viernes, 16 de octubre de 2015

Historia 1 -Capitulo 21-


Apenas se marcho Julio, subí a mi habitación a llamar a Isabel, no podría ser verdad que ella quisiera eso, no después de lo que me dijo la última vez que estuvimos a solas. Intente llamarla incontables veces, pero nunca respondió. Pase el día caminando en mi habitación de un lado a otro, pensando que podía hacer, necesitaba hablar con ella, que me dijera las cosas de frente, no de este modo. ¿Por qué no me atendía? ¿Por qué me trataba así? ¡Yo no tenía la culpa de nada! Y… yo no tenía idea de dónde encontrarla, llevaba tres meses saliendo con Isabel y desconocía su dirección, ni siquiera eso había sido capaz de confiarme, ¿Qué rayos me pasaba? ¡Como pude ser tan tonta! ¿Cómo pude al final de todo salir con una closetera y creer que todo iría bien?

Me fui llenando de rabia con cada llamada que me enviaba al buzón, me dieron ganas de lanzar el teléfono contra una pared, pero pensé que luego podría arrepentirme por lo que lo coloque dentro de una gaveta. Sin embargo las lágrimas me corrían por el rostro, no podía más. Mire alrededor y ubique el ramo que me regalo en mi cumpleaños, el ridículo ramo que me avergonzó delante de mi familia y amigas, el cursi ramo que le otorgo el título de novia perfecta, de chica tierna… tome entonces todo aquel berenjenal, lo lleve hasta la ventana y lo lance con todas mis fuerzas contra la pared que separaba el jardín de la calle. El ruido que produjo mi acción fue estruendoso, pero no suficiente. Fui a mi joyero y busque bruscamente entre todas mis prendas hasta ubicar la pulsera de plata que me dio cuando visitamos el pueblo Danés, al encontrarla la arroje en la basura. Luego me di cuenta que no tenía más nada que me hubiese obsequiado que podría desechar o destruir, tampoco tendría más amor, ni sus besos, ni sus abrazos, ni sus ojos, ni su cuerpo, ni sus mensajes todas las mañanas… me deje caer en la cama de lado y abrace mi almohada, me rendí, cedí ante mis emociones y llore amargamente por muchas horas.

Al anochecer mi madre toco la puerta de mi habitación, al no obtener respuesta la abrió despacio y entro, luego se sentó en la cama y acaricio mi cabello. Por mi rostro, después de tantas horas, seguían brotando lágrimas, una tras otras como un rio cauteloso.

-Victoria me conto lo que paso, lo siento mucho hija- me dijo, yo guarde silencio.
-También me dijeron que no has comido nada hoy-
-Déjame sola- le respondí.

Ella se levanto y salió, pero antes me dijo que me traería dentro de poco algo para cenar.

El día siguiente lo pase en la misma posición. Mamá me obligo a comer dos veces y papá a bañarme, el resto del tiempo me dejaron en paz, hacia el final de la noche ya había parado de llorar.

Sara y Lucia fueron al día siguiente. Lucia se paseo por todo el cuarto despotricando contra Isabel, Julio, sus padres, la sociedad, la biblia y las religiones. Sara permaneció a mi lado viéndola ir de aquí para allá.

-¡Deberíamos cobrar venganza!- dijo finalmente.
-Exageras como siempre Lucia- le respondió Sara.
-¡Debemos ayudar a Ana! ¿Cómo propones tu ayudarla?-
-Creo que podríamos llevarla a que hable con Isabel-
-¡Excelente! Nos llevamos unos globos, los llenamos con pintura y cuando se de vuelta ¡la atacamos por la espalda! ¡No lo verá venir y será una cucharada de su propia medicina!-
-No haces eso con todas tus ex novias ¿o sí?- le pregunto Sara dudosa. Lucia titubeo al responder y yo las interrumpí diciendo:
-No sé dónde encontrarla-
-Sí, no sabes donde vive, pero conoces ese lugar donde te llevaba, el restaurante de la playa- me recordó Sara.
-¡Es cierto!- le respondí animada, pero luego me sentí furiosa conmigo misma por sentir un rayo de luz al imaginar poder verla.
-¡Perfecto!, iré por los globos, la pintura y vendré a recogerlas más tarde- nos dijo Lucia.
-¡No! Nadie le lanzara globos a nadie hoy Lucia- la reprendió Sara. Lucia se sentó en el sillón junto a la ventana con los brazos cruzados y murmuro “aguafiestas”

Yo me bañe, me vestí, arregle (pero no demasiado) y partimos.

Cuando llegamos obviamente no encontramos allí a Isabel, esas cosas no pasan. Solo estaba Evita con sus hijas, que esta vez no parecían felices de verme.

Evita me abrazo y me llevo a caminar con ella por el malecón:

-Lo lamento mucho- realmente parecía triste por la situación, luego continuó diciendo:
-Estuvo aquí ayer, su hermano lo supo apenas entendió que se conocían, no era la primera vez que él se entera que Isabel sale con chicas. La amenazo con delatarla, ella dice que no puede arriesgarse a perder el apoyo de sus padres, se quedaría sin casa y sin sustento para terminar la universidad-
-Entiendo que se aleje de mí, lo que no entiendo es porque no se despidió- le respondí con pesar.
-Tal vez es muy difícil para ella hacerlo-
-Difícil para ella y muy injusto conmigo- le dije y me aleje. Las chicas y yo nos fuimos después de eso.

El resto de los días los pase en mi cuarto, la mayoría del tiempo contemplado los detalles del techo, que sinceramente nada de interesante tenia. Me quedaba despierta hasta muy tarde leyendo lo que se me ocurría por internet y chateando con Sara y Lucia de vez en cuando. Sara estaba preocupada por el paradero de Mariana, hacía dos semanas que no sabía de ella y se tranquilizo un poco cuando le conté que vino a verme el día de mi cumpleaños. Recordé la caja de música y voltee buscándola con la mirada, estaba justo donde la había dejado, en mi escritorio. Me levante, la tome y me la lleve hasta la cama, le di ocho vueltas a la llave y comencé a escuchar la melodía.

Cerca de las tres de la mañana me desperté, mi teléfono estaba sonando, sin darme cuenta me había quedado dormida un poco más temprano gracias a la caja de música. El número que me llamaba era desconocido, por el tiempo que me quede observando la pantalla, la llamada fue enviada al buzón. Volvieron a llamar una vez más, yo no quería responder, un número extraño llamando tan tarde me daba escalofríos. Luego pensé que podría ser Isabel, tal vez Evita había hablado con ella y la había convencido de despedirse, a la cuarta vez decidí responder:

-¿Hola?-
-¿Puedes salir? Estoy fuera de tu casa-
-¿Mariana?-
-Por favor, te espero fuera- y colgó.

Me levante rápidamente y baje en silencio para no despertar a nadie. Igualmente abrí con cautela la puerta que daba a la calle. Mariana estaba allí, llevaba una sudadera con la capucha levantada y bajo ella un vestido y tacones negros, parecía venir de una fiesta.
-¿Qué haces aquí a esta hora?- le pregunte cuando estuvo dentro del jardín.
-Lamento haber venido tan tarde- me dijo mientras bajaba la capucha de la sudadera y rebuscaba en su interior.
-Necesito que me ayudes a entender esto- y me entrego una seria de hojas blancas mecanografiadas a computadora.
-Sara ha estado muy preocupada por ti, dice que no la has llamado en dos semanas-
-No ha pasado tanto tiempo- me respondió Mariana sorprendida y pensativa.
-Dijiste que vendrías el día después de mi cumpleaños y tampoco lo hiciste-
-Lo siento, pero necesito que me ayudes, juro que las recompensare a todas, por favor dime que significa esto- me dijo mientras removía nerviosa las hojas frente a mí.
-Está bien- le dije porque parecía muy ansiosa y fuimos hasta bajo de una bombilla del estacionamiento.

Pase largo rato leyendo, eran casi 20 hojas. Mariana impacientemente caminaba de aquí para allá. Cuando iba por la última hoja, mi amiga se acerco a mi expectante.

-¿Y bien?- me pregunto cuando le entregue de nuevo las paginas.
-Son notas de laboratorios, memos y correspondencia-
-¡Eso lo sé bien! ¿Pero qué entendiste?-
-Hay una sustancia, se llama 1,25 dihidroxiglifosacleno, la crearon para matar las plagas artrópodas de los cultivos, y funciono muy bien. Pero luego cuando alimentaron a los animales con esos vegetales, todos murieron súbitamente. Al estudiar los cadáveres observaron lesiones en hígado, sistema nervioso, riñones y corazón. Determinaron que la sustancia causaba fallas multisistemicas en los mamíferos. Siguieron probando con diferentes dosis, y hasta en las dosis más bajas se comportaba altamente tóxico, tu padre en un memo ordeno cesaran las investigaciones…-
-¡Pero continuaron Ana!- me dijo Mariana furiosa y me sorprendió al interrumpirme abruptamente.
-Bien, lo desobedecieron, tal vez porque murió- opine.
-¿Y no crees que está mal? ¿Qué más tienen que saber? ¡Tienen que rendirse, el veneno no funciona!-
-Si funciona, solo que es muy tóxico y no lo pueden controlar-
-¿Por qué piensas que lo están comercializando en ampollas a ejércitos de otras naciones?-
-Porque están pensando usarlo en las guerras-
-¡Exacto!-
-Eso sería aterrador- le comente.
-¡Es espantoso, asqueroso y repulsivo! Si mis abuelos o mi padre supieran esto…-
-Tú eres la heredera de la empresa, prohíbe que sigan investigando y mucho menos comercializando- le recomendé a Mariana pero ella parecía no escucharme, pues murmuraba para sí misma:
-Tantos meses buscando en el lugar equivocado, tantos meses evitando el laboratorio que me haría entender todo…-
-¿De qué hablas?- le pregunte preocupada, se veía un poco lunática.
-¿Recuerdas que te conté que odiaba el laboratorio de agroquímicos? ¿Qué todo allí terminaba marchito y sin vida?-
-Si-
-¡Ahí encontré esto!, lo que Rocky me envió a buscar ¡estuvo ahí todo el tiempo! Yo sabía que algo traían entre manos, se comportaban de manera misteriosa, pero siempre estaba lleno de gente, o los vigilantes estaban observando, ¡pero hoy! organice una fiesta de navidad para todos, cuando la mayoría se caían de borrachos, aproveche, me escabullí dentro, y ¡robe esto!-
-¿Y qué pasa si descubren que te robaste eso?-
-¡Por eso no hay tiempo! Debo llevárselo a Rocky- y emprendió marcha hacia la puerta y tras pasar dos segundos le seguí.
-¿No crees que no deberías andar tan tarde por ahí?-
-No te preocupes- me respondió evasivamente.
-¿Quieres que te acompañe?-
-¡No! Por supuesto que no-
-Mariana…- le dije cuando alcanzamos la puerta. Ella volteo a verme con atención.
-¿Qué tienes?- me pregunto preocupada.
-Isabel me dejo-
-¿Qué?- yo guarde silencio.
-No puede ser verdad-
-Lo es-
-¿En tu cumpleaños?-
-No, unos dos días después-
-¡Que perra!- yo reí un poco, no esperaba eso.
-Vendré cuando termine con esto- yo no le creí pero antes de salir me repitió:
-Vendré más tarde, lo prometo-

Continuara…
Capìtulo 22

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