliz que cuando anda por la calle comienza a sonar una canción que no puede evitar bailar, y tal es su ritmo que los transeúntes se le unen con una coordinada coreografía salida de la "nada"?

No hay mejor expresión artística en el cine que represente la sensación de dicha de haber pasado un momento increíble con la persona que amas, que esa. Sinceramente espero que se hayan sentido así alguna vez y si no, que lo lleguen a sentir. Todas lo merecemos.

Con la imaginación volando llegue al centro de arte...

La señora Irene me esperaba, al parecer la contactaron y le dijeron que yo deseaba hablar con ella. 

-¿Por qué se quedo dormida ese día en el trabajo?- le pregunte. Ella con timidez me respondió:

-Mi hija rompió fuentes casi a  la media noche y tuve que quedarme con ella en el hospital hasta el amanecer, que fue cuando llego su esposo, él trabaja conduciendo un camión que traslada mercancía. Estaba cansada, no me di cuenta cuando me dormí, lo siento mucho- concluyó mientras se acariciaba las muñecas con ambas manos.  

-Me alegra que no haya sido algo grave. ¿Esta interesada en trabajar aquí?-

-¡Si! ¡Si! ¡Claro que si!-

-¿Cuantos años tiene?- le pregunte, era una señora mayor, de peso ideal, pequeña, con el rostro sumamente arrugado y el cabello dominado por las canas.

-62, ¿Es un inconveniente para recibir el trabajo?- me pregunto preocupada.

-Solo pregunte por curiosidad. Diríjase a la oficina de recursos humanos y dígales que la contrate como personal fijo y que su trabajo consistirá en servir café en tres turnos y té en el último turno-

Me quede pensando un poco pues lo acababa de inventar.

-Las horas de cada turno serán 9:00 a.m. 11:00 a.m. 2:00 p.m. y té a las 4:00 p.m. ¡Café y té gratis a diario para el personal como motivación!- termine sintiéndome orgullosa de mi idea. 

-¿Qué otras cosas debo hacer?- preguntó entusiasmada. 

-Con eso es suficiente- "a su edad no debería estar trabajando" pensé...


Durante el almuerzo no tenia hambre y me límite a enrolar mi pasta en el tenedor mientras pensaba en Ana y en cuando nos veríamos otra vez. Mientras tanto Sara y Lucia planificaban animadas la fiesta de inauguración de la casa de la bailarina. Los contratistas finalmente habían terminado la remodelación.

-¡Ya sé! ¡Ya sé! Un coctel seria perfecto para la ocasión- opinó Lucia.

-¡Tienes razón! ¿Qué te parece Mariana?-

-Estaría bien, supongo- respondí.

-¡Y con todo tipo de canapés! ¡Una vez vi una salsa que preparaban dentro de un melón!- siguió Lucia.

-¿Dentro de un melón?- pregunto Sara extrañada.

-¡Si! Verás, se prepara...-

Así continuaron un buen rato, les encantaba hablar de fiestas, decoraciones, comidas, bebidas...

Después que retiraron nuestros platos (entre ellos mi pasta a medio comer) las chicas se enfocaron en la lista de invitados. Entonces se me ocurrió una gran idea. 

-Deberías invitar a Ana- mencione de manera casual.

-¡¿Para qué?! ¿Para que no vaya?- me respondió Lucia con brusquedad.

-¿La han invitado a hacer algo desde aquella cena que tuvimos hace un año?-

-No, pero...- comenzó Lucia.

-¿Entonces como saben que no irá?- pregunté con astucia.

-No tiene caso Mariana, ella pertenece al pasado. Es como una buena amiga que tuvimos alguna vez- me contestó Sara.

-¿Por qué dices eso?- pregunte sorprendida.

-Hace tanto que no la vemos que ya no cuenta como amiga cercana- agrego Lucia.

-¿Así fue conmigo?- pregunte con cara de ofendida.
 
-¡No! ¡No! ¡No! ¿Cómo piensas eso?- respondieron al unisono.

-Lo dijeron ustedes, yo no. Me doy cuenta de lo que decían de mi cuando alguien se le ocurría mencionarme "No es una amiga que cuente"-  agregue con un poco de dramatismo. 

-Mariana, no es igual- se justifico Sara.

-No, claro... no es igual, es decir yo estuve ausente 5 años, probablemente ya ni se acordarían de mi- tanto la rubia como la morena adoptaron expresión perpleja y se quedaron sin habla.

-Les ahorrare el favor de considerarme y la molestia de invitar a una amiga tan lejana como yo y ¡no iré!-

Después de aquel anuncio me levante y marche caminando lo mas rápido que pude pues ya no aguantaba las ganas de reír, seguramente mi actuación seria suficiente para persuadirlas de invitar a Ana a base del remordimiento, las dos eran chicas de buen corazón, no se resistirían.

"¿Adivina que ocurrió?"me escribió Ana esa tarde.

"¿Qué?"

"¡Sara me llamó!, hacia mucho que no hablábamos, y ¡me invitó a una fiesta en su nueva casa!"

"¿En serio? ¡Genial! Podremos vernos pronto" respondí.

"¿Tu le dijiste que me invitara?"
 
"No, para nada. Fue iniciativa suya, ni siquiera me lo contó."

Una mentira compasiva hace falta de vez en cuando. Quería que todas estuviéramos juntas de nuevo, extrañaba mucho aquellos tiempos...


El día de la fiesta llegue a eso de las cuatro de la tarde, llevaba como obsequio para Sara una de mis pinturas "Las gacelas". Se trataba de dos gacelas saltando con gracia en la sabana de África. Esos animales siempre me recordaron a bailarinas de ballet. 

La casa de Sara había sido construida aproximadamente en los años 40. Contaba con un pequeño porche que tenia un jardín con césped y arbustos de flores rodeados de una media pared de piedra con reja de hierro forjado. Para entrar a la casa debías abrir una puerta (también de hierro forjado) y caminar por un pasillo de terracota de dos metros. Luego se encontraban tres escalones, un pasillo transverso donde siempre hubo una mecedora de tres puestos y la puerta de entrada que era de madera gruesa que se veía muy fuerte. Alrededor de ella dos ventanas con cortinas. El techo era a modo de pirámide y revestido con tejas de color ladrillo. En ese momento la casa estaba pintada de verde claro. 

Dentro se escuchaba musica a un agradable volumen y el murmullo de diversas conversaciones entre los invitados. Toque el timbre y aguarde.

A los pocos momentos Sara abrió la puerta, sonreía de oreja a oreja:

-¡Mariana que bueno que viniste!-

-No me lo perdería- le dije, luego bese su mejilla y le entregue la pintura.

-¡¿Voy a tener una pintura de Mariana León en mi casa?!- me dijo de forma sensacionalista bromeando. Yo reí y pase.  

-Espero te agrade- le dije. 

-Gracias, le daré la mejor pared de la casa- yo volví a reír y me adentre en la fiesta.

Habían más personas de la que espere ver, incluso me fui cruzando con chicos y chicas que estudiaron conmigo y Sara. También estaban sus amigos de la academia de danza, del centro de arte y otros tantos más que no tenia idea de donde se conocían. 

Salude a Lucia y esta me invito a que pasara por la mesa a tomar una bebida. La obedecí pero en el camino fui distraída al ver a Elisa conversando con Juana.

-¡Hola!- las salude a ambas besando sus mejillas.

-Luces muy hermosa- le dije a Juana pues me deslumbro el vestido blanco con imágenes negras que llevaba. Su piel parecía brillar y su afro lo llevaba recogido detrás de la oreja izquierda.

Juana me sonrió y dijo "Gracias" 

-Me alegra que Sara te haya invitado- agregue, Juana me sonrió y preguntó:

-¿Quieres una bebida? Sin alcohol claro- acoto recordando una vieja complicidad.

-Si claro, gracias- le respondí.

Voltee a ver a Elisa quien se encontraba mirando hacia la puerta y me preguntó:

"¿Quien es ella?" Seguí su mirada y se trataba de Ana. Mi chica había llegado puntualmente.

-Es Ana, una vieja amiga nuestra- le dije sonriendo, se veía muy hermosa y había traído una botella de champán con ella.

Sara la saludo emocionada y Lucía también, después la arrastraron a que saludara a otras antiguas amigas mientras me quede con Elisa observando. Aunque lo fingieran Sara y Lucia la extrañaban mucho y me emocionaba que pronto verían que mi Ana volvía a ser la de antes.

Juana trajo la bebida que me había ofrecido y luego de tomarla fui hasta donde se encontraban las chicas acompañada por Elisa. 

Ana me miro sonriente y yo a ella. Me acerque y le di un beso en la mejilla que trate que se prolongará lo máximo posible para disfrutarlo pero lo suficiente que no se viera sospechoso.

-Ella es Elisa- le dije luego -Es amiga de Sara-

-Encantada- le dijo Ana mientras estrechaban sus manos. Elisa la miro a ella y luego me miro a mi.

-Estoy muy feliz de verte- le dije.

-Yo también- me respondió Ana.

Después de eso permanecimos con una distancia adecuada. Conversando entre todas, probando bocadillos, tomando bebidas y jugando algunos de esos juego de reuniones sociales.

Reímos un montón, sobre todo cuando en el juego de mímicas el equipo de Elisa y Ana derrotaron al de Sara y Lucia, lo que hizo que Sara le riñera a Lucia por ser tan torpe para las mímicas y tan lenta para las adivinanzas.

Pasada la media noche se fueron los últimos invitados dejándonos solo a nosotras cinco. Como era la primera noche que Sara pasaría en su casa después de tanto tiempo Lucia insistió en quedarse con ella para acompañarla.

-¿Y quien llevara a Elisa?- prometiste que lo harías- Le dijo Sara a la rubia.

-Puedo llevarla y volver o llamamos un taxi o...-

-Yo puedo llevarla- se ofreció Ana. Todas voltearon a verla. 

-¿En serio?- pregunto Lucia.

-Claro no hay problema- acoto Ana.

-Bien, asunto resuelto, todas felices. Dejemos a las chicas para que pasen a gusto su primera noche en la nueva casa- les dije a todas al levantarme.

Nos despedimos y me ofrecí para acompañar a Ana y Elisa hasta la camioneta, la cual había quedado un poco retirada por la cantidad de carros que habían estacionado primero en los alrededores de la casa, dejando actualmente grandes espacios vacíos.

Cuando llegamos junto al vehículo mi chica desactivo la alarma mientras yo amablemente abrí la puerta del copiloto para que subiera Elisa, luego camine junto a la puerta de Ana que estaba montándose y cerrando su puerta.

-Gracias por acompañarnos- me dijo sonriente con ojos soñadores. Eso me mataba, había estado soportando toda la tarde estar tan cerca de ella sin poder abrazarla y besarla.

-Solo te cuido- respondí.

Ana se mordió los labios y dudo unos instantes.

-¿Crees que Elisa nos guarde el secreto?-

-Yo creó que si ¿Verdad que si Elisa?-

-¿Que secreto?- nos pregunto curiosa. Ana y yo sonreímos.

Entonces mi chica abrió la puerta de nuevo, bajo de su camioneta, me abrazo y comenzamos a besarnos.

-Lamento que no nos hallamos visto antes- me dijo entre besos.

-Estas aquí, ahora- respondí y seguí besándola.

-Es muy poco tiempo y ya es tarde-

-Encontrémonos mañana- propuse.

-Ve a verme, cada que puedas ve, que te extraño mucho- me dijo de pronto, yo me separe y la mire. Ana me devolvió la mirada apenada de su arrebato. Volví a acercarme para llenarla de besos mientras le dije:

-Te quiero preciosa- ella me abrazo un poco más fuerte y me beso de modo más dulce.

-¿Iras mañana?- preguntó momentos después.

-Si, iré- 

-Siempre siento miedo de que no lo hagas, de no verte más-

-No pasara de nuevo, solo si termino muerta-

-¡No digas eso!- me dijo luego de golpearme en el brazo con su puño derecho. Yo reí.

Ana subió de nuevo a la camioneta y me dijo:

-Yo también te quiero- y me lanzo un beso antes de irse.

Continuará...

Capitulo 29