sábado, 27 de agosto de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 19-

Uno de los científicos más reconocidos de la historia dijo una vez: "Locura es hacer la misma cosa esperando un resultado diferente"

En la vida hay que ser perseverante, pero también inteligente. Si tenemos un sueño y no lo hemos alcanzado hay que intentarlo un millón de veces, pero siempre de forma diferente. Por eso le aconseje a Sara que se largara de la Academia de Danza y Artes Recreativas, aunque era su hogar desde los 5 años estaba logrando que se sintiera detenida y frustrada, eso es imperdonable. Cuando nos causan daño hay que saber desprenderse de las personas, los lugares y las cosas aunque les guardemos un gran afecto.

No quería crear su propia compañía de danza y dirigir, su vocación era bailar. Por eso busque uno de los mejores coreógrafos del país, lo persuadí de preparar una serie de espectáculos con un contrato de un año y las audiciones comenzaron. Debo dejar muy claro que yo no tuve nada que ver, Sara con su talento se ganó el papel protagónico de las primeras tres obras. Ella estaba feliz y yo en paz y complacida de que su estado de animo fuera mas entusiasta.

Además hizo nuevos amigos, entre ellos una chica de unos 20 años llamada Elisa, quien tenia la contextura clásica de bailarina, así como también rasgos europeos. El color de piel era muy claro con pecas, el cabello color ceniza y los ojos verde brillantes.

Cuando Sara la presento nos comento por lo bajo a Lucia y a mi que Elisa era una lesbiana reprimida y que fuéramos amables con ella o lo lamentaríamos...

Mi rutina también había cambiado. Primero que todo Sara y yo trabajábamos en el mismo lugar, por lo que nos veíamos a diario, al igual que Lucia que se pasaba para almorzar. Por el contrario a Juana deje de verla con frecuencia, solo nos encontrábamos para asuntos de trabajo.

Afortunadamente no enloqueció ni me reprochaba nuestra separación. Solo me trataba con indiferencia, incluso volvió a llamarme señorita León y yo volví a llamarla Licenciada Juana.

Por otra parte Ana me escribía algunas noches, especialmente cuando tenia guardia. Charlábamos sobre música, economía, política, arte, cine, o compartíamos imágenes que nos parecían chistosas. Yo me sentía dichosa y aunque me moría por verla permanecía paciente. No quería apresurarme y arruinar las cosas.

Me pidió que no le comentara a nadie que estábamos charlando y que nos habíamos visto. Le prometí que no lo haría, sin preguntar porque razón le preocupaba que Sara y Lucia lo supieran ¿A quien más, salvo ellas dos, se lo podría decir?...

-No puedes estar de acuerdo con la eutanasia- le escribí una noche en que me contaba que odiaba ver como llevaba varios días agonizando un solitario paciente con cáncer de colon terminal.

-¿Por qué no?-

-Eres médico, se supone que debes salvar vidas no quitarlas-

-Se supone que debo ayudar a mis pacientes y dejarlos sufrir así es abandonarlos-

-No es abandonarlos, es entregarlos a Dios hasta que él disponga, hasta que le de descanso, él sabrá cuál es el momento adecuado-

-Si Dios existe y es capaz de abandonar así a las personas es un ser cruel y despiadado-respondió, yo le envíe una cara de sorpresa, aunque Ana no creía en Dios poco decía ese tipo de cosas.

-Lo siento, solo estoy molesta y cansada- escribió luego.

El solitario hombre con cáncer terminal murió una semana después. Sabia que ella estaba triste así que le propuse hacer lo que más me animaba cuando pasaba por ese tipo de momentos. Sentarme a mirar el mar y fue ahí donde acordamos vernos.

Cuando llegue al lugar, que era una pequeña choza desocupada cerca de la orilla del mar, ya ella estaba sentada mirando, entonces me le uní en silencio.

-No debería ponerme triste- me comento más tarde.

-¿Por qué no?-

-No es profesional-

-¿Que importa? Nadie se enterará- 

Ana sonrió y se recostó en mi hombro.

-Deberíamos ir a pasear en esas camionetas monstruo que querías- me comentó pasado un rato.

-¿¡Me hablas en serio!?- le pregunte emocionada.

-Ahora lo estoy dudando...- me dijo, pero igualmente me levante y la lleve casi arrastrada al lugar donde alquilaban aquellas camionetas.

Por un módico precio nos dejaban dar una vuelta por la pista, que contaba con 2 kilómetros. Los chicos del alquiler de camionetas monstruos nos colocaron cascos y otros protectores corporales, nos aseguraron a los asientos con tres cinturones de seguridad, dos cruzados en el pecho y otro que sostenía la cadera.

-Tanta seguridad me pone nerviosa- me dijo Ana.

Uno de aquellos chicos me hablo sobre tracción 4X4 como debía tomar las lomas de arena cuando debía acelerar y cuando debía frenar.

-Si se voltean no entren en pánico, llegaremos enseguida a sacarlas y también las probabilidades de que sufran botes de combustible son muy bajas- 

-¿¡Es en serio!?- pregunto Ana asustada y yo reí y encendí el motor.

-Mariana, ¿Si me fracturo un brazo como lo voy a explicar?-

-Conmigo estarás segura- entonces acelere iniciando la marcha.

El primer tramo del camino era una serie de mini dunas muy cercanas una de la otra que hicieron a la camioneta vibrar. Comencé temerosa pero sentí la intuición de que podría acelerar más y fue lo que hice, Ana se sostenía del agarradero del techo y de mi asiento. Luego nos encontramos con un agujero enorme que según me recomendó el instructor debía primero dejarme llevar por la gravedad y cuando esta fuerza se estuviera agotando acelerar a toda marcha para lograr subir la empinada que bien podría compararse a una pared. Ana grito durante la bajada y grito mi nombre durante la subida. Yo reía por momentos, pero más que todo me percataba de mi corazón acelerado llenando de sangre mi cerebro, el cual me iba aconsejando como debía manejar.

Después de eso entramos en una zona parecida a un túnel donde me pareció buena idea avanzar zigzagueante a buena velocidad mientras Ana gritaba que nos íbamos a voltear.

Nos encontramos seguidamente con una especie de calles angostas donde la camioneta debía ir casi de medio lado para poder avanzar, en ese momento me preocupe un poco pero seguía avanzando con seguridad mientras el volante lo movía a un lado y al otro, estaba comenzando a sentir cansados los brazos, pero luego vino un nuevo "precipicio" como lo catalogo Ana y pude descansar. 

Subimos nuevamente una especie de pared y vino el mejor momento, dunas de arena semi altas y separadas con una distancia suficiente como para que la camioneta saltara y volara por los aires por momentos.

-Wuuuuujuuuuuu- grite a todo pulmón emocionada y Ana río al ver mi felicidad.

Finalmente el paseo terminó y al frenar respirábamos de manera entrecortada, como si hubiésemos hecho todo el trabajo de la camioneta.

-¿Te gustó?- le pregunte a Ana.

-¡Es lo más extremo que he hecho en mi vida!-

-Hasta ahora- respondí al recordar al personaje principal de una caricatura famosa.

En ese momento llegaron los chicos que alquilaban camionetas y me felicitaron. Les pregunte donde podía conseguir una de esas y me invitaron a unirme a su club donde hacían rutas extremas por todo tipo de lugares.

-¡No le den ideas!- los reprendió Ana y me arrastro fuera de allí, aunque ya era tarde, habíamos intercambiado números de teléfono.

Mientras caminábamos hacia nuestros vehículos comentábamos sobre que sentimos en cada tramo de la pista.

-Admítelo, te encantó- le dije.

-Un poquito no más- me respondió mostrándome la medida con su pulgar y dedo índice.

-Mentirosa- le dije mientras ella abría la puerta de su camioneta.

-¿Por qué te gustan tanto los riesgos?- me preguntó medio curiosa.

Yo me encogí de hombros y ella me dio un beso en la mejilla.

Antes de dormirme recibí un mensaje de Ana que decía:

"Gracias, hoy me divertí como nunca"

Continuará...

Capitulo 20

sábado, 13 de agosto de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 18-

Luego que se fue Ana revise mi teléfono para corroborar mensajes y llamadas. Efectivamente Juana me había llamado en 8 ocasiones. Regrese a mi oficina y termine de ojear las fotografías mientras llegaba la noche, luego iría hasta la casa de mi amante y administradora de bienes para disculparme por faltar a la reunión, sabia que debía estar enojada. Últimamente no habíamos conversado e intimado. 

Llegue pasada las siete de la noche. Juana vivía en un conjunto residencial pequeño que contaba con vigilancia privada. El celador me dejo pasar sin preguntar nada ya que era común que frecuentara ese lugar. El auto de Juana estaba en su estacionamiento, pare mi camioneta en el otro lugar disponible y me dirigí a la puerta. 

Toque el timbre un par de veces pero Juana no me abrió, en verdad estaba enojada. 

-No me dejes aquí afuera- le dije en voz baja junto a la puerta cuando percibí que ella estaba del otro lado espiandome. 

-Traje maní japonés- agregue, Juana tenía cierta predilección por aquel tentempié. 

En ese momento abrió la puerta. Vestía bata de seda, me dirigió una mirada fulminante y arranco la bolsa de maní de mi mano, luego volvió a cerrar. Yo sonreí un poco ante la escena y como me percate que había quitado el pasador, gire la manija y pude entrar. 

-Lamento que te enojaras porque falte a la reunión- 

Juana se dirigió a la sala de su casa dándome la espalda mientras le hablaba. El sobretodo que llevaba sobre su bata ondeo por la fuerza de su movimiento y a la par sus rizos saltaron con cada zancada. Yo la seguí y halle sentada en uno de sus sofá. 

-¿Quien era ella?- me pregunto de tajo dejandome perpleja ante su pregunta. 

-¿Quien era quien?- le respondí confundida. 

-La que te entretuvo toda la tarde, te fui a buscar y te ví en la galeria del Centro de Arte con ella- 

-Ahh, hablas de ella- dije sin saber que responder -Una amiga- se me ocurrió. 

-Una nueva amante querrás decir- me causo gracia el comentario y reí un poco recibiendo a cambio una lluvia de maní japones. 

-¡No te rías descarada!- dijo colérica. 

-¡Cálmate! Es una mujer casada- le explique. 

-¡Como si eso fuera capaz de detenerte!- y nuevamente me lanzó maní japones. 

-No estaba engañándote, te lo aseguro y no sabia que eramos exclusivas. Durante mi vida he sido promiscua pero infiel jamás- comente. 

Juana bajo la guardia y silencio unos minutos. Yo me senté junto a ella y coloque mi brazo sobre sus hombros logrando que se acurrucara en mi, entonces le di un beso en la mejilla y ella me ofreció maní de la bolsita que le había obsequiado. 

Mas tarde hablamos sobre el enojo que sufrieron los socios cuando no llegue a la reunión. 

El mismo grupo de hombres seguían insistiendo en reabrir el laboratorio de agroquímicos, Juana había preparado un grupo de científicos que propondrían producir venenos mas amigables con el ambiente, su plan era que ambas partes conociéramos la propuesta y tomáramos una decisión final, plan que fue frustrado por mi ausencia. Me sentí un poco mal por plantarla cuando se había esforzado tanto, indudablemente era una trabajadora ejemplar. Todos los problemas a mi alrededor los solucionaba. 

Cuando pasamos a su habitación y comencé a besarla me dijo que quería que le cumpliera su última fantasía. 

-¿Cuál es?- pregunte. 

-Hagamoslo como si me amaras- me dijo. 

Al escucharla sentí que se estremecieron mis órganos, también me sentí asustada, lo que se veía venir no era bueno. Lo sabia, tenia amplio conocimiento en ello. Igualmente la complací, era lo menos que merecía. 

Creo que fue la experiencia que más disfruto conmigo. La sentía vibrar, gemir como nunca, y al terminar lloró un poco. Yo la entendía, para mi las mejores relaciones sexuales de mi vida las había tenido con Ana. El sexo con una persona que amas es inigualable. La complicidad, el entendimiento, el disfrute siempre es mayor. Pero, como se sentía cuando solo una de las personas amaba lo desconocía, siempre estuve del otro lado. 

Espere hasta que creí que se había dormido, sin embargo en cuanto me moví para levantarme me dijo: 

-¿Recuerdas que me pediste que te avisara cuando estuviese pasando?- 

-Si- le dije. 

-Esta pasando- 

-Lo se- me levante y comence a vestir. 

Antes de irme me pregunto: 

-¿Volverás mañana?- "que pésimo momento" pensé. Entonces me plante de frente y le dije: 

-Cuando te propuse las condiciones hablaba muy en serio, no quiero lastimarte, créeme que es mejor así- 

Juana se sentó en la cama y me miro con ojos de cachorro mientras cubría su hermoso cuerpo con la sabana, me sentía súper mal, ¿Por qué no pensaba en estos momentos antes de dejarme llevar por la calentura?. 

Me acerque a ella y le di un último beso en los labios y le dije: 

-Te quiero, pero te aseguro que jamás te podre corresponder, ni lograr que seas feliz- 

La sentí tragar grueso, me di cuenta que tenia un nudo en la garganta y antes de que todo se pusiera más dramático me largue de allí. 

A veces pienso en todo el dolor que somos capaces de producir en las demás personas. En ocasiones inconscientemente. ¿Somos malvados de raíz? ¿Egoístas? ó ¿Juzgados duramente? ¿Los demás deberían entender cuando no queremos complacer sus deseos y compartir sus sueños? Existen miles de opiniones al respecto, pero sea como sea, el tiempo nos hace superarlo. 

Continuará...

Capitulo 19

Historia 1 parte 2 -Capitulo 17-

Dos semanas después estaba en el Centro de Arte con el equipo de admisión de obras viendo varios grupos de fotografías para armar la exposición de imágenes digitales del próximo mes. Al medio día tuvimos que parar el discernimiento hasta la próxima mañana, pues tenia una reunión en la Farmacéutica durante la tarde. Compraría algo ligero de comer por el camino y luego iría hasta la empresa que herede de mi padre. 

Tome algunos libros de muestra de fotografías para ojearlas en casa con mas tranquilidad. Al salir de la oficina para marcharme, mi secretaria me deseo buen día y me encamine al estacionamiento hacia mi camioneta. 

Llegando a la parte trasera del vehículo me enrede tratando de sacar las llaves de mi bolsillo, además una brisa realmente fuerte alboroto mi cabello en ese preciso momento llenando de polvo mis ojos y entre tanto berenjenal uno de los libros cayo de bruces al suelo. Cuando el viento aminoro parpadee lo suficiente para limpiar el polvo en mi vista, logre alcanzar la llave en mi bolsillo y recogí el libro del suelo sintiendo que alguien me observaba, por lo que voltee intuitiva a la zona de quioscos cerca de los jardines.

Me encontré con una chica de piel trigueña, cabello largo, teñido de castaño claro, que usaba lentes oscuros y ropa casual saludándome con la mano y sonriendo. 

No lo podía creer, ¿Qué hacía Ana allí?. 

Guarde los libros en el maletero de la camioneta y me dirigí hasta donde la chica se encontraba. 

-¡Hola! Me alegra verte por aquí- le dije mientras me colocaba mis lentes de sol. 

-Quise salir hoy de casa y visitar un lugar diferente- me dijo, luego se levanto y me saludo con un beso en la mejilla. 

-¿Vas de salida?- me pregunto seguidamente. 

-Tengo una reunión más tarde, ¿Estas sola o acompañada?-  pregunte aun sin creer lo que estaba pasando. 

-No, solo yo- me dijo. 

-¿Quieres ir a almorzar?- me atreví a invitarla.
-¿Donde?- preguntó. 
-Aquí o donde tu prefieras- 
-¿Podemos almorzar aquí vistiendo así?- me dijo señalando al mismo tiempo nuestros atuendos. 

Yo vestía jeans negros, camisa azul claro y botines morrones. 

-¿A que te refieres? Si somos súper guapas- le respondí fingiendo que quitaba una pelusa del hombro izquierdo de mi blusa. 

Ella río y se levanto para seguirme. 

El restaurante del Centro de Arte tenia diferentes zonas para que tu vestimenta no te hiciera sentir extraño. Nosotras elegimos la mejor mesa de la terraza, la luz aquel día sobre el rostro y la sonrisa de Ana la hacían ver particularmente hermosa. Aunque aun no me acostumbraba a su cabello. 

Su antiguo cabello de color negro, largo, con aquellas leves ondulaciones siempre me hicieron perder el aliento... 

-¿No te agrada mi estilo de cabello verdad?- me pregunto en ese momento y yo sentí mi rostro caliente. 

-¿Tu cabello? ¡Si! Esta lindo.. ¿Por qué preguntas?- le dije apenada. 

-Siempre te le quedas viendo con cara de pocos amigos- afortunadamente luego de decir eso río. Yo seguí muriendo de la vergüenza de que se hubiese dado cuenta. 

-Es solo que no he llegado a acostumbrarme- le respondí y luego tome un poco de agua fría para superar el bochorno. 

-Se supone que en mi mundo debes lucir así para inspirar respeto- me contó. 

-¿A que mundo te refieres?- le pregunte sorprendida. 

-Al de los médicos- 

-No creo que sea cierto- opine. 

-Lo es, desde que cambie mi color de cabello todo comenzó a ser más fácil- 

-Eso es... ni siquiera voy a decirlo- respondí. 

-Lo se, es horrible y lamentable que las cosas sean así- 

En ese momento llegó el mesero a pedirnos la orden. Ni siquiera habíamos revisado la carta, por lo que le dijimos que volviera unos minutos más tarde. 

-Lo importante es que tu te sientas bien con lo que usas- le comente mientras escudriñaba las opciones del menú. 

-Fue bueno cambiar de estilo, pero ya me siento aburrida de este en particular- 

Ana ordenó una ensalada y un jugo de frutas, yo le seguí la corriente para variar y probar algo diferente a la comida chatarra que siempre consumía. 

Mientras esperábamos nuestra orden me pregunto por mi trabajo, yo le conté y luego ella me hablo del suyo. 

-Estoy agradecida de que poco a poco va incrementando el número de pacientes que me buscan- 

-Es natural que ocurra, siempre has sido muy talentosa- le dije porque así lo pensaba y sin pretensiones, sin embargo note como se regocijo por mi cumplido. 

-Hay algo que quisiera preguntarte- me dijo un poco tímida.

-¿Si?- 
-¿Como fue tu vida luego de que te fuiste? ¿Donde estuviste?- 

Yo suspire, seria una larga historia. 

-Rocky me envió en un avión privado a Irlanda. No Irlanda del norte, si no la independiente, Irlanda del sur. Allá me llevaron a un condado llamado Cork. Un hombre me recibió en el aeropuerto, me llevó hasta un pequeño apartamento, lleno mi nevera con comida y se largo. El día siguiente regreso con una maleta llena de dinero y jamás lo volví a ver-

-¿Como te sentiste cuando te fuiste?- 

-Me sentía fatal, me dolía el pecho y el estómago, no dejaba de recordar cuando me tomaron por el cuello y casi me asfixiaron, o cuando le dispararon a ese pobre hombre, o cuando colocaron el cañón de la pistola sobre mi cabeza diciéndome que firmara... o cuando nos despedimos y yo te prometí que pasaría por ti más tarde, eso era lo peor. Y el frío insoportable también cabe mencionarlo- 

-¿Que hiciste?- 

-Los primeros días atormentarme en casa, a la semana me sentí harta de estar encerrada y me aventure a salir, ya toleraba un poco el frío aunque me cubría mucho más que la gente que veía en la calle. 

Camine por muchos lugares y conocí muchas construcciones que parecían de la época medieval, a esas personas les encantan los castillos, o quizás es porque casi todas las construcciones son muy antiguas. En fin, lo que más hacia era visitar bares y tomar licor escoces y otros que calientan el cuerpo-

-¿No son muy fuertes esos licores?- 

-Terminas acostumbrándote- explique. 

En ese momento llego el mesero con nuestra orden y antes de comenzar a comer Ana me preguntó:  

-¿Como terminaste en Florencia?- 

-Pasaron las semanas y yo seguía en el mismo sitio, pasando el tiempo frente a la TV y cuando me aburría en el bar. Un mes después de llegar me atreví a llamar a Rocky, me dijo que estaban buscándome hasta debajo de las piedras, que todavía no era seguro regresar y que no debía llamarlo porque era muy peligroso para mi, que cuando fuera el momento adecuado él iría a buscarme. Yo me enoje, espere dos meses más y me aventure a llamar nuevamente pero no me respondía, y así lo seguí intentando una vez por semana y jamás volvió a contestarme. Me enoje muchísimo más, me sentí una estúpida por confiar en él y lo peor de todo era que un año y dos meses después ya no tenia dinero-

-¿Que hiciste luego?- 

-Decidí buscarme un empleo o comenzaría a pasar hambre. Primero encontré uno lavando autos, pero me enferme de gripe y me echaron, luego en una cafetería, pero el café me quedaba pésimo y me echaron, luego de mesera en un bar y un sujeto me toco el trasero y cuando lo golpee con la bandeja de llevar los pedidos me echaron-

Ana me miraba horrorizada y se tapaba la boca mientras escuchaba mi relato. 

-¿Y luego?-

-Conseguí empleo en un restaurante de más categoría, era la mesera de los postres, ese trabajo fue sencillo, solo debía empujar el carrito de los postres por todo el restaurante y persuadir a las personas que había terminado su plato principal comer un postre, si aceptaban, cuando elijan solo debía trasladar el plato del postre del carrito a la mesa del comensal. Me fue excelente por seis meses-

-Sigo sin saber como acabaste en Florencia y ¡como artista!- 

-En eso estoy- Le dije a una impaciente Ana mientras comenzaba a ingerir mi almuerzo. 

-Una tarde me cruce con un grupo de pintores jóvenes haciendo retratos de la gente en una plaza, yo pase por ahí camino a casa y una chica de aquel grupo me llamó y me dijo que me haría un retrato, yo le dije que no estaba interesada pero insistió en que no me cobraría. Pensé entonces ¿Por qué no? Entonces me puse delante de su lienzo y ella comenzó el trabajo-

-Ya imagino como termina eso- me comento Ana clavando los ojos en su ensalada y revolviéndola con su tenedor. 

-Habían pasado dos años Ana-

-Basándome en el tiempo que me has mencionado seria un año y  nueve meses- 

-¡Creía que no iba a volver jamás! Creía que Rocky me había estafado- me justifique. 

-Si, continua- me dijo sin mirarme. 

-Con lo que ganaba no me alcanzaba para pensar en volver- 

-Continua Mariana- me dijo esta vez mirándome a los ojos, yo suspire y la obedecí. 

-Este grupo de artistas estuvo en esa plaza tres semanas, y durante esas tres semanas no salí de allí. Luego del trabajo me iba a pasar el rato con ellos. Me contaron que estaban haciendo un tour por toda Europa, algunos eran españoles, otros ingleses, otros italianos, otros finlandeses, en fin de muchas partes.

Cuando les llegó el tiempo de partir me invitaron a irme con ellos y nuevamente pensé ¿Por qué no? Y me largué de allí-

-¡¿Te fuiste de tour por Europa con personas que acababas de conocer?!- 

-La juventud es corta Ana- le respondí. Ella me volteo los ojos con exasperación, yo reí un poco y proseguí mi historia. 

-Pasamos por Inglaterra, España, Portugal, Francia y pare en Italia. Todo en año y medio, caminando, viajando en tren o bus, acampando, la verdad fue genial. Probé muchas cosas y fueron ellos los que me enseñaron a pintar-

-¿Como ocurrió eso?- 

-Un día uno de los artistas del grupo comenzó a enseñarme, se llamaba Giordani, rubio de cabello largo, barba larga, ojos azules y mejillas coloradas me dijo "Pintar es dejar que hable tu interior, es darle voz a tu corazón ¡hagamos hablar a tu alma!" 

Colocó un lienzo frente a mi y comenzó a hablarme sobre lineas, sobre trazos, sobre luz y sombras, ese día termine pintando unos bonitos jarrones. Desearía saber donde esta esa primera pintura (me comente para mi misma y Ana)

A lo largo de los viajes todos se daban tiempo para enseñarme algo, un secreto, una técnica, un estilo. Para cuando terminamos en Florencia ya hacia mis propias pinturas de lo que se me ocurría. 

En ese lugar se toman el arte muy enserio y siempre hay expertos buscando entre los pintores mendigos algún genio. Tuve la suerte que Adams Michell haya decido en esa ocasión que la genio era yo- 

-¿A que te refieres?- me pregunto Ana dudosa. 

-La verdad, la mayoría de los artistas son muy talentosos, la cuestión esta entre si alguien con poder decide que tus obras son maravillosas o no. Si la persona correcta opina que tus obras son grandiosas te harás famosa y todos idolatran tus creaciones-

-Eso es muy injusto- 

-Si, es un asco, odio eso del mundo del arte.

Como decía... un día de tantos en una calle de Florencia, Adams Michell paso observando nuestras obras y dijo que la mía le había gustado, trataba sobre los dioses griegos, me encanta la manera tan perfecta en que los griegos representaban el cuerpo humano. Había pintado a la diosa Atenea y a Michell le encanto y me ofreció mucho dinero por ella, yo acepte y luego los amigos de ese sujeto querían mis demás pinturas, comprenderás lo que significa comenzar a recibir tanto dinero para una chica de 24 años, ex hija de padre rico que tuvo que largarse de su país a uno extraño y terminó en la pobreza viajando por año y medio sin muchas duchas y comidas de por medio-

-¿Decidiste parar y establecerte?- 

-Exacto- 

-Continua- me invito Ana interesada. 

-Alquile un apartamento amoblado y seguí pintando. Invite a quedarse conmigo a la chica que me había cuidado y hecho parte de ese mundo-

-¿Aceptó?- 

-Si. Seguí vendiendo pinturas a los ricos, me invitaron a exponer en algunas galerías mis obras y todo marchaba bien. Hasta que ya nada marchó bien y fue allí cuando apareció Rocky diciéndome que ya podía volver-

-¿Si todo hubiese seguido marchado bien habrías regresado?- 

-Por supuesto-

-¿Como estás segura?- me pregunto con mirada evaluadora. 

-Mis seres queridos están aquí, allá no-

-¿Por qué dices que ya nada marchó bien?- 

-Eva, así se llamaba mi ex pareja. Comenzó a sentirse molesta por el éxito que estaba teniendo y cada vez la sentía mas distante. Una noche cuando llegue a casa estaba con otra chica en la cama, esta chica corrió y no pude verle el rostro. No me importo mucho que me hubiese engañado, lo que me afectó y me sorprendió fue la expresión de Eva. Se notaba que lo había hecho a propósito, que quería que yo las encontrara, cuando vio la cara que puse lo disfrutó. Eso me decepciono mucho de ella- 

-¿Por qué te relacionaste con alguien así?- me pregunto Ana medio reprendiendome. 

-No era mala, incluso antes fue muy buena conmigo. Me cuido cuando estuve enferma. Al despertar en esa cama de hospital con ella a mi lado fue la primera vez en todo esos años en el extranjero que no me sentí sola-

-¿Cuando estuviste enferma...?- 

-En Portugal sufrí un colapso por.... (sabia que se molestaría, pero ya era pasado) "abuso de sustancias nocivas"- 

-¿Cuales sustancias Mariana León?- ya se venia el regaño. 

-Ehhh, alcohol, nicotina, cannabis y LSD-

-¡Mariana!- al decir esto palmeo la mesa enojada. 

-No te enojes, desde que paso eso no volví a consumir esas sustancias de nuevo... alcohol y cigarros si, pero los evitó cada que puedo-

-¿Tuviste alucinaciones?- me preguntó resoplando. 

-Si- respondí eludida y sorprendida de que lo supiera, aunque era normal, era doctora. 

-¿Cuantos días estuviste inconsciente?- 

-Solo dos- le dije como si fuera poca cosa. 

-¿Como quedo tu hígado desde entonces?- 

-Lo he cuidado lo más que he podido-

-¿Te has hecho revisar luego de eso?-

-No ha sido necesario-

-¿Como lo sabes?- 

-Porque no he vuelto a sentir ese dolor punzante- 

-Mariana...- me dijo medio suspirando, medio agotada. Siempre que le confesaba mis aventuras ella terminaba igual, y puede sonar morboso pero que se preocupara tanto siempre me hacia sentir bien. 

-Estoy bien, en serio-

-¿Por qué tuviste que tomar drogas?... ¡Ni habrás la boca! Ya se lo que vas a decir "por experimentar"- 

-Fue hace mucho tiempo, tendría unos 22 años- me justifique. 

Ella me miro con ojos asesinos y eso me encantó. 

-¿Quieres un postre?- pregunté. 


Luego de comer caminamos por la galería y le hable un poco de cada obra que le llamó la atención y de cada artista. Me pregunto donde estaba "Las tres ninfas" y le conté que en casa. 

La acompañe hasta su camioneta y cuando ya nos despedíamos me dijo: 

-¿No debías ir a una reunión?- 

Escudriñe mi reloj de pulsera y eran las 4:00 de la tarde. Me sorprendí mucho de lo rápido que habían pasado las horas. 

-Perdí la noción del tiempo- Le confesé. 

-Finalmente hemos podido hablar- me dijo y jalo tenuemente la punta de mi camisa. 

Me di cuenta que fue un movimiento que hizo inconscientemente. Sabia como debía actuar si quería verla de nuevo, por eso decidí permanecer indiferente a ese gesto y le dije: 

-Sin presiones de amigas, padres u otras personas- 

-Ve a mi consultorio para revisar como va todo ahí dentro. Me dijo señalando mi abdomen-

-Lo haré- respondí y le sonreí. 

Ana me dio un beso en la mejilla monto a su vehículo y se marchó dejándome absorta en las sensaciones que experimentaba mi estomago y mi pecho en esos momentos.

Finalmente reconocía a la chica de la que me enamoré. 

Continuara...

Capitulo 18