domingo, 27 de septiembre de 2015

Historia 1 -Capitulo 19-


-Ana… Ana…-
-¿Sí?-
-¿Ya estas despierta?-

En ese momento abrí los ojos y me di vuelta, mi habitación estaba oscura y Mariana estaba ahí. Me senté entonces y le pregunte:

-¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?- ella se coloco el dedo índice en los labios para indicarme que no hiciera ruido, luego levanto un pastel que tenía escondido, se sentó cerca de mí en la cama, prendió fuego a la mecha de una pequeña vela que tenía enterrada en el centro del pastel y me dijo:

-Feliz cumpleaños-
Llego entonces a mi rostro una sonrisa que nació en la boca de mí estomago y le respondí en un susurro:
-¡Estás loca! ¿Qué hora es?-
-La una y treinta A.M-
-¿Ya es quince?-
-Sí, 15 de diciembre, ahora apaga la vela y pide un deseo antes de que se consuma-
-No sé que pedir- le respondí luego de unos instantes en que mi cerebro se sintió colgado.
-¿Paso todo un año y no sabes que pedir?- me bromeo Mariana con una ceja levantada.
-Está bien- le dije y me dispuse a soplar, pero ella alejo el pastel de mí y me dijo:
-¿Segura?- yo reí y le dije:
-Sí, tonta- luego pensé “Que Mariana este siempre bien” y apague la vela.

Saco entonces del bolsillo de su pantalón un cuchillo de untar y corto el pastel por la mitad, lo coloco sobre mi regazo y luego, de su otro bolsillo saco dos pequeñas cucharas, el pastel era pequeño, se veía hasta tierno.

-Espero te guste, pedí tu sabor favorito-
 
Lo probé y era cierto, chocolate con fresas y crema, el sabor era tan penetrante y exquisito que solo podía ser de…

-Sí, del café frente al Teatro de las Zarzuelas- me dijo Mariana al ver mi rostro de placer.

Mientras disfrutábamos de aquel manjar, Mariana me conto como tuvo que rogarle al pastelero jefe para que su encargo estuviera listo justo a la hora de cerrar, que era a las 11:00 p.m. El argumento que alego finalmente fue que un pastel fresco siempre tendrá el mejor sabor, fue allí donde logro convencerle. También había confabulado con el señor Mario para que se quedara despierto hasta tarde y le dejara entrar a la casa, además de que tuvo que esperar en el jardín hasta que mi padre se acostara, hecho que no se hizo realidad sino hasta media hora antes. Su primer plan había sido llegar a las doce en punto.

Yo estaba embriagada por el pastel y por el gesto de Mariana, por lo que al terminar de comer, aparte de caja y me lance a abrazarla.

-Gracias- le dije mientras la abrazaba.
-No hay de qué, pero aun falta- me respondió, yo me sorprendí y la solté para verla al rostro.
-¿Recuerdas que siempre decías que querías reparar la caja de música de tu abuela?-
-Si-
-Me la lleve el día que estuviste enferma y la mande a reparar-

Yo me quede fría, mi abuela tenía una caja de música que siempre me encanto desde niña, era de madera, tenía tallada en la tapa tres mariposas cuyos bordes eran de oro. La caja había sido fabricada en 1860, mi abuela la heredo de su abuela y ella me la regalo a mi cuando enfermo y supo que pronto moriría. Cuando finalmente falleció, no pude atreverme a escuchar su música por mucho tiempo, y cuando al fin quise hacerlo, la caja no funciono. Pase muchos días deprimida luego de aquel suceso.

Mariana levanto una bolsa de papel que tenia junto a la cama y la coloco en mi regazo. Yo la revise, extraje de ella la caja de música y luego le di cuerda.

-Ocho vueltas son suficientes, decía siempre mi abuela- le dije a Mariana mirándola, ella me sonrío y entonces levante la tapa.

Una pequeña bailarina con tres mariposas se levantaron, comenzó entonces a sonar la hermosa melodía. Mientras tanto, la pequeña muñequita danzaba y las mariposas revoloteaban por alrededor.

 
Mis ojos se llenaron de lágrimas y me lleve las manos a mi boca. Muchos recuerdos pasaron por mi mente, la casa grande con olor a madera y dulces de mi abuela, el calor perfecto que se sentía allí, un patio lleno de plantas y muchas flores, yo corriendo por los alrededores para espantar canarios y mi abuela sonriéndome mientras me trenzaba el cabello.

Al finalizar la música me quede observando a la bailarina y las mariposas detenidas unos instantes, tiempo en el que sentí como poco a poco se aflojaba el nudo que tenía fuertemente atado en la garganta. Al tranquilizarme baje la tapa y mire a Mariana.

-Es la cosa más linda que has podido hacer por mí-

Ella pareció querer decirme algo, pero termino por quedarse en silencio y sonreírme de lado. Yo le tome la mano izquierda un poco temerosa al principio y luego se la acaricie y ella respondió a mi caricia.

-Te lo agradezco mucho- le acote.
-Fue un placer- me respondió, nos quedamos en silencio un rato y luego me dijo:
-Lamento haberte robado tu madrugada, no podre venir mas tarde. Pero vendré mañana-
-Está bien- le respondí y me acosté.
-Espero tengas un muy feliz cumpleaños- me dijo antes de salir a hurtadillas por la puerta de mi habitación.

Yo le di cuerda nuevamente a la caja y permanecí escuchando su música hasta quedarme dormida.

A eso de las ocho de la mañana mi mamá, mi papá y hermanas entraron también a mi cuarto con un pastel. Me desearon feliz cumpleaños, hicieron mucho escándalo al cantar la canción tradicional y luego me persuadieron de pedir igualmente un deseo.

Cuando baje a desayunar mi madre me había preparado un sándwich de milanesa con albahaca, tomate y queso. Además de servirme pastel y jugo de naranja. Mi padre me obsequio una enciclopedia sobre medicina interna y más tarde, al terminar de desayunar, mamá me pregunto qué planes tenia y le conté que Isabel pasaría por mí a las cuatro de la tarde.

A media mañana llegaron a visitarme Sara y Lucia, quienes también trajeron un pastel con ellas, este era de piña. Lucia me regalo una cadena de plata, que tenia de colgante una pequeña florecita con cristales azules. Sara por su parte, me obsequio un libro titulado “Surgimiento de la medicina en la humanidad”

-¡Pero eso no es todo!- me dijo Lucia emocionada. -¡Los vi y no pude resistirme!-
 
Entonces saco de una bolsa de obsequio dos cajas rectangulares.

-¡Te encantaran! Este es de parte de Sara y este de parte mía-
-En realidad ella compro los dos- me dijo Sara
-Esta es de parte de Sara y este es de parte mía- repitió Lucia insistentemente y yo reí.

Cuando los abrí eran pequeños modelos anatómicos humanos, uno era el esqueleto, el que era de parte de Sara y el de parte de Lucia tenía todos los músculos del cuerpo.

-¿Por qué el mío es el esquelético?- pregunto Sara con malicia a Lucia.
-Porque eres delgadita- le respondió ella sin más.
-¡Lo sabia!- replico Sara indignada y comenzó a lanzarle los cojines del sofá. Yo reí con ganas por la situación, y les agradecí los grandiosos obsequios.

Pasaron toda la mañana conmigo charlando, se quedaron a almorzar, y luego me acompañaron mientras me alistaba para salir con Isabel.

La pelirroja llego puntual y con un gran ramo, que además de flores tenía un peluche y un globo, yo me sentí tímida cuando lo recibí, pues todos estaban a mi alrededor y no paraban de hacer comentarios sobre el hecho: “mira qué hermoso regalo” “si que eres afortunada” “no hay regalo mejor” “que chica tan tierna” “porque no encuentro una chica así” “apresúrate a darle un beso” “¡agradécele! ¿Qué esperas?”. Yo opte por tomarla de la mano y salir de ahí lo más rápido que pude.

Me llevo al restaurante de Evita, allí me tenían preparada una mini celebración. Como siempre todas las integrantes de aquella bella familia llenaron el ambiente de alegría. Comí camarones, pastel de chocolate con maní (espero que sea el ultimo trozo del día y juro que por una semana solo comeré ensaladas), y daiquiri de piña. Nos quedamos en el malecón hasta muy tarde, había sido un día satisfactorio, pero agotador. Al montarnos en la camioneta me acurruque en el asiento mirando hacia la ventanilla, al poco tiempo comenzó a lloviznar.

-¿Te gusto este día?- me pregunto Isabel.
-Sí, todos fueron muy buenos conmigo- le respondí sintiéndome somnolienta.
-¿Te gusto mi obsequio?-
-Sí, me gusto-
-Porque no me dijiste nada sobre él…-
-Lo siento, debí haber dicho algo- le dije enderezándome. –Muchas gracias, fue muy lindo detalle- ella me sonrió complacida.
-¿Por qué tú amiga no estaba contigo hoy?- aunque su pregunta me resulto extraña y sabia a quien específicamente se refería le respondí como si nada.
-Estaban Sara y Lucia-
-¿Dónde estaba Mariana?- me insistió Isabel.

Medite unos segundo y sería una locura contarle que Mariana entro a mi cuarto por la noche, que me llevo mi pastel favorito recién preparado, que me dio el obsequio más especial del mundo y que me resulto muy difícil contener las ganas de besarla.

-Me dijo que pasaría mañana- fue lo que respondí.
-¿Dónde vamos?- le pregunte seguidamente al darme cuenta que no nos dirigíamos a mi casa.
-Pensé que nos quedaríamos esta noche juntas- me respondió con ojos cachorro.

Ah cierto, “sexo”, supongo que es costumbre en todas las parejas del planeta cumplir con este protocolo el día de cumpleaños de alguna de las dos.

-¿No estás de acuerdo?-
-Sí, pero luego llévame a casa-

La pelirroja tenía un misterioso amigo que nos prestaba su apartamento cuando queríamos estar juntas, nunca lo había conocido y ella siempre se refería a él como “mi amigo”. Jamás le preste mucha atención al tema, pues probablemente el chico desconocía los detalles de nuestra relación. Era común aquello, yo no conocía a nadie en la vida de Isabel, salvo a Evita y sus hijas.

A penas entramos se quito la chaqueta y comenzó a besarme y conducirme a la habitación, yo no dejaba de pensar que estaba cansada y que deseaba llegar a casa, sin embargo, cuando sus besos llegaron a mi cuello y sus manos comenzaron a acariciar mis muslos, fue inevitable sentir esa ola de exaltación que me hacia desear más.

Continuara…

Capitulo 20

martes, 22 de septiembre de 2015

Historia 1 -Capitulo 18-


Nos encontrabamos dentro de un enorme refrigerador, era de esas cavas donde guardan las canales de animales, Mariana y yo temblábamos incontrolablemente, había hielo a nuestro alrededor y nuestras respiraciones emitían una especie de niebla al contraponer el calor del aliento con la temperatura del exterior, temperatura que seguramente estaba bajo los cero grados centígrados.

-Lamento haberte arrastrado hasta aquí- me dijo Mariana con pesar.
-No es te culpa que yo te siguiera- le respondí. Ella dio unos pasos hacia mí y me abrazó.
-¿Qué haces?- le pregunte.
-Trato de que tu estancia aquí sea más llevadera- guardamos silencio un rato, era cierto que el frio que tenía bajo un poco, pero solo un poco.
-¿Vamos a morir?- me atreví a preguntarle.
-Tú no vas a morir hoy- me respondió. En ese instante comencé a sentir arcadas y muchas nauseas.

Luego de despertar, corrí inmediatamente al escusado. Una, dos, tres, cuatro… ocho arcadas y no paraba de vomitar. Tenía el rostro lleno de sudor y me sentía cansada y débil, todos los músculos de mi cuerpo me temblaban. Incluso, a pesar de tener mucho frio en el sueño y de estar a punto de morir, me sentía mucho mejor que ahora.

Mi madre toco la puerta de mi cuarto y me llamo, al ver que no le respondí se atrevió a entrar y llego hasta mi baño.

-¿Qué tienes mi niña?- me pregunto con ternura. Yo no pude responderle porque las arcadas comenzaron de nuevo. Ella se acerco a sostenerme el cabello y sobarme la espalda mientras yo era presa de mi sistema límbico.

-¿Qué ocurre?- pregunto mi papá cuando entro en el baño unos minutos después.
-No para de vomitar-
-¡La llevare al hospital!- opino mi padre con dramatismo, quería decirle que no era necesario, que los vómitos tarde o temprano terminan, pero para cuando pude descansar de nuevo, ya se había cambiado y me ayudaba a levantarme para conducirme hasta su auto.
-Quédate tú con las gemelas- le dijo a mi mamá luego de darle un beso.
-Estaré pendiente del teléfono, ¡avísame lo que digan los doctores!- grito mi madre al auto cuando ya partíamos. Al salir por el portón pude ver al señor Mario asomando su rostro preocupado por la ventana de su casa.

Al llegar de emergencias me sentía muy cansada, por lo que inmediatamente me quede dormida. Continuamente sentía frio, pero al mismo tiempo no paraba de sudar, evidentemente tenía fiebre y como mi estomago había pasado por un gran estrés, decidi dejar que cediera sola.

En algún momento del día escuche que alguien entraba a mi habitación, cuando voltee era Mariana, mi estomago dio un vuelco, y eso hizo que me doliera. Mariana se sentó en mi cama, me toco la frente y me pregunto ¿Qué tienes?

-Frio, mucho frio- le respondí.
-Déjame ayudarte con eso- ella levanto la cobija, se metió junto a mí en la cama y yo coloque mi cabeza en su pecho mientras ella me rodeo con su brazo.

Se sentía acogedor, nunca antes habíamos estado tan cerca. Podía escuchar el latir de su corazón.

-¿Quién te aviso?- le pregunte.
-Nadie, me aventure a venir, pensé que quizás estarías en casa-
-Debí haber ido a la universidad-
-Quizás mañana-
-¿Y tú? No deberías estar trabajando-
-Me quise escapar hoy-
-¿De qué se trata tu trabajo?-
-Solo estoy en los laboratorios, metiendo sustancias en frasquitos y recibiendo explicaciones de los científicos- yo reí un poco al escucharla decir eso.
-¿De quién fue la idea de que estuvieras allí?-
-De Rocky-
-¿Aun filman su película de acción?-
-Sí, y al parece no avanza, creo que los guionistas se quedaron sin ideas- en ese momento reí con ganas y le dije:
-No hagas eso, me duelen todos los músculos de abdomen, del pecho, los brazos, todo me duele-
-Lo siento- se disculpo y me dio un beso sobre mi cabello.
-¿Has aprendido algo?- le pregunte para seguir conversando.
 
-Son muchos laboratorios, están los que desarrollan las medicinas para humanos que son los que fundaron mis abuelos, mi padre expandió la empresa, y ahora hacen medicinas para animales y plantas. De todos los laboratorios, donde hacen los venenos es el que más detesto-
 
-¿Por qué?-
-Es terrorífico, apocalíptico. Las sustancia que prueban allí marchitan las plantas, matan a los animales… es grotesco. Cuando la empresa sea mía lo cerrare. En cambio en el laboratorio ecológico, ¡es mi favorito! Todo es verde, las frutas y los vegetales son jugosos y llenos de vida…-

No pude escuchar más a Mariana porque el cansancio y la fiebre lograron vencerme. Esta vez soñé que iba sobre el lomo de un elefante en la sabana Africana, en el horizonte había un rio. El elefante caminaba poderoso y con placidez, podía sentir como los músculos de su espalda se contraían al son de sus pasos. También sentía su caja torácica subiendo y bajando al ritmo de su respiración, mis piernas estaban cubiertas por sus orejas y allí la temperatura era alta, pero cuando las batía, entraban ráfagas de aire fresco que atacaban el calor.

De repente pasaron junto a nosotros unas 200 gacelas trotando y planeando en el aire, luego de dar grandes saltos. Primero se escuchaban sus pezuñas cabalgando, segundos después el sonido de sus cuerpos rompiendo la brisa de la sabana. Más adelante había un gran árbol que extendía su sombra como un enorme paraguas, bajo él estaba mi abuela sentada meciéndose en su silla.

-¡Abuelita! ¡Abuelita!- la salude emocionada. Ella levanto la vista de su tejido y me sonrió.
-¡Qué bien te ves mi niña!- me grito saludándome con la mano, mientras el elefante y yo seguíamos adelante.

Cuando casi alcanzábamos el río, el cielo de torno naranja rojizo y sentí muchas ganas de llorar, como si estuviera muy triste por alguna razón. En ese momento desperté.

Seguía recostada en el pecho de Mariana, ella se entretenía con un juego de guerra medieval en su antiguo celular. Me aparte rápidamente de ella, aunque luego me arrepentí porque me sentía mareada.

-¿Te sientes mejor?-
-Sí, creo que si- le respondí.
-Hace como media hora que dejaste de temblar-

En ese momento entro mi hermana Elizabeth como loca a la habitación.

-¡Isabel esta aquí!- luego salió igual de rápido como ingreso. Mariana se levanto despacio de la cama y se sentó en la silla junto a mi escritorio. Yo me quede pensando, ¿Por qué actúan así? ¡Yo no estoy haciendo nada malo!, un segundo después la pelirroja apareció por el marco de la puerta.

-¿Qué ocurre mi vida?, ¡No contestaste tu teléfono! ¡No te vi por ningún lado en la universidad!-
-Mi teléfono…- fue lo que pude responder tontamente mientras miraba a los lados tratando de ubicarlo.
-Una de tus hermanas me conto que ¡estuviste en emergencia! ¿Qué tienes?- siguió diciéndome Isabel.
-Ya me estoy mejor- le respondí. Luego ella se acerco y me dio cuatro besos en los labios que no esperaba y que me sentí avergonzada de recibir frente a Mariana.
-¿Tienes hambre?, si me prestas la cocina puedo prepararte un té ó un caldo ¿Qué prefieres?-
-Ehm…- ¿era mi imaginación o Isabel estaba frenética? Mariana se levanto y se aclaro la garganta, luego me dijo:
-Bueno, ya que quedas con compañía, mejor me voy- Isabel volteo a verla y actuó como si no se hubiese percatado de que estuviera allí.
 
-¡Hola! Disculpa no me había fijado que estabas aquí, me llamo Isabel- le dijo y luego le extendió la mano para estrechársela. Mariana se quedo viendo el gesto por un instante, como si se estuviera preguntando si aquello era una broma o era en serio, yo me preguntaba lo mismo, ya se habían visto antes.

-Igualmente, mi nombre es Mariana- le respondió cuando decidió al fin estrecharle la mano. Isabel volteo de nuevo a verme y me pregunto:

-Entonces, ¿Té? ¿Caldo? ¿Ó ambos? Sé que no has comido nada hoy-

Mariana salió en silencio de la habitación y antes de desaparecer por la puerta, gesticulo preguntándome ¿Qué rayos le pasa?, Yo baje mi rostro y sonreí un poco, luego le respondí a la pelirroja:

-Creo que podemos comenzar con un té-

Continuara…

Capitulo 19  

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Historia 1 -Capitulo 17-

-Eres tremendamente hermosa- me dijo Isabel a la puerta de mi casa y me beso y me beso.
-Mi vida, ¡el maquillaje!- le dije riendo.
-Te puedes volver a maquillar- me respondió y siguió besándome. Cuando se apaciguo, limpie el desorden de sus labios con un pañuelo que llevaba en mi bolso y volví a colocarle labial y luego hice lo mismo conmigo.
-Ya te quiero volver a besar- me rogó.
-No, en la noche tendrás todos los besos que quieras. Ahora debemos ir por Lucia- le respondí con firmeza. 
-Está bien- me dijo con pesar y fuimos a su vehículo.

Cuando llegamos al edificio donde vivía Lucia, baje de la camioneta y la llame por el intercomunicador, al cabo de 10 minutos apareció por la puerta de salida y cuando subimos al carro, le presente a mi novia. 

-¡Es un enorme placer conocerte!- le dijo Lucia mientras le estrechaba la mano una y otra vez. Isabel me miro como diciendo ¿?
-Ella es una dramática natural- le aclare a la pelirroja. 
-¡No seas mala! ¡Mira que comenzare a contar secretos de ti!-
-¿Cómo cuales?- pregunto Isabel, yo sentí un vació en el estomago, pero aposte por la lealtad de mi amiga.
-De cómo no para nunca de hablar de ti…- le dijo Lucia con picardía. 
-¡Mejor vayámonos!- les dije y voltee el hombro de Isabel para que se sentara en posición de conducción. 

Fuimos entonces hasta la casa de Veruska, la nueva conquista de mi amiga. Era una chica típica, parecía que asistía al gimnasio. Nunca le preguntaba a Lucia donde conocía a las chicas con las que salía, eso tal vez era una falta de mi parte como amiga, por lo que decidí prestarle más atención a ese tema en el futuro.

-Deberíamos llevarle flores para obsequiarle a tu amiga Sara después de la presentación ¿No creen?- comento Isabel luego de recoger a Veruska. 
-¡Es una excelente idea!- opino Lucia emocionada. 

Encontramos una floristería luego de un rato, paramos y compramos un ramo de lirios que la encargada de la tienda arreglo con una cinta dorada. 

Al llegar entregamos las invitaciones y nos condujeron hasta nuestros asientos que estaban ubicados a unas 10 filas de la orquesta. El teatro era impresionante, yo nunca lo había visitado. En el exterior parecía la Acrópolis de Atenas y estaba sumamente iluminado, lo que hacía ver su arquitectura mucho más hermosa. En el interior, las butacas, la alfombra, y la cortina del escenario, eran de terciopelo rojo, todo el borde ajeno a la zona donde se desarrollaría el espectáculo estaba formado por 5 niveles de butacas separadas en salas privadas como en las que se sientan los aristócratas en las películas de época. 

-Te gustan este tipo de cosas ¿verdad?- me pregunto Isabel
-Sí, ¡mucho! ¿Por qué?- 
-Tu cabecita da vueltas como una lechuza- me dijo a modo de broma. Yo le saque la lengua y desvié mi vista hacia la orquesta. 

Eran aproximadamente 50 músicos, los hombres llevaban trajes y las mujeres vestidos, ambos negros. Se veían concentrados y a mi parecer muy interesantes. Una de las violinistas tendría 15 años, completamente impresionante a mi criterio, jamás podría hacer algo tan grandioso. 

Poco a poco se fue llenando la sala y cada vez eran más estridentes las conversaciones de las personas, pero afortunadamente en cuestión de 5 minutos, las luces se hicieron tenues, lo que anunciaba el inicio del ballet. 

El maestro de la orquesta se levanto y todo el público comenzó a aplaudir, luego de una reverencia se hizo el silencio, cuando finalmente se posiciono dio inicio la música, que era una introducción con tonos poderosos. Cuando se abrió el telón y la música paso a ser más suave, apareció en el escenario una pequeña aldea. 

Entro en escena un joven cazador, que traía un conejo de utilería muerto y unas flores rojas. Miraba, danzaba y gesticulaba con emoción hacia una casa, parecía que allí vivía alguien de quien estuviera enamorado. Colgó entonces el conejo en una esquina de la casa y coloco las flores en el pórtico. Al poco rato llego una mujer mayor que agradeció el conejo al joven y entro. El joven cazador regreso a su casa. 

Luego apareció un príncipe acompañado de un paje o quizás escudero. Vestían ambos ropas muy elegantes, nada que ver con el humilde cazador o la señora mayor que aparecieron antes. Este príncipe se disfrazo de humilde y le pidió a su acompañante que se ocultara. También demostraba devoción por la casa donde entro la señora mayor, y al poco tiempo toco la puerta y se escondió. 

De la casa salió Sara, se veía muy hermosa, mi corazón comenzó a latir muy fuerte, me sentía orgullosa, dichosa, emocionada de verla allí y de esa manera. Comenzó entonces a danzar por todo el escenario, su personaje era una chica muy dulce, muy alegre, parecía desbordar luz.

Luego de buscar por aquí y por allá, el príncipe disfrazado de humilde salió de su escondite y comenzó a cortejarla, ella al principio se negó, pero él era muy insistente. Finalmente cayó presa de sus encantos y ambos ejecutaron una danza que claramente simbolizaba el éxtasis del amor. 

Apareció en seguida el cazador y se quedo anonadado de ver al príncipe y a su chica juntos y felices, se acerco entonces a reclamar a Sara. Le explico con sus gestos y bailes que la amaba, pero ella no le correspondía, él le implora, y sin embargo ella lo rechazo de nuevo. Entonces el príncipe se interpone y el cazador saca su cuchillo, este lo empuja, pero el cazador se abalanza sobre él una vez más. El príncipe hace ademan de desenvainar una espada y cuando nota que ya no la carga se detiene y el cazador se impresiona ante el gesto de su adversario y huye. Parece reconocer algo. 

Posteriormente aparecen muchos más bailarines de ambos sexos e inicia una especie de fiesta. Sara y su amado danzan y danzan celebrando su gran amor, hasta que son interrumpidos por la señora mayor, quien parece ser la madre del personaje de Sara. Esta se preocupa por su hija y le advierte de lo que parecen espantos. Se lleva a Sara dentro de la casa y el príncipe se queda solo, luego aparece su paje y le advierte de algún peligro y este le ordena que le traiga su traje de príncipe y se marchan. 

El cazador entra de nuevo, encuentra la espada que olvido el príncipe y se la lleva a su casa, luego pasa por la aldea una princesa acompañada de su corte, los aldeanos salen a homenajearla, y entre ellos Sara, quien le dedica una danza muy hermosa. Al marcharse la princesa, el amado de Sara vuelve a aparecer y danzan enamorados un rato más. Pero el cazador desenmascara al príncipe, para luego hacer que regresen la princesa y su corte. El príncipe descubierto se excusa y termina marchándose con la dama. Sara al comprender el engaño realiza una danza muy triste y finalmente muere. 

Entonces la orquesta paro y todos comenzamos a aplaudir, pero no terminaba allí. Porque entraron en escena muchas bailarinas que semejaban espectros y la música dio inicio nuevamente. Entre ellas había una reina. Todas comenzaron a danzar alrededor de Sara y poco a poco se la llevaron a la oscuridad. 

Esta vez el telón se cerró y la orquesta ejecuto por un lapso de tiempo música suave, agradable y relajante. Mire entonces a Isabel y se había emocionado con la muerte de Sara. Por lo que me pareció adorable y le di un beso en la mejilla. Me quede pensando en ese momento que Sara había estado hasta ahora extraordinaria, ¿Qué pensaría Mariana?, por cierto, ¿Dónde estaba?, ¿Por qué no estaba allí? 

El telón volvió a abrirse y esta vez la escena ocurría en un campo santo, el príncipe estaba llevando flores a la tumba de Sara, parecía triste y arrepentido. Ejecuto una danza donde claramente se lamentaba por lo ocurrido. A continuación todo se ensombreció y aparecieron los espectros con las que partió Sara. Estos comenzaron a atacar al príncipe obligándolo a danzar sin descanso, mientras este les suplicaba perdón. 

Sara emergió entre ellas y trataba de defenderlo, pero los espectros le insistían que debían castigarlo. Ella a pesar de eso, seguía protegiéndolo. Los espectros danzaban tratando de alcanzarlo y Sara danzaba entre el príncipe y los espectros.

Logro entonces resguardarlo hasta el alba, ya que en ese momento las castigadoras comenzaron a esconderse, y conmovidas por los pocos deseos de la protagonista por tomar venganza, la despojaron de la oscuridad que le habían otorgado para luego partir. 

Sara y el príncipe ejecutaron una danza donde este le pedía perdón y ella se lo concedía, finalmente el príncipe se marcho en paz y Sara regreso placida a su tumba. Allí todo termino y el público estallo en aplausos mientras el telón se cerraba.

Al poco tiempo se abrió de nuevo el telón y todas las bailarinas y bailarines hicieron una reverencia, entre ellos la más aclamada fue Sara, que dio un paso al frente y el público se levanto y le dedico vítores. Yo sonreía de oreja a oreja al observar aquello, y aplaudí lo más fuerte que pude. 

Cuando finalizo todo, salimos y esperamos a nuestra amiga fuera de los vestidores, pasaron cerca de 15 minutos y la aplaudimos de nuevo y la abrazamos cuando llego ante nosotras. 

-¡Eso estuvo genial! ¡Genial, genial, genial!- le dijo Lucia mientras pegaba pequeños saltitos abrazándola. 
-¡Fue asombroso! ¡Increíble!- le dije al abrazarla y ella me sonrió.
-Un placer, ¡Felicitaciones!- le dijo Isabel estrechando su mano, luego le dio un beso en la mejilla y le entrego el ramo. 
-Muchas gracias por invitarnos, estuviste muy bien- le dijo Veruska y le estrecho la mano. 
-¡Gracias! ¡Me alegra que les haya gustado! Y gracias por las flores, están muy lindas- nos respondió y abrazo el ramo con cariño. 

En ese momento llego la madre de Sara acompañada por Mariana. 

-¡Estoy tan orgullosa!- le dijo su madre mientras la abrazaba con fuerza. Cuando la soltó corrían las lágrimas en ambas, luego Mariana la abrazo y le dijo algo en el oído, Sara lloro aun más y me impresione al ver que Mariana también sucumbió ante las lágrimas. 

Me distraje de la conmovedora escena en ese momento porque Isabel soltó mi mano y se alejaba de nosotras, la seguí y le pregunte:

-¿Dónde vas?- 
-Regresare pronto, voy al baño- me dijo de manera breve y siguió su camino sin mirar atrás.

Fue extraña aquella actitud, pero no podía seguirla, parecería loca, por lo que volví con el grupo. Mariana en ese momento comentaba sobre como se había impresionado de varios sucesos y todas reían de sus ocurrencias. 

-¡Bueno deberíamos llevar a la estrella a cenar!- opino Mariana finalmente. Todas estuvieron de acuerdo. 
-¿Dónde te gustaría ir?- le pregunto Lucia a Sara. 
-Al lugar de la Avenida 15-
-Pero solo venden pizza- le dijo Mariana.
-¡Sí! Sabes que me encanta la pizza- 
-¿Justamente hoy quieres pizza?- se cercioro Mariana. 
-Si- le respondió Sara sonriendo. 
-No tienes remedio… ¡está bien! hay que complacer a la estrella- 

Sara menciono que iría a cambiarse y su madre la acompaño. Lucia conversaba con su cita y yo pensaba en Isabel, que estaba tardando mucho. 

-Estas muy hermosa- me dijo Mariana cuando se acerco. 
-Gracias, tu también- le respondí sin darle importancia mientras continuaba mirando el pasillo por el que desapareció la pelirroja.
-Fue un lindo detalle el ramo para Sara, lastima no se me ocurrió- 
-Fue idea de Isabel, la novia de Ana- intervino Lucia, al acercarse a nosotras acompañada de Veruska.
-¿Y donde esta?- pregunto Mariana. 
-Sí, ¿Dónde está?- pregunto Lucia también. 

Yo no quería rebelar que Isabel enloqueció y salió corriendo al baño, así que me limite a responder que ya iría a buscarla. 

Cruce por el pasillo en que la vi desaparecer, este se encontraba solitario ya que casi no quedaba gente en el teatro. Halle la puerta del baño casi al final, aquel lugar era gigantesco. 

Empuje la puerta y la llame con duda ¿Isabel? Ella abrió la puerta de uno de los WC y me miro, parecía preocupada y asustada. 

-¿Qué te ocurre?- le pregunte al entrar. 
-Mi hermano estaba cerca de nosotras- me respondió, parecía a punto de llorar. 
-¿En serio? No me di cuenta-
-¡Si no lo conoces! ¡Cómo te vas a dar cuenta!- me respondió alterada.
-Está bien, cálmate- le respondí, me acerque a ella y le tome las manos. 
-Si estaba ya se debe haber ido, la mayoría de la gente se marcho- 
-Solo vayámonos ¿Si?- me rogó con los ojos llenos de lagrimas. No entendía porque se asustaba tanto, pero trataba de ser comprensiva. 
-A las chicas se les ocurrió ir por pizza, y cargamos a Lucia y su novia. No podemos irnos y dejarlas-
-No quiero ir a ningún lado- me respondió y se soltó de mis manos. Yo respire profundamente y trate de hacerla entrar en razón. 
-Vamos a un lugar lejos de aquí y muy sencillo, no creo que tu hermano vaya a llegar allí- ella no me respondió nada. 
-Por favor, solo tenemos que irnos de aquí y estarás segura, quiero que mis amigas conozcan lo divertida y encantadora que eres- 

La pelirroja respiro profundamente, limpio las lagrimas que no alcanzaron a salir de sus ojos y acepto mi petición con la condición que no nos tomáramos de la mano, así le podría decir a su hermano que solo éramos amigas si nos cruzábamos con él. Me molesto un poco eso, pero tenía que aceptar sus condiciones debido a que siempre conocí la realidad de su familia. Cuando íbamos de regreso por el pasillo, llegaron a mi mente los comentarios de Mariana sobre lo aburrido que era andar con chicas que estaban en el closet, como me comenzaba a sentir molesta hice el esfuerzo por apartarlos de mi cabeza. No quería por nada del mundo que Mariana y las demás se dieran cuenta de lo que estaba pasando. 

-¿Por qué tardaron tanto?- nos pregunto Lucia cuando llegamos de nuevo, junto a ellas ya se encontraba Sara lista para partir, al igual que su mamá.
-¡Eso no se pregunta Lucia!- la reprendió Sara. Yo la ame profundamente en ese momento, le compraría la pizza más grande del lugar. Ame también toda su existencia, porque siempre me sacaba de momentos incómodos. 

-Iremos con ustedes y Mariana llevara a Sara y su madre- nos informo Lucia luego de obedecer a Sara. 
-¡Hola! ¿Qué tal?- le dijo Mariana a Isabel y le extendió la mano para presentarse. Mi novia solo se limito a estrecharla fugazmente y decirle un tenue “Hola”, estaba más pendiente de mirar los alrededores, yo también eche un vistazo y no quedaba nadie por allí, la verdad estaba un poco paranoica, tal vez hasta lo había imaginado. 

-Vayámonos ya- les dije a todas y comencé a caminar a la salida. 

Afortunadamente durante el viaje a la pizería Lucia se concentro en cortejar a su chica y no nos atiborro de preguntas. Yo miraba a Isabel y ella se veía seria, preocupada y nerviosa. Continuamente miraba por el retrovisor. ¿Acaso pensaba que su hermano (que tal vez imaginó), nos seguía?

Llegamos al restaurante favorito de Sara y al entrar nos acomodaron una mesa donde pudiéramos sentarnos juntas, ya que éramos 7 personas en total. El lugar se hallaba casi vacío, solo había una familia integrada por padre, madre e hijo cenando. Cuando nos sentamos le pregunte a Isabel si se encontraba bien y me sonrió y me dijo que sí. A pesar de eso no se acerco a darme un beso como estaba yo acostumbrada.

Después de ordenar las pizzas, Sara comenzó a contarnos que su personaje se llamaba Giselle y que el ballet que interpreto era de origen Alemán. Los espectros que llevaron a Giselle a la oscuridad se llamaban Willis y no estaba segura si eran invención del autor o pertenecían a la mitología Nórdica, Mariana (que estaba sentada junto a mí y a Isabel) comento que los espectros después de Sara fueron su parte favorita. 

La cena transcurrió tranquila, aunque yo sufría por dentro al ver la apatía de Isabel, quien no charlo, no opino nada y cuando todas reían por algo ella se limitaba a sonreír. Además ni siquiera comió mucho, y se excuso diciendo que no tenía hambre cuando Lucia le pidió que comiera un poco más. 

-¿Ustedes son muy buena amigas verdad?- le pregunto la madre de Sara a Lucia y Veruska, quienes se estaban comportando descaradamente hacía rato. 
-Como hermanitas- respondió Mariana y comenzó a reír. Entonces Lucia se recato un poco más el resto de la cena. 
-Tu chica es callada y distraída- me dijo luego Mariana casi en un susurro. 
-No es así, solo que esta no es su noche- le respondí de manera cortante. 
-¿Qué te tiene de mal humor?- me pregunto calladamente. 
-¡Tus preguntas!- 
-Si solo he hecho una- 

Sara se aclaro la garganta y llamo la atención de Mariana, luego cuando esta la miro movió la cabeza en forma negativa. Por fortuna las demás no notaron nada, debido a que la madre de Sara se encontraba narrando la historia de una amiga muy querida que tuvo en la juventud. 

Al despedirnos Isabel le dijo a Sara que disfruto mucho la función y que esperaba que tuviera mucho éxito en el futuro, que ella pensaba que lograría ir a escenarios internacionales. Sus palabras hicieron a Sara sonrojar y yo me sentí complacida, al menos un punto para mi novia en toda la noche, aunque el ramo creo que también fue bueno. Me moría por preguntarle a las chicas su opinión sobre la pelirroja, espero fuera buena, y espero Mariana se sintiera muy ce… luego me sentí mal de pensar eso, y durante el viaje a casa de Lucia me invadió la culpa. 

Mi amiga bajo en su casa junto con Veruska, me pregunte si pensaba subir con ella hasta su casa, sus padres y hermanas seguramente estarían allí. 

-Lucia…- le dije. 
-¿Qué?- me pregunto al parar de reír cuando llevaba a su cita de la mano al interior del edificio. 
-¿Qué haces?- le pregunte preocupada. Ella como es mi amiga entendió a que me refería y de nuevo rió y con picardía coloco su dedo índice sobre sus labios insinuándome que le guardara el secreto. 
-¡No te preocupes!- me grito antes de cerrar la reja. 
-Está loca- le comente a Isabel. 
-¿Te importa si cancelamos lo de esta noche y te llevo a tu casa?- fue su respuesta. Yo me quede fría, y me sentí mal, incluso hasta sentí nauseas o mareo, fue una sensación extraña en mi corazón y mi estomago. 
-Me siento cansada y sin ánimos- acoto, antes de que yo pudiera responder. Yo no era una imbécil, así que lógicamente le diría que sí. 

Cuando llegamos a mi casa me quede en la camioneta un momento sin moverme, estaba decidiendo si expresarle mi descontento o no. Por mi mente y nuevamente por mi estomago pasaron muchas emociones difíciles de explicar, quizás podría mencionar ira, vergüenza, decepción, comprensión y tristeza. Sobre todo tristeza. Respire hondo para tratar de relajarme y sentí que Isabel me observaba, tal vez estaba pensando ¿Por qué rayos no se aleja de mi?

-Lo siento- me dijo, yo me sorprendí y voltee a verla, ella tomo mi mano y le dio un beso.
-Esto es difícil- le respondí. 
-Lo siento- me dijo de nuevo. 
-Si te quedas un rato- le dije, estaba siendo manipuladora, lo sé.
-¿Quieres sentarte atrás?- me sugirió, y yo le sonreí. 

Continuara...

jueves, 10 de septiembre de 2015

Historia 1 -Capitulo 16-

-Estábamos en la escuela haciendo revisión dental en los niños y llega este chico que es un completo patán con todos, y le dice a un niño que debe cepillarse más a menudo los dientes para que pueda encontrar novia en el futuro, el niño le responde que si eso es cierto ¿como hace él para encontrar novia? Jajajaja ¡Fue muy divertido! Fue uno de esos momentos en que todo se queda en silencio y escuchas lo que dicen en el rincón de la habitación… ¿Ana? ¿Me estas escuchando?-

-Si… que mal lo que paso…-
-¡No! Fue bueno que pasara, el karma se encarga de hacer justicia- 
-Que bueno amor- 
-¿Qué te ocurre?- me pregunto Isabel mirándome al rostro, estábamos en el asiento trasero de su camioneta, estacionadas en el mirador de la playa norte, allá íbamos a pasar el tiempo cuando queríamos estar solas. 
-Yo… solo quiero abrazarte- le dije y me acurruque entre su pecho y su brazo derecho. Ella aspiro el olor de mi cabello y me dio un beso en la frente. 
-Creo que algo te ocurre, pero si no quieres hablar de eso está bien- me dijo. 

Yo me sentía culpable, así que no aguante más y le dije:


-Te quiero- el rostro de la pelirroja se ilumino con alegría y me dio tres besos en los labios y me respondió:

-Yo también te quiero amor- 
-Creo que deberíamos ir a almorzar con mis padres- le dije seguidamente. 
-¿Me estás hablando en serio?- 
-Sí, ya tenemos dos meses juntas y creo que es hora de que te presente- 
-¿Entiendes que yo no puedo presentarte a los míos? ¿Verdad?- me dijo ella un poco preocupada.
-Sí, y no me importa, pero quiero que conozcas a mis padres, así que conduce hasta mi casa- 
-Como ordenes- dijo a manera de broma al abrir la puerta para sentarse en el asiento del piloto, yo la imite y tome mi asiento de copiloto. Luego mientras retrocedía me dijo:
-¿Podemos quedarnos esta noche en el apartamento de mi amigo? Hoy seguramente pasara la noche fuera- 
-Luego de ir a la presentación de Sara- le respondí como quien no quiere la cosa.
-¿Ah?- 
-Sí, es hora de que conozcas a mis amigas también- 
-¿En un día padres y amigas?- 
-Si- 
-¿Por qué?- 
-Porque es hora que las personas entiendan que estamos juntas, que te quiero y que soy feliz a tu lado, a tu lado… solo a tu lado- 
-Me gustaría que me explicaras que te ocurrió- me respondió Isabel. Yo no pude hacer más que guardar silencio. Luego de un rato le tome la mano, ella me miro, me sonrió, me la tomo devuelta y estuvimos así casi hasta llegar a nuestro destino. 

Cuando paramos fuera de mi hogar Isabel se veía inquieta, por lo que camine hasta ella y le tome la mano. Ella me miro con expresión de ¿estás segura de esto? Y yo le sonreí, le di un beso en la mejilla y le susurre “No estés nerviosa” 

Al entrar en casa se escuchaba que mis padres estaban en la cocina, cuando llegamos hasta allí, papá estaba diciendo algo a mi mamá en el oído y ella reía, luego lo empujo mientras el reía aun con más ganas. Yo aclare mi garganta para anunciar nuestra presencia y los dos voltearon en el acto. 

-¡Hola! ¿Qué tal?- le dijo mi padre a Isabel y se acerco para estrechar su mano, mi mamá lo hizo igual segundos después, luego le dijo:
-Eres la chica con la que sale Ana- 
-Ehhh si, un placer- le respondió Isabel ruborizada. 
-Es mi novia- acote seguidamente. 
-Muy hermosa- respondió mi mamá sonriente.
-Gracias- respondimos Isabel y yo al mismo tiempo y luego yo me reí. 
-Ana está muy orgullosa de tu belleza Isabel ¿Te quedaras a almorzar?- pregunto mi padre.
-Ehh Si, si no es molestia-
-¡Para nada! Vayan por allí y cuando esté lista la comida les avisaremos- nos dijo mi padre y volvió al mesón junto con mamá. 

Nos fuimos entonces y le mostré a Isabel mi cuarto, el jardín donde me escondía cuando era niña, el limonero al que mi hermana Victoria quiso subir hasta que se entero que era imposible cuando las espinas se le clavaron en las manos. La casa de muñecas que Elizabeth pidió a gritos tener, la casita del señor Mario el Jardinero. La biblioteca, la salita donde se sentaban todas las noches de semana mis padres tomados de las manos. El balcón con la mesa de ajedrez que nadie usaba y la enredadera de la pared por la que fácilmente se podía escalar hasta la ventana de mi cuarto. Finalmente terminamos en el sofá de la sala de televisión conversando, hasta que mis padres nos llamaron para almorzar. En ese momento emergieron de su cuarto las gemelas. Elizabeth se emociono al ver a Isabel y Victoria se mostró indiferente.

-Lamentamos que la comida sea tan sencilla, si Ana nos hubiese contado que te traería hoy, habría preparado algo especial- le comento mi madre a Isabel. 
-No se preocupe, la comida sencilla es mi favorita- le respondió Isabel de una manera encantadora, o yo la vi así porque me gusta mucho. 

Se trataba de milanesas al ajillo, puré de papas, ensalada cruda y jugo de limón. Además, mi padre anuncio que de postre habría helado.


-¿Cuéntanos a que te dedicas?- pregunto mi padre cuando comenzo a servir. 
-Estudio odontología- 
-Pero vas muy avanza ¿cierto? ¿Qué edad tienes?-
-¡Papá!- lo reprendí apenada. 
-¡Solo es curiosidad hija mía!- me respondió sonriendo. 
-No me molesta- me dijo Isabel y a continuación respondió -21- 
-Mmm ya ¿Deseas más aderezo en tu ensalada?- 

El resto del almuerzo fue un interrogatorio prolongado de ¿A que se dedican tus padres?, ¿Qué piensas hacer cuando termines la facultad?, ¿llevas tus notas al día?... temí que le preguntaran ¿Cuáles son tus intenciones con mi hija? ¿Habrá boda?... en cambio de eso decidieron contarles su historia de amor personal, en la cual, mi padre estaba tan enamorado de mi madre en la secundaria que cuando supo que ella ambicionaba estudiar psicología se esforzó para mejorar sus notas, y luego de pasar a ser un estudiante mediocre a uno brillante, logro seguirla hasta la universidad y posteriormente enamorarla y casarse con ella. 

Pensé que tal vez llevar a Isabel a mi casa por tanto rato no fue buena idea, pero la pelirroja se desenvolvió tan bien, que mi papá le ofreció un consultorio vacio que tenía junto al suyo para cuando ella se graduara. Al terminar el almuerzo me sentí aliviada. 

-Lamento el interrogatorio- le comente a Isabel. 
-No te preocupes, estoy tan sorprendida que respondí todo con gusto- 
-¿Sorprendida de que?-
-De los padres que tienes, de cómo te aceptan-
-Bueno eso no evita que pasar por ese interrogatorio fuera duro- insistí. –Me alegro de no tener que pasar por lo mismo- 
-No digas eso- me dijo ella y me tomo por el rostro y me beso. Ya estábamos junto a su camioneta, ella se iría para arreglarse y luego ir a la presentación de Sara. 
-¿A qué hora pasó por ti?- 
-A las cinco- 
-OK hermosa- me respondió, me dio un último beso y se fue. 


Sara estaba emocionada por su presentación y Lucia, Mariana y yo también. Sería la primera vez que le daban el protagónico de todo el espectáculo. En el afiche que usaron para la promoción del mismo, ella estaba justo en el medio, brillando entre todas las demás bailarinas de la academia. Me sentia verdaderamente muy feliz por ella. Por eso decidí para ese día alisar mi cabello, usar un vestido y tacones. Yo era una chica sencilla y Sara lo sabía, así que esperaba que ella notara que me esforcé en mi atuendo porque consideraba aquel evento como algo sumamente especial e importante. Aunque seguramente no se fijaría en eso, pues estaría primeramente muy nerviosa, y luego eufórica. Tal vez no la vería hasta después de terminado el espectáculo… 

Mis pensamientos banales fueron interrumpidos por Victoria, quien entro en mi habitación mientras me maquillaba. Creí que venía a decirme algo, sin embargo solo se sentó en la cama a mirar los alrededores, como me ignoraba, yo también la ignore. Pero al poco rato me sentí inquieta así que le dije:

-¿Necesitas algo?- 
-¿Vas a salir?- me pregunto. 
-Sara tiene una presentación, hoy será la estrella-
-Sí, que emocionante- me respondió con indiferencia y un poco de sarcasmo, tal vez estaba molesta porque Elizabeth iría a un concierto con sus amigas de la academia. Academia a la que Victoria había renunciado. 
-¿No extrañas bailar?- me aventure a preguntarle. 
-No, para nada- 
-¿Estás bien con sacudir solamente la cabellera con esa música que ahora escuchas?- 
-Perfectamente- 
-Pensé que te agradaba bailar, ahora te has vuelto un poco oscura- le comente, pues desde hace meses comenzó a vestir solo de negro y a llevar collares y pulseras con colmillos y púas. 
-Yo pensé que amabas a Mariana- cuando me dijo eso manche de rímel mi frente de la sorpresa que me llevé. Luego de limpiarme voltee a verla y ella me miraba con una ceja levantada y los brazos cruzados. 
-¿De dónde sacas eso? ¡Solo somos amigas!- 
-¿No quiso ser tu novia?- 
-¡No es eso! ¡Es que solo somos amigas!- 
-Está bien, si quieres desperdiciar energía mintiendo, está bien- luego se levanto y se fue, yo la seguí y le grite:
-¡No estoy mintiendo! ¡Sal de mi cuarto!- y lance la puerta tras ella. 

-¡Ana se buena con tus hermanas!- me grito mamá desde abajo. 


“Tonta mocosa que no entiende nada” pensé, posteriormente termine de maquillarme y aleje el suceso de mi mente. 

Continuara...
Capitulo 17

viernes, 4 de septiembre de 2015

Historia 1 -Capitulo 15-

-¡¿No le dijiste que la querías?!- me pregunto Lucia alucinada.
-No…-
-¡Wao! No pensé que fueras de esas-
-¿Cómo que de esas? ¿A qué te refieres?-
-Déjala en paz Lucia- me defendió Sara. 

Lucia nos había recogido a Sara y a mí para ir a la casa de Mariana. Era el 22 de noviembre de aquel año, desde hacía 5 años pasábamos este día juntas. En años anteriores en esta fecha, realizábamos un paseo a la montaña o la playa y por la noche íbamos a la disco. Bailábamos, intentábamos ligar, ingeríamos mucho alcohol  y terminábamos al día siguiente sin recordar mucho de lo que había sucedido (o al menos eso fingía siempre). Lucia conducía, Sara iba en el asiento del copiloto y yo detrás.

-Está bien, en realidad no creo que seas de esas-  me dijo Lucia, luego continúo:
-Debes estar nerviosa porque es la primera chica, la primera vez en que sientes algo profundo por alguien…-
-¿Por qué no la dejas que se explique?- le dijo Sara a Lucia pero ella no le prestó atención y siguió:
-¿Te gusta no es así? ¡Sé que te gusta! ¡Yo me di cuenta!- Sara puso los ojos en blanco al ver la insistencia de Lucia.
-Si- le respondí.
-Es hermosa, te trata bien ¿cierto?, es buena chica, ¿verdad que si?-
-Si… Si- le seguí respondiendo.
-¡¿Entonces cual es el problema de decirle que la quieres?!- me pregunto frustrada.
-Creo que te estás tomando esto personal- opino Sara. –Ana no es como esas chicas con las que sales- Lucia suspiro y no dijo nada. Yo me quede pensativa un momento y luego les dije:
-Si la quiero, solo que ese día no podía decírselo-
-¿Por qué?- me pregunto Sara, mientras que Lucia parecía no querer participar más en la conversación.
-Se lo diré la próxima vez que la vea… no porque deba, si no porque si la quiero… ¡Claro que la quiero! Estoy segura- en ese momento paramos frente a la casa de Mariana. Sara busco dentro de su bolso y saco un control con dos botones, al presionar el botón de la izquierda el portón se abrió.

-Eso es nuevo- le dijo Lucia mirando el control en sus manos.
-Muchas cosas han cambiado- comento Sara mientras nos dirigíamos dentro.

Cuando bajamos del carro las chicas comenzaron a descargar las cosas que habíamos traído para cocinar. Yo me entretuve echando un vistazo alrededor. El jardín se veía descuidado, las malas hierbas había proliferado, la terracota estaba llena de hojas secas, y la piscina se encontraba tapada y con más hojas secas sobre la superficie. Parecía que hace semanas nadie cuidaba aquel jardín. Además el auto del padre de Mariana se encontraba allí estacionado, pero su camioneta estaba ausente.

-¿Qué ha pasado aquí Sara?- le pregunte sorprendida y preocupada.
-Ya no hay jardinero, ni portero y la señora que asea solo viene una vez a la semana-
-¿Por qué?- le pregunte tontamente aunque sabía la respuesta.
-Mariana vendió su camioneta para poder mantenerse, necesita dinero porque no ha recibido su herencia, por eso ahora trabaja en la empresa de su padre- me contó de manera indiferente, cargando bolsas hasta el interior de la casa. Yo me sentí abrumada. Mariana había comenzado a ¿trabajar?, ¿Mariana? No claro que no, seguramente era el abogado que la había persuadido de hacerlo solo para satisfacer su paranoia contra el socio del señor Augusto.

-¡No te quedes allí! ¡Ayúdanos!- me grito Sara. Pero yo no reaccione porque estaba observando que dentro del carro del padre de Mariana, estaba Mariana dormida en el asiento del copiloto.

Cuando las chicas volvieron del interior de la casa se dieron cuenta de lo que yo miraba y fueron emocionadas hasta allí, yo por el contrario, estaba aun mas preocupada, aquella situación no era normal y las seguí en silencio.

-¡Mariana! ¡Mariana!- la llamo Sara. Mariana parpadeo y luego tapo con su mano la luz del sol.
-¿Sara?-
-¡Despierta niña perversa! ¡¿Te fuiste de fiesta anoche?!-
-¿Lucia?- volvió a preguntar tontamente Mariana, entonces abrió la puerta del carro y cuando quiso salir, perdió el equilibrio por un momento y estuvo a punto de caer, pero las chicas la atraparon a tiempo.
-¡Feliz cumpleaños!- le dijeron y la abrazaron entre las dos.
-¡Si que fue una gran fiesta!- le dijo Lucia luego de que termino el abrazo. Cuando se fijo que yo permanecía retirada me dijo:
-¡Ana! ¿Qué ocurre contigo? ¡Ven aquí!-  Mariana me observo y me sonrió como diciendo (mejor obedece). Entonces nos volvimos abrazar todas juntas y le dije “Feliz cumpleaños” en voz baja y ella me agradeció y sonrió de nuevo.

Luego nos dispusimos a ir dentro de la casa mientras Lucia platicaba y Sara nos exigía a ambas que fuéramos por el resto de las bolsas. Yo solo podía pensar ¿Cómo pueden ser tan ciegas?

Después de que llevamos todo a la cocina y Sara le contó a Mariana que cocinaríamos para ella y prepararíamos un pastel por su cumpleaños, Mariana agradeció y dijo que iría a darse una ducha y se fue a su habitación, al poco rato la seguí.

Al llegar al cuarto encontré que Mariana se estaba quitando la camisa que llevaba, y se le notaba que sentía dolor.

-Déjame ayudarte- le dije. Me acerque, se la quite y ella me miro luego con cara de alivio.
-Siéntate- le pedí con voz firme.    
-¿Qué?- me pregunto extrañada.
-Siéntate en la cama- le repetí.

Ella me obedeció y entonces examine la mucosa de sus ojos y le tome el pulso.

-¿Qué haces?-
-Creo que aun estas intoxicada, ¿Qué tomaste anoche?- Mariana se quedo en silencio. Yo la mire a los ojos insistentemente y sin embargo ella no me dijo nada, parecía confundida.
-¿Mariana?-
-Salí a encontrarme con un chico-
-¿Con un chico?-
-Del laboratorio de la empresa, pero él nunca llego-
-¿Dónde fuiste?-
-Al bar de la calle 13-
-¿Qué paso luego?-
-No lo sé- me respondió. Mi corazón comenzó a latir muy rápido, Mariana me estaba asustando.
-¿No recuerdas como llegaste hasta aquí?-
-Creo que no- me respondió aun con expresión confundida.    
-¿Tomaste algo en el bar?-
-Solo un vodka con limón- 
-¿Me estás hablando en serio? ¿De verdad no recuerdas como llegaste aquí?- le pregunte para asegurarme.
-No te preocupes, Rocky me cuida, quizás fue uno de sus chicos quien me trajo-
-Te dije que te estás poniendo en peligro-
-También me dijiste que no íbamos a hablar del tema- me replico ella.
-Bien, te traeré una aspirina y una botella de agua- cuando me dispuse a alejarme ella me tomo de la mano y me dijo:
-Te extraño-

Yo me sentí conmovida y no supe que decir, o más bien no pude decir nada.

-¿Tu me extrañas?-

Cuando iba a responder Lucia entro en a la habitación y nos dijo:

-No esperes que te responda Mariana, Ana es de esas chicas a las que le abres tu corazón y no dicen nada-
-Ya para con eso ¿Está bien?- le dije a Lucia molesta, ya me estaba cansando. Pero ella  me ignoro, se recostó a la pared del cuarto, se cruzo de brazos y luego me dijo:
-Sara quiere que la ayudes a cocinar, dice que soy muy desordenada- al decir esto parecía una niña resentida y Mariana y yo no pudimos evitar reír.  Ella después de exigirnos que no nos burláramos, comenzó a reír también y me rogó que la acompañara, porque Sara estaba más mandona que de costumbre, entonces ambas bajamos dejando sola a Mariana para que se arreglara. 

Ese día la pasamos bien, le preparamos a Mariana un pastel de berenjena que se negó a comer hasta que se harto de nuestros ruegos y lo probo, finalmente le gusto tanto que se comió dos raciones. El pastel de chocolate lo repartimos en silencio, pues ella no quiso que este año cantáramos por un cumpleaños feliz. Dijo estar muy grande para eso, aunque yo pensé que fue por la ausencia física de su padre.

Mientras atardecía estuvimos en las cómodas del descuidado jardín tomando tequila de la colección del señor Augusto, yo no bebí mucho como de costumbre y note que Mariana tampoco, sin embargo Sara y Lucia llegaron al estado de ebriedad. Cuando faltaba una hora para media noche Sara se quedo dormida y Lucia bailaba ballet y repetía una y otra vez que estaba muy mareada. Mariana decidió llevar a Sara hasta uno de los cuartos para que estuviera cómoda, y como Sara tenia cuerpo de bailarina pudo conducirla sin mucha dificultad. Mientras Lucia que era más alta y más pesada la tuve que llevar a rastras hasta otro de los cuartos.  

Cuando logre acostarla y mientras le quitaba los zapatos ella no paraba de hablar:
-Los arquitectos son misóginos petulantes… piensan que una mujer no puede diseñar estructuras solidas… pero basta que sepan que eres lesbiana para que te acepten dentro de sus arrogantes clubes de arquitectos idiotas-
-Tú acabaras con esas suposiciones misóginas- le dije.
-Tengo mucha sed Anita- yo reí, nunca me había llamado así.
-Te traeré 3 botellas de agua-
-¡Espera!-
-¿Si?-
-Ven aquí- y me llamaba con las manos. Cuando me acerque me jalo hasta muy cerca de ella.
-Estoy saliendo con una chica-
-Me alegra- le dije
-Se llama Verusssssssska. Con una sola s-
-Es un lindo nombre- le repetí y trate de soltarme, pero ella me tomo más fuertemente. 
-No creo que funcione- me dijo con melancolía.
-¿Por qué?-
-Nunca funciona-
-No pierdas las esperanzas- volví a tratar de soltarme y ella me dejo, pero cuando iba casi llegando a la puerta me hablo nuevamente:    
-No seas idiota Anita y aprecia a la pelirroja-
-Está bien- le dije y me fui hacia la cocina.

Al llegar a la cocina me encontré con Mariana lavando los platos, y le ofrecí mi ayuda, ella lo agradeció y me fue pasando lo que lavaba mientras que yo los secaba y los colocaba en su lugar.

-¿Lograste cargar a Sara hasta la habitación?-
-Sí, su peso fue soportable. Los beneficios de trotar todos los días- bromeo Mariana sacando músculos.
-Bueno, yo lo hice por un mes y conseguí novia- le comente.
-No digas eso, seguramente esa chica se moría por ti desde hace mucho tiempo, solo que no tenía el valor para hablarte- yo reí mientras secaba el último plato y le dije:
-Eso no lo sabes-
-Créeme, lo sé- me dijo sonriéndome.
-¿Si? ¿Cómo estás segura?-
-Tengo experiencia-
-Ah sí, con tooodas esas chicas- le dije bromeando.
-No, contigo- me dijo ella alegremente y a la vez seria.
-No empieces Mariana- le dije y baje la mirada.
-¿Qué?-
-Haces lo mismo todos los años-
-Me gusta mi regalo ¿Qué quieres que te diga?- me dijo buscando mi mirada. Yo la mire a los ojos y le dije:
-Este año no lo tendrás, estoy con alguien-
-Es una cosa inocente- se justifico ella.
-No, no lo es-
-Lo sé- me dijo mirándome a los ojos también con seriedad e intensidad.   
-Aun lo sigo queriendo- me dijo luego de un momento y las dos reímos. Me estaba comenzando a sentir seducida.
-¡Eres experta en crear el ambiente! ¿Lo sabes?- le dije mientras trataba de parar de reír. Cuando logre serenarme ella me seguía viendo a los ojos y coloco un mechón de mi cabello detrás de mi oreja izquierda y logro que los vellos de mi cuerpo se erizaran.

-Te odio- le dije en un susurro.
-Yo no- me respondió ella y se acerco para besarme.

Me producía la sensación de haber sido empujada a un océano cálido de corriente agradable, donde mi corazón se sentía atormentado y al mismo tiempo en paz. Creí que caería en un abismo, por lo que tome sus brazos y ella respondió a mi gesto tomando con dulzura mi rostro mientras seguía y seguía besándome. Pensé que nunca podría parar y que aquello terminaría más allá que de costumbre, pero pude alejarla de mí y le dije:

-Hasta aquí está bien- le coloque la mano en su pecho y la aleje de mi cuerpo. Pero ella se acerco de nuevo y comenzó a darme besos en mis labios, uno tras otros y llenos de ternura. Un momento después se separo. Y aun con los ojos cerrados me dijo:

-El mejor momento del año-
-Eso dices siempre- le respondí.
-Lo es- yo aclare mi garganta y me zafe de ella, fui hasta la nevera y tome las tres botellas de agua que le había prometido a Lucia.
-Dormiré con Lucia para cuidarla- le dije sin mirarla y camine en dirección a las habitaciones.
-¿Ana?- me dijo de pronto y yo me detuve y voltee, nerviosa de lo que sería capaz de hacer dependiendo de lo que me dijera. 

-Que descanses-

-Tu igual- le dije. Parecía triste, me recordó a aquellos días en los que se quedaba en silencio viendo la nada y yo aprovechaba para leer Cien Años de Soledad.  

Continuara...
Capitulo 16