domingo, 12 de marzo de 2017

Historia 1 parte 2 -Capitulo 39-

Ese día desperté sonriente. Canté en la ducha, me puse mi ropa favorita, arreglé mi cabello y me coloqué el maquillaje que más le agradaba a Ana.

Le di un beso en la mejilla a la señora Genoveva al saludarla y comí mi desayuno ¡alegre!, pues así me sentía.

Seguí cantando con la música de la radio mientras conducía al centro de arte. Allí resolví algunos pendientes, asigne tareas al equipo de dirección y ya a media mañana salí a buscar a mi chica, no podía más.

He de confesar que nunca ordené a los escoltas que dejaran de cuidar a Ana. No solamente porque temía que Ruth decidiera irse contra el don, si no también por satisfacer el deseo personal de que alguien me contara diariamente que ella se encontraba bien. Yo no pude escribirle o llamarla desde que me dijo "vete a casa" y ella tampoco lo hizo. Pero eso no me asustaba, había andado mucho para llegar hasta donde estábamos. Los silencios no siempre tienen que romperse hablando, también se rompen con una sonrisa, una caricia, o a besos. Ese era mi plan.

Igualmente los silencios no siempre tienen que ser interpretados como un abismo que ha roto la relación permanentemente, hay que cerciorarse si en cada lado quien guarda silencio te esta dando la espalda o esta buscándote con la mirada, anhelante por tu regreso. Yo confiaba cruzar mi mirada con la de Ana.

Los chicos me contaron que se encontraba en un parque de la sierra. 

Desde que había salido de su antiguo hogar a la casa de sus padres, no volvió a trabajar y solo se dedicaba a pasear, sola, por la ciudad. Una tarde almorzó con Lucia y ese fue todo el contacto que tuvo con alguien ajeno a su familia ó a sí misma.

Cuando llegué, me percaté que el cielo parecía estar decidiendo si despejarse o llover. Era casi medio día y la brisa soplaba fuerte y fresca. Eso, más el sonido de los árboles y las aves que sobre ellos se posaban, otorgaba a los alrededores un ambiente muy agradable que rayaba la perfección.

Caminé por una acera de baldosas grises que serpenteaba alrededor de árboles, jardines y bancas que se hallaban a unos ocho metros de distancia una de otra. Por el borde del precipicio corría una cerca, de ahí en adelante y muy por debajo podías ver la ciudad.

Después de pasar unas 16 bancas me tope con Ana. Estaba sentada con las piernas cruzadas leyendo un libro. Vestía jeans, suéter, bufanda y cabello suelto al natural.

Paré junto a ella, eso la desconcentró, por lo que volteo a mirarme. Yo le enseñe la vaquita doctora colgando de mi mano.


-¡La vaquita veterinaria!- me dijo emocionada, luego me la arrebató.

-¿No era una vaca doctora?- le pregunté con perspicacia.

-Si, pero decidí que es tan noble e inteligente que cura humanos y animales- me respondió con ternura.

-¿Puedo sentarme?- pregunté, Ana asintió.

-Me preguntaba cuando aparecerías- dijo.

-Quise darte un tiempo de respeto- respondí al sentarme.

-¿Respeto a que?-

-A lo que sientes- Ana me miró a los ojos y trago grueso.

-No creí que lo entenderías-  

En ese instante pensé que Lucas tuvo razón al aconsejarme y me prometí invitarlo a unas cervezas.
Luego de eso estire mi brazo para posarlo sobre sus hombros, ella subió sus piernas al banco y se acurrucó en mi.

-Lo que dijo Ruth sobre el o... no es cierto-

-Tampoco que Juana sea mi amante- acoté.

-Sé que desde que estas conmigo no, pero si que fue tu pareja- yo me sorprendí ante la certeza de Ana.

-¿Como lo sabes?- le dije mirándola. Ella se sentó de nuevo.

-Cuando fue la inauguración del centro de arte, las ví, se notaba que estaban juntas, no pude soportarlo y por eso me fui- yo guarde silencio.

-Me sorprendió que te hubieses convertido en una persona que tuviera pareja estable- continuo, yo por mi parte seguí guardando silencio. Era cierto, había tenido dos relaciones estables antes que ella.

-Es bastante hermosa, Ruth me contó que fue esa chica quien la buscó, ella quería que la ayudaran a regresar contigo- Ana se había encogido sobre si misma, lo que le daba una apariencia más pequeña.

-Yo quiero estar contigo- le dije.

-¿Aunque sea menos bonita?-

-Desde mi perspectiva no hay mujer más linda que tú- ella me mostró una media sonrisa, entonces me acerque, le di un beso y la abrace.

-¿Cuando dejaremos de ocultarnos cosas?- me preguntó.

-¿Que te parece a partir de ahora y para siempre?- propuse.

-Muy bien, comencemos, ¿Por qué no me contaste lo que estaba pasando? ¿Por qué me alejaste? Tenias allí a tus amigas, tu personal de confianza, incluso, ¡A quien te traicionó!, todos estaban a tu lado menos yo-

-Creía tener la situación bajo control de esa forma. Si te hubiese dicho, probablemente habrías ido a enfrentarla y eso me daba miedo- le conté muy sinceramente. Ana parecía enojada, sin embargo continuo diciéndome:

-Cuando fui a verte a tu casa pensé que Ruth te había amenazado, por eso que dijiste que esperabas que yo no estuviera consciente de cuanto peligro corría. Fue como si supieras quien era ella-

-¿Tu lo sabías?- pregunté perpleja.

-Claro que sé quien es Ruth, no soy estúpida- me dijo, yo reí un poco.

-No creo que seas estúpida mi amor- le dije.

-Las personas tienden a creer que soy ingenua, inocente y frágil, pero ¡Por favor! ¡Soy abiertamente lesbiana, soy doctora y cirujana!, permanezco concentrada cuando tengo ¡vísceras sangrantes en mis manos! Denme algo de crédito-

-Tienes razón- le reconocí. Luego continúe.

-¿Como es que sabias que Ruth era una delincuente y seguías con ella?-

-No sabia todo lo que sé ahora, pero me daba cuenta de su actitud misteriosa cuando recibía ciertas llamadas, si me defendía en alguna situación problemática lo hacia amedrentando y amenazando. Muchas veces la descubrí con otras chicas de aspecto espantoso y se excusaba diciendo que no significaban nada, que solo era por negocios. Decía que yo sería la única reina de su imperio. Todo eso eran como señales que me hacían casi estar segura de que se desenvolvía en el bajo mundo, nada me pasaba desapercibido-

-¿Como decidiste irte a vivir con ella si veías todo eso?-

-No, de todo eso me di cuenta al vivir juntas-

-¿Por qué seguiste con ella?- insistí en preguntarle, no lograba entenderlo y no quería creer que Ana llevara su vida de forma absurda.

-Quise dejarla pero ella...-

-¿Se clavó un cuchillo en la panza?- mi chica me miró a los ojos.

-¿Por qué te dejaste doblegar por semejante tontería?- continúe.

-No era una tontería. Ruth también es un ser humano aunque haga cosas malas. Paso por mucho, cuando se clavó ese cuchillo y todo lo que siguió esos días... ¡La ví tan miserable!, tan patética, tan débil. Sentí mucha pena por ella. Me sentí responsable, quise contribuir con su felicidad, quise ser parte del proceso para que se sintiera bien, fue la primera vez que quise quererla-

-Eso fue egoísta contigo misma- opiné.

-A mi me gustaba hacerla sentir bien. Y todo fue tranquilo por un tiempo, al sentirse segura de mí volvimos atrás. Luego de eso no intente separarme de ella por fastidio a todo el drama que eso traería, me concentré en mi trabajo, la deje en paz y me bastó para sentirme feliz-

-Eso suena a que tenias miedo- Ana se quedó pensativa sin decirme nada.

-Luego regresaste y me dedique a interpretar la peor versión de mí misma- continuo después. 

-¿Por qué dices eso?- pregunté, ella tardo en responderme, pero finalmente me contó: 

-Sentí como si te amara y odiara al mismo tiempo, ¡Intente herirte!-  luego de decir eso escondió su rostro como avergonzada.

-¿Herirme?-

-Tratarte como una extraña, dejarte a un lado, acostarme contigo e irme, luego de eso continuar dejándote a un lado, como si tú no fueras tú, como si lo que vivimos antes fue cosa de nada ¿Acaso no te diste cuenta!- preguntó casi decepcionada.

-No es eso, consideré tu comportamiento normal por como me fui y por todo el tiempo que había pasado- le explique con tranquilidad.

-¿Sabes que me desconcierta?- preguntó. Yo me encogí de hombros.

-¿Como es que estaba tan enamorada de ti cuando eras una idiota? y ahora regresas así, siendo tan madura, tan consciente, con esa sapiencia que ahora te identifica ¿Que supones que haga? ¿Que supones que sienta? Me da mucho miedo ¿Sabes?- yo sonreí y le tomé su mano.

-No digas eso, no es para tanto-

-Perdóname- me dijo.

-Lo entiendo, te perdono- respondí y le di un beso en la mejilla. Ana me abrazó y me besó en los labios.

-No puedo evitar quererte- me dijo.

-Me pasa igual- respondí y volví a besarla.

Después de eso me contó que el día de la reunión Ruth le pidió que la acompañara a hacer algo muy importante y como Ana estaba de descanso en el trabajo, accedió.

-Cuando llegamos allí me di cuenta que todas estaban armadas y me asuste mucho. Pero eso no se compara con el miedo que sentí al verte bajar de ese auto-

-Fuiste muy valiente cuando nos apuntó con su arma- le comenté.

-¿Valiente? ¡Me moría de miedo! Lo hice porque temía mucho que comenzara un tiroteo y alguien terminara muriendo- me confesó.

-A eso lo llamamos valentía mi amor- replique y hale su mejilla sonriendo. Ella también sonrió un poco, pero volvió a ponerse seria.

-De regreso, Ruth no quitaba los ojos del cheque y descaradamente me preguntó: ¿Crees que Mariana en verdad no lo anulará?- me siguió diciendo como quien siente asco.

-Le pregunte que había sido todo aquello del documento que tu mencionaste que podía condenarla de por vida.

Me dijo que debía ser por algunos "negocios que lleva en el hospital". No soltó nada más, y le dije que me iría de casa para estar contigo,  me sentia muy molesta-

-¿Y como reaccionó?- pregunté curiosa.

-Me propuso que nos escapáramos a formar un imperio quien sabe donde, yo le hice ver que jamás he sido la mujer que quiere para ella y que ahora que tendría mucho dinero podía encontrar a su esposa de ensueño-

-¿Y no le dijiste que eres solo mía?- pregunté un poco en broma y muy enserio. Ana rió.

-No, eso no se lo dije- respondió.

-Al llegar a casa comencé a recoger mi ropa y ella me pidió que no me fuera, que el trato también funcionaba si decidía  quedarme, y quiero que sepas Mariana ¡Que me importa un comino su trato! Ninguna de ustedes decide con quien me quedo o donde voy, ¡Eso es enteramente mío!-

-Sé que eres libre, fue ella quien decidió atacarme y amenazar a todas las que quiero, yo no entré en una guerra por gusto. Lo que hice y como actúe fue solo porque quería que te zafaras de ella, pero solo si tú querías, esa parte fue mi invención- Ana me miró molesta y cruzo los brazos sobre su pecho a la par que su pie comenzó a temblar.

-Me dijo cuando ya me iba que yo pensaba estar escapando de su mundo pero que tú ahora también formabas parte de él ¿Es cierto?-

Sentí miedo de responder, pero se supone que toda esa conversación tenia como fin ser completamente honesta.

-Haré lo posible para que no se salga de mis manos- respondí.

-¿Que fue lo que hiciste?- preguntó con un tono un tanto amenazante.

-Involucre al jefe de la mafia en la farmacéutica para que alejara a Ruth de nosotros sin necesidad de que acabáramos matándonos. Porque eso quería hacer Ana, la quería muerta, lo que me hizo y lo que pensaba hacerme... necesitaba tener poder sobre ella para resolver esto de la manera más pacifica posible- Ana se tapó el rostro con las manos y me dio la espalda ¿Me estaba despreciando?.

-Lo lamento- le dije.

-¡No! ¡Lo lamento yo! Ojala no me hubiese relacionando con ella, o quizás, mejor hubiese evitado regresar contigo-

-¿Lo dices en serio?- pregunté.

-¡No, por supuesto que no!- respondió y volvió a acurrucarse en mí por largo rato.

-Tranquila, muchos millonarios se relacionan con la mafia y salen ilesos. El dinero te da poder, el poder de tener libertad y seguridad, por ejemplo- le dije para reconfortarla mientras acariciaba su cabello.

-No pude regresar al hospital, sé que en algún momento el haber vivido con ella me alcanzará. Estoy segura que cuando ella caiga, la policía me buscará y me van a relacionar con algo-

-No dejaré que nada te pase ¿Esta bien?- le dije. Ella asintió y nos quedamos en silencio por largo rato sintiendo el viento y escuchando las aves.

-¿Que más ocultas?- me preguntó mas tarde.

-Tengo una madre- respondí sin más. Ana se sentó y me miró con los ojos como dos grandes platos.

-¿Qué?-

-Tengo madre- repetí.

-Pero ¿Como lo supiste!-


Después de explicarle todo le dije:

-Debo llevarte a conocerla, le he hablado de ti-

-¿Como te sientes de tener una madre?- me preguntó interesada.

-Para mi es lo máximo, mi heroína, como cuando era pequeña y veía a mi papá como un súper héroe- Ana sonrió.

-¿Por qué no me habías contado?-

-No lo se, no me sentía lista para eso- respondí sinceramente.

Ella acarició mi rostro y me beso por largo rato.

-Cásate conmigo- le dije entre besos.

-No- me respondió.

-¿Por qué no?-

-Eres mi novia y así esta bien ¡Estoy agotada de los matrimonios!- 

-Piensas así porque no sabes como es un matrimonio conmigo- le dije bromeando.

-Te dije que no- me repitió y siguió besándome.

-Debo decir algo más- mencione. 

-¿Que cosa?- preguntó.

-No quiero que te preocupes por nada, yo te cuidaré. Quiero que tengas la confianza de contarme lo que sea, no te juzgaré. Apoyaré siempre tu carrera y tus sueños. Procurare jamás faltarte el respeto y cuando te hiera dímelo y lo rectificaré. Te lo prometo. No quiero perderte nunca- le dije.

-¿Entiendes lo que quiero decir?- pregunté seguidamente para cerciorarme.

-Si, que serás una esposa perfecta- me dijo bromeando y riendo.

-¿Entonces si te casarás conmigo?-

-No, aún no-

Continuará...

Capitulo 40

1 comentario:

  1. Yooooooooo siiiiiiiii me caso contigooooooo Marianaaaaaaaa!
    La amo <3 :')

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