domingo, 10 de septiembre de 2017

El policía de la mafia

Las manos morenas y grandes de Vinnie se deslizaban por el volante de su Mustang negro 1987. Se dirigía al galpón del muelle donde el gran jefe de la mafia griega demandaba su presencia.

Mientras contemplaba con mirada perdida como las gotas de lluvia que chocaban con su parabrisas eran inmediatamente eliminadas por el limpiador, sus pensamientos se fueron con Sheyla, su prostituta favorita. Lamentablemente para Vinnie su adicción a ella era tan grande como la que esta sentía por la heroína, lo que la impulsaba a hurtar todo el efectivo que llevaba su cliente en la cartera, si se dormían después del salvaje y desenfrenado coito que ella les vendía. A Vinnie no le agradaba golpear a las mujeres, por eso no podía olvidar como esa misma noche el rostro pálido y chorreado de maquillaje de Sheyla había terminado colorado posterior a la bofetada que él mismo le propinó. Se prometió ser más cuidadoso la próxima vez y como disculpa llevarle comida a la pobre chica, quién se mataba de hambre con tal que una dosis de su amado líquido amarillo le estuviera corriendo por las venas.

Sin pensarlo demasiado llegó a su destino. Justo después de abofetear a Sheyla el gran jefe lo llamó alterado por alguna razón. Razón que seguramente Vinnie tendría que resolver pues de eso trataba su trabajo.

Hace años quiso ser policía, desde niño soñaba con convertirse en una especie de súper héroe real para los ciudadanos. Pero esa no era una intención común entre los cadetes y mucho menos una práctica común entre los oficiales, y como si los que estaban más alto hubiesen adivinado que Vinnie se convertiría en un problema para sus negocios sucios, mancharon su expediente, por lo que tuvo que ser expulsado de la academia. Frustrado y con un entrenamiento policial casi finalizado comenzó a ofrecer sus servicios como un negocio privado a los millonarios. En una de esas ocasiones se presentó ante el gran jefe demandándole que le entregara a una chiquilla que había secuestrado. El mafioso  impresionado ante la audacia y valentía del moreno se la entregó y le informó que de ahí en adelante sus servicios serian exclusivos hacia él.

Al bajar del auto dejó caer en el asfalto las suelas de sus botas y una vez cerrada la puerta tras él, se recostó a esta y extrajo un cigarro del bolsillo de su chaqueta, luego rebuscó en los bolsillos de sus vaqueros hasta hallar el encendedor.

Le gustaba usar franelas blancas, para el resto de sus atuendos siempre elegía el negro.

Cuando terminó de fumar comprobó el orden de sus rizos peinados con gel en el retrovisor externo. Un hombre de 35 años, atractivo y con barba de tres días le devolvió la mirada. Sus ojos eran almendrados.

Quien se fijara en él a lo lejos lo describiría como alto y musculoso, quien lo conocía usaba el adjetivo de "peligroso".

Después de aquello Vinnie se encaminó hacia donde suponía se hallaba el jefe, con cada paso que daba salpicaba el agua de lluvia acumulada en el suelo.

-¡Hey Vincen! ¡Por fin has llegado!-

El jefe de la mafia griega lo saludo a lo lejos. Se trataba de un hombre pequeño y obeso que estaba desprovisto de cabello en la parte superior de su cabeza pero con el resto del cuerpo cubierto de abundantes vellos. Acostumbraba llamarlo Vincen, porque decía que Vinnie era nombre de maricas.

El moreno fijó su vista unos segundos en los ocho cuerpos que estaban tirados sobre un enorme charco de sangre. Habían recibido una bala por cráneo, el poderoso olor del liquido rojo entraba con violencia y permanecía con insistencia en la nariz de quienes se encontraban alrededor.

-¡Ven acá Vincen! ¡Ven acá!- decía el mafioso haciendo señas con el revolver en su mano derecha.

-¿Ves a estos pobres desgraciados? ¡Les volé la cabeza! ¡Sí Vincen! Me tomé la molestia de hacerlo porque ninguno entendió DÓN-DE DI-A-BLOS ¡FUE A PARAR MI MERCANCÍA!- terminó de contarle el gran jefe con un grito.

Vinnie se percató que los demás hombres estaban nerviosos. El viejo mafioso lucía lunático.

-¿Cuánto?- preguntó el moreno al mismo tiempo que colocaba sus manos sobre la hebilla del cinturón. 

-20 kilos de polvo blanco de la mejor calidad- le respondió el viejo relamiéndose los labios y finalizando con una sonrisa que dejaba ver su amarillenta dentadura.

-Traela de vuelta Vincen y te recompensaré en grande. Trae a los malnacidos que pensaron que podían robarme y no alcanzaras a creer la suerte que tienes-

-Bien- respondió Vinnie mirándolo a los ojos.

-Limpien esta porquería- les dijo luego aquel hombre a sus empleados y se marchó de allí.

Más tarde Vinnie llegó hasta el muelle donde estaba aparcado el barco del que habían robado la droga. Subió y lo escudriñó de punta a punta bajo la mirada de asco de los escoltas. Ninguno soportaba el trato especial que percibían que el moreno recibía de su jefe.

Cuando estaba en la bodega distinguió un poco de polvo blanco entre las tablas, desde allí siguió su rastro hasta la ventana que tenia unos dos metros cuadrados y daba al mar. Se asomó por ella y calculó que entre la ventanilla y una embarcación que fuera lo suficientemente discreta como para marcharse sin ser vista debió haber unos tres metros.

Intuyó que al menos dos hombres esperaron la mercancía que un tercero que subió al barco tomó. Los paquetes que solía enviar el alcalde al jefe de la mafia eran de cinco kilogramos. Vinnie concluyó que debía buscar tres o cuatro hombres jóvenes.

Al bajar del barco fijó su vista en las luces que iluminaban el lugar, lo que le sirvió para darse cuenta que unas pequeñas cámaras, justo debajo de ellas, podían haber tomado imágenes de los ladrones. Finalmente fue a la oficina de seguridad del muelle, como era conocido en toda la ciudad y la mercancía pertenecía en parte al alcalde lo dejaron andar a sus anchas.

Estudio las imágenes desde antes que llegara la embarcación y aproximadamente a las 20:00 horas aparecieron los ladrones. Con agilidad un chico delgado trepó por la popa y se coló en la bodega para luego lanzar por la ventanilla cuatro paquetes a otros dos que lo esperaban debajo. La embarcación en la que ejecutaron el robo parecía alquilada y se hundió severamente ante el peso que le introdujeron.

Vinnie siempre hacia un buen trabajo, no pasaba más de 24 horas en averiguar quien se había equivocado con quien lo contrataba. Conocía la calle, conocía a los maleantes en todos los niveles, desde los chicos que comenzaban a perderse, pasando por los sádicos y el crimen organizado. Esta no era una ocasión diferente, aunque tenia la particularidad de ser una ocasión en la que Vinnie tragó grueso, y un trago amargo. El chico que se había colado en el barco era Raúl, su protegido. 

Vinnie había conocido a Raúl en sus días de cadete. Su grupo estaba realizando un ejercicio de práctica acompañando a oficiales en un operativo. Su misión era desalojar a las personas que vivían en un edificio que no les pertenecía y cuyo dueño reclamaba que siguiera vacío aunque no pensara usarlo ni le hiciera falta.

Esa noche destrozaron las puertas de los apartamentos, extrajeron a los ocupantes y los introdujeron en camiones. Entre tantos gritos, golpes y desastres Vinnie halló en uno de los improvisados hogares a un niño de cuatro años restregando sus pequeñas manos sobre sus ojos. Se veía confundido, aturdido, como si se preguntara que rayos pasaba. Adicional a eso estaba solo en casa y era de madrugada.

-¿Con quién vives?- le preguntó al niño.

-Con mi mamá-

-¿Dónde esta ella?-

-Salió a pasear con su nuevo novio-

-¿Me tienes miedo?- le preguntó Vinnie apartando su fusil.

-No, creo que eres cool ¡Como un súper héroe!- le respondió el niño sonriendo, Vinnie también sonrió.

A partir de ese momento el moreno se convirtió en una especie de padrino para el niño, amenazó por años a su madre para que lo atendiera, lo llevaba a comer helado, le daba obsequios en navidad y en su cumpleaños, además lo aconsejaba para que evitara los problemas. Aunque crecer rodeado de maleantes y con una madre medio diligente es una fórmula casi infalible que gesta delincuentes, Raúl logró terminar la escuela y a pesar que no fue a la universidad trabajaba en el mercado de la ciudad cargando sacos de granos de los camiones a los almacenes o de los almacenes a los camiones.

Vinnie siempre estuvo orgulloso de haber salvado a uno de miles, por eso sentía el corazón roto al identificar a Raúl entre los ladrones, ladrón de los mafiosos, ladrón de droga, pero al fin de cuentas un vulgar ladrón. Se levantó encolerizado y con pasos firmes fue hasta su auto espiando de reojo como el amanecer iniciaba.

El mercado era el tipo de espacio maloliente, desaliñado y desordenado que suelen parir las sociedades, cuando Vinnie llegó al puesto donde trabajaba Raúl ya el sol se alzaba poderoso sobre el este.

El joven saludó con ánimos a su protector y le pidió un cigarrillo. Mientras fumaban el moreno le preguntó:

-¿Qué tal el trabajo?-

-Bien, no me quejo- contestó Raúl.

-¿Qué tal la paga?-

-Normal- le respondió el joven encogiéndose de hombros.

-¿Qué van a hacer tú y tus amigos con la droga que se robaron?-

-Wow, wow, wow Yo no...-

-¡Sé que fuiste tú!- le respondió Vinnie de forma amenazadora, quitándole el cigarrillo de los labios a Raúl para luego tirarlo al suelo y pisarlo. El chico se quedó sin habla.

-¿De quién era?- preguntó seguidamente al cuadrar en su mente como Vinnie sabía lo que había hecho.

-Es del gran jefe- Raúl posó sus manos sobre su cabeza exaltado.

-Franklin dijo que era del alcalde y que no tenia pelotas para hacer algo al respecto- luego de escuchar aquello Vinnie palmeó la parte trasera de la cabeza de Raúl.

-¿Crees que un hombre hasta el cuello de suciedad llega a ser alcalde por no tener pelotas? ¿Quienes son los imbéciles con los que hablas!-

-Lo siento mucho Vinnie ¿Ahora qué hago?-

-Estas muerto- le respondió el moreno luego de liberar una bocanada de humo.
-¡No Vinnie! ¡No! ¡Ayúdame! Solo quería ser un chico malo, solo quería ser como tú- Vinnie lo tomó por el cuello de la camisa con ambos puños y le dijo a pocos centímetros de su rostro.

-¿Cómo yo? ¡No soy un ladrón! ¡Ni un traficante! ¡Mucho menos un niño iluso e idiota!- le respondió con profundo desprecio, después de aquello lo soltó.

-Esta bien, esta bien, ¡el policía de los malos, el policía de la mafia!- agregó Raúl en tono conciliador y un poco suplicante.

Después de escuchar aquello el moreno se dispuso a marcharse mientras Raúl desconsolado veía como se alejaba la espalda de su protector, se sintió aterrado ante la suerte que tendría sin Vinnie, el padre que siempre quiso y tuvo. 
  
-Vinnie...- le dijo.


-Sube al auto- respondió él.

Al atardecer, el vehículo de Vinnie entró al estacionamiento de la mansión del gran jefe. Lo recibió el pequeño, obeso, calvo y velludo hombre vestido con bata de baño blanca cuya tela se notaba lujosa.

-¡Vincen creí que perderías tu racha! ¡Y no! ¡Volviste a romper tu propio récord!- le comentó el hombre riendo con las manos sostenidas por su estrecha cadera que permanecía oculta por un gran panículo adiposo que caía de su abdomen.

Vinnie bajó del auto y con pasos perezosos se acercó al viejo mafioso quién estaba parado sobre el pórtico rodeado por sus escoltas de mayor confianza.

El moreno sacó una llave de su bolsillo y se la lanzó al jefe de los escoltas. Su nombre era Víctor, siempre llevaba traje marrón y su rostro mostraba una ojeras profundas.

-La mercancía está dentro de un local abandonado que solía ser una panadería en la calle 42 con 31-

-Bien, muy bien ¡Vayan por ella!- respondió el jefe sobando sus manos y lamiendo sus propios labios.

Víctor le entregó la llave a tres de sus hombres, estos la tomaron y se marcharon.

-¿Dónde están los mal nacidos Vincen? ¿Dónde están los desgraciados que creyeron que podían robarme?-

Vinnie fue hasta el maletero de su auto y lo abrió. Los escoltas lo ayudaron a extraer del interior a dos chicos que estaban amarrados y amordazados. Luego los colocaron en el suelo, a la vista del gran jefe que posterior a eso tomó el arma de Víctor y les dijo apuntándolos:

-Esta es la última lección que aprenderán, nadie puede robarme y salir victorioso-

Los jóvenes con lágrimas en los ojos parecían suplicar tras su mordaza. Vinnie se percató que el mayor de ellos miró especialmente a Víctor como si le conociera, como si esperara su protección.

Dos disparos invadieron la noche que apenas comenzaba. El jefe de la mafia río con gusto y posteriormente le dijo a Vinnie:

-¡Excelente! ¡Excelente! Ahora Vincen, ¿Dónde está el tercer chico? Es una especie de hijo para ti ¿No es así? ¿Cuál era su nombre Víctor?-

-Raúl-

-¡Ah sí! ¡Raúl! ¿Dónde! ¿Dónde esta Raúl!- terminó de preguntar encolerizado.
Vinnie padeció aproximadamente dos segundos de sorpresa, sin embargo nadie lo notó. Decidió permanecer tranquilo y mantener su mirada directa a los ojos del gran jefe.

-Está fuera de los límites de su poder- le respondió en total calma.

-Tendré que mojar algunas manos ¿He Vincen? Me tiene sin cuidado hacerlo, no puedo dejar que ni una pulga se me escape, ya sabes ¡Tengo que cuidar mi reputación!-

Posterior a aquello el moreno dirigió su vista a los ojos de Víctor.

-¡Sí así es Vincen! ¡Ya lo has entendido! ¿Creíste que te necesitaría para atrapar a unos niños tontos! En las cámaras descubrimos el rostro de los tres ladrones y fue Víctor quién me habló de Raúl, él te vendió Vincen, ya sabrás que no le agradas... él aprovechó la ocasión para proponerme que retara tu lealtad y ¡Perdiste Vincen! ¡Fallaste!-

En ese momento uno de los escoltas se acercó a la espalda de Vinnie y colocó el cañón de un arma en su costado. El policía de la mafia como un relámpago se dio vuelta apartó el arma dirigiéndola hacia arriba, luego se la arrebató de las manos y con el agarradero le partió la nariz haciendo caer al suelo a aquel hombre.

-¡Ya basta!- le gritó Víctor apuntándolo, luego continuó:

-¡Eres hombre muerto! ¿Acaso no lo entiendes!- El viejo mafioso se echó a reír nuevamente.

-¡Déjeme volarle los sesos ahora mismo!- le suplicó Víctor a su jefe.

-No, Vincen fue un gran sirviente, merece morir luchando, pero ya será mañana- después de decir aquello el viejo se marchó al interior de su casa.

Víctor ordenó a sus hombres  quitarle el arma a Vinnie, lo esposaron y lo llevaron bajo amenaza al interior de un cuartucho asqueroso que olía a ratas. Lo acostaron en la cama y lo ataron a ella para evitar que huyera durante la noche. Después que tuvo su espalda sobre el colchón y se quedó solo, respiró y cerró los ojos. "Soy hombre muerto" pensó.

Se dedicó a recordar todos los momentos en los que fue feliz en su vida y llegaron a su mente visiones de su infancia, sus juegos, el cariño de sus padres, sus amigos, sus novias, los encuentros deportivos que ganó, sus mascotas y sus maestros.

Sintió vergüenza con sus padres al imaginar que los llamarían para que recogieran su cuerpo en la morgue. Seguramente seria Diego, el sargento Diego hoy en día, su amigo desde que lo conoció en la academia quien haría la llamada. El moreno esperaba, fervientemente que Diego cuidara muy bien a Raúl y lograra salvarlo de sus circunstancias, de su contexto, de su inmadurez, de sí mismo.

En la mañana lo sacaron con el rostro cubierto y lo metieron en el maletero de una camioneta, unos minutos después la pusieron en marcha y como Vinnie seguía muy agotado se durmió. Su mente, su cuerpo, los sentía muy pesados quizá su organismo estaba practicando como era estar muerto.

Cuando le descubrieron el rostro Vinnie parpadeo con dolor en los ojos por la luz del sol que los bañó repentinamente y de forma poderosa. Lo hicieron caminar hasta el borde de un risco en la parte desértica de la ciudad, lugar dónde el gran jefe acostumbraba abandonar los cadáveres de morosos y desertores.

Sorprendentemente el viejo mafioso se hallaba ahí, vistiendo traje gris, lentes de sol y bajo una sombrilla que lo protegía del inclemente sol, sombrilla que era sostenida por Víctor quién también usaba lentes de sol.

Colocaron a Vinnie dando la espalda al precipicio frente a tres hombres armados.

-¿Mi propio pelotón de fusilamiento?- interrogó al viejo mafioso.

-Te daremos tu arma, esta tendrá tres balas, si eliminas a estos idiotas antes que ellos a ti te perdonaré la vida, y tú les habrás enseñado Vincen porque eres mi favorito ¿No te alegra lo piadoso que soy!- le contó el viejo terminando su parlamento con su sonrisa amarilla.

Los contrincantes de Vinnie intercambiaron miradas nerviosas cuando le entregaron su arma.

-¡Comencemos el juego a la cuenta de tres! Uno, dos, tr...-

El último número de la cuenta quedó atrapado en la garganta del gran jefe mientras caía al suelo muerto de un disparo en la cabeza realizado por Vinnie, junto a él cayó Víctor y un momento después uno de los pistoleros.

Al mismo tiempo dos de los que aún estaban vivos atravesaron el cuerpo de Vinnie con balas, este se dio vuelta y saltó al precipicio en un intento desesperado por escapar.

Aterrizó unos 10 metros más abajo, perdió el equilibrio y una vez en el suelo rodó por la cuesta 200 metros. De bajada tragó tierra y gritó de dolor cuando su pierna derecha chocó con una gran roca.

La fuerza de gravedad que atraía su cuerpo cesó al alcanzar la parte plana del terreno, Vinnie quedó boca arriba y tosió un poco para expulsar la tierra que había tragado. Comenzó a reír al imaginar el alboroto que desataría por haber asesinado al rey de los negocios sucios de la ciudad. Próximamente se desataría una guerra de mafiosos hasta que se instaurara la nueva jerarquía, quizá cientos de delincuentes morirían, a criterio de Vinnie estaba bien limpiar las calles un poco. Su último regalo para los habitantes de la ciudad.   

Alzó la vista y observó como los dos escoltas que quedaron con vida bajaban la colina dispuestos a hacerle pagar sus actos. Examinó su muslo derecho evaluando la posibilidad de huir y lo encontró deformado, además salia sangre de su otra pierna, del hombro izquierdo y de la parte más baja de su espalda.


Levantó el arma que lo había acompañado tantos años y la contempló unos instantes, su hermosa mágnum plateada. Se había aferrado a ella para no soltarla a lo largo de la caída, ojala Diego se le ocurriera enterrarlo con ella.

Los hombres que querían matarlo se hallaban cada vez más cerca, entonces, como Vinnie juró después que fue expulsado de la academia no volver a dejar su destino en manos de terceros introdujo el cañón de la mágnum en su boca y se disparó.