martes, 20 de octubre de 2015

Historia 1 -Capitulo 22-

Sorprendentemente, al final de la tarde Mariana toco la puerta de mi habitación:

-Vámonos de aquí- me dijo.
-No tengo ganas de ir a ningún lado-
-¿Estas muy triste?- me pregunto con suspicacia.
-Estoy esperando que se me pase- le respondí para no caer en detalles.
-Entonces vayamos a esperar que se te pase a otro lado-
-No hay lugar que me anime-
-¿Ya nos podemos ir?- me dijo ignorando mis escusas, no me quedo más opción que levantarme.

Mariana vestía con sencillez, por lo que pensé que también podría hacerlo, así que solo me coloque un jeans, franela, suéter (porque estaba comenzando a hacer frio) y zapatillas deportivas.

Mamá se emociono cuando se percató que Mariana y yo salíamos de casa. Después de agradecerle y abrazarla por un largo momento, le menciono que siempre había sido su favorita, luego le guiño el ojo. Yo me sentí un poco apenada por la insinuación y opte por subir la capucha de mi suéter y colocar mis manos dentro de los bolsillos.

Por el camino escuchamos AC/DC la banda preferida de Mariana, ella imitaba los gestos del vocalista y me hizo reír mucho. No sabía si lo hacía porque estaba feliz o porque quería animarme, prefería pensar que sus motivos eran por sentirse feliz, pues por muchos meses su estado de ánimo pasó de ser autodestructivo, a depresivo y luego neutro con algunos momentos de irritación. Hace mucho no la veía contenta y que estuviera así, para mí era como sentir una brisa fresca en el pecho.

Condujo hasta la parte más nueva de la ciudad y entramos dentro de un alto y ordinario edificio de apartamentos. El vigilante de la caseta la saludo con mucha estima y respeto, la llamo “Señorita León”, luego le entrego una llave. Mariana le pregunto por su esposa y la salud de su rodilla, él señor le contó que se estaba colocando una compresa caliente sobre la articulación todas las noches, como ella le recomendó. Yo estaba sorprendida por aquella interacción parecía que se veían frecuentemente. Al estacionarnos le pregunte:

-¿Visitaremos a alguien?-
-No- me respondió mientras se quitaba el cinturón de seguridad.
-¿Ahora vives aquí?-
-¡No como crees!- me dijo mientras escudriñaba el asiento trasero y tomaba un bolso.

Yo estaba muy curiosa por la situación, pero sabía que no obtendría respuestas de ella, así que termine con las preguntas. Al tomar el ascensor me dijo:

-Bien, cuéntame que ocurrió con tu novia-
-¿Ahora?-
-Sí, justo ahora-

Yo comencé mi plática mientras subíamos, Mariana había presionado el botón del piso 40. Mi relato finalizo justo cuando alcanzamos nuestro nivel de destino. Ella se quedo dentro del ascensor pensativa y luego me dijo:

-Debe tener mucho miedo para dejarte de esa manera-
-Tal vez solo es una cobarde egoísta- le respondí.
-Nosotras hemos tenido mucha suerte Ana, es muy fácil juzgar cuando no has estado en la misma situación-
-¿Estas de parte de ella?- le pregunte ofendida.
-No, claro que no- me respondió dando por finalizado el tema y se dispuso a salir del elevador.

Pensé que se acercaría a alguna puerta de los cuatro apartamentos de nuestro alrededor, pero me equivoque. En una de las esquinas había una pequeña escalera, parecida a las que tienen las piscinas, esta escalera daba a una puerta del techo. Mariana escalo e introdujo la llave en la cerradura y empujo la pequeña puerta, era como salir de un submarino, me sentí como una niña al imaginarme aquello y la seguí emocionada.

Al emerger a la superficie observe que el techo del edificio estaba rodeado por una media pared que nos llegaba por la cintura si nos parábamos a mirar el precipicio. Mariana camino hasta allí y la seguí, cuando mire al vacio sentí un poco de vértigo, estábamos a muchos metros sobre el suelo y la brisa que soplaba era fuerte. Los autos que circulaban por la ciudad parecían hormigas.  En ese momento estaba anocheciendo y en el horizonte se mezclaban los últimos rayos naranjas del sol con la oscuridad, que se difuminaba del negro al purpura a medida que se acercaba al crepúsculo. Yo sonreí, era bonito el paisaje, pronto todo estaría a oscuras excepto por las estrellas del cielo, ya que, las luces de los edificios y las calles estaban en su mayoría por debajo de nosotras.

-¿Pensaste que te llevaría a un lugar triste y aburrido?- me bromeo Mariana cuando se dio cuenta de mi sonrisa.
-¿Cómo…? ¿Cómo conoces este lugar?-
-Es un condominio de mi padre. Un día Rocky me cito aquí, el señor Luis, el vigilante, es de confianza, desde que lo conocí vengo cuando necesito despejarme-

En ese momento se alejo del borde del techo y camino hasta detenerse cerca del centro del lugar, junto a una gran estructura rectangular de acero, luego hurgo en su bolso, saco entonces dos sacos de dormir gruesos, los abrió y los tendió uno sobre otro. Después se sentó recostando su espalda de la estructura metálica y me indico que me acercara. Al sentarme junto a ella saco dos sándwich granjeros del interior de su bolso y me ofreció uno.

-Tengo mucha hambre- me comento, y le dio un gran mordisco al suyo, yo hace días que no gozaba de mucho apetito, pero verla como ella lo disfrutaba me despertó los deseos de comer.

Unos instantes después, mientras comíamos, saco una botella de vino tinto de su bolso, la destapo y me la ofreció. Yo tome de ella y al sentir el exquisito sabor le pregunte sorprendida:

-¿Que es?- Mariana se encogio de hombros y dijo "vigno" porque tenia la boca llena. Yo revise la etiqueta y ponia lo siguiente:

Marsala
Made in Sicilia
Envejecido al menos 10 años

- Es un vino de mucha calidad, no deberíamos estar tomándolo con esto- le dije refiriéndome al granjero, Mariana trago y me dijo:
-¿Con que deberíamos tomarlo?-
-Mmm con cangrejo, ¿quizás?-
-Pues a mí me encanta el vino Marsala con sándwich granjero- yo reí con su ocurrencia y tome un nuevo pedazo del mío después de cederle la botella.
-¿Qué más hay dentro de ese bolso mágico?- le pregunte cuando me paso una servilleta de tela.
-Dulces, agua y un juego de damas-

Nos pasamos la noche conversando. Mariana me contó como durante su trabajo en los laboratorios de la empresa cometió terribles errores que causaron graves problemas a los investigadores. En una ocasión confundió unas muestras y los científicos no comprendían como los cultivos celulares a los que habían inoculado virus altamente nocivos parecían haberse sanados solos. Otro día entre los exámenes hormonales de unos conejos machos aparecían evidencias de que estaban gestando y el más hilarante de todos sus errores fue cuando al mezclar dos sustancias, el laboratorio fue inundado con un niebla rosa que nadie pudo identificar, hasta le mencionaron que tal vez había descubierto o inventado un nuevo elemento. Yo reí tanto que me dolieron las mejillas y los músculos del abdomen, por su parte Mariana le toco cercarse las lágrimas de la risa.

También me relato que la empresa tenía muchas hectáreas llenas de cultivos, y que todos los trabajadores le narraban que su padre tenía vocación de agricultor, pues el mismo había sembrado miles de aquellas plantas y casi siempre pasaba allí el tiempo que le dedicaba al trabajo. Don Augusto (le decían) era un hombre que se sintió desdichado cuando se entero que hasta el cultivo más orgánico causaba daño al ambiente y exigía a los ingenieros forestales y ambientales de la empresa que idearan estrategias para hacer el mínimo daño posible.

Yo le conté todo lo que había hecho en el tiempo que no pase con ella, especialmente hablaba de la universidad y de Isabel. En un momento me sentí melancólica, y más tarde avergonzada porque no pude evitar llorar, pero Mariana me abrazo y me dijo que era culpa del vino.

Posteriormente jugamos damas, yo no sabía muy bien que hacía, pero estaba segura que mi tácticas eran buenas y que Mariana me ganaba todas las partidas porque me hacia trampa. Sin darnos cuenta llego el amanecer. El sol salió junto con mi lucidez y Mariana me dijo que mejor nos íbamos porque le prometió a Sara pasar todo el día de navidad con ella, y este ya había llegado.

Mientras esperábamos el ascensor le pregunte:

-¿Sara no estaba furiosa por tu larga desaparición?-
-Pensé que me regañaría, pero en cambio me abrazo por largo rato-
-Yo no te abrace por largo rato- le dije, ella no me dijo nada. La había pasado muy bien, así que deje las complicaciones de lado y la abrace.

Ella me abrazo de vuelta, me sentía entre sus brazos segura, calentita y Mariana olía tan bien…

-No desaparezcas más- le suplique.
-No lo hare, ya hice lo que tenía que hacer, Rocky hará el resto-

En ese momento se abrieron las puertas del ascensor y subimos. Cuando comenzó a bajar empecé a sentirme ansiosa y a moverme sin caminar.

-¿Qué te ocurre?- me pregunto Mariana.
-Tengo mi vejiga llena-

Ella comenzó a reír, me sugirió que le pidiera el baño prestado al vigilante, pero no quise hacerlo, por lo que la apresure todo el camino de regreso a mi casa. Al llegar y antes de que me bajara casi corriendo de su camioneta me dijo:

-Nos vemos mañana- y sonrió.

Continuara…
Capitulo 23

viernes, 16 de octubre de 2015

Historia 1 -Capitulo 21-


Apenas se marcho Julio, subí a mi habitación a llamar a Isabel, no podría ser verdad que ella quisiera eso, no después de lo que me dijo la última vez que estuvimos a solas. Intente llamarla incontables veces, pero nunca respondió. Pase el día caminando en mi habitación de un lado a otro, pensando que podía hacer, necesitaba hablar con ella, que me dijera las cosas de frente, no de este modo. ¿Por qué no me atendía? ¿Por qué me trataba así? ¡Yo no tenía la culpa de nada! Y… yo no tenía idea de dónde encontrarla, llevaba tres meses saliendo con Isabel y desconocía su dirección, ni siquiera eso había sido capaz de confiarme, ¿Qué rayos me pasaba? ¡Como pude ser tan tonta! ¿Cómo pude al final de todo salir con una closetera y creer que todo iría bien?

Me fui llenando de rabia con cada llamada que me enviaba al buzón, me dieron ganas de lanzar el teléfono contra una pared, pero pensé que luego podría arrepentirme por lo que lo coloque dentro de una gaveta. Sin embargo las lágrimas me corrían por el rostro, no podía más. Mire alrededor y ubique el ramo que me regalo en mi cumpleaños, el ridículo ramo que me avergonzó delante de mi familia y amigas, el cursi ramo que le otorgo el título de novia perfecta, de chica tierna… tome entonces todo aquel berenjenal, lo lleve hasta la ventana y lo lance con todas mis fuerzas contra la pared que separaba el jardín de la calle. El ruido que produjo mi acción fue estruendoso, pero no suficiente. Fui a mi joyero y busque bruscamente entre todas mis prendas hasta ubicar la pulsera de plata que me dio cuando visitamos el pueblo Danés, al encontrarla la arroje en la basura. Luego me di cuenta que no tenía más nada que me hubiese obsequiado que podría desechar o destruir, tampoco tendría más amor, ni sus besos, ni sus abrazos, ni sus ojos, ni su cuerpo, ni sus mensajes todas las mañanas… me deje caer en la cama de lado y abrace mi almohada, me rendí, cedí ante mis emociones y llore amargamente por muchas horas.

Al anochecer mi madre toco la puerta de mi habitación, al no obtener respuesta la abrió despacio y entro, luego se sentó en la cama y acaricio mi cabello. Por mi rostro, después de tantas horas, seguían brotando lágrimas, una tras otras como un rio cauteloso.

-Victoria me conto lo que paso, lo siento mucho hija- me dijo, yo guarde silencio.
-También me dijeron que no has comido nada hoy-
-Déjame sola- le respondí.

Ella se levanto y salió, pero antes me dijo que me traería dentro de poco algo para cenar.

El día siguiente lo pase en la misma posición. Mamá me obligo a comer dos veces y papá a bañarme, el resto del tiempo me dejaron en paz, hacia el final de la noche ya había parado de llorar.

Sara y Lucia fueron al día siguiente. Lucia se paseo por todo el cuarto despotricando contra Isabel, Julio, sus padres, la sociedad, la biblia y las religiones. Sara permaneció a mi lado viéndola ir de aquí para allá.

-¡Deberíamos cobrar venganza!- dijo finalmente.
-Exageras como siempre Lucia- le respondió Sara.
-¡Debemos ayudar a Ana! ¿Cómo propones tu ayudarla?-
-Creo que podríamos llevarla a que hable con Isabel-
-¡Excelente! Nos llevamos unos globos, los llenamos con pintura y cuando se de vuelta ¡la atacamos por la espalda! ¡No lo verá venir y será una cucharada de su propia medicina!-
-No haces eso con todas tus ex novias ¿o sí?- le pregunto Sara dudosa. Lucia titubeo al responder y yo las interrumpí diciendo:
-No sé dónde encontrarla-
-Sí, no sabes donde vive, pero conoces ese lugar donde te llevaba, el restaurante de la playa- me recordó Sara.
-¡Es cierto!- le respondí animada, pero luego me sentí furiosa conmigo misma por sentir un rayo de luz al imaginar poder verla.
-¡Perfecto!, iré por los globos, la pintura y vendré a recogerlas más tarde- nos dijo Lucia.
-¡No! Nadie le lanzara globos a nadie hoy Lucia- la reprendió Sara. Lucia se sentó en el sillón junto a la ventana con los brazos cruzados y murmuro “aguafiestas”

Yo me bañe, me vestí, arregle (pero no demasiado) y partimos.

Cuando llegamos obviamente no encontramos allí a Isabel, esas cosas no pasan. Solo estaba Evita con sus hijas, que esta vez no parecían felices de verme.

Evita me abrazo y me llevo a caminar con ella por el malecón:

-Lo lamento mucho- realmente parecía triste por la situación, luego continuó diciendo:
-Estuvo aquí ayer, su hermano lo supo apenas entendió que se conocían, no era la primera vez que él se entera que Isabel sale con chicas. La amenazo con delatarla, ella dice que no puede arriesgarse a perder el apoyo de sus padres, se quedaría sin casa y sin sustento para terminar la universidad-
-Entiendo que se aleje de mí, lo que no entiendo es porque no se despidió- le respondí con pesar.
-Tal vez es muy difícil para ella hacerlo-
-Difícil para ella y muy injusto conmigo- le dije y me aleje. Las chicas y yo nos fuimos después de eso.

El resto de los días los pase en mi cuarto, la mayoría del tiempo contemplado los detalles del techo, que sinceramente nada de interesante tenia. Me quedaba despierta hasta muy tarde leyendo lo que se me ocurría por internet y chateando con Sara y Lucia de vez en cuando. Sara estaba preocupada por el paradero de Mariana, hacía dos semanas que no sabía de ella y se tranquilizo un poco cuando le conté que vino a verme el día de mi cumpleaños. Recordé la caja de música y voltee buscándola con la mirada, estaba justo donde la había dejado, en mi escritorio. Me levante, la tome y me la lleve hasta la cama, le di ocho vueltas a la llave y comencé a escuchar la melodía.

Cerca de las tres de la mañana me desperté, mi teléfono estaba sonando, sin darme cuenta me había quedado dormida un poco más temprano gracias a la caja de música. El número que me llamaba era desconocido, por el tiempo que me quede observando la pantalla, la llamada fue enviada al buzón. Volvieron a llamar una vez más, yo no quería responder, un número extraño llamando tan tarde me daba escalofríos. Luego pensé que podría ser Isabel, tal vez Evita había hablado con ella y la había convencido de despedirse, a la cuarta vez decidí responder:

-¿Hola?-
-¿Puedes salir? Estoy fuera de tu casa-
-¿Mariana?-
-Por favor, te espero fuera- y colgó.

Me levante rápidamente y baje en silencio para no despertar a nadie. Igualmente abrí con cautela la puerta que daba a la calle. Mariana estaba allí, llevaba una sudadera con la capucha levantada y bajo ella un vestido y tacones negros, parecía venir de una fiesta.
-¿Qué haces aquí a esta hora?- le pregunte cuando estuvo dentro del jardín.
-Lamento haber venido tan tarde- me dijo mientras bajaba la capucha de la sudadera y rebuscaba en su interior.
-Necesito que me ayudes a entender esto- y me entrego una seria de hojas blancas mecanografiadas a computadora.
-Sara ha estado muy preocupada por ti, dice que no la has llamado en dos semanas-
-No ha pasado tanto tiempo- me respondió Mariana sorprendida y pensativa.
-Dijiste que vendrías el día después de mi cumpleaños y tampoco lo hiciste-
-Lo siento, pero necesito que me ayudes, juro que las recompensare a todas, por favor dime que significa esto- me dijo mientras removía nerviosa las hojas frente a mí.
-Está bien- le dije porque parecía muy ansiosa y fuimos hasta bajo de una bombilla del estacionamiento.

Pase largo rato leyendo, eran casi 20 hojas. Mariana impacientemente caminaba de aquí para allá. Cuando iba por la última hoja, mi amiga se acerco a mi expectante.

-¿Y bien?- me pregunto cuando le entregue de nuevo las paginas.
-Son notas de laboratorios, memos y correspondencia-
-¡Eso lo sé bien! ¿Pero qué entendiste?-
-Hay una sustancia, se llama 1,25 dihidroxiglifosacleno, la crearon para matar las plagas artrópodas de los cultivos, y funciono muy bien. Pero luego cuando alimentaron a los animales con esos vegetales, todos murieron súbitamente. Al estudiar los cadáveres observaron lesiones en hígado, sistema nervioso, riñones y corazón. Determinaron que la sustancia causaba fallas multisistemicas en los mamíferos. Siguieron probando con diferentes dosis, y hasta en las dosis más bajas se comportaba altamente tóxico, tu padre en un memo ordeno cesaran las investigaciones…-
-¡Pero continuaron Ana!- me dijo Mariana furiosa y me sorprendió al interrumpirme abruptamente.
-Bien, lo desobedecieron, tal vez porque murió- opine.
-¿Y no crees que está mal? ¿Qué más tienen que saber? ¡Tienen que rendirse, el veneno no funciona!-
-Si funciona, solo que es muy tóxico y no lo pueden controlar-
-¿Por qué piensas que lo están comercializando en ampollas a ejércitos de otras naciones?-
-Porque están pensando usarlo en las guerras-
-¡Exacto!-
-Eso sería aterrador- le comente.
-¡Es espantoso, asqueroso y repulsivo! Si mis abuelos o mi padre supieran esto…-
-Tú eres la heredera de la empresa, prohíbe que sigan investigando y mucho menos comercializando- le recomendé a Mariana pero ella parecía no escucharme, pues murmuraba para sí misma:
-Tantos meses buscando en el lugar equivocado, tantos meses evitando el laboratorio que me haría entender todo…-
-¿De qué hablas?- le pregunte preocupada, se veía un poco lunática.
-¿Recuerdas que te conté que odiaba el laboratorio de agroquímicos? ¿Qué todo allí terminaba marchito y sin vida?-
-Si-
-¡Ahí encontré esto!, lo que Rocky me envió a buscar ¡estuvo ahí todo el tiempo! Yo sabía que algo traían entre manos, se comportaban de manera misteriosa, pero siempre estaba lleno de gente, o los vigilantes estaban observando, ¡pero hoy! organice una fiesta de navidad para todos, cuando la mayoría se caían de borrachos, aproveche, me escabullí dentro, y ¡robe esto!-
-¿Y qué pasa si descubren que te robaste eso?-
-¡Por eso no hay tiempo! Debo llevárselo a Rocky- y emprendió marcha hacia la puerta y tras pasar dos segundos le seguí.
-¿No crees que no deberías andar tan tarde por ahí?-
-No te preocupes- me respondió evasivamente.
-¿Quieres que te acompañe?-
-¡No! Por supuesto que no-
-Mariana…- le dije cuando alcanzamos la puerta. Ella volteo a verme con atención.
-¿Qué tienes?- me pregunto preocupada.
-Isabel me dejo-
-¿Qué?- yo guarde silencio.
-No puede ser verdad-
-Lo es-
-¿En tu cumpleaños?-
-No, unos dos días después-
-¡Que perra!- yo reí un poco, no esperaba eso.
-Vendré cuando termine con esto- yo no le creí pero antes de salir me repitió:
-Vendré más tarde, lo prometo-

Continuara…
Capìtulo 22

miércoles, 7 de octubre de 2015

Historia 1 -Capitulo 20-

Isabel me invito al parque de diversiones. Lucia y su nueva cita (que se llamaba Jennifer “con J y doble n” como nos notifico cuando la conocimos), nos acompañaron.
  
Pacientemente esperamos nuestro turno para subir a la montaña rusa, cuya parte más alta era de 20 metros de altura. Yo sentía como los niveles de adrenalina se elevaban en mi cuerpo a medida que estábamos más cerca, y cuando al fin tomamos nuestros asientos y las correas de seguridad se cerraron, sentí el impulsivo deseo de bajarme. Entonces le tome fuertemente la mano a Isabel, quien se encontraba a mi lado. Ella rió al darse cuenta lo nerviosa que yo estaba, o tal vez rió porque también estaba nerviosa. Luego me dijo “Sera divertido amor”, y el riel arranco. 
   
Era una experiencia increíble. Mi cuerpo, que soy yo, que me lleva a todas partes, que percibe tantas cosas, era absolutamente preso de las fuerzas que generan esas maquinas. Me sentía vulnerable a la velocidad, a la altura, a las subidas y bajadas, y sin embargo, al mismo tiempo era consciente de que estaba resguardada por mi asiento y la mano de mi novia. No podía evitar reír, especialmente por los gritos que escuchaba emitir a Lucia, que iba en el asiento de atrás. Cuando más estaba disfrutando, el recorrido terminó, y quedó en mí las ansias de subir otra vez. Pero no subimos otra vez, decidimos ir a los carros chocones.  

La pelirroja me perseguía y me chocaba, eso hacia a mi cabello batirse sin control, pero cuando alguien más me chocaba, ella seguía al agresor hasta cobrar venganza. Me pareció tierno de su parte y cuando bajáramos le iba a dar muchos besos. Particularmente me costaba mucho controlar el carro, pues no sabía conducir, y la mayoría del tiempo solo di vueltas sobre mi propio eje, finalmente no me quedo más que reírme de mi misma.  

Luego fuimos a esos juegos donde solo te engañan para ganar mucho dinero a tu costa, nos decidimos por uno donde había una pantalla gigantesca en la que aparecían platos voladores y debías derribarlos con una pistola que te entregaban. Mi novia tenía una puntería bastante mala, principalmente cuando aumentaba la velocidad, al tercer intento le dije que parara, pero me respondió que estaba decidida a ganar una bufanda azul para mí. Cuando perdió por cuarta vez y pago para intentarlo una vez más, le quite la pistola e hice explotar el 93% de los platos. El encargado nos entrego la bufanda después de eso y la coloque alrededor del cuello de mi chica.  

-No es justo, yo quería dártela a ti- me dijo haciendo puchero.
-A ti se te ve mejor, combina con tus ojos- le respondí y le di un beso.
-¿Donde desarrollaste esa puntería?- me pregunto Isabel.
-Mariana tiene muchos videojuegos, cuando la conocí a ella y Sara, pasábamos la mayoría del tiempo jugando-
-Creo que fue bastante tiempo- me comento, yo me quede pensando que responder, pero en eso momento se acerco Lucia con Jennifer de su mano y nos dijo:
-¡Por favor! ¡Díganme que comeremos algo que rebose calorías!-
-¿Una hamburguesa estaría bien?- le sugirió Isabel.
 

Todas estuvimos de acuerdo y fuimos hasta un restaurante del parque. Conversamos un largo rato, y después de comer, regresamos a casa pasado el anochecer. Lucia había llevado su carro, por lo que nos despedimos en el estacionamiento del parque. Durante el camino Isabel y yo charlamos sobre todas las maquinas en las que subimos, y nos partimos de risa recordando como caminábamos con dificultad después de bajar de las tazas locas.  

-Fue buena idea haber ido- le dije a Isabel cuando estaciono frente a mi casa.
-No me quiero marchar todavía- me respondió ella.
-No lo hagas- le dije.
 

Nos sentamos en los asientos de atrás de la camioneta, cosa que hacíamos siempre para estar más cerca, pues en la parte delantera nos estorbaba la palanca de velocidades y el freno de mano. Yo me acurruque entre su pecho y su brazo, ella me dio un beso en mi frente y aspiro el olor de mi cabello como siempre hacíamos, era casi ritual.  

-Quiero graduarme para alquilar mi propio apartamento y poder estar contigo con más tranquilidad- me dijo luego de un rato.
-Todavía falta año y medio-
-Sí, pero sé que quiero estar contigo todo ese tiempo y más-
 
Yo levante mi vista y mire sus ojos, que estaban brillantes.  
-¿Estás segura de eso?- le pregunte sonriendo, no podía evitarlo, había dicho algo muy lindo. Nunca antes alguien me había dicho algo así.
 
-Sí, creo que estoy comenzando a amarte- entonces me tomo el rostro y nos besamos largo rato. No fue un beso de esos que los haces por deseos de sus labios, o de los profundos que terminan apasionándote. Fue un beso lento, más suave de lo normal, un beso que tenía la intención de acariciar, de querer.  

Más tarde tuvimos que despedirnos porque su madre había llegado temprano a casa ese día y la llamo al celular para exigirle que llegara a cenar.  

-No podre venir mañana porque debo hacer algo con mis padres- me dijo antes de irse cuando yo estaba en la acera y ella encendió el carro.
-Yo igual- le dije con sonrisa de resignación.
-Ven aquí- me pidió.
 

Yo di la vuelta y me acerque a su ventanilla. Nos dimos unos besos más.  

-¡Eres hermosa!- me dijo entre besos.
-Y y tu una diosa pelirroja- le respondí yo, ella rió conmigo.
-¿De dónde sacaste eso?-
-Siempre te he llamado así en mi mente desde que te conocí-
-¡¿En serio?!- me pregunto aun sin creérselo. Luego su teléfono volvió a sonar, era su madre de nuevo.
-Vete ya- le dije.
-Te quiero-
-Yo más le respondí- y le di un último beso.
 

Esa noche antes de dormirme me puse a pensar sobre lo que había dicho Isabel de estar juntas por mucho tiempo. Verdaderamente no me había pasado por la cabeza esa idea, muchas veces vivimos sin darnos cuenta que lo que hacemos día a día es forjar nuestro futuro. ¿Quería pasar largo tiempo o quizás lo que me restaba de vida con Isabel?, no lo sabía, la sola idea me daba mucho miedo. Así que mejor deje de pensar, y al dejar de pensar me dormí.  

***

La mañana siguiente era viernes, como ya estaba de vacaciones por la navidad dormí hasta tarde, pero mi padre entro frenético a mi habitación a eso de las 9:00 a.m y me dijo que recordara que ese día era muy especial, y que si iba a tardarme mucho arreglándome sería mejor que comenzara ya.  

-¡Papá faltan como 10 horas!- le respondí mientras luchaba con él por quedarme con la sabana que me arropaba.
-Debes levantarte, bañarte, desayunar, buscar tu vestido, ir a lo que sea que hacen en la barbería, ¡Pueden tardar más de diez horas si me descuido!-
-¡No se llama barbería porque somos mujeres! ¡No tenemos barba!- le respondí.
-¡Obedece Ana!, ¡hoy es un día muy importante para tu madre!- Después de decirme eso salió de la habitación. Me lamente unas cien veces, pero finalmente logre ponerme de pie.
 

Mamá hace casi un año había realizado un estudio en jóvenes con comportamiento agresivo, logro determinar que aplicando ciertos ejercicios que ella misma diseño, los chicos lograban sentirse mejor consigo mismos y calmar sus furias. La Sociedad de Psiquiatría del país había conocido del estudio y se sintieron muy impresionados por el trabajo de mi madre, por lo que le darían un premio especial, (cosa que era extraña, pues los psiquiatras muchas veces consideraban a los psicologos como inferiores). Mamá reía por aquello y decía que era algo obvio, que el problema con los psiquiatras es que mandan medicamentos antes de si quiera conocer el nombre de las personas. Claro, esto es un secreto de familia, que confió que ustedes no revelaran.  

Mi padre tuvo razón, el día pasó volando. Me vi en la obligación de colocarme los tacones mientras bajaba la escalera, pues él ya estaba en el auto tocando el claxon para apresurarnos. El evento seria en un salón muy elegante de un famoso hotel cinco estrellas. Incluso cuando llegamos, había chicos uniformados que estacionaban los carros. Entre los asistentes, los hombres llevaban trajes y las mujeres vestidos de gala con elegantes moños. Para mí el día había sido caótico, ni si quiera había almorzado y mi estomago se encogía de hambre.  

Al entrar en el salón del evento, observe que estaba lleno de muchas mesas con manteles, y al fondo había un escenario con una mesa rectangular. Todo estaba cubierto de telas, había flores por doquier, inclusive había un cuarteto en una esquina del salón junto al escenario, gran cantidad de personas conversando (varios eran mis profesores en la universidad) y chicos de protocolo tratando de ordenar a la gente en sus respectivas mesas. Mi estomago se retorció de hambre de nuevo y yo coloque mi mano sobre mi abdomen y lloriquee. Victoria que estaba junto a mí me miro con cara de pocos amigos y me pregunto como si la avergonzara:  

-¡¿Qué te ocurre?!-
-Tengo hambre- le dije como niña pequeña.
-Sí, bueno, todos tenemos hambre… compórtate- me quede sin expresión al escucharla, no sabía si reírme o preocuparme por su actitud.
 

Mi padre menciono que buscaría a alguien que nos informara donde debíamos sentarnos y en ese momento una voz masculina me llamo. Al voltearme me di cuenta que era Julio, aquel chico con el que baile en el cumpleaños de Sara.  

-¡Hola! ¡Qué sorpresa verte!- le dije y nos saludamos con un beso en la mejilla.
-Creo que estamos destinados a encontrarnos en fiestas- me dijo de manera divertida y yo reí, luego continúo: -No te vi en la presentación de Sara-
-¡Cierto! Pero si fui, estuvo increíble-
-¿Qué te pareció mi escenografía?- me pregunto.
-¿La hiciste tú?, estuvo genial, tienes mucho talento- le respondí cortésmente.
-Sí, lo sé- me dijo bromeando de nuevo y continuo: -¡Ven te presentare a mis padres para que te amén por estudiar medicina!- entonces me tomo de la mano y me llevo con él.
 

Mientras caminábamos estuve pendiente de ver donde quedaba mi familia para no perderme y cuando me di cuenta ya estaba frente a los padres de Julio, quienes se encontraban sentados en una de las mesas cercanas al escenario. Eran personas muy estilizadas, de piel blanca, ojos color café y cabellos claros. 

 -Mamá, papá, ella es Ana- yo les estreche la mano y les dije que era un gusto conocerlos.
-Ella estudia medicina, según dicen por ahí es la mejor de su promoción-
 

Los doctores sonrieron complacidos y me estrecharon la mano una vez más mientras me felicitaban.  

-¿Qué especialidad escogerás?- me pregunto su padre, yo me sentí bajo mucha presión, no quería mencionar algo que los decepcionara.
-Aún lo estoy decidiendo, voy un poco menos de la mitad de la carrera-
-Estaremos pendiente de ti Ana, nos agrada que Julio haga buenas amistades- me comento su madre. Yo sonreí, luego Julio me dijo:
 
-Ellas son mis hermanas- me di vuelta para saludar a dos chicas igualmente pelirrojas que acababan de llegar de quien sabe dónde. En ese momento sentí que el estomago me llego a la garganta y que una gota muy fría bajo por mi espalda. Una de ellas era Isabel.
-Ella es Juliana y ella es Isabel- Isabel me extendió la mano primero y me dijo:
 

-Un placer conocerte ¿Cuál es tu nombre?-
-Ya te lo iba a decir odiosa, ella es Ana- le respondió Julio. Yo le estreche la mano y luego también a Juliana.
 

Había olvidado cómo se hablaba, pues me quede allí callada, Juliana siguió a sentarse en la mesa, pero Isabel se quedo observándome y Julio parloteaba a nuestro lado, yo no lograba entender sus palabras. No podía creer lo nerviosa que estaba, no podía creer que Isabel no siguiera a Juliana indiferente a mí como debía ser. Y cuando todo no podía ser peor, llego mi madre.  

-Hija, ya tu padre ubico nuestra mesa. ¡Hola Isabel! Ana no nos conto que también vendrías- Julio, Isabel y yo nos quedamos en silencio. Afortunadamente mis suegros y mi cuñada estaban entretenidos conversando con otras personas que se habían acercado a saludarlos. En cambio Julio miraba extrañado a su hermana, a mí y a mi madre.  

-Creí que no se conocían- menciono el chico luego de un momento. Mi madre esta vez era quien nos miraba confundida a los tres. -Nos vemos después- les pude decir finalmente y me dispuse a irme, pero mi mamá no se conformo con aquello y agrego:
 

-Deberías ir a comer a casa pronto, hace días que no te vemos por allá- yo tome a mi progenitora por el brazo y le insistí que nos marcháramos de allí.  

-No entiendo que ocurrió- me dijo cuando por fin llegamos a la mesa.
-¡Mamá acabo de conocer a la familia de Isabel!- le dije exasperada.
-Sé que eso siempre da nervios, pero eres una buena chica, no tienes porque preocuparte-
-¡No! ¡Tú no entiendes! Ellos no saben que Isabel y yo salimos, si se entera la matarían-
-¿Te presento como amiga? Eso siempre molesta un poco cuando eres sexodiverso-
-¡No! conocía a Julio, su hermano, antes de conocer a Isabel-
-Pensé que no te gustaban los chicos- me dijo aun más confundida.
-¡No salí con él! ¡Le dije que era lesbiana!-
-Oh, ya veo, ¿entonces piensas que él se dio cuenta?-
-¡No lo sé!- le respondí con pesar, quería llorar, ya mi estomago no sentiría hambre el resto de la noche, pues se había quedado como una pasa, arrugado y seco.
-Relájate hija, deja que las aguas sigan su curso-
 

Al instante un maestro de ceremonia anuncio por el micrófono del escenario que el acto comenzaría dentro de poco. No disfrute la noche, me sentía tensa, era incapaz de voltear a la mesa donde estaba Isabel, aunque me moría por hacerlo para saber que ocurría. En el evento premiaron a varios investigadores, cuando subió mamá se veía muy hermosa y un poco tímida. Me sentí muy feliz por ella y a la vez aliviada porque significaba que nos iríamos pronto.  

Al llegar a mi casa llame a Isabel, pero no respondió, lo intente muchas veces más y no obtuve respuesta. Sentía mucho miedo, si no contestaba era porque su hermano se habría dado cuenta y ahora podría tener a toda su familia encima diciéndole cosas terribles. A eso de las 4:00 a.m el cansancio logro vencerme.  

El día siguiente desperté poco antes del medio día, me sentía fatal, tenia sueño y me dolía el cuerpo. Baje a la cocina por un poco de café, las gemelas estaban en la sala de tv, Elizabeth revisaba su teléfono y Victoria veía una película. Al verme Elizabeth me dijo:  
-Mamá dijo que pidieras algo para almorzar, ella y papá llegaran tarde- La mire y seguí de largo, estaba muy cansada como para contestar.  

Mientras observaba anhelante la cafetera esperando que estuviera listo, Victoria entro a la cocina y me dijo:  

-Te espera un chico en la sala-  

Tarde varios segundos en entender lo que su frase significada, y sin estar aun segura salí a ver de quien se trataba. Mi presión bajo cuando me percate que Julio estaba en mi casa.  

-¿Qué haces aquí?- le dije y me cruce de brazos, sea lo que sea no me parecía buen augurio.
-He venido por Isabel-
-¿Le ocurrió algo?- le pregunte preocupada.
-No- me respondió con el ceño fruncido, parecía molesto. -Solo quiero pedirte que no la busques más-
-¿Disculpa?- no me podía creer lo que me acababa de decir.
-Mira, ella no es como tú, solo está confundida- en ese momento se me escapo una expresión de incredulidad.
-¿Te divierto?- me pregunto.
-Haces justo lo que ella tanto temía-
-Déjate de tonterías Ana, una mujer necesita a su lado un hombre que sea capaz de protegerla, de cuidar de ella, otra mujer en ese trabajo sería completamente inútil-
-Ve al grano- le respondí fríamente.
-No te acerques más a Isabel, no le conté a mis padres porque me siento capaz de manejar la situación, pero si insistes en confundirla, hare lo que sea necesario para protegerla de ti, te recuerdo que apenas estas comenzando a estudiar y que todo tu futuro podría quedar arruinado por influencia de mis padres, ellos tienen poder y pueden destruir tu reputación con un par de llamadas-
 
-¿Terminaste?- Julio y yo nos dimos vuelta, al escuchar a Elizabeth, quien se encontraba en el marco que comunicaba la sala con la cocina.
-Sí, eso es todo- nos dijo a ambas. 


-¡Entonces lárgate de aquí idiota!- Julio quedó impactado con el grito que le dirigió mi hermana y se apresuro a salir cuando ella tomo un jarrón que adornaba la habitación y parecía dispuesta a pegárselo en la cabeza. No conforme con eso lo persiguió hasta la puerta y le siguió gritando hasta que él desapareció por el portón: “homófobo” “idiota” “poco hombre” “cobarde” “machista” fueron algunas de sus palabras.
 

La escena era graciosa, pero no lograba reír, me sentía tremendamente mal.  

Continuara…
Capitulo 21