Suena el despertador. Miro el
teléfono y son las 6:00 A.M, me doy la vuelta, y me arropo para dormir 5
minutos más… Un nuevo sonido me perturba, ¿Por
qué cuando la cama esta más cómoda y calentita tiene que ser la hora de
levantarse? Mi cerebro se siente tonto, pero finalmente me avisa que ese otro
sonido es una llamada entrante.
-¿Aló?- contesto sin mirar quien
es.
-¡Buenos días dormilona!- esa voz
hace que mi estomago salte.
-¿Mariana?- digo tontamente.
-Sí, soy yo, ¿Qué harás hoy?-
-Ir a la universidad-
-¿Qué clase tienes?-
-Desarrollo personal-
-¿Es en la que hablan de los
sentimientos?-
-Si- Sonrió un poco.
-¡Perfecto!, ¡vamos a la playa!-
-No, estás loca, tengo que ir a
clases-
-Pero, si ni siquiera te gusta-
-Es por responsabilidad-
-Bueno no te preocupes, te hago
un justificativo para que se lo entregues al profesor-
-¿Ah sí? ¿Y qué dirá?-
-Yo Mariana León, recomiendo una
semana de descanso de charlas interminables sobre cómo obtener una estabilidad
emocional que ni el profesor es capaz de alcanzar-
- Jajaja, creo que no le agradara
mucho leer eso-
-Anda no seas mala, ven conmigo a
la playa… no te gustara que nos divirtamos de nuevo sin que tu estés-
-¿Irán Sara y Lucia?-
-Las llame primero porque eres
más difícil de convencer-
-Está bien-
-Yeeeiiii-
-Pero…-
-¿Pero?-
-Tienes que pasar buscándome a
las 7:30 A.M, porque mis padres pueden sospechar que me estoy escampando-
-El carruaje estará puntual en su
puerta mi lady- … -¿Ana?-
-¿Si?-
-Por cierto, solo te queda media hora-
-¿¿Qué??-
-Jajaja-
Colgué rápidamente y me levante
para ir al baño, me quede dormida, como siempre.
Es difícil elegir una ropa que
sea cómoda para ir a la playa, pero que a la vez no se vea tan cómoda como para
hacer pensar a tus padres que no vas a la universidad. Finalmente opte por unos
pantalones de mezclilla, blusa holgada y sandalias, mientras dentro del bolso
me lleve un vestido playero, la toalla, ropa interior limpia, crema hidratante
para cabello, para la piel, para las manos, bloqueador solar, perfume, set de
maquillaje y mentas.
En ese instante la voz de mi
madre se escuchó desde la cocina y mi teléfono anunciaba que Mariana ya estaba
en la puerta.
-¡Ana! ¡Se te hace tarde para
desayunar!- baje las escaleras rápidamente.
-¡Buenos días a todos!- dije
cuando llegue al comedor, sentados desayunando se encontraban mi padre, las
gemelas y mi madre.
-¿Te quedaste dormida de nuevo?-
preguntó mi madre con expresión de desaprobación.
-Me esperan fuera- conteste
evasivamente, tome dos manzanas y dos tostadas con jamón.
-¿Eso es lo que vas a desayunar?-
-Yo y mi amiga, ¡Nos vemos! ¡Que
tengan buen día!- dije mientras me marchaba.
Cruce el jardín corriendo y el
señor Mario ya tenía la puerta abierta para mí.
-Buenos días señorita-
-Buenos días señor Mario-
Al salir, la camioneta jeep
liberty de Mariana se encontrada junto a la acera. Me subí inmediatamente y le
dije sin mirarla:
-Vayámonos rápido antes de que mis
padres se den cuenta- Mariana aceleró con dramatismo y cuando voltee a verla
para darle la tostada, me di cuenta (aunque usara lentes de sol) que tenía el
ojo derecho morado.
-¿¿Qué te paso??- le dije inmediatamente asustada.
-¿Te diste cuenta eh? Nada, a
veces en las noches las cosas se ponen feas, pero estoy bien, no te preocupes-
No me conformó su respuesta, pero
sé que Mariana es de las personas que no le gusta mucho hablar sobre ese tipo
de cosas, así que me limite a darle la tostada. Ella me agradeció y comimos
camino a la casa de Sara.
Sara era la mejor amiga de
Mariana desde que tenían 3 años, se conocieron en la guardería y desde allí sus
padres habían colaborado para que fueran inseparables hasta que se graduaron en
la secundaria. Sara era afro descendiente y le encantaba bailar, incluso
pertenecía a la Academia de Danza y Artes Creativas más importante del país, pronto,
cuando se graduara, se convertiría en bailarina profesional.
Lucia, era mi mejor amiga, la
conocí en la fundación de personas LGBT el primer año que asistí, está
completamente loca, estudia arquitectura y la adoro. Es una rubia natural, de
ojos claros y cabello lacio, el sueño de todos los hombres, sin embargo ella
gusta solo de chicas igual que Mariana, y yo.
Cuando recogimos a Sara le
pregunté como se libró de la academia y me dijo que ese día no tendría clases,
mientras que la temeraria de Lucia faltaría a una clase cálculo.
-¿Adivinen que me pasó?- nos dijo
inmediatamente Lucia al montarse en la camioneta.
-¿Qué?- dijimos al unisonó.
-Estaba pasando una mañana de
domingo tranquila e inocente en mi casa cuando mi chica, corrección ex chica,
me invito a que la visitara debido a que sus padres saldrían a una fiesta con amigos-
-¿Y qué paso?- le dije
expectante.
-Déjame tomar un respiro- hincho
los pulmones y siguió- Resulta que estamos de lo más que bien en el sofá de la
sala de estar, las cosas se estaban comenzando a poner interesantes…-
-Ahórrate el porno lésbico- dijo
Sara con sonrisa burlona. Lucia le enseño la lengua y continúo.
-Lo cierto, es que en ese momento
aparece de nuevo su papá en la casa, porque la madre de mi ex chica, había
olvidado la dichosa ensalada del festejo, y a ella no se le ocurrió nada mejor
que meterme dentro del armario de la sala donde guardan todos los peroles que
ya no usan-
- Te lo dijimos Lucia, si sales
con una “hetero” la que terminará dentro del armario seras tú- le dijo Mariana
mientras Sara y yo reímos con gusto.
-Sí, sí, muy gracioso- le
respondió Lucia.
-¿Y cómo paso a ser ex chica?-
pregunto Sara secándose las lagrimas de los ojos.
-Pues cuando su padre se fue, comenzó a llorar y a decirme que era una ilusa al pensar que podría estar
conmigo, y me termino-
-¿Qué, que?- dije mientras
volteaba a ver a Lucia.
-Si, así es, ustedes se
imaginarían que me moleste y la corte… pues no, fue ELLA quien me cortó-
-Típico- respondí, mientas me
sentaba bien de nuevo.
-No te preocupes, encontraremos
una chica lista para que salgas- la consoló Mariana.
-Ya vendrá una mejor- le dijo
Sara mientras le sobaba el brazo.
-Por eso necesitaba esto hoy,
buena idea Mariana- dijo Lucia mientras Mariana sonrió.
Llegamos finalmente a la playa,
Mariana se quitó los lentes de sol, los colocó sobre mi cabeza, se despojo rápidamente de su ropa, quedando en su traje de baño negro de dos piezas y corrió hacia el
mar.
-Es una niña- comentó Sara
moviendo la cabeza en negación. “Si, era una niña a veces, pero muy adorable” eso
fue lo que pensé. Luego nos quedamos todas en bañador y recogimos lo que necesitábamos
para sentarnos en la playa.
Por un momento miré a Sara y
Lucia, quienes eran mucho más delgadas que yo y me sentí insegura, la verdad
era la más rellenita del grupo y eso siempre me chocaba, y muchas veces pensaba
que tal vez era la razón por la que no se me acercaban mucho las chicas.
-¿Listas?- preguntó Lucia mientras se colocaba sus lentes de sol y batía su cabello hacia atrás.
-Déjame terminar de trenzar mi cabello, Ana, cierra la camioneta y no olvides las llaves- dijo Sara, así que
la obedecí y luego caminamos hasta la playa.
Al llegar tendimos las toallas en la arena y se acercó un hombre de cabellos quemados por
el sol y sonrisa muy blanca a ofrecernos sombrillas para el sol. Sara le
alquilo dos, este se dispuso a enterrarlas en la arena y abrirlas, mientras las
chicas y yo comenzamos a colocarnos protector solar.
Cuando Sara me colocaba el
protector solar en la espalda y Lucia se fue a la tienda de la playa a comprar bebidas,
Mariana salió del mar y se acercaba a nosotras, era una chica muy bella, su
piel era clara, su cabello una mezcla de lacio y ondulado color chocolate, además la naturaleza la había dotado de un cuerpo con proporciones perfectas…
-Tienes un poquito de baba aquí-
me dijo Sara a manera de broma mientras señalaba el lado derecho de su labio.
-¡Cállate! ¡No es cierto!- le
dije. Afortunadamente el sonido de las olas no permitió que Mariana la
escuchara, quien estaba ya muy cerca de nosotras, al igual que Lucia que ya venía
llegando con todo lo necesario para preocuparnos varios tragos. Mientras tanto la malvada de Sara se reía con ganas.
-¡¡Mariana!! ¿¡Que te paso en el
ojo!?- grito Lucia y todas nos sobresaltamos.
-¡Lucia! ¿Cuántas veces te hemos
dicho que no grites así?- la reprendió Sara.
-Lo siento, me sorprendí- dijo
Lucia calladamente, mientras nos pasaba la botella de Vodka, el cubo de hielo,
el jugo de manzana y rodajas de naranja. Mariana tomo sus lentes de sol de mi
cabello y se los colocó mientras se tendió sobre la toalla.
Sacamos nuestros vasos cooler y Sara comenzó a preparar los tragos y le dijo a Mariana:
-¿Qué tienes para contarnos,
Mariana?-
-¿Yo? Nada- respondió con tono inocente.
-¿En serio?- le dijo de vuelta
Sara, pero con ese tono tan característico en ella que genera en ti el
compulsivo deseo de no desobedecerle. Mariana dio un respiro y respondió.
-Estaba anoche con una mujer
casada, su esposo nos sorprendió y las cosas se pusieron feas-
-¿¿Qué??- dijo Lucia colocándose las manos en el pecho con
dramatismo.
-Sí, pero él tampoco salió ileso-
yo sonreí un poco.
-Tú no tienes necesidad de andar
con mujeres casadas- continuo Sara, quien parecía muy concentrada en su
trabajo.
-Lo sé, no lo volveré a hacer- Sara
terminó las bebidas y nos paso nuestros vasos cooler, guardamos silencio un
momento mientras mirábamos el mar y se me ocurrió preguntar.
-¿Era vieja?-
-Tenía 34 años, pero estaba buenísima-
Luego nos levantamos y fuimos
juntas a bañarnos al mar. Pasamos un día agradable, lleno de conversaciones y
risas. Alternábamos el bañarnos en el mar con sentarnos bajo las sombrillas a
tomar nuestras bebidas y comer bocadillos.
Al final del día a pesar de los
bocadillos, el ejercicio, y los vasos de agua que ingerimos, estábamos un poco
borrachas y nos reíamos como tontas. Luego nos quedamos en silencio mirando el
atardecer, y tal vez por el licor que corría en mi sistema, sentí y obedecí el
impulso de sentarme junto a Mariana y colocar mi cabeza de lado sobre su
hombro, ella me correspondió abrazándome, mientras yo no pude evitar sonreír. Así nos quedamos aproximadamente
media hora, observando como poco a poco se ocultaba el sol, hasta que todo
estuvo oscuro y Sara mencionó que era mejor marcharnos porque ya estaba
comenzando a hacer frió.
Cuando me senté en la camioneta
no supe nada del mundo hasta que algo me estaba molestando la punta de mi
nariz, aparté con la mano aquella molestia y abrí los ojos.
-Jejeje, ya llegamos dormilona-
me dijo la voz de Mariana.
-¿Ya llegamos?- pregunte
confundida y mire hacia los lados, y efectivamente la camioneta de Mariana
estaba estacionada fuera de mi casa.
-¿¿Y las chicas??- pregunte
sorprendida.
-Ya las deje en su casa-
-¿¿Y yo no me di cuenta de nada??-
-Tranquila que no te violamos-
dijo Mariana a modo de broma. Yo sonreí y le dije que era una tonta.
Cuando nos despedimos me bajé de la camioneta, pero luego regresé porque sinceramente me sentía preocupa por su bienestar, era muy típico
en ella meterse en problemas por su manía de andar con una chica y otra y otra
continuamente.
-¿Mariana?-
-¿Dime?-
-Vete a casa, ¿si?, no te metas
en problemas- Ella me sonrió y asintió, luego me dijo:
-No te preocupes, me daré un
descanso- luego me lanzó un beso y se fue.