viernes, 29 de julio de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 15-

Creo que permanecí en una especie de shock por muy largo tiempo. ¡Diablos! Ana había estado conmigo en una cama, nos besamos y más. Por segunda vez en mi vida, por primera vez en seis años. La deje ir porque estaba furiosa con ella por confesarme que tenia pareja mientras se largaba. 


Cuando mis demonios me alcanzaron y la ira y la frustración tomaron dominio sobre mi, destruí mi taller. Tire y rompí tantas cosas que deje un gran caos. 

Todo esto paso luego de dibujar la décima pintura de un árbol cuyas raíces abarcaban todo el paisaje. Ninguno me gustaba, ninguno había quedado bien.  Me retire a mi habitación. 

No soporte mucho estar allí. Así que me vestí para salir. Antes de irme le pedí a las chicas del servicio de limpieza que arreglaran mi taller lo mejor que pudieran y les ofrecí un jugoso bono para el próximo sueldo pues me sentía apenada con ellas. 

Tome mi camioneta sabiendo exactamente donde ir, eran casi las 6:00 p.m, hora en que terminaba la consulta de la doctora Villegas.

Me apresure lo más que el trafico y las leyes de transito me permitieron. Cuando alcance el estacionamiento del hospital busque y comprobé que su camioneta aún estaba en el reservado. Rápidamente fui a estacionar la mía y casi corrí a la entrada del edificio.

Al pisar el camino de baldosas que conducía a las puertas la ví, iba saliendo acompañada de una mujer muy alta de contextura gruesa y moño tan duramente amarrado que parecía estirar su rostro. Fue entonces cuando lo comprendí, se trataba de Ruth. 

Me quede paralizada alrededor de 1,5 segundos, mi corazón hecho un bólido mando la suficiente sangre a mi cerebro y mis piernas para correr y ocultarme tras los autos más cercanos. Afortunadamente ningún transeúnte, ni Ana, ni pareja se percataron de mi presencia.

Pasaron por la parte delantera de la fila de coches mientras yo me ocultaba por la parte trasera de los mismos. Las fui siguiendo en su recorrido, no pensaba solo actuaba guiada por quien sabe qué. 

Los tacones de aguja de Ruth raspaban el asfalto del estacionamiento generando un audible sonido y sus múltiples pulseras de plata chocaban y hacían ruidos de pequeñas campanas por todo el camino. La enorme mujer llevaba un uniforme acorde a los empleados del hospital, al igual que una identificación en uno de sus bolsillos, probablemente allí se indicaba su cargo, pero algo era seguro, no era médico ni enfermera. Ana le platicaba alegremente mientras ella se limitaba a escudriñar su celular, que no tenia idea como lograba manejarlo, pues usaba unas uñas falsas de esas que son enormes, a Ana parecía no molestarle su falta de atención. 

Luego se detuvieron junto a un pequeño auto azul, de esos que asemejan formas de zapatos. Ruth acciono la alarma, parecía ser suyo. Se despidieron con un beso que voltee para no presenciarlo pues no quería vomitar. 

La mujer del moño subió a su auto y Ana caminó unos tramos más, el parqueadero de médicos estaba en otra fila. 

Yo continúe siguiéndola hasta su camioneta y cuando subió a ella y se dispuso a prenderla tuve el impulso de acercarme a la ventanilla del copiloto y tocarla, como quien toca una puerta. 

Ana salto en el interior de su auto y emitió un pequeño grito, cuando se dio cuenta de quien se trataba bajo el vidrio y me dijo con los ojos desorbitados:

-¡Mariana! ¡Me has asustado!- 
-Lo siento mucho, ¿puedo pasar?- le dije. Ella desactivo el seguro de la puerta y yo entré y me senté. 

-¡¿Qué haces aquí?!- me preguntó aun sorprendida. 

-Quería verte- le confesé. Ella parecía aún aturdida. 

-Hola ¿Como estás?- le dije seguidamente. 

-Bien- me respondió luego de respirar profundamente. 

-¡Estas loca!, ¿De donde has salido?-

-Pude alcanzarte antes de que te fueras, el día que estuve en tu consulta me fije de tu horario- 

-No puedo detenerme mucho, seguramente Ruth llamara pronto, vamos a casa-

-Supe que fuiste a la inauguración del centro de arte, aunque no pude darte las gracias por asistir- le comente como si no la hubiese visto por mi misma con su "esposa", y para tratar de obviar el hecho de que se iría a jugar a la casita feliz con esa horrible mujer. 

-¡Si! Esta todo increíble, mis padres no paran de hablar de eso ni antes ni después de ir, están muy orgullosos de ti- yo me sentí apenada y me decidí a preguntarle.
 
-¿Estas molesta por lo que te dije el otro día?- 

-No... ya no. Recordé que así eres tu y siempre valore eso en ti- Nos quedamos en silencio unos instantes. 

-Deberías pasar mas tiempo al menos con tu familia- 

-Eso intento... es que tu no sabes, no entiendes lo que pasa- me dijo un poco frustrada. 

-Puedo entender, si me lo cuentas- 

-De todas las personas eres la que menos lo entendería- auch pensé. 

-¡Esta bien! Hablemos de otra cosa, ¿Qué haces con tu tiempo libre?- le pregunte tratando de cambiar de estrategia. 

-Ummm, descansar en casa mas que todo- me respondió luego de pensarlo un poco. 

-¿Recuerdas cuando comenzaste la universidad que ya no tenias mucho tiempo para salir conmigo... me prometiste que al ser especialista serias libre de nuevo?- ella río un poco y me respondió: 

-Si. No tenia idea de como serian las cosas ahora- 

-Una promesa es una promesa- le dije medio en broma, muy en serio. Ella me miro sonriente y a la vez analizandome. 

-Hay un lugar en la playa donde pagas por montar camionetas monstruos y las puedes manejar sobre las lomas de arena y si no las sabes manejar puedes ir con un chofer entrenado y es genial como te sacude el camino durante todo el trayecto- 

-¿Ya las probaste?- 

-No, me contó el chico que tapizo las butacas del teatro, me gustaría que fueras conmigo- 

Comenzaron entonces a brillar sus ojos, eso me indicaba que nuestra conversación le estaba agradando, por lo que le sonreí y coloque mi mano cerca de su asiento.

-Suena divertido- me respondió con ese tono típico de chica que esta a punto de ceder. Yo estaba dichosa, luego de sentirla tan lejos me daba cuenta que quizás era posible que... 

El maldito teléfono comenzó a sonar, era Ruth, ella contestó inmediatamente y el buen ambiente en el que estábamos se esfumó. Es como cuando estas alegre y te dan una mala noticia, o cuando le lanzas una pelota a un perro queriendo jugar y él te ignora, o como cuando crees que te están saludando y no, es a un fulano de más atrás, así se siente. 

Le mintió diciendo a su querida esposa que se había cruzado con un paciente, pero que ya iba a su encuentro. ¿Por qué le mentía?

-Debo irme- me dijo apresurada mientras encendía el motor. Yo saque de mi bolsillo una de las tarjetas de presentación que Juana había mandado a hacer para mi. 

-Este es mi número. Deberíamos ir y hacer muchas cosas más- Ana recibió mi tarjeta, mientras la leyó yo me dedique a mirarla... últimamente usaba cosas que no necesitaba, como esas pestañas falsas, el abundante maquillaje y ese color claro en el cabello. Cuando levanto la mirada de la tarjeta me dijo: 

-Si que te has vuelto seria-

-Solo son tarjetas, espera que me veas manejando esa camioneta monstruo- le respondí, luego le guiñe el ojo, me baje del vehículo y me largue de allí. 

Continuara...

Capitulo 16

lunes, 25 de julio de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 14-

Los recuerdos más antiguos que albergo inician cuando tenía 5 años, afortunadamente son recuerdos felices. Nunca estaba sola, siempre había a mi lado alguien a quien yo quería y que me quería a mí.  Los días de semana pasaba las mañana con Sara en la escuela. Durante las tardes me cuidaban mis abuelos, y en la noche, cuando mi padre llegaba de trabajar, veíamos alguna película, jugábamos o me leía un cuento.

Los sábados papá nos llevaba a Sara y a mí de paseo, a la playa, al parque, al cine o algún museo. Mientras que los domingos podía tener a mis abuelos y a mi padre, juntos descansando plácidamente en casa mientras yo jugaba alrededor de ellos. Cuando pienso en el concepto de paz viene a mi memoria aquellos domingos.

Una tarde de semana cuando tenía 7 años, mí abuela cayó al suelo y comenzó a temblar incontrolablemente, a la par emitió una especie de aullido. Mi abuelo quedo petrificado ante la imagen y fui yo quien tuve que correr a la caseta de vigilancia de la casa a pedir ayuda al portero, quien llamo a emergencias. 

En el hospital dijeron a mi padre y mi abuelo que ella sufrió una convulsión a causa de un tumor en su cerebro que había crecido rápidamente, pues su último chequeo general tan solo tenía 5 meses. Recomendaron quimioterapia pero con la advertencia que la edad de mi abuela sería contraproducente y que el tratamiento muy probablemente no sería curativo. Mi abuela decidió vivir los últimos meses que le auguraban en paz, lejos de médicos. 

Convulsionaba una vez cada dos semanas, luego una vez cada semana y posteriormente unas tres veces por semana. Con el tiempo se fue convirtiendo en una mujer callada, ausente a las conversaciones de alrededor. El abuelo iba deteriorándose junto con ella, continuamente veía con preocupación cómo bebía y comía menos. Papá frecuentaba mucho más la casa en aquellos días y yo a pesar de mi edad, me daba cuenta de la frustración que él sentía al hallarse inútil ante lo que estaba pasando, su madre estaba condenada a morir y su padre parecía planear morir junto a ella. 

La abuela partió una mañana de abril cerca del medio día, en casa. El abuelo un mes después en el hospital conectado a varios tubos que intentaban alimentarlo. Recuerdo que aquella fue la única vez en mi vida que vi a mi padre llorar, él me abrazó fuertemente y estuvo en ese estado cerca de media hora junto al cuerpo sin vida de su padre. 

Desde ese momento aprendí que él amor puede dolerte tanto que prefieres estar muerto. Entonces decidí que no quería pasar por eso más de lo necesario y que con amar a mi padre y a mi amiga Sara sería suficiente para toda mi vida. 

Las cosas cambiaron un poco, esta vez pasaba la tarde con las chicas del servicio de limpieza y el portero. Mi padre continuo cumpliendo los itinerarios habituales que tenia conmigo hasta que alcance los 11 años y decidí que había mejores formas de pasar el tiempo. Con chicas, por ejemplo. 

Hubo muchas, no tengo idea de cuantas realmente. Todas me dijeron en algún momento que les había destrozado la vida, que les había roto el corazón. Sara me señalaba continuamente que me comportaba de manera egoísta con ellas. Sinceramente yo no lo entendía, ¿Qué clase de persona piensa que alguien que conoce a los 13 años será el amor de toda su vida?

Aunque no lo crean a mi me afectaba el dolor que generaba en ellas, no quería que se sintieran mal, no quería verlas con los rostros colorados llorando, no quería que me dejaran mensajes asesinos en el teléfono. Comencé a advertirle a toda chica que conocía que yo no estaba buscando amor, que solo quería pasar el rato, ellas decían comprender y aceptar las condiciones y hasta me mostraban indiferencia, pero siempre mentían, tarde o temprano estallaban en reclamos y me acusaban de destrozarles el corazón y la vida.

Mi siguiente táctica fue visitar lugares frecuentados por lesbianas de mayor edad a la mía y pasar las noches con desconocidas que no supieran mi nombre, así me ahorraba los dramas, fue entonces cuando la conocí a ella.

Asistí a una fiesta que organizaron en el centro LGBT de la ciudad, andaba por aquí y por allá explorando para quizás conocer a una chica linda que no estuviera demente y que fuera lo suficientemente aventurera como para aceptar un revolcón de una sola noche. También en aquel entonces, había una tomboy fornida que se creía dueña del lugar y me había prohibido andar por allí solo porque una vez me vio saludando a su novia, quien era una ex que decía haberme ya perdonado y superado. 

Salí a las afueras del centro decepcionada a fumar un cigarro tratando de decidir si habría esa noche otro lugar donde ir o mejor me iba a casa. Cuando casi terminaba, una joven salió corriendo del centro y no se detuvo hasta la baranda de la calle, parecía afectada por algo, quizás había encontrado a su chica con otra, quizás estuviese vulnerable y más asequible a una aventura. 

La salude, me acerque hasta ella y pude ver en su rostro que jamás podría ser una chica de ese tipo de relaciones, verdaderamente se veía afectada y alterada por algo, me sentí conmovida con ella. En ese momento la tomboy salió del centro y comenzó a amenazarme, quizás le habían contado que yo me encontraba en la fiesta. Aquella tomboy parecida dispuesta a darme una paliza y para mi sorpresa la chica que acababa de conocer, se atravesó con valentía entre nosotras buscando protegerme, le dijo que se estaba pasando de la raya y que se alejara, yo quede boca abierta ¿Quién era capaz de hacer eso por alguien que ni conocía? 

Cuando volteo y me sonrió quede completamente y eternamente prendida de ella. En mi vida había espacio para aceptar un sufrimiento más, de inmediato supe que Ana valía la pena. 

El amor que llaman fraternal es grande, impera toda la vida y a veces no eres consciente de su presencia, pero siempre está ahí impulsando tus actos. Según he entendido desde mi propia experiencia, se trata de querer que tus familiares y amigos tengan buena salud y sean felices, también te genera deseos de pasar tiempo con ellos y te hace extrañarlos cuando pasa rato que no los ves. 

El amor romántico en cambio puede ir y venir, puede doblegarte a que cumplas sus preceptos, puede atormentarte y producirte tanto dolor que tu única esperanza de descanso sea la muerte y así como así, un día te demuestra que si no te dejas ni siquiera él puede matarte. Hay otras cosas a que temerles, como el cáncer, como los accidentes de tránsito o las armas, definitivamente eso si que puede matarte. No por eso deja de asustarnos ese tipo de amor. 

El amor romántico, no solamente te tortura, hace bailar tus órganos, hace sentir tonto a tu cerebro, hace que rías estúpidamente y te convierte en la mejor persona del mundo, ya que deseas que alguien además de ti mismo sea feliz y que esa felicidad sea tu causa. Si es real te convierte en una heroína, pues te sientes dispuesta a dar tu vida por esa persona, incluso si no tienes cuidado puede ser tan grande tu devoción que te olvides de ti misma en niveles peligrosos. 

Admito que con Ana he sido muy egoísta. Hacía de todo por enamorarla pero no iba más allá, cuando no aguantaba la persuadía para besarla y luego le hacía entender que solo fue un juego. Muchas chicas que ella ignora quisieron ir tras ella y yo me encargue de alejarlas, hasta hubo una que abofetee. No estuvo bien, pero fue divertido. 

Actualmente la estoy extrañando tanto que me siento enferma, ¿han experimentado ese torbellino de sensaciones?, es como si tu corazón no pudiera latir bien porque alguna sustancia nociva lo detiene, por tu sangre parece viajar una especie de vibración y ni hablar de los zumbidos que molestan la mente, mezclado con los pensamiento que aparezcan en ella. Puedes sentirte en un momento enamorada y en el otro enojada, sentir que la idolatras y la odias desde lo más profundo de tu ser. Ciertamente amar es un estado de locura. 

Los primeros años que estuve en Europa no había un día en que no pensara en Ana, en que no me doliera como tuve que dejarla atrás en el momento que estábamos viviendo, estaba lista para ser lo más asquerosamente feliz que me fuera posible y todo se fue al caño.

Continuamente me sentía molesta y triste, hice lo que se hacer en esos casos, ser autodestructiva y un día en que mi salud estaba peor que mi estado de animo recordé a mi abuelo y su muerte. Me di cuenta que lo que estaba haciendo no era lógico, había huido del lado de Ana para no morir, pero me estaba matando estar sin ella. No quise sacar fuerzas de la esperanza, es decir, pensar que cuidaría de mi para estar bien cuando volviera a verla, había pasado demasiado tiempo y yo no podía si quiera concebir que eso ocurriría. Solamente me levante y continúe mi vida. 

Es lo que trataba de hacer ahora. Juana me distraía, también las reuniones tontas con los socios que querían volver a vender agroquímicos, la construcción del Centro de Arte, estar con Sara y Lucia, así como pintar. Pero siempre había momentos en que todo estaba callado, en que no había nada más que hacer, pensar o hablar y emergía mi necesidad de ella. Creo que era el hecho de tenerla tan cerca y de sentirla tan lejos lo que me perturbaba. 


Luego de 4 meses de espera el día de la inauguración del Centro del Arte León llegó. 

Juana había invitado al evento artistas de todos los tipos y personas de la clase alta. Tuve que pararme frente a todos y cortar la cinta luego del discurso que impartí al publico presente. 

Recorrimos todos los pasillos de exposición guiados por los autores de las obras, quienes explicaban lo que quisieron expresar en cada ocasión. Posterior a eso, en la sala de conciertos se presentaría una orquesta y a la par Sara y sus niñas de la escuela de danza harían una presentación. Mi intención era asistir al teatro a disfrutar de las coreografías de Sara, pero entre la multitud note que Ana estaba entrando junto con sus padres en la sala de conciertos. 

Sentí una descarga de adrenalina en el cuerpo, deje de escuchar y me encamine hacia allá, cuando casi iba llegando, alguien me tomó por el brazo. 

-¿Qué haces? La presentación de las niñas comenzara pronto- me dijo la voz de Juana. 

-Creo que me apetece ir a la sala de conciertos- le dije. 

-Pero Mariana, todo esta planificado para que seas tú quien entregue el ramo de flores a las niñas cuando acaben su presentación- me dijo luego de ponerse frente a mi. 

-Podrías pedirle a Lucia que lo haga- le respondí tratando de mirar sobre su hombro, ya que estorbaba mi vista hacia el interior de la sala de conciertos, aunque obviamente había tantas personas entrando que no podría ubicar a los Villegas. 

-Se supone que te harán un homenaje por tu iniciativa, no estar presente seria un desplante- continuó diciéndome Juana. 

Me dieron ganas de decirle que me dejara en paz, que me valían las niñas, el centro de arte, ese evento, ella y todo el universo, que Ana estaba allí que la había estado extrañando un montón últimamente y que no quería perder oportunidad de verla. Pero no lo hice, en cambio guarde silencio y me deje conducir. 

Cuando llegamos al teatro ocupe la butaca que me habían reservado junto a Lucia, que también era una estrella ese día por haber dirigido la construcción del lugar. 

-Ana esta aquí- le dije. 

-¡¿Qué?!- me respondió incrédula. 

-Ana esta aquí, la vi entrando con su familia a la sala de conciertos- 

-Eso si que es sorprendente- me comentó. 

-Quizás sus padres la obligaron a venir- le dije desesperanzada. 

-Es lo más probable, yo no he sabido de ella desde la cena- me respondió. Yo quería seguir el tema, pero en ese momento las luces bajaron, la música de la orquesta inicio y el telón arranco su subida, el espectáculo iba a comenzar. 


Luego de aquello pasamos todos a la sala de eventos, una agregación en las construcciones que había sugerido Juana que se creara para alquilarlo para fiestas y así tener una fuente adicional de ingresos. Allí había casi una docena de mesas con bocadillos y bebidas para los asistentes. 

Yo me desprendí de Juana y de Rocky que solo les gustaba pasar el rato en charlas presumidas sobre sus éxitos y me fui a buscar a Ana y su familia. 

Lo gracioso fue que ellos me encontraron primero y ¡sorpresa! no veía a Ana por ningún lado. 

"¡Felicidades!" "Estamos orgullosos" "El lugar es fantástico" "Todo ha estado impecable" fueron algunas de sus palabras, mientras yo trataba de ubicar a quien se me había perdido. 

-¡Gracias! ¡Muchas gracias por venir! Espero lo estén disfrutando... ¿Vinieron solos?- les pregunte como quien no quiere la cosa aunque vibraba dentro de mi una ola de angustia. 

-Ana nos acompaño al principio, pero dijo que ya era tarde y se debía ir- me contó el señor Javier mientras su esposa lo miro con ojos asesinos y medio lo codeo. No entendí porque y como yo me sentía como los personajes de esas películas deportivas cuando pierden el campeonato, los ignore. 

Esa madrugada mientras intentaba dormirme no dejaba de repetir en mi mente el instante en el que la vi, como su cabello y la punta de su vestido navegaron con el viento mientras entraba a aquel lugar. Apostaba lo que fuera que se había colocado de esos perfumes deliciosos que siempre le había gustado usar. 

Quizás ya no estaba enojada conmigo por lo que le dije la última vez que discutimos. Odiaba discutir con ella, siempre fue así, pero me encolerizaba lo que captaba que estaba pasando en su vida. 

Tal vez por eso acompaño a sus padres al evento, tal vez estaba intentando pasar más tiempo con ellos, tal vez me había escuchado. Me sentí orgullosa de mi misma unos segundos, y lamentaba haber dejado de acompañar al señor Javier a observar aves, perdía la oportunidad de preguntar de manera casual si Ana estaba visitándolos más a menudo. Si así era, pude tratar de cruzarmela algunas veces en casa de sus padres, así la hubiese podido ver al menos algunos momentos.

Hacia 6 meses que había regresado y nuestros encuentros habían consistido en una cena incómoda, una noche de sexo, una conversación que me dio dolor de estomago y boto a la basura todas mis esperanzas con ella, un almuerzo donde se palpaba su odio hacia mi y que cerró con broche de oro con la discusión que tuvimos. ¡Demonios! ¡¿Qué estaba haciendo?! Debía arreglar todo aquello, la necesitaba en mi vida. 

Todo estaba bien y a la vez todo estaba mal porque no estaba ella. 

Continuará...

Capitulo 15

viernes, 1 de julio de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 13-

Llegue hasta el Harás "Los Apamates" con la escusa de adquirir unos caballos para el parque ecológico. Un chico un poco adulador me atendió e invitó a dar un recorrido por el lugar para observar los ejemplares.

Me hablo de las razas que usaban, del sistema de cría, de la alimentación, de las revisiones veterinarias, de los competidores famosos que el harás había criado... su voz era para mí como un zumbido molesto, estaba buscando la oportunidad de que me dejara sola, debí haber traído a alguien conmigo que lo distrajera para concentrarme en lo que deseaba... espiar a mi progenitora.

Había varias mujeres por allí, pero cuando la vi, supe que era ella. Teníamos el mismo tipo de cabello, liso, pero con rulos en la punta. Solo que el suyo estaba lleno de canas, aunque todavía podía hallarse un poco de color chocolate por aquí y por allá. Llevaba una coleta, botas de cuero, jeans, camisa rosada y chaleco de cuero marrón. Toda una mujer de campo. Su piel era clara, con las mejillas tostadas por el sol y parecía tener cerca de 50 años.

Por fortuna el chico me condujo hacia ella y muy orgulloso me dijo "Esta es Natalia Espejo, nuestra entrenadora de caballos desde hace 25 años"

Ella me miro de reojo mientras enrolaba en su brazo una cuerda de enlazar.

Como si alguna fuerza divina estuviese conduciendo la situación, el joven vendedor fue convenientemente solicitado por radio. Había un problema en su oficina que debía ir a resolver, se disculpó conmigo por dejarme unos momentos y le encargó a la señora Natalia el fin del recorrido. Ella le gruño que tenia cosas por hacer, pero el chico la ignoró y salio casi corriendo.

-¿Tu padre no te enseño que está mal decir mentiras?- me dijo seguidamente y comenzó a caminar. Yo la seguí. 

-¿Por qué me acusa de mentirosa?- le pregunte preocupada  de haber quedado en evidencia.

-No has venido a comprar caballos, se quien eres Mariana León- y se detuvo en seco, luego volteo y señalándome con el dedo me dijo:

-Mi duda es, ¿Como sabes tú quien soy yo?- 

-Le pedí a alguien que trabaja para mi que averiguara su paradero- le confesé. 

-Hace unos diez años pensé que jamás se te ocurriría buscarme, ¿Como paso esto ahora?- luego continuo caminando y yo la seguí en silencio. 

-No lo se, se me ocurrió una noche después de tener sexo- le conté luego de unos momentos. Ella se detuvo en seco de nuevo, volteo a verme y comenzó a reír con ganas. 

-¡Sincera! Eso me agrada- me dijo antes de entrar en uno de los puestos de los caballos.


Coloco la jáquima al animal y lo saco para luego conducirlo a un corral circular, donde lo puso a correr y correr en círculos. Posteriormente lo hacia correr y frenar, correr y cambiar de dirección. Inclinarse, echarse y rodar. Yo supuse que estaba practicando algún entrenamiento ya aprendido. Era un hermoso ejemplar blanco, ignoraba la raza, pero sus rasgos eran estilizados, quizás si comprara algunos para llevarlos al parque. 

Cuando regreso el caballo al puesto el chico adulador la contacto por radio, preguntándole sobre mi paradero, ella le mintió diciendo que él me había aburrido tanto con su discurso que apenas me dejo con ella decidí marcharme. Posteriormente me dijo "es medio día, vayamos a comer algo"

Yo la seguí en silencio observando cada uno de sus movimientos para no perder detalle de que teníamos en común y en que eramos diferentes.

Fuimos hasta una enorme cocina donde los trabajadores ya estaban sentados almorzando, ella me pidió que esperara, volvió unos momentos después con dos viandas y me dijo que siguiéramos hasta su cabaña para estar mas a gusto.

Más que una cabaña era una hermosa casa de campo rodeada de plantas floreadas. Estaba pintada de color blanco combinado con color ladrillo, el piso era de terracota, y contaba con puertas, ventanas y columnas de madera que desprendían un poderoso olor. Un gato de pelaje negro, blanco y amarillo la recibió con cariño y me miro con recelo al entrar. Nos dirigimos hasta una mesa al aire libre donde nos sentamos a almorzar.

-Me estoy cansando de sacarte con cuchara las preguntas fundamentales niña- me dijo. 

-No soy una niña, tengo...-

-¿Casi 26 años? Pues yo tengo el doble de tu edad- me respondió. 

-¿Por qué no pudo criarme?- le solté. 

-Asumes que no pude, no que no quise...- yo me encogí de hombros..

-Conocí a tu padre en una fiesta, nos pusimos ebrios y calientes. Solo llevaba dos meses en este empleo en aquel tiempo, un empleo que me costo siete años de soportar a un viejo ignorante que pensaba que las mujeres somos estúpidas. Cuando él murió pude quedarme con su puesto. Cuatro semanas después de pasar la noche con tu padre supe que estaba embarazada. Pude tener una hija, pero no quise hacerlo, nunca estuvo en mis planes de vida. Contacte a tu padre, le conté que estaba embarazada pero que no deseaba tenerte. Él me rogó que te tuviera y prometió que luego se encargaría de ti-

Natalia guardo silencio mientras me escudriñaba tratando de notar como me estaba afectando su historia. Luego continuo:

-Vivíamos en una época en que una mujer embarazada era echada de su trabajo, más si no estaba casada, ¿Sabes por qué? Porque para la sociedad no era más que una zorra. Pero tu padre gracias a su dinero te compro la oportunidad de vivir, compro parte de las tierras de esta propiedad, compro un centenar de caballos e invirtió en este mismo harás solo para que el dueño no me echara y me permitiera ser tu madre por un año y a la vez trabajar. Cuando eras una bebe fuerte de casi doce meses te llevo con él. ¿Te preguntas si te extrañe? Sí, te llore como loca por dos años, pero me concentraba en mi trabajo, que para mi es una gran pasión, gracias a mi dedicación se vinieron los éxitos y fui feliz y me siento plena de la carrera que he tenido. Estos inútiles para los que trabajo no pueden imaginar perderme, tengo mi reputación y mis caballos son las más educados del país-

Ella se quedo en silencio y se dedico a abrir su vianda y comenzar a comer, imagino que esperando que yo dirigiera la historia. ¿Se preguntan como me sentí? Pues, sentí nauseas, tristeza y alegría, ganas de salir corriendo, ganas de abofetearla y ganas de darle las gracias por haberme cuidado por un año. ¿Por qué mi padre nunca me contó nada? Quizás pensaba que seria muy duro para mí saber que mi mamá no me quiso porque deseaba ser la mejor entrenadora de caballos del país. No pude evitar que me corriera una lágrima del ojo izquierdo, detestaba que me pasara frente a ella, pero, que más da. La elimine rápidamente.

-No sufras, tuviste un papá que te quiso mucho, ¿No? ¿Que más pides?- me dijo. Yo respire y pensé "si que es una mujer dura".

Limpie una segunda lágrima que quiso salir y le dije:

-No pido más nada- 

-Come tu almuerzo- me ordenó seguidamente, tomo entonces la vianda, la destapo y me la acerco con los cubiertos, luego me amenazo diciendo "¡y ni se te ocurra decirme que no tienes hambre!"


-Se todo acerca de ti Mariana León, se que estuvieron a punto de matarte, siempre he querido patearles las pelotas a esos sujetos, pero supongo que es imposible. Se que eras la reina lesbiana y la niña rica egoísta que solo pensaba en fiestas, supongo que tu padre te consintió demasiado... Luego que te fuiste te perdí la pista, ¿Que has hecho desde entonces?-

Yo me quede con la boca abierta y me sentí apenada "reina lesbiana" "niña mimada egoísta y fiestera" no son cosas que deseas que las conozca tu madre y menos que te las diga a la cara de sopetón cuando la estas conociendo.  

-Ya no soy así- le dije en voz baja. 

-¿Entonces como se llama tu novia?-
 
-En estos momentos no tengo-

-Pero si que tienes sexo ¿verdad? Tu misma lo dijiste- casi me ahogue con la cucharada de arroz que estaba ingiriendo en ese momento "como pude ser tan tonta". 

-Si, pero sin compromiso- respondí.

-Quizás es culpa de tu padre, ¿Nunca sincero su relación con aquel abogado? Quizás te falto ese ejemplo de relación estable-


No lo capte, si no unos momentos después.

-¿Qué?- le dije. 

-¿No me digas que no sabias que tu padre era gay?- me dijo sonriendo. 

-Mi padre no era gay- 

-Oh si claro que lo era, todos lo sabían-  

-No es cierto, yo no lo sabia- 

-Pero aceptas que lo era- 

-¡No, él no era gay!-

-¿No me digas que eres de esas lesbianas que no aceptan la homosexualidad de sus padres?- 

-¿Tu eres gay?- le pregunte confundida. 

-¡Por supuesto que no! Amo un hombre peludo y tosco que me haga suya- 

-Si mi papá era gay, ¿Por qué se acostó con usted?- 

-Por borracho y caliente quizás, ¡ya te lo había mencionando!- 

-No puede ser...- murmuré. 

-¿Por qué? Si tu también eres gay- 

-Nunca lo imagine de él- 

-Apuesto a que él nunca lo imagino de ti hasta que lo supo, esas cosas son así. Nos negamos a ver o algo por el estilo- me comentó de forma resuelta. 

-¿A cuál abogado se refiere?- le pregunte de pronto. 

-Ese que andaba con él a todos lados, era como diez años más joven a tu padre-


"¿Rocky? No puede ser..." pensé. De pronto me llego a la mente su tan repetida frase "le soy completamente leal a tu padre" además de sus ataques de dramatismo. Pero mi madre interrumpió mis pensamientos diciendo.

-Tu padre era un hombre muy atractivo y varonil, tomamos mucho y nos divertimos esa noche, ¡No se porque haces tanto escándalo!-

Después de casi producirme dos infartos, Natalia Espejo me platico un poco como fui de bebé y las aventuras que tuve viviendo en aquel lugar. También me mostró algunas fotografías de recién nacida y de mis primeros meses de vida, en una salíamos ella, mi papá y yo. Sentí un nudo en la garganta cuando la vi y ella me dijo "puedes quedártela".

Mas tarde revisó su reloj y me menciono que debía ir a trabajar pero que podría ir a visitarla cuando quisiera, preferiblemente los domingos que era su día libre.

Antes que se marchara le pregunte:

-¿Su salud esta bien?- 

-Si- me dijo escudriñándome de nuevo con la mirada. 

-Y el dinero que le pagan... ¿Es suficiente?- 

-No soy una mujer codiciosa- contestó. 

-¿Necesita alguna cosa en particular en la que pueda ayudarle?- insistí. 

-Me gusta mi vida y estoy tan sana como una yegua de 3 años, ahora vete y déjame trabajar-

Yo guarde silencio y la deje ir a la par que sentí unas ganas tremendas de contarle a Ana que conocí a mi madre.

Continuará...

Capitulo 14