lunes, 25 de julio de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 14-

Los recuerdos más antiguos que albergo inician cuando tenía 5 años, afortunadamente son recuerdos felices. Nunca estaba sola, siempre había a mi lado alguien a quien yo quería y que me quería a mí.  Los días de semana pasaba las mañana con Sara en la escuela. Durante las tardes me cuidaban mis abuelos, y en la noche, cuando mi padre llegaba de trabajar, veíamos alguna película, jugábamos o me leía un cuento.

Los sábados papá nos llevaba a Sara y a mí de paseo, a la playa, al parque, al cine o algún museo. Mientras que los domingos podía tener a mis abuelos y a mi padre, juntos descansando plácidamente en casa mientras yo jugaba alrededor de ellos. Cuando pienso en el concepto de paz viene a mi memoria aquellos domingos.

Una tarde de semana cuando tenía 7 años, mí abuela cayó al suelo y comenzó a temblar incontrolablemente, a la par emitió una especie de aullido. Mi abuelo quedo petrificado ante la imagen y fui yo quien tuve que correr a la caseta de vigilancia de la casa a pedir ayuda al portero, quien llamo a emergencias. 

En el hospital dijeron a mi padre y mi abuelo que ella sufrió una convulsión a causa de un tumor en su cerebro que había crecido rápidamente, pues su último chequeo general tan solo tenía 5 meses. Recomendaron quimioterapia pero con la advertencia que la edad de mi abuela sería contraproducente y que el tratamiento muy probablemente no sería curativo. Mi abuela decidió vivir los últimos meses que le auguraban en paz, lejos de médicos. 

Convulsionaba una vez cada dos semanas, luego una vez cada semana y posteriormente unas tres veces por semana. Con el tiempo se fue convirtiendo en una mujer callada, ausente a las conversaciones de alrededor. El abuelo iba deteriorándose junto con ella, continuamente veía con preocupación cómo bebía y comía menos. Papá frecuentaba mucho más la casa en aquellos días y yo a pesar de mi edad, me daba cuenta de la frustración que él sentía al hallarse inútil ante lo que estaba pasando, su madre estaba condenada a morir y su padre parecía planear morir junto a ella. 

La abuela partió una mañana de abril cerca del medio día, en casa. El abuelo un mes después en el hospital conectado a varios tubos que intentaban alimentarlo. Recuerdo que aquella fue la única vez en mi vida que vi a mi padre llorar, él me abrazó fuertemente y estuvo en ese estado cerca de media hora junto al cuerpo sin vida de su padre. 

Desde ese momento aprendí que él amor puede dolerte tanto que prefieres estar muerto. Entonces decidí que no quería pasar por eso más de lo necesario y que con amar a mi padre y a mi amiga Sara sería suficiente para toda mi vida. 

Las cosas cambiaron un poco, esta vez pasaba la tarde con las chicas del servicio de limpieza y el portero. Mi padre continuo cumpliendo los itinerarios habituales que tenia conmigo hasta que alcance los 11 años y decidí que había mejores formas de pasar el tiempo. Con chicas, por ejemplo. 

Hubo muchas, no tengo idea de cuantas realmente. Todas me dijeron en algún momento que les había destrozado la vida, que les había roto el corazón. Sara me señalaba continuamente que me comportaba de manera egoísta con ellas. Sinceramente yo no lo entendía, ¿Qué clase de persona piensa que alguien que conoce a los 13 años será el amor de toda su vida?

Aunque no lo crean a mi me afectaba el dolor que generaba en ellas, no quería que se sintieran mal, no quería verlas con los rostros colorados llorando, no quería que me dejaran mensajes asesinos en el teléfono. Comencé a advertirle a toda chica que conocía que yo no estaba buscando amor, que solo quería pasar el rato, ellas decían comprender y aceptar las condiciones y hasta me mostraban indiferencia, pero siempre mentían, tarde o temprano estallaban en reclamos y me acusaban de destrozarles el corazón y la vida.

Mi siguiente táctica fue visitar lugares frecuentados por lesbianas de mayor edad a la mía y pasar las noches con desconocidas que no supieran mi nombre, así me ahorraba los dramas, fue entonces cuando la conocí a ella.

Asistí a una fiesta que organizaron en el centro LGBT de la ciudad, andaba por aquí y por allá explorando para quizás conocer a una chica linda que no estuviera demente y que fuera lo suficientemente aventurera como para aceptar un revolcón de una sola noche. También en aquel entonces, había una tomboy fornida que se creía dueña del lugar y me había prohibido andar por allí solo porque una vez me vio saludando a su novia, quien era una ex que decía haberme ya perdonado y superado. 

Salí a las afueras del centro decepcionada a fumar un cigarro tratando de decidir si habría esa noche otro lugar donde ir o mejor me iba a casa. Cuando casi terminaba, una joven salió corriendo del centro y no se detuvo hasta la baranda de la calle, parecía afectada por algo, quizás había encontrado a su chica con otra, quizás estuviese vulnerable y más asequible a una aventura. 

La salude, me acerque hasta ella y pude ver en su rostro que jamás podría ser una chica de ese tipo de relaciones, verdaderamente se veía afectada y alterada por algo, me sentí conmovida con ella. En ese momento la tomboy salió del centro y comenzó a amenazarme, quizás le habían contado que yo me encontraba en la fiesta. Aquella tomboy parecida dispuesta a darme una paliza y para mi sorpresa la chica que acababa de conocer, se atravesó con valentía entre nosotras buscando protegerme, le dijo que se estaba pasando de la raya y que se alejara, yo quede boca abierta ¿Quién era capaz de hacer eso por alguien que ni conocía? 

Cuando volteo y me sonrió quede completamente y eternamente prendida de ella. En mi vida había espacio para aceptar un sufrimiento más, de inmediato supe que Ana valía la pena. 

El amor que llaman fraternal es grande, impera toda la vida y a veces no eres consciente de su presencia, pero siempre está ahí impulsando tus actos. Según he entendido desde mi propia experiencia, se trata de querer que tus familiares y amigos tengan buena salud y sean felices, también te genera deseos de pasar tiempo con ellos y te hace extrañarlos cuando pasa rato que no los ves. 

El amor romántico en cambio puede ir y venir, puede doblegarte a que cumplas sus preceptos, puede atormentarte y producirte tanto dolor que tu única esperanza de descanso sea la muerte y así como así, un día te demuestra que si no te dejas ni siquiera él puede matarte. Hay otras cosas a que temerles, como el cáncer, como los accidentes de tránsito o las armas, definitivamente eso si que puede matarte. No por eso deja de asustarnos ese tipo de amor. 

El amor romántico, no solamente te tortura, hace bailar tus órganos, hace sentir tonto a tu cerebro, hace que rías estúpidamente y te convierte en la mejor persona del mundo, ya que deseas que alguien además de ti mismo sea feliz y que esa felicidad sea tu causa. Si es real te convierte en una heroína, pues te sientes dispuesta a dar tu vida por esa persona, incluso si no tienes cuidado puede ser tan grande tu devoción que te olvides de ti misma en niveles peligrosos. 

Admito que con Ana he sido muy egoísta. Hacía de todo por enamorarla pero no iba más allá, cuando no aguantaba la persuadía para besarla y luego le hacía entender que solo fue un juego. Muchas chicas que ella ignora quisieron ir tras ella y yo me encargue de alejarlas, hasta hubo una que abofetee. No estuvo bien, pero fue divertido. 

Actualmente la estoy extrañando tanto que me siento enferma, ¿han experimentado ese torbellino de sensaciones?, es como si tu corazón no pudiera latir bien porque alguna sustancia nociva lo detiene, por tu sangre parece viajar una especie de vibración y ni hablar de los zumbidos que molestan la mente, mezclado con los pensamiento que aparezcan en ella. Puedes sentirte en un momento enamorada y en el otro enojada, sentir que la idolatras y la odias desde lo más profundo de tu ser. Ciertamente amar es un estado de locura. 

Los primeros años que estuve en Europa no había un día en que no pensara en Ana, en que no me doliera como tuve que dejarla atrás en el momento que estábamos viviendo, estaba lista para ser lo más asquerosamente feliz que me fuera posible y todo se fue al caño.

Continuamente me sentía molesta y triste, hice lo que se hacer en esos casos, ser autodestructiva y un día en que mi salud estaba peor que mi estado de animo recordé a mi abuelo y su muerte. Me di cuenta que lo que estaba haciendo no era lógico, había huido del lado de Ana para no morir, pero me estaba matando estar sin ella. No quise sacar fuerzas de la esperanza, es decir, pensar que cuidaría de mi para estar bien cuando volviera a verla, había pasado demasiado tiempo y yo no podía si quiera concebir que eso ocurriría. Solamente me levante y continúe mi vida. 

Es lo que trataba de hacer ahora. Juana me distraía, también las reuniones tontas con los socios que querían volver a vender agroquímicos, la construcción del Centro de Arte, estar con Sara y Lucia, así como pintar. Pero siempre había momentos en que todo estaba callado, en que no había nada más que hacer, pensar o hablar y emergía mi necesidad de ella. Creo que era el hecho de tenerla tan cerca y de sentirla tan lejos lo que me perturbaba. 


Luego de 4 meses de espera el día de la inauguración del Centro del Arte León llegó. 

Juana había invitado al evento artistas de todos los tipos y personas de la clase alta. Tuve que pararme frente a todos y cortar la cinta luego del discurso que impartí al publico presente. 

Recorrimos todos los pasillos de exposición guiados por los autores de las obras, quienes explicaban lo que quisieron expresar en cada ocasión. Posterior a eso, en la sala de conciertos se presentaría una orquesta y a la par Sara y sus niñas de la escuela de danza harían una presentación. Mi intención era asistir al teatro a disfrutar de las coreografías de Sara, pero entre la multitud note que Ana estaba entrando junto con sus padres en la sala de conciertos. 

Sentí una descarga de adrenalina en el cuerpo, deje de escuchar y me encamine hacia allá, cuando casi iba llegando, alguien me tomó por el brazo. 

-¿Qué haces? La presentación de las niñas comenzara pronto- me dijo la voz de Juana. 

-Creo que me apetece ir a la sala de conciertos- le dije. 

-Pero Mariana, todo esta planificado para que seas tú quien entregue el ramo de flores a las niñas cuando acaben su presentación- me dijo luego de ponerse frente a mi. 

-Podrías pedirle a Lucia que lo haga- le respondí tratando de mirar sobre su hombro, ya que estorbaba mi vista hacia el interior de la sala de conciertos, aunque obviamente había tantas personas entrando que no podría ubicar a los Villegas. 

-Se supone que te harán un homenaje por tu iniciativa, no estar presente seria un desplante- continuó diciéndome Juana. 

Me dieron ganas de decirle que me dejara en paz, que me valían las niñas, el centro de arte, ese evento, ella y todo el universo, que Ana estaba allí que la había estado extrañando un montón últimamente y que no quería perder oportunidad de verla. Pero no lo hice, en cambio guarde silencio y me deje conducir. 

Cuando llegamos al teatro ocupe la butaca que me habían reservado junto a Lucia, que también era una estrella ese día por haber dirigido la construcción del lugar. 

-Ana esta aquí- le dije. 

-¡¿Qué?!- me respondió incrédula. 

-Ana esta aquí, la vi entrando con su familia a la sala de conciertos- 

-Eso si que es sorprendente- me comentó. 

-Quizás sus padres la obligaron a venir- le dije desesperanzada. 

-Es lo más probable, yo no he sabido de ella desde la cena- me respondió. Yo quería seguir el tema, pero en ese momento las luces bajaron, la música de la orquesta inicio y el telón arranco su subida, el espectáculo iba a comenzar. 


Luego de aquello pasamos todos a la sala de eventos, una agregación en las construcciones que había sugerido Juana que se creara para alquilarlo para fiestas y así tener una fuente adicional de ingresos. Allí había casi una docena de mesas con bocadillos y bebidas para los asistentes. 

Yo me desprendí de Juana y de Rocky que solo les gustaba pasar el rato en charlas presumidas sobre sus éxitos y me fui a buscar a Ana y su familia. 

Lo gracioso fue que ellos me encontraron primero y ¡sorpresa! no veía a Ana por ningún lado. 

"¡Felicidades!" "Estamos orgullosos" "El lugar es fantástico" "Todo ha estado impecable" fueron algunas de sus palabras, mientras yo trataba de ubicar a quien se me había perdido. 

-¡Gracias! ¡Muchas gracias por venir! Espero lo estén disfrutando... ¿Vinieron solos?- les pregunte como quien no quiere la cosa aunque vibraba dentro de mi una ola de angustia. 

-Ana nos acompaño al principio, pero dijo que ya era tarde y se debía ir- me contó el señor Javier mientras su esposa lo miro con ojos asesinos y medio lo codeo. No entendí porque y como yo me sentía como los personajes de esas películas deportivas cuando pierden el campeonato, los ignore. 

Esa madrugada mientras intentaba dormirme no dejaba de repetir en mi mente el instante en el que la vi, como su cabello y la punta de su vestido navegaron con el viento mientras entraba a aquel lugar. Apostaba lo que fuera que se había colocado de esos perfumes deliciosos que siempre le había gustado usar. 

Quizás ya no estaba enojada conmigo por lo que le dije la última vez que discutimos. Odiaba discutir con ella, siempre fue así, pero me encolerizaba lo que captaba que estaba pasando en su vida. 

Tal vez por eso acompaño a sus padres al evento, tal vez estaba intentando pasar más tiempo con ellos, tal vez me había escuchado. Me sentí orgullosa de mi misma unos segundos, y lamentaba haber dejado de acompañar al señor Javier a observar aves, perdía la oportunidad de preguntar de manera casual si Ana estaba visitándolos más a menudo. Si así era, pude tratar de cruzarmela algunas veces en casa de sus padres, así la hubiese podido ver al menos algunos momentos.

Hacia 6 meses que había regresado y nuestros encuentros habían consistido en una cena incómoda, una noche de sexo, una conversación que me dio dolor de estomago y boto a la basura todas mis esperanzas con ella, un almuerzo donde se palpaba su odio hacia mi y que cerró con broche de oro con la discusión que tuvimos. ¡Demonios! ¡¿Qué estaba haciendo?! Debía arreglar todo aquello, la necesitaba en mi vida. 

Todo estaba bien y a la vez todo estaba mal porque no estaba ella. 

Continuará...

Capitulo 15

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