miércoles, 7 de octubre de 2015

Historia 1 -Capitulo 20-

Isabel me invito al parque de diversiones. Lucia y su nueva cita (que se llamaba Jennifer “con J y doble n” como nos notifico cuando la conocimos), nos acompañaron.
  
Pacientemente esperamos nuestro turno para subir a la montaña rusa, cuya parte más alta era de 20 metros de altura. Yo sentía como los niveles de adrenalina se elevaban en mi cuerpo a medida que estábamos más cerca, y cuando al fin tomamos nuestros asientos y las correas de seguridad se cerraron, sentí el impulsivo deseo de bajarme. Entonces le tome fuertemente la mano a Isabel, quien se encontraba a mi lado. Ella rió al darse cuenta lo nerviosa que yo estaba, o tal vez rió porque también estaba nerviosa. Luego me dijo “Sera divertido amor”, y el riel arranco. 
   
Era una experiencia increíble. Mi cuerpo, que soy yo, que me lleva a todas partes, que percibe tantas cosas, era absolutamente preso de las fuerzas que generan esas maquinas. Me sentía vulnerable a la velocidad, a la altura, a las subidas y bajadas, y sin embargo, al mismo tiempo era consciente de que estaba resguardada por mi asiento y la mano de mi novia. No podía evitar reír, especialmente por los gritos que escuchaba emitir a Lucia, que iba en el asiento de atrás. Cuando más estaba disfrutando, el recorrido terminó, y quedó en mí las ansias de subir otra vez. Pero no subimos otra vez, decidimos ir a los carros chocones.  

La pelirroja me perseguía y me chocaba, eso hacia a mi cabello batirse sin control, pero cuando alguien más me chocaba, ella seguía al agresor hasta cobrar venganza. Me pareció tierno de su parte y cuando bajáramos le iba a dar muchos besos. Particularmente me costaba mucho controlar el carro, pues no sabía conducir, y la mayoría del tiempo solo di vueltas sobre mi propio eje, finalmente no me quedo más que reírme de mi misma.  

Luego fuimos a esos juegos donde solo te engañan para ganar mucho dinero a tu costa, nos decidimos por uno donde había una pantalla gigantesca en la que aparecían platos voladores y debías derribarlos con una pistola que te entregaban. Mi novia tenía una puntería bastante mala, principalmente cuando aumentaba la velocidad, al tercer intento le dije que parara, pero me respondió que estaba decidida a ganar una bufanda azul para mí. Cuando perdió por cuarta vez y pago para intentarlo una vez más, le quite la pistola e hice explotar el 93% de los platos. El encargado nos entrego la bufanda después de eso y la coloque alrededor del cuello de mi chica.  

-No es justo, yo quería dártela a ti- me dijo haciendo puchero.
-A ti se te ve mejor, combina con tus ojos- le respondí y le di un beso.
-¿Donde desarrollaste esa puntería?- me pregunto Isabel.
-Mariana tiene muchos videojuegos, cuando la conocí a ella y Sara, pasábamos la mayoría del tiempo jugando-
-Creo que fue bastante tiempo- me comento, yo me quede pensando que responder, pero en eso momento se acerco Lucia con Jennifer de su mano y nos dijo:
-¡Por favor! ¡Díganme que comeremos algo que rebose calorías!-
-¿Una hamburguesa estaría bien?- le sugirió Isabel.
 

Todas estuvimos de acuerdo y fuimos hasta un restaurante del parque. Conversamos un largo rato, y después de comer, regresamos a casa pasado el anochecer. Lucia había llevado su carro, por lo que nos despedimos en el estacionamiento del parque. Durante el camino Isabel y yo charlamos sobre todas las maquinas en las que subimos, y nos partimos de risa recordando como caminábamos con dificultad después de bajar de las tazas locas.  

-Fue buena idea haber ido- le dije a Isabel cuando estaciono frente a mi casa.
-No me quiero marchar todavía- me respondió ella.
-No lo hagas- le dije.
 

Nos sentamos en los asientos de atrás de la camioneta, cosa que hacíamos siempre para estar más cerca, pues en la parte delantera nos estorbaba la palanca de velocidades y el freno de mano. Yo me acurruque entre su pecho y su brazo, ella me dio un beso en mi frente y aspiro el olor de mi cabello como siempre hacíamos, era casi ritual.  

-Quiero graduarme para alquilar mi propio apartamento y poder estar contigo con más tranquilidad- me dijo luego de un rato.
-Todavía falta año y medio-
-Sí, pero sé que quiero estar contigo todo ese tiempo y más-
 
Yo levante mi vista y mire sus ojos, que estaban brillantes.  
-¿Estás segura de eso?- le pregunte sonriendo, no podía evitarlo, había dicho algo muy lindo. Nunca antes alguien me había dicho algo así.
 
-Sí, creo que estoy comenzando a amarte- entonces me tomo el rostro y nos besamos largo rato. No fue un beso de esos que los haces por deseos de sus labios, o de los profundos que terminan apasionándote. Fue un beso lento, más suave de lo normal, un beso que tenía la intención de acariciar, de querer.  

Más tarde tuvimos que despedirnos porque su madre había llegado temprano a casa ese día y la llamo al celular para exigirle que llegara a cenar.  

-No podre venir mañana porque debo hacer algo con mis padres- me dijo antes de irse cuando yo estaba en la acera y ella encendió el carro.
-Yo igual- le dije con sonrisa de resignación.
-Ven aquí- me pidió.
 

Yo di la vuelta y me acerque a su ventanilla. Nos dimos unos besos más.  

-¡Eres hermosa!- me dijo entre besos.
-Y y tu una diosa pelirroja- le respondí yo, ella rió conmigo.
-¿De dónde sacaste eso?-
-Siempre te he llamado así en mi mente desde que te conocí-
-¡¿En serio?!- me pregunto aun sin creérselo. Luego su teléfono volvió a sonar, era su madre de nuevo.
-Vete ya- le dije.
-Te quiero-
-Yo más le respondí- y le di un último beso.
 

Esa noche antes de dormirme me puse a pensar sobre lo que había dicho Isabel de estar juntas por mucho tiempo. Verdaderamente no me había pasado por la cabeza esa idea, muchas veces vivimos sin darnos cuenta que lo que hacemos día a día es forjar nuestro futuro. ¿Quería pasar largo tiempo o quizás lo que me restaba de vida con Isabel?, no lo sabía, la sola idea me daba mucho miedo. Así que mejor deje de pensar, y al dejar de pensar me dormí.  

***

La mañana siguiente era viernes, como ya estaba de vacaciones por la navidad dormí hasta tarde, pero mi padre entro frenético a mi habitación a eso de las 9:00 a.m y me dijo que recordara que ese día era muy especial, y que si iba a tardarme mucho arreglándome sería mejor que comenzara ya.  

-¡Papá faltan como 10 horas!- le respondí mientras luchaba con él por quedarme con la sabana que me arropaba.
-Debes levantarte, bañarte, desayunar, buscar tu vestido, ir a lo que sea que hacen en la barbería, ¡Pueden tardar más de diez horas si me descuido!-
-¡No se llama barbería porque somos mujeres! ¡No tenemos barba!- le respondí.
-¡Obedece Ana!, ¡hoy es un día muy importante para tu madre!- Después de decirme eso salió de la habitación. Me lamente unas cien veces, pero finalmente logre ponerme de pie.
 

Mamá hace casi un año había realizado un estudio en jóvenes con comportamiento agresivo, logro determinar que aplicando ciertos ejercicios que ella misma diseño, los chicos lograban sentirse mejor consigo mismos y calmar sus furias. La Sociedad de Psiquiatría del país había conocido del estudio y se sintieron muy impresionados por el trabajo de mi madre, por lo que le darían un premio especial, (cosa que era extraña, pues los psiquiatras muchas veces consideraban a los psicologos como inferiores). Mamá reía por aquello y decía que era algo obvio, que el problema con los psiquiatras es que mandan medicamentos antes de si quiera conocer el nombre de las personas. Claro, esto es un secreto de familia, que confió que ustedes no revelaran.  

Mi padre tuvo razón, el día pasó volando. Me vi en la obligación de colocarme los tacones mientras bajaba la escalera, pues él ya estaba en el auto tocando el claxon para apresurarnos. El evento seria en un salón muy elegante de un famoso hotel cinco estrellas. Incluso cuando llegamos, había chicos uniformados que estacionaban los carros. Entre los asistentes, los hombres llevaban trajes y las mujeres vestidos de gala con elegantes moños. Para mí el día había sido caótico, ni si quiera había almorzado y mi estomago se encogía de hambre.  

Al entrar en el salón del evento, observe que estaba lleno de muchas mesas con manteles, y al fondo había un escenario con una mesa rectangular. Todo estaba cubierto de telas, había flores por doquier, inclusive había un cuarteto en una esquina del salón junto al escenario, gran cantidad de personas conversando (varios eran mis profesores en la universidad) y chicos de protocolo tratando de ordenar a la gente en sus respectivas mesas. Mi estomago se retorció de hambre de nuevo y yo coloque mi mano sobre mi abdomen y lloriquee. Victoria que estaba junto a mí me miro con cara de pocos amigos y me pregunto como si la avergonzara:  

-¡¿Qué te ocurre?!-
-Tengo hambre- le dije como niña pequeña.
-Sí, bueno, todos tenemos hambre… compórtate- me quede sin expresión al escucharla, no sabía si reírme o preocuparme por su actitud.
 

Mi padre menciono que buscaría a alguien que nos informara donde debíamos sentarnos y en ese momento una voz masculina me llamo. Al voltearme me di cuenta que era Julio, aquel chico con el que baile en el cumpleaños de Sara.  

-¡Hola! ¡Qué sorpresa verte!- le dije y nos saludamos con un beso en la mejilla.
-Creo que estamos destinados a encontrarnos en fiestas- me dijo de manera divertida y yo reí, luego continúo: -No te vi en la presentación de Sara-
-¡Cierto! Pero si fui, estuvo increíble-
-¿Qué te pareció mi escenografía?- me pregunto.
-¿La hiciste tú?, estuvo genial, tienes mucho talento- le respondí cortésmente.
-Sí, lo sé- me dijo bromeando de nuevo y continuo: -¡Ven te presentare a mis padres para que te amén por estudiar medicina!- entonces me tomo de la mano y me llevo con él.
 

Mientras caminábamos estuve pendiente de ver donde quedaba mi familia para no perderme y cuando me di cuenta ya estaba frente a los padres de Julio, quienes se encontraban sentados en una de las mesas cercanas al escenario. Eran personas muy estilizadas, de piel blanca, ojos color café y cabellos claros. 

 -Mamá, papá, ella es Ana- yo les estreche la mano y les dije que era un gusto conocerlos.
-Ella estudia medicina, según dicen por ahí es la mejor de su promoción-
 

Los doctores sonrieron complacidos y me estrecharon la mano una vez más mientras me felicitaban.  

-¿Qué especialidad escogerás?- me pregunto su padre, yo me sentí bajo mucha presión, no quería mencionar algo que los decepcionara.
-Aún lo estoy decidiendo, voy un poco menos de la mitad de la carrera-
-Estaremos pendiente de ti Ana, nos agrada que Julio haga buenas amistades- me comento su madre. Yo sonreí, luego Julio me dijo:
 
-Ellas son mis hermanas- me di vuelta para saludar a dos chicas igualmente pelirrojas que acababan de llegar de quien sabe dónde. En ese momento sentí que el estomago me llego a la garganta y que una gota muy fría bajo por mi espalda. Una de ellas era Isabel.
-Ella es Juliana y ella es Isabel- Isabel me extendió la mano primero y me dijo:
 

-Un placer conocerte ¿Cuál es tu nombre?-
-Ya te lo iba a decir odiosa, ella es Ana- le respondió Julio. Yo le estreche la mano y luego también a Juliana.
 

Había olvidado cómo se hablaba, pues me quede allí callada, Juliana siguió a sentarse en la mesa, pero Isabel se quedo observándome y Julio parloteaba a nuestro lado, yo no lograba entender sus palabras. No podía creer lo nerviosa que estaba, no podía creer que Isabel no siguiera a Juliana indiferente a mí como debía ser. Y cuando todo no podía ser peor, llego mi madre.  

-Hija, ya tu padre ubico nuestra mesa. ¡Hola Isabel! Ana no nos conto que también vendrías- Julio, Isabel y yo nos quedamos en silencio. Afortunadamente mis suegros y mi cuñada estaban entretenidos conversando con otras personas que se habían acercado a saludarlos. En cambio Julio miraba extrañado a su hermana, a mí y a mi madre.  

-Creí que no se conocían- menciono el chico luego de un momento. Mi madre esta vez era quien nos miraba confundida a los tres. -Nos vemos después- les pude decir finalmente y me dispuse a irme, pero mi mamá no se conformo con aquello y agrego:
 

-Deberías ir a comer a casa pronto, hace días que no te vemos por allá- yo tome a mi progenitora por el brazo y le insistí que nos marcháramos de allí.  

-No entiendo que ocurrió- me dijo cuando por fin llegamos a la mesa.
-¡Mamá acabo de conocer a la familia de Isabel!- le dije exasperada.
-Sé que eso siempre da nervios, pero eres una buena chica, no tienes porque preocuparte-
-¡No! ¡Tú no entiendes! Ellos no saben que Isabel y yo salimos, si se entera la matarían-
-¿Te presento como amiga? Eso siempre molesta un poco cuando eres sexodiverso-
-¡No! conocía a Julio, su hermano, antes de conocer a Isabel-
-Pensé que no te gustaban los chicos- me dijo aun más confundida.
-¡No salí con él! ¡Le dije que era lesbiana!-
-Oh, ya veo, ¿entonces piensas que él se dio cuenta?-
-¡No lo sé!- le respondí con pesar, quería llorar, ya mi estomago no sentiría hambre el resto de la noche, pues se había quedado como una pasa, arrugado y seco.
-Relájate hija, deja que las aguas sigan su curso-
 

Al instante un maestro de ceremonia anuncio por el micrófono del escenario que el acto comenzaría dentro de poco. No disfrute la noche, me sentía tensa, era incapaz de voltear a la mesa donde estaba Isabel, aunque me moría por hacerlo para saber que ocurría. En el evento premiaron a varios investigadores, cuando subió mamá se veía muy hermosa y un poco tímida. Me sentí muy feliz por ella y a la vez aliviada porque significaba que nos iríamos pronto.  

Al llegar a mi casa llame a Isabel, pero no respondió, lo intente muchas veces más y no obtuve respuesta. Sentía mucho miedo, si no contestaba era porque su hermano se habría dado cuenta y ahora podría tener a toda su familia encima diciéndole cosas terribles. A eso de las 4:00 a.m el cansancio logro vencerme.  

El día siguiente desperté poco antes del medio día, me sentía fatal, tenia sueño y me dolía el cuerpo. Baje a la cocina por un poco de café, las gemelas estaban en la sala de tv, Elizabeth revisaba su teléfono y Victoria veía una película. Al verme Elizabeth me dijo:  
-Mamá dijo que pidieras algo para almorzar, ella y papá llegaran tarde- La mire y seguí de largo, estaba muy cansada como para contestar.  

Mientras observaba anhelante la cafetera esperando que estuviera listo, Victoria entro a la cocina y me dijo:  

-Te espera un chico en la sala-  

Tarde varios segundos en entender lo que su frase significada, y sin estar aun segura salí a ver de quien se trataba. Mi presión bajo cuando me percate que Julio estaba en mi casa.  

-¿Qué haces aquí?- le dije y me cruce de brazos, sea lo que sea no me parecía buen augurio.
-He venido por Isabel-
-¿Le ocurrió algo?- le pregunte preocupada.
-No- me respondió con el ceño fruncido, parecía molesto. -Solo quiero pedirte que no la busques más-
-¿Disculpa?- no me podía creer lo que me acababa de decir.
-Mira, ella no es como tú, solo está confundida- en ese momento se me escapo una expresión de incredulidad.
-¿Te divierto?- me pregunto.
-Haces justo lo que ella tanto temía-
-Déjate de tonterías Ana, una mujer necesita a su lado un hombre que sea capaz de protegerla, de cuidar de ella, otra mujer en ese trabajo sería completamente inútil-
-Ve al grano- le respondí fríamente.
-No te acerques más a Isabel, no le conté a mis padres porque me siento capaz de manejar la situación, pero si insistes en confundirla, hare lo que sea necesario para protegerla de ti, te recuerdo que apenas estas comenzando a estudiar y que todo tu futuro podría quedar arruinado por influencia de mis padres, ellos tienen poder y pueden destruir tu reputación con un par de llamadas-
 
-¿Terminaste?- Julio y yo nos dimos vuelta, al escuchar a Elizabeth, quien se encontraba en el marco que comunicaba la sala con la cocina.
-Sí, eso es todo- nos dijo a ambas. 


-¡Entonces lárgate de aquí idiota!- Julio quedó impactado con el grito que le dirigió mi hermana y se apresuro a salir cuando ella tomo un jarrón que adornaba la habitación y parecía dispuesta a pegárselo en la cabeza. No conforme con eso lo persiguió hasta la puerta y le siguió gritando hasta que él desapareció por el portón: “homófobo” “idiota” “poco hombre” “cobarde” “machista” fueron algunas de sus palabras.
 

La escena era graciosa, pero no lograba reír, me sentía tremendamente mal.  

Continuara…
Capitulo 21

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