sábado, 13 de agosto de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 17-

Dos semanas después estaba en el Centro de Arte con el equipo de admisión de obras viendo varios grupos de fotografías para armar la exposición de imágenes digitales del próximo mes. Al medio día tuvimos que parar el discernimiento hasta la próxima mañana, pues tenia una reunión en la Farmacéutica durante la tarde. Compraría algo ligero de comer por el camino y luego iría hasta la empresa que herede de mi padre. 

Tome algunos libros de muestra de fotografías para ojearlas en casa con mas tranquilidad. Al salir de la oficina para marcharme, mi secretaria me deseo buen día y me encamine al estacionamiento hacia mi camioneta. 

Llegando a la parte trasera del vehículo me enrede tratando de sacar las llaves de mi bolsillo, además una brisa realmente fuerte alboroto mi cabello en ese preciso momento llenando de polvo mis ojos y entre tanto berenjenal uno de los libros cayo de bruces al suelo. Cuando el viento aminoro parpadee lo suficiente para limpiar el polvo en mi vista, logre alcanzar la llave en mi bolsillo y recogí el libro del suelo sintiendo que alguien me observaba, por lo que voltee intuitiva a la zona de quioscos cerca de los jardines.

Me encontré con una chica de piel trigueña, cabello largo, teñido de castaño claro, que usaba lentes oscuros y ropa casual saludándome con la mano y sonriendo. 

No lo podía creer, ¿Qué hacía Ana allí?. 

Guarde los libros en el maletero de la camioneta y me dirigí hasta donde la chica se encontraba. 

-¡Hola! Me alegra verte por aquí- le dije mientras me colocaba mis lentes de sol. 

-Quise salir hoy de casa y visitar un lugar diferente- me dijo, luego se levanto y me saludo con un beso en la mejilla. 

-¿Vas de salida?- me pregunto seguidamente. 

-Tengo una reunión más tarde, ¿Estas sola o acompañada?-  pregunte aun sin creer lo que estaba pasando. 

-No, solo yo- me dijo. 

-¿Quieres ir a almorzar?- me atreví a invitarla.
-¿Donde?- preguntó. 
-Aquí o donde tu prefieras- 
-¿Podemos almorzar aquí vistiendo así?- me dijo señalando al mismo tiempo nuestros atuendos. 

Yo vestía jeans negros, camisa azul claro y botines morrones. 

-¿A que te refieres? Si somos súper guapas- le respondí fingiendo que quitaba una pelusa del hombro izquierdo de mi blusa. 

Ella río y se levanto para seguirme. 

El restaurante del Centro de Arte tenia diferentes zonas para que tu vestimenta no te hiciera sentir extraño. Nosotras elegimos la mejor mesa de la terraza, la luz aquel día sobre el rostro y la sonrisa de Ana la hacían ver particularmente hermosa. Aunque aun no me acostumbraba a su cabello. 

Su antiguo cabello de color negro, largo, con aquellas leves ondulaciones siempre me hicieron perder el aliento... 

-¿No te agrada mi estilo de cabello verdad?- me pregunto en ese momento y yo sentí mi rostro caliente. 

-¿Tu cabello? ¡Si! Esta lindo.. ¿Por qué preguntas?- le dije apenada. 

-Siempre te le quedas viendo con cara de pocos amigos- afortunadamente luego de decir eso río. Yo seguí muriendo de la vergüenza de que se hubiese dado cuenta. 

-Es solo que no he llegado a acostumbrarme- le respondí y luego tome un poco de agua fría para superar el bochorno. 

-Se supone que en mi mundo debes lucir así para inspirar respeto- me contó. 

-¿A que mundo te refieres?- le pregunte sorprendida. 

-Al de los médicos- 

-No creo que sea cierto- opine. 

-Lo es, desde que cambie mi color de cabello todo comenzó a ser más fácil- 

-Eso es... ni siquiera voy a decirlo- respondí. 

-Lo se, es horrible y lamentable que las cosas sean así- 

En ese momento llegó el mesero a pedirnos la orden. Ni siquiera habíamos revisado la carta, por lo que le dijimos que volviera unos minutos más tarde. 

-Lo importante es que tu te sientas bien con lo que usas- le comente mientras escudriñaba las opciones del menú. 

-Fue bueno cambiar de estilo, pero ya me siento aburrida de este en particular- 

Ana ordenó una ensalada y un jugo de frutas, yo le seguí la corriente para variar y probar algo diferente a la comida chatarra que siempre consumía. 

Mientras esperábamos nuestra orden me pregunto por mi trabajo, yo le conté y luego ella me hablo del suyo. 

-Estoy agradecida de que poco a poco va incrementando el número de pacientes que me buscan- 

-Es natural que ocurra, siempre has sido muy talentosa- le dije porque así lo pensaba y sin pretensiones, sin embargo note como se regocijo por mi cumplido. 

-Hay algo que quisiera preguntarte- me dijo un poco tímida.

-¿Si?- 
-¿Como fue tu vida luego de que te fuiste? ¿Donde estuviste?- 

Yo suspire, seria una larga historia. 

-Rocky me envió en un avión privado a Irlanda. No Irlanda del norte, si no la independiente, Irlanda del sur. Allá me llevaron a un condado llamado Cork. Un hombre me recibió en el aeropuerto, me llevó hasta un pequeño apartamento, lleno mi nevera con comida y se largo. El día siguiente regreso con una maleta llena de dinero y jamás lo volví a ver-

-¿Como te sentiste cuando te fuiste?- 

-Me sentía fatal, me dolía el pecho y el estómago, no dejaba de recordar cuando me tomaron por el cuello y casi me asfixiaron, o cuando le dispararon a ese pobre hombre, o cuando colocaron el cañón de la pistola sobre mi cabeza diciéndome que firmara... o cuando nos despedimos y yo te prometí que pasaría por ti más tarde, eso era lo peor. Y el frío insoportable también cabe mencionarlo- 

-¿Que hiciste?- 

-Los primeros días atormentarme en casa, a la semana me sentí harta de estar encerrada y me aventure a salir, ya toleraba un poco el frío aunque me cubría mucho más que la gente que veía en la calle. 

Camine por muchos lugares y conocí muchas construcciones que parecían de la época medieval, a esas personas les encantan los castillos, o quizás es porque casi todas las construcciones son muy antiguas. En fin, lo que más hacia era visitar bares y tomar licor escoces y otros que calientan el cuerpo-

-¿No son muy fuertes esos licores?- 

-Terminas acostumbrándote- explique. 

En ese momento llego el mesero con nuestra orden y antes de comenzar a comer Ana me preguntó:  

-¿Como terminaste en Florencia?- 

-Pasaron las semanas y yo seguía en el mismo sitio, pasando el tiempo frente a la TV y cuando me aburría en el bar. Un mes después de llegar me atreví a llamar a Rocky, me dijo que estaban buscándome hasta debajo de las piedras, que todavía no era seguro regresar y que no debía llamarlo porque era muy peligroso para mi, que cuando fuera el momento adecuado él iría a buscarme. Yo me enoje, espere dos meses más y me aventure a llamar nuevamente pero no me respondía, y así lo seguí intentando una vez por semana y jamás volvió a contestarme. Me enoje muchísimo más, me sentí una estúpida por confiar en él y lo peor de todo era que un año y dos meses después ya no tenia dinero-

-¿Que hiciste luego?- 

-Decidí buscarme un empleo o comenzaría a pasar hambre. Primero encontré uno lavando autos, pero me enferme de gripe y me echaron, luego en una cafetería, pero el café me quedaba pésimo y me echaron, luego de mesera en un bar y un sujeto me toco el trasero y cuando lo golpee con la bandeja de llevar los pedidos me echaron-

Ana me miraba horrorizada y se tapaba la boca mientras escuchaba mi relato. 

-¿Y luego?-

-Conseguí empleo en un restaurante de más categoría, era la mesera de los postres, ese trabajo fue sencillo, solo debía empujar el carrito de los postres por todo el restaurante y persuadir a las personas que había terminado su plato principal comer un postre, si aceptaban, cuando elijan solo debía trasladar el plato del postre del carrito a la mesa del comensal. Me fue excelente por seis meses-

-Sigo sin saber como acabaste en Florencia y ¡como artista!- 

-En eso estoy- Le dije a una impaciente Ana mientras comenzaba a ingerir mi almuerzo. 

-Una tarde me cruce con un grupo de pintores jóvenes haciendo retratos de la gente en una plaza, yo pase por ahí camino a casa y una chica de aquel grupo me llamó y me dijo que me haría un retrato, yo le dije que no estaba interesada pero insistió en que no me cobraría. Pensé entonces ¿Por qué no? Entonces me puse delante de su lienzo y ella comenzó el trabajo-

-Ya imagino como termina eso- me comento Ana clavando los ojos en su ensalada y revolviéndola con su tenedor. 

-Habían pasado dos años Ana-

-Basándome en el tiempo que me has mencionado seria un año y  nueve meses- 

-¡Creía que no iba a volver jamás! Creía que Rocky me había estafado- me justifique. 

-Si, continua- me dijo sin mirarme. 

-Con lo que ganaba no me alcanzaba para pensar en volver- 

-Continua Mariana- me dijo esta vez mirándome a los ojos, yo suspire y la obedecí. 

-Este grupo de artistas estuvo en esa plaza tres semanas, y durante esas tres semanas no salí de allí. Luego del trabajo me iba a pasar el rato con ellos. Me contaron que estaban haciendo un tour por toda Europa, algunos eran españoles, otros ingleses, otros italianos, otros finlandeses, en fin de muchas partes.

Cuando les llegó el tiempo de partir me invitaron a irme con ellos y nuevamente pensé ¿Por qué no? Y me largué de allí-

-¡¿Te fuiste de tour por Europa con personas que acababas de conocer?!- 

-La juventud es corta Ana- le respondí. Ella me volteo los ojos con exasperación, yo reí un poco y proseguí mi historia. 

-Pasamos por Inglaterra, España, Portugal, Francia y pare en Italia. Todo en año y medio, caminando, viajando en tren o bus, acampando, la verdad fue genial. Probé muchas cosas y fueron ellos los que me enseñaron a pintar-

-¿Como ocurrió eso?- 

-Un día uno de los artistas del grupo comenzó a enseñarme, se llamaba Giordani, rubio de cabello largo, barba larga, ojos azules y mejillas coloradas me dijo "Pintar es dejar que hable tu interior, es darle voz a tu corazón ¡hagamos hablar a tu alma!" 

Colocó un lienzo frente a mi y comenzó a hablarme sobre lineas, sobre trazos, sobre luz y sombras, ese día termine pintando unos bonitos jarrones. Desearía saber donde esta esa primera pintura (me comente para mi misma y Ana)

A lo largo de los viajes todos se daban tiempo para enseñarme algo, un secreto, una técnica, un estilo. Para cuando terminamos en Florencia ya hacia mis propias pinturas de lo que se me ocurría. 

En ese lugar se toman el arte muy enserio y siempre hay expertos buscando entre los pintores mendigos algún genio. Tuve la suerte que Adams Michell haya decido en esa ocasión que la genio era yo- 

-¿A que te refieres?- me pregunto Ana dudosa. 

-La verdad, la mayoría de los artistas son muy talentosos, la cuestión esta entre si alguien con poder decide que tus obras son maravillosas o no. Si la persona correcta opina que tus obras son grandiosas te harás famosa y todos idolatran tus creaciones-

-Eso es muy injusto- 

-Si, es un asco, odio eso del mundo del arte.

Como decía... un día de tantos en una calle de Florencia, Adams Michell paso observando nuestras obras y dijo que la mía le había gustado, trataba sobre los dioses griegos, me encanta la manera tan perfecta en que los griegos representaban el cuerpo humano. Había pintado a la diosa Atenea y a Michell le encanto y me ofreció mucho dinero por ella, yo acepte y luego los amigos de ese sujeto querían mis demás pinturas, comprenderás lo que significa comenzar a recibir tanto dinero para una chica de 24 años, ex hija de padre rico que tuvo que largarse de su país a uno extraño y terminó en la pobreza viajando por año y medio sin muchas duchas y comidas de por medio-

-¿Decidiste parar y establecerte?- 

-Exacto- 

-Continua- me invito Ana interesada. 

-Alquile un apartamento amoblado y seguí pintando. Invite a quedarse conmigo a la chica que me había cuidado y hecho parte de ese mundo-

-¿Aceptó?- 

-Si. Seguí vendiendo pinturas a los ricos, me invitaron a exponer en algunas galerías mis obras y todo marchaba bien. Hasta que ya nada marchó bien y fue allí cuando apareció Rocky diciéndome que ya podía volver-

-¿Si todo hubiese seguido marchado bien habrías regresado?- 

-Por supuesto-

-¿Como estás segura?- me pregunto con mirada evaluadora. 

-Mis seres queridos están aquí, allá no-

-¿Por qué dices que ya nada marchó bien?- 

-Eva, así se llamaba mi ex pareja. Comenzó a sentirse molesta por el éxito que estaba teniendo y cada vez la sentía mas distante. Una noche cuando llegue a casa estaba con otra chica en la cama, esta chica corrió y no pude verle el rostro. No me importo mucho que me hubiese engañado, lo que me afectó y me sorprendió fue la expresión de Eva. Se notaba que lo había hecho a propósito, que quería que yo las encontrara, cuando vio la cara que puse lo disfrutó. Eso me decepciono mucho de ella- 

-¿Por qué te relacionaste con alguien así?- me pregunto Ana medio reprendiendome. 

-No era mala, incluso antes fue muy buena conmigo. Me cuido cuando estuve enferma. Al despertar en esa cama de hospital con ella a mi lado fue la primera vez en todo esos años en el extranjero que no me sentí sola-

-¿Cuando estuviste enferma...?- 

-En Portugal sufrí un colapso por.... (sabia que se molestaría, pero ya era pasado) "abuso de sustancias nocivas"- 

-¿Cuales sustancias Mariana León?- ya se venia el regaño. 

-Ehhh, alcohol, nicotina, cannabis y LSD-

-¡Mariana!- al decir esto palmeo la mesa enojada. 

-No te enojes, desde que paso eso no volví a consumir esas sustancias de nuevo... alcohol y cigarros si, pero los evitó cada que puedo-

-¿Tuviste alucinaciones?- me preguntó resoplando. 

-Si- respondí eludida y sorprendida de que lo supiera, aunque era normal, era doctora. 

-¿Cuantos días estuviste inconsciente?- 

-Solo dos- le dije como si fuera poca cosa. 

-¿Como quedo tu hígado desde entonces?- 

-Lo he cuidado lo más que he podido-

-¿Te has hecho revisar luego de eso?-

-No ha sido necesario-

-¿Como lo sabes?- 

-Porque no he vuelto a sentir ese dolor punzante- 

-Mariana...- me dijo medio suspirando, medio agotada. Siempre que le confesaba mis aventuras ella terminaba igual, y puede sonar morboso pero que se preocupara tanto siempre me hacia sentir bien. 

-Estoy bien, en serio-

-¿Por qué tuviste que tomar drogas?... ¡Ni habrás la boca! Ya se lo que vas a decir "por experimentar"- 

-Fue hace mucho tiempo, tendría unos 22 años- me justifique. 

Ella me miro con ojos asesinos y eso me encantó. 

-¿Quieres un postre?- pregunté. 


Luego de comer caminamos por la galería y le hable un poco de cada obra que le llamó la atención y de cada artista. Me pregunto donde estaba "Las tres ninfas" y le conté que en casa. 

La acompañe hasta su camioneta y cuando ya nos despedíamos me dijo: 

-¿No debías ir a una reunión?- 

Escudriñe mi reloj de pulsera y eran las 4:00 de la tarde. Me sorprendí mucho de lo rápido que habían pasado las horas. 

-Perdí la noción del tiempo- Le confesé. 

-Finalmente hemos podido hablar- me dijo y jalo tenuemente la punta de mi camisa. 

Me di cuenta que fue un movimiento que hizo inconscientemente. Sabia como debía actuar si quería verla de nuevo, por eso decidí permanecer indiferente a ese gesto y le dije: 

-Sin presiones de amigas, padres u otras personas- 

-Ve a mi consultorio para revisar como va todo ahí dentro. Me dijo señalando mi abdomen-

-Lo haré- respondí y le sonreí. 

Ana me dio un beso en la mejilla monto a su vehículo y se marchó dejándome absorta en las sensaciones que experimentaba mi estomago y mi pecho en esos momentos.

Finalmente reconocía a la chica de la que me enamoré. 

Continuara...

Capitulo 18

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