domingo, 12 de marzo de 2017

Historia 1 parte 2 -Capítulo 40-

Buscaba palabras, palabras para expresar lo que estaba sintiendo desde que Ana y yo estábamos juntas y sin limitaciones. No había cuestiones no dichas, no había parejas sobrando, no debíamos escondernos. ¿Como no estar trabada?. Finalmente las palabras fueron llegando:

"Paz" lo representaría como un niño jugando carrito en el porche de su casa.  

"Plenitud" esto seria un anciano sentado bajo un árbol luego de almorzar una maravillosa comida. 

"Felicidad" un joven lanzándose en clavado desde lo alto de una roca directo a un río. 

"Pasión" ¿Han visto a dos jóvenes italianos besándose en plena strada? Es tan asqueroso como hipnótico.

En ese momento el timbre de llamada del celular me alejó de mis pensamientos. Lo tomé rápidamente y silencie para no despertar a Ana. Nos encontrábamos en la habitación principal de mi casa, habíamos pasado la noche juntas. Rocky era quien me llamaba.

-Buenos días mi estimado abogado, me pregunto ¿De donde surge el ímpetu que lo mueve a llamarme tan temprano?-

Él guardó silencio y como no pude soportarlo más, reí.

-Imagino el origen de tu buen humor- me dijo seguidamente.

-No quieres que caigamos en conversaciones personales, ¡Te lo aseguro!-



-Te hablo porque me han llamado del banco, Ruth esta cobrando el cheque que le diste, quieren saber si autorizas el pago de ese monto o no-

-Si-

-¿Estas segura?- insistió, él nunca quiso que Ruth se quedara con nada.

-No me interesa realmente- repliqué.

-¿Entonces?-

-Ya te dije que sí-

-Pudimos haber ganado- comentó.

-Lo hicimos Rocky, ganamos- luego de eso colgó el teléfono.

Voltee a mirar a Ana que no se enteraba de nada y dormía plácidamente. Me acerqué a ella abrazándola y le di un beso en su hombro. Logre con esto despertarla por lo que seguidamente se acurrucó de espaldas a mi.

-Buenos días- me dijo. Yo sólo me concentre en besar su cuello, su mejilla y posteriormente sus labios.

Siempre he sentido como si mi cuerpo estuviera flotando a miles de metros de altura en un cielo diurno a merced del viento, y que Ana es una enorme soga que me sostiene por el pecho evitando que me pierda para siempre. También la relaciono a veces como una resplandeciente y caliente llama de fuego color oro, que me hace sentir que pertenezco al mundo y me da él deseo de quedarme en él. 


Estuvo muy preocupada los días anteriores a la visita que le haríamos a mi madre. Como la quiero con locura soporte su inagotable ansiedad.

¿Qué debemos llevarle? ¿Como debo vestir? ¿Qué cosas le gustan? ¿Qué le disgusta? ¿Seguro que no es homófoba? ¿Qué haremos si no le agrado?

-No haremos nada porque no será nuestro problema, eso no afectará lo que siento por ti- le respondí.


Aquel domingo me llamó a las 6:00 a.m. para anunciarme que ya estaba lista para partir. Como me encontraba muy somnolienta le pedí a ella que me buscara y  condujera en el viaje.

-¡Como puedes estar tan tranquila!- me reclamó cuando me vio desperezarme en el asiento al estar casi llegando.

-Ya pague mi cuota de angustia la primera vez que vine aquí- me defendí.

Al bajar del auto extendí mi mano para que la tomara y le di un beso en la mejilla, luego le susurré:

-Te amo, todo saldrá bien- después de eso nos encaminamos a la puerta de la cabaña. 

Estando cerca de ella Natalia Espejo, la mejor entrenadora de caballos del país salio a nuestro encuentro y nos lanzó esa mirada inquisidora que le dedicaba a todo lo que existía en el mundo.

-Te presento a la doctora Ana, mi novia- le dije.

Ana estiró la mano para estrechar la de su suegra y esta le correspondió.

-¿Eres la mujer de quien amenazó con matarnos?- fue la respuesta de mi madre. Ana se ruborizó.

-Ex mujer- aclaré.

-Si enviaste conmigo a una traidora, no me sorprende que salgas con la pareja de quien te secuestró-

-Déjala en paz, por favor- le pedí con fastidio. Ella sonrió con malicia.

-Eres bonita y pareces inteligente- fue su siguiente opinión.

-Gracias, usted parece ser muy severa-

-No pedí tu opinión- le respondió de manera ruda.

-Lo siento- se disculpó mi chica.

-Te falta carácter- continuó molestando a Ana. 

-¿Terminaste?- le pregunté a Natalia.

-Esperó que seas lo suficientemente inteligente para valorar a Mariana, quien siempre me ha sorprendido con su incapacidad de sentir rencor-


Ana permaneció perpleja unos segundo hasta que la entrenadora de caballos nos hizo seña para que la siguiéramos al interior de su casa.

Luna, la gata obesa de mi madre salio a nuestro encuentro y luego de lanzarme una mirada de desprecio se dedico a arrastrarse entre las piernas de Ana, quien quedo encantada con la minina y procedió a acariciarla, llegando al extremo de cargarla en brazos llenando de regocijo al rechoncho animal.

Mientras Natalia nos servía la acostumbrada leche y galletas, la descubrí mirando de reojo a su mascota en los brazos de Ana y sonreír levemente.

Nunca supe si me veía como su hija o si sentía algún tipo de afecto por mi. Pero agradezco que me haya permitido pasar tiempo con ella, agradezco todo lo que me enseño y los halagos que me dedicó de vez en cuando.

Después de terminar nuestra leche y galletas me envió a trabajar con Juana y se quedó con Ana para preparar un rico almuerzo. Me marché tranquila porque Ana parecía cómoda y antes de partir sentí gracia por la amenaza que me dedico mi novia al oído: "Cuidadito con lo que haces con Juana". No pensé que fuera de ese tipo de mujeres, pero me agradaba sentir que me celaba algunas veces. 

Marché por el camino de tierra que conducía a las caballerizas, cuyo borde era dominado por árboles que perdían sus hojas para cubrirse con flores moradas una vez al año. 

Al llegar a mi destino encontré a Juana limpiando el puesto de los caballos. Con una pala sacaba el aserrín que estos tenían en el suelo, mientras que el caballo atado fuera la miraba con aburrimiento.


-Hola- le dije al estar cerca, deteniéndome con una mano en el bolsillo y usando la otra para saludar.

Juana levantó la vista mostrándome su rostro sudoroso y de sorpresa.

-¿Qué haces aquí?- fue su respuesta.

-Vine a visitar a mi madre-

-Oh, ya entiendo- luego de decirme aquello volvió a su labor.

Vestía botas de campo, vaqueros azules, camisa blanca, chaleco de cuero marrón y un sombrero que le cubría todo el cabello, el cuál parecía estar recogido en un pañuelo. Como me ignoró y dejó sin responder mi saludo me sentí un poco incomoda, por lo que dirigí mi atención a una fila de hormigas que pasaba cerca de allí.

Ese día en particular sufría de un ataque de pereza y no quería por nada del mundo dedicarme al rudo trabajo en el que estaba envuelta Juana. Planee por unos instantes desentenderme de la actividad que me habían asignado y aparecer con mi cara de póquer al medio día como quien vino de cumplir lo que le mandaron, como quien no guarda secretos. Reí un poco al imaginar hacer real mi travesura pero Natalia Espejo me inspiraba un respeto aún mayor al que sentía por Sara, ya saben, ese tipo de respeto que te lleva a no ser deshonesta con ciertas persona jamás.

-Se supone que debo ayudarte- le conté seguidamente.

Juana me miró y me dijo:

-Toma una pala de aquel gabinete y una de las carretillas que están dentro del puesto nueve- a regañadientes obedecí.

He aprendido que el trabajo del campo siempre termina por desperezarte y llenarte de más energía aunque estés agotada. A veces nos sofocábamos tanto cargando el aserrín que nos deteníamos y yo aprovechaba para conversar.

-¿Como te esta yendo aquí?- pregunté.

-Ya me estoy acostumbrando-

-Escucha, ese acuerdo extraño que tuvimos. No es necesario...-

-Me lo estoy tomando muy en serio, espero que tú también- fue su respuesta antes de volver al trabajo. Juana siempre tomaba con seriedad todo.

Los trabajadores del lugar pasaban mirándonos con curiosidad y algunos saludaban a Juana con galantería.
 
-Buenos días Juana ¿Recuerda nuestro paseo en la tarde?- la saludo el hombre más fornido y sudado de todos los que por allí pasó.

-Buenos días Ricardo, claro que recuerdo nuestra cita- le respondía Juana con dulzura.

-Hasta mas luego entonces- siguió diciéndole aquel hombre con sonrisa de idiota.

-Señorita- me saludo a mi con un pequeño gesto al percatarse de que los espiaba sobre la pared del puesto. Luego continuo su camino.

-¿Qué paseo? ¿Qué cita?- le pregunté seguidamente a Juana.

Ella río con picarda y me contó que desde que llegó los trabajadores del haras habían estado invitándola a paseos, meriendas y obsequiándole frutas o flores silvestres.

"Es como un cortejo grupal", "Son muy tiernos".

Sentí nauseas y se lo hice saber a Juana haciendo la mímica de que vomitaba. Ella rió con más ganas y me dijo que fui yo quien siempre quiso que conociera mejor a "los de abajo". Como su comentario me pareció de mal gusto corte ahí el tema. Tenia mucho que aprender.

Cerca del medio día partimos directo a la casa de mi madre, por el camino Juana se encargó de interrogarme sobre como se estaban llevando las cosas en las empresas y darme varios consejos al respecto. Como mi mente últimamente se la pasaba en el arte o en Ana le dije:

"Habla con Rocky, ahora es quien se encarga"

Al entrar en la cabaña hayamos a Ana y mi madre riendo. Cuando mi chica se percató de mi presencia se acercó, me preguntó como me había ido y me dió un beso. Luego miró a Juana y le dijo "Hola". Esta le respondió y pasamos a lavarnos para luego almorzar.

La conversación durante el almuerzo se basó en la próxima inauguración que habría en el Centro de Arte León. Seria la obra de las chicas del arte en movimiento. Invite a mi madre y a Juana pero ninguna quiso asistir.

Al despedirnos Ana jugueteo un poco más con Luna mientras mi madre caminó conmigo hacia la camioneta.

-¿Estas segura que esa es la chica con la que quieres compartir tu vida?- me preguntó íntimamente.

-Completamente- respondí sonriendo, eso de "compartir mi vida" me causó retortijones en el estómago.

Natalia Espejo me escudriño con su mirada como siempre, luego tomó mis mejillas apretándome fuerte y me dijo:

-No lo arruines- yo asentí como pude. -No lo Arruines ¿O.K? No quiero tener que soportarte aquí llorando- luego me dio un beso en la frente, me soltó y me empujó.

-Ahora largaté, es hora de la siesta- me sobe mis mejillas riendo por dentro. Ella era una persona muy peculiar.

Ana se despidió de Juana, posteriormente de mi madre y me alcanzó seguidamente.

-Te toca manejar- dijo antes de lanzarme un beso de lejos y dirigirse a la puerta del copiloto.


En el Centro de Arte siempre elegíamos los viernes al anochecer para inaugurar obras o exposiciones esperando una mayor  asistencia de público. En aquella ocasión pase a buscar a Ana en un auto con chófer y otro adicional para su familia. La esperé junto a este y cuando la vi salir de la casa de sus padres fue casi tan impactante como cuando la vi correr fuera del centro LGBT la noche que la conocí. En serio, en ocasiones podemos percibir como se detiene el tiempo y alucinar un foco de luz con ventilador sobre la persona que amamos. Esta vez se veía glamorosa.

Mi chica usaba un vestido azul oscuro que tenia pequeños detalles que centellaban con el movimiento de la tela, acompañó el atuendo con  joyas de oro blanco, diamantes y un perfecto maquillaje que me dejo boca abierta. Yo también usaba un vestido pero de color negro que se sostenía de mis hombros y dejaba la espalda descubierta. Ana sonreía de oreja a oreja mientras se acercaba. Aquellos instantes se me hacen imposibles de olvidar, me sentía extremadamente dichosa.

-Quiero comerte a besos- fue lo que le dije cuando estuvo cerca. Ella rió.

-¡Ni se te ocurra! Trabajé mucho en este maquillaje- respondió mientras apartaba con un ligero movimiento de cabeza el flequillo de su peinado.

Me acerqué colocando las manos en sus caderas y le di unos cinco besos delicados y ligeros en sus labios.

-Eres la más hermosa-

-Gracias, tu también- respondió. 

Seguidamente me percate de la presencia de los padres de Ana y una de sus hermanas.


-¡Oh! ¡Lo siento! Vámonos ya- les dije apenada de que me hayan resultado invisibles.

-Pedí dos autos para viajar más cómodos- agregue. 

-¡Excelente! ¡Excelente!- respondió el señor Javier al emprender marcha hacia el vehículo seguido de su esposa y Elizabeth.

-¡Hola! ¿Como estas Elizabeth? Mucho tiempo sin verte- le dije. La chica me saludó con un beso en la mejilla y me comentó:

-Me alegra que Ana haya mejorado sus compañías. Siempre debiste ser tú- le agradecí regocijada por su comentario mientras esta siguió hacia el segundo auto. Ana elevó los ojos al cielo ante las palabras de su hermana.

-¿Y  Victoria? Pensé que también vendría- comenté.

-Siempre dice estar muy ocupada, tiene casi un año que no viene a casa, me preocupada esa niña, pero Elizabeth me asegura que está bien- Ana se veía intranquila por ese hecho.

-Podemos ir a visitarla un día de estos- le propuse y luego hice señas de que subiera al auto. El chófer le abrió la puerta junto a la acera y yo rápidamente fui al otro lado, ya que mi abuela siempre me decía "¡arrastraste por el asiento posterior de un auto es de mal gusto en una chica que viste elegante!"



El chófer corrió despavorido para evitar que fuera yo quien abriera la puerta.

Yo reí y le dije "lo siento" 

"No, no, no, lo siento yo por no ser más rápido"




Al entrar al auto y volver a cruzarme con semejante chica se me ocurrió decirle:

-Buenas noches señorita- Ana inmediatamente me siguió el juego.

-Buenas noches- respondió de manera educada.

-No pude evitar fijarme apenas entré en lo bella que es usted-

-¿Ah sí?- respondió esta mirándome de arriba abajo con aire de ofendida.

-Es una maravillosa casualidad que me la encuentre aquí y vistiendo tan apropiadamente para ser mi acompañante-

-¿Acompañante?-

-¿Le gusta el arte?-

-Si, me parece interesante- me respondió apartando un poco su cabello y volviendo el cuerpo hacia mí.

-Pues voy a la inauguración de una obra de arte, creo que será una escultura, ¿Le gustaría acompañarme?- en lo que iba a replicar la interrumpí.

-Le prometo una noche inolvidable- Ana suspiro un poco.

-Esta bien, iré con usted, pero desde ahora le hago saber que soy una chica decente-

-Eso lo supe desde que la vi- le dije mientras le tomaba con suavidad la mano izquierda. 


El evento en el centro de arte seria en los jardines, debido a que era allí donde se encontraba la obra. Asistieron unas doscientas personas, entre ellos decenas de conocidos a los que fui saludando.

"Ella es la doctora Ana, mi novia" le contaba a cada grupo o persona que iba saludando.

-¿Doctora? ¿Exactamente en que?- preguntó un escritor de unos 50 años que siempre olía a un delicioso perfume, usaba traje donde quiera que uno lo viera y llevaba barba abundante color blanco muy bien cuidada.

-Gastroenterologa y cirujana general- respondió Ana. 


-¡Impresionante!- exclamó este.




Nos cruzamos más tarde con Elisa y Lucia.

-¡Hola chicas! ¿Que tal?- les dije para saludarlas. 

-Te noto muy orgullosa de la mano de Ana- comentó Lucia.

-¿Y como no?- respondí para luego darle un beso a mi novia.

-¡Si! ¡Si! Se que pasaron por un montón de cosas, ¡Pero no coman delante de los pobres!- nos replicó.


-¿De que hablas Lucia? ¡Ve a conocer a una chica! Eres una rubia despampanante. Ninguna podrá resistirse- le comentó Ana.

-Lesbianas, bisexuales, heterosexuales, transgéneros, hombres. Absolutamente nadie- agregue bromeando.

-¡Cállate asquerosa! ¿Como que hombres!- me dijo con dramático desagrado, aunque obviamente había logrado subirle el autoestima. 


-Hace mucho tiempo me cansé de estar pescando a cualquiera. Yo quiero amor de verdad, y para eso se necesita compartir y mi mayor tiempo me la paso en el trabajo y  ¡rodeada hombres!- siguió lamentándose.

-Busca otras actividades, como un pasatiempo y así conocerás gente diferente- continuo consolándola Ana. 

-Y asegúrate que abunden las lesbianas. Así que seria un taller de mecánica, practicar boxeo o ¡rugby!- seguí bromeando. 

-Mi amor, no seas mala, estamos hablando en serio- me dijo Ana mirándome con ojos de cachorro. 

-Con Sara bailan muchas lesbianas, deberías mirar un poco- agregué. 

-Por cierto ¿Vieron a Sara? ¡No saben con quien anda!- nos respondió Lucia.

-¿Con quién?- pregunté extrañada.

-Dejaré que tú misma lo veas- me dijo la rubia. -Vayámonos Elisa, miremos algunas chicas- dijo seguidamente llevándose a la joven también rubia con ella.

-¿De que habla?- le pregunté  intrigada a Ana.

-No se más que tú- me respondió ella.


Andamos un poco más en el evento saludando y tomando una bebida hasta que nos cruzamos con Sara acompañada de un joven de su edad.

-¿Qué haces aquí?- pregunté con la boca abierta.

-Vine a visitar a mi familia y amigos- respondió el joven, sin embargo me dio muy mala espina que llevara a Sara tomada de la mano tal como yo llevaba a Ana, como si tuvieran algo, como si ella le perteneciera de alguna forma.


-¡Ni creas que te llevaras a Sara contigo! ¡Ella es mía!- lo amenacé de manera imprevista y sin pensarlo dando un paso al frente y señalándolo con el dedo.

-¡Mariana!- exclamaron Sara y Ana a la vez. Sin embargo, Mario no se inmuto en lo más mínimo.

-Me alegra verte acompañada de Ana ¿Como éstas?- respondió ignorando mi amenaza.


-Muy bien ¿y tu?- lo saludó mi chica.

Yo mientras tanto mire a Sara y ella me miró de vuelta.


-Recuerda que el lunes tenemos esa reunión con el director francés- me dijo Sara. Dicha reunión no existía, pero claramente entendí que me quiso decir con disimulo, "luego hablaremos de esto".

En lo que sentía mi corazón haciéndose pedazos Ana mencionó que ya iba a comenzar el evento y la pareja se alejó de nosotras para estar más cerca de la escultura que sería revelada. 


-¿Crees que se vaya con él?- le pregunté a Ana.

-No lo se- me respondió.

-Lo pienso y siento que se me baja la tensión, que me falta el aire- le dije cerrando los ojos y respirando de manera entrecortada.

-Cálmate mi amor, ahora no puedes perder la compostura, van a inaugurar la Gran Esfinge de Guiza en tu centro de arte ¿Lo recuerdas? Y va a ser justo ahora. Apuesto que te están esperando para comenzar- me consoló Ana tomándome de las manos.

-¿Y si intenta llevársela? ¿Que voy a hacer sin Sara? ¿Por qué siempre tengo que estar perdiendo a alguien!- seguí diciendo enloquecida.

-Escúchame, conoces a Sara, su carrera estaba estancada, aquí tiene cientos de proyectos, irse a Australia sería comenzar de nuevo desde cero, ella jamás abandonaría todas las oportunidades que tiene aquí por un chico-

-¿Y si no le importa y de todas formas se quiere largar?-

-Te ayudaré a secuestrarla ¿Esta bien? Estaré contigo dispuesta a hacer lo que haya que hacer- esas últimas palabras lograron hacerme sentir menos sola y tranquilizarme por lo que mi pulso y respiración regresaron a la normalidad y pude abrir los ojos de nuevo.


Nos encaminamos alrededor de la cortina de ocultaba la escultura y ya la directora de ese tipo de obras en el centro estaba comenzando su discurso de apertura.


"Siempre nos sentimos honrados cuando algún artista nos elige como escenario para manifestar el talento en las bellas artes que posee. En esta oportunidad se nos pidió otorgar un espacio de los jardines del centro de arte donde edificar una obra con una propuesta revolucionaria y refrescante. 


El arte en movimiento como técnica nos dejó a todos desconcertados y curiosos al respecto.  Más allá del cinetismo convencional estas artistas nos hacen una propuesta de interacción con la naturaleza misma. Sin más preámbulos pasemos pues a la revelación de esta obra



Cuando se descubrió la cortina apareció ante nosotros un cubo de vidrio de unos 10 metros cuadrados que contenía dentro un jardín y en el centro la escultura de un niño sentado acariciando a un cachorro. El cubo estaba iluminado con luces blancas que una de las artistas apagó y posteriormente accionó otro encendedor. Un sonido semejante al de electricidad irrumpió el silencio que bañaba al público. En cada esquina del cubo aparecieron colores azul eléctrico que segundos después se hicieron más fuertes destellando ráfagas alrededor que nos cegaron unos instantes. Al recuperar la vista contemplé que cada una de las plantas que se encontraban dentro del cubo destellaban el color correspondiente a su materia. Verde en las hojas, amarillo o rojo en las flores y la escultura en sí emitía un color gris. 


Estaba completamente entregada, absorta a la obra cuando Ana señaló y me dijo: 


-Hay insectos allí-  


Fue cuando me di cuenta, algunas mariposas, mariquitas y 
libélulas. Todos emitían destellos correspondiente a sus colores. 


-Es increíble- balbuce. 

-Me encanta- escuche decir a Ana. 


En ese instante la chica gótica de aquel grupo de artistas comenzó a hablar:


"Partimos de la tesis que el máximo creador de arte es el universo, no hay mayor magnificencia que lo poco que conocemos sobre lo que en él existe. Nosotros mismos somos una obra de arte, la apariencia, la comunicación, nuestra fisiología, y el venir de la muerte, son algunos ejemplos. 


Consideramos que la especie humana jamás podrá alcanzar la creación artística perfecta, la soñada, aunque nos sintamos muy orgullosos de lo que nos dejó Miguel Ángel o Beethoveen. Por eso nuestra técnica de arte estudia con humildad a la naturaleza y trata de tomar una porción de lo descubierto y llevarlo a los ojos del espectador común para que contemple la estética del universo"   


-¿Y no es el arte una invención humana en sí?- preguntó un joven del público. 


-Es un error común entre las personas creer que todo lo que existe nos pertenece. Por eso la capacidad de nuestro cerebro en armonía con nuestro corazón para crear las consideradas bellas artes nos hacen sentir absolutamente dueños de ellas, cuando esa capacidad nos la ha dado el universo mismo- respondió otra chica del grupo de artistas. 


-¿Quiere decir que le pertenecen a él?- preguntó un profesor de música que trabajaba en el centro.   


-En efecto, no somos más que instrumentos de expresión- siguió la chica. 


El público guardo silencio. 


-¿Creo que quedaba parte de la presentación pendiente?- intervino la directora de esculturas del centro. 

-Absolutamente- respondió la chica gótica y entonces continuo:

"Los destellos que observan en cada uno de los seres vivientes y objetos inanimados que hay dentro de este cubo no son más que ondas electromagnéticas que todo lo que existe emite. El cubo nos permite controlar el ambiente donde los emisores de súper voltaje actúan dándonos a la vista este hermoso evento, invisible a los ojos humanos aunque a diario, durante todo el día, nos rodee"

-¿No raya este tema aspectos científicos, teológicos y filosóficos alejándose de las bellas artes? Podría decir que ante mí no tengo más que un experimento- preguntó el escritor elegante que Ana y yo nos cruzamos anteriormente. 

-Es una obra de arte usando la técnica del arte en movimiento, es la propuesta de bellas artes que le traemos hoy- agregó la chica gótica.
Se me ocurrió levantar la mano para hacer una pregunta, tal como en la escuela, sentí durante todo el rato que sacudían mi cerebro ante tantos conceptos nuevos para mi. La chica gótica me miró sonriente y me dijo:

-¿Si?- 


-¿Como se verá la obra durante el día?- 


-El techo esta tallado casi en su centro a modo de prisma por lo que la escultura del niño y su perro serán iluminados por un arco iris cuando esté presente el sol-


-Muero por llegar mañana y verlo- le susurre a Ana.  


-¿Alguna otra duda?- me preguntó la chica con amabilidad. 


-No- respondí. 


-Si no hay más dudas esta a sido la presentación de nuestra obra, estamos muy agradecidas por la oportunidad que nos han brindado y honradas por él público que decidió asistir, buenas noches y muchas gracias-  


Luego de aquello inicie un aplauso que fue seguido por los demás y le dije a Ana que nos acercáramos para saludar a las artistas. 


-¡Fue una presentación impactante y polémica, me sorprendí, me emocione y su explicación literalmente sacudió mi cerebro!- les comente eufórica. 


-Mis más sinceras felicitaciones- les dijo Ana. 


-Gracias, muchas gracias- nos respondieron las chicas. 



Más tarde después de comer algunos bocadillos invite a Ana a bailar. 



-¿Por qué siempre quieres bailar?- me dijo, se negaba a ir. 


-Me gusta bailar contigo, me parece romántico- 


-Siempre te digo que no se bailar- 


-Ya debes haber aprendido, además...-


-Si, ya se lo que vas a decir "solo debes dejarte llevar por mi"- 


-Por favor, baila conmigo- le susurre mientras la abrace y le di un beso. Ella me abrazo de vuelta y se dejó ir. 


No entendía porque siempre se negaba si notaba que estar asi conmigo le gustaba tanto como a mi. Nos mirábamos a los ojos, reíamos, sonreíamos, nos dábamos besos y posteriormente cuando la música se hacia lenta ella apoyaba su cabeza en mi pecho y nos quedábamos así, en completa paz. 



-¿Iras a vivir conmigo?- le pregunté en medio de la música lenta. 


-No- me respondió. 


-¿Por qué no? ¿Qué nos lo impide?- Ana me miro a los ojos. 


-Acabo de salir de una relación así- 


-¿Y qué?- 


-Solo, no quiero- respondió de manera esquiva. 


-¿Por qué con ella hiciste todo rápidamente y a mi me dejas siempre esperando?-


-No es eso- 


-Entonces ¿Qué es?- pregunte con necedad. 


-Dijiste que podría hacer o no hacer lo que quisiera- me dijo un poco acongojada. -Que me entenderías, que podía confiar en ti- 


-Y así es, solo te estoy preguntando porque no quieres vivir conmigo-


-Te dije que no quiero porque acabo de salir de una relación así- 


-No es suficiente para mi- en ese momento se detuvo y se alejó abandonandome en plena pista de baile por lo que tuve que seguirla. 



Ana se distancio del evento entre los jardines del centro. 



-¿Esta es nuestra primera pelea como pareja?- le dije a su espalda. 

Mi chica se detuvo y me reclamó:

-¿Por qué haces de todo una broma! y no, hemos peleados muchas veces anteriores- 


-¿Por qué te sigue costando decirme las cosas?- 


-¡Quiero alquilar mi propio departamento, crearme un espacio que sea solo mio, que este a mi manera, sentirme una mujer libre e independiente!- me dijo enojada. 


-Esta bien- le respondí. -¿Era tan difícil decirlo?-  Ana se encogió de hombros. 


Me acerque poco a poco a ella y la abrace, luego fui llenándola de besos suaves y lentos en sus mejillas, oreja, cuello. Terminó abrazandome de vuelta. 

-¿Puedo quedarme algunas noches contigo?- pregunté. 

-Claro, eres mía- me respondió antes de besarme. 


Después de aquella mini pelea quise mostrarle una pequeña escultura escondida entre la parte mas frondosa del jardín que le rendía honores a las ciencias medicas y cuya autoría pertenencia a un joven estudiante de la Universidad de Bellas Artes de la ciudad. 

En medio del camino nos topamos con dos chicas enfrascadas en un frenético beso. 


-¡Lucia!- exclamé un poco escandalizada por su acompañante. 

-¿Qué?- me respondió la rubia con fingida inocencia. 

-¿Qué es lo que haces!- continúe preguntándole aún presa del asombro. 

-¿Qué te parece que hago Mariana León?- me retó. Mientras tanto Ana no paraba de reír, un momento después Elisa habló como hipnotizada: 

-Me gusta Lucia, es hermosa, inteligente, divertida, merece que la quieran y yo me sentiría honrada de ser yo quien se encargue...- el resto de sus palabras se ahogaron por otro beso. 

-Y a nosotras nos da mucho gusto- les comentó Ana aunque no nos siguieran prestando atención. 

-Pero... pero...- balbucee cuando Ana me arrastraba lejos de allí. 


De camino de regreso a la fiesta post inauguración le dije: 

-Esa chica... ¡siempre lo he dicho! Nunca habla, pero cuando lo hace es para dejar a todos boca abierta- 

-Una cualidad sensata ¿No te parece?- me interrogó ella. Sin embargo, yo seguí con mis reflexiones. 

-No lo entiendo Ana, parece que estuviésemos al final de una película donde todo esta tomando un ruido finalizador- mi novia río. 

-No es así, la vida es dinámica están pasando un monto de cosas siempre...  pequeñas cosas que al final conjugan una realidad diferente- 

Guarde silencio degustando lo que Ana terminaba de decir y decidí que no quería regresar a la fiesta. Entonces volviendo al juego anterior pregunté:

-¿Ha disfrutado la noche señorita?- a la par le ofrecí mi brazo para que tomada de él se paseara. 

-Ha sido todo muy entretenido e inspirador- respondió.

-¿Será suficiente su agrado como para que decida acompañarme a casa?- 

-¡Ya le dije que yo soy una chica decente!- me respondió con aire de ofendida, pero sin soltarme del brazo. 

-Eso no lo dudo señorita, es solo que...- me detuve, me acerque a su oído derecho paseando el calor de mi aliento entre su cuello y su oreja y luego le dije: 

-En casa tengo algo que fantaseo ultizar solo en usted- 

Al decir aquello Ana se estremeció un poco y se mordió tenuemente el labio inferior. 

-¿Queda lejos su casa?- me preguntó. 

-Un poco, pero podemos irnos ya- 

FIN