viernes, 29 de julio de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 15-

Creo que permanecí en una especie de shock por muy largo tiempo. ¡Diablos! Ana había estado conmigo en una cama, nos besamos y más. Por segunda vez en mi vida, por primera vez en seis años. La deje ir porque estaba furiosa con ella por confesarme que tenia pareja mientras se largaba. 


Cuando mis demonios me alcanzaron y la ira y la frustración tomaron dominio sobre mi, destruí mi taller. Tire y rompí tantas cosas que deje un gran caos. 

Todo esto paso luego de dibujar la décima pintura de un árbol cuyas raíces abarcaban todo el paisaje. Ninguno me gustaba, ninguno había quedado bien.  Me retire a mi habitación. 

No soporte mucho estar allí. Así que me vestí para salir. Antes de irme le pedí a las chicas del servicio de limpieza que arreglaran mi taller lo mejor que pudieran y les ofrecí un jugoso bono para el próximo sueldo pues me sentía apenada con ellas. 

Tome mi camioneta sabiendo exactamente donde ir, eran casi las 6:00 p.m, hora en que terminaba la consulta de la doctora Villegas.

Me apresure lo más que el trafico y las leyes de transito me permitieron. Cuando alcance el estacionamiento del hospital busque y comprobé que su camioneta aún estaba en el reservado. Rápidamente fui a estacionar la mía y casi corrí a la entrada del edificio.

Al pisar el camino de baldosas que conducía a las puertas la ví, iba saliendo acompañada de una mujer muy alta de contextura gruesa y moño tan duramente amarrado que parecía estirar su rostro. Fue entonces cuando lo comprendí, se trataba de Ruth. 

Me quede paralizada alrededor de 1,5 segundos, mi corazón hecho un bólido mando la suficiente sangre a mi cerebro y mis piernas para correr y ocultarme tras los autos más cercanos. Afortunadamente ningún transeúnte, ni Ana, ni pareja se percataron de mi presencia.

Pasaron por la parte delantera de la fila de coches mientras yo me ocultaba por la parte trasera de los mismos. Las fui siguiendo en su recorrido, no pensaba solo actuaba guiada por quien sabe qué. 

Los tacones de aguja de Ruth raspaban el asfalto del estacionamiento generando un audible sonido y sus múltiples pulseras de plata chocaban y hacían ruidos de pequeñas campanas por todo el camino. La enorme mujer llevaba un uniforme acorde a los empleados del hospital, al igual que una identificación en uno de sus bolsillos, probablemente allí se indicaba su cargo, pero algo era seguro, no era médico ni enfermera. Ana le platicaba alegremente mientras ella se limitaba a escudriñar su celular, que no tenia idea como lograba manejarlo, pues usaba unas uñas falsas de esas que son enormes, a Ana parecía no molestarle su falta de atención. 

Luego se detuvieron junto a un pequeño auto azul, de esos que asemejan formas de zapatos. Ruth acciono la alarma, parecía ser suyo. Se despidieron con un beso que voltee para no presenciarlo pues no quería vomitar. 

La mujer del moño subió a su auto y Ana caminó unos tramos más, el parqueadero de médicos estaba en otra fila. 

Yo continúe siguiéndola hasta su camioneta y cuando subió a ella y se dispuso a prenderla tuve el impulso de acercarme a la ventanilla del copiloto y tocarla, como quien toca una puerta. 

Ana salto en el interior de su auto y emitió un pequeño grito, cuando se dio cuenta de quien se trataba bajo el vidrio y me dijo con los ojos desorbitados:

-¡Mariana! ¡Me has asustado!- 
-Lo siento mucho, ¿puedo pasar?- le dije. Ella desactivo el seguro de la puerta y yo entré y me senté. 

-¡¿Qué haces aquí?!- me preguntó aun sorprendida. 

-Quería verte- le confesé. Ella parecía aún aturdida. 

-Hola ¿Como estás?- le dije seguidamente. 

-Bien- me respondió luego de respirar profundamente. 

-¡Estas loca!, ¿De donde has salido?-

-Pude alcanzarte antes de que te fueras, el día que estuve en tu consulta me fije de tu horario- 

-No puedo detenerme mucho, seguramente Ruth llamara pronto, vamos a casa-

-Supe que fuiste a la inauguración del centro de arte, aunque no pude darte las gracias por asistir- le comente como si no la hubiese visto por mi misma con su "esposa", y para tratar de obviar el hecho de que se iría a jugar a la casita feliz con esa horrible mujer. 

-¡Si! Esta todo increíble, mis padres no paran de hablar de eso ni antes ni después de ir, están muy orgullosos de ti- yo me sentí apenada y me decidí a preguntarle.
 
-¿Estas molesta por lo que te dije el otro día?- 

-No... ya no. Recordé que así eres tu y siempre valore eso en ti- Nos quedamos en silencio unos instantes. 

-Deberías pasar mas tiempo al menos con tu familia- 

-Eso intento... es que tu no sabes, no entiendes lo que pasa- me dijo un poco frustrada. 

-Puedo entender, si me lo cuentas- 

-De todas las personas eres la que menos lo entendería- auch pensé. 

-¡Esta bien! Hablemos de otra cosa, ¿Qué haces con tu tiempo libre?- le pregunte tratando de cambiar de estrategia. 

-Ummm, descansar en casa mas que todo- me respondió luego de pensarlo un poco. 

-¿Recuerdas cuando comenzaste la universidad que ya no tenias mucho tiempo para salir conmigo... me prometiste que al ser especialista serias libre de nuevo?- ella río un poco y me respondió: 

-Si. No tenia idea de como serian las cosas ahora- 

-Una promesa es una promesa- le dije medio en broma, muy en serio. Ella me miro sonriente y a la vez analizandome. 

-Hay un lugar en la playa donde pagas por montar camionetas monstruos y las puedes manejar sobre las lomas de arena y si no las sabes manejar puedes ir con un chofer entrenado y es genial como te sacude el camino durante todo el trayecto- 

-¿Ya las probaste?- 

-No, me contó el chico que tapizo las butacas del teatro, me gustaría que fueras conmigo- 

Comenzaron entonces a brillar sus ojos, eso me indicaba que nuestra conversación le estaba agradando, por lo que le sonreí y coloque mi mano cerca de su asiento.

-Suena divertido- me respondió con ese tono típico de chica que esta a punto de ceder. Yo estaba dichosa, luego de sentirla tan lejos me daba cuenta que quizás era posible que... 

El maldito teléfono comenzó a sonar, era Ruth, ella contestó inmediatamente y el buen ambiente en el que estábamos se esfumó. Es como cuando estas alegre y te dan una mala noticia, o cuando le lanzas una pelota a un perro queriendo jugar y él te ignora, o como cuando crees que te están saludando y no, es a un fulano de más atrás, así se siente. 

Le mintió diciendo a su querida esposa que se había cruzado con un paciente, pero que ya iba a su encuentro. ¿Por qué le mentía?

-Debo irme- me dijo apresurada mientras encendía el motor. Yo saque de mi bolsillo una de las tarjetas de presentación que Juana había mandado a hacer para mi. 

-Este es mi número. Deberíamos ir y hacer muchas cosas más- Ana recibió mi tarjeta, mientras la leyó yo me dedique a mirarla... últimamente usaba cosas que no necesitaba, como esas pestañas falsas, el abundante maquillaje y ese color claro en el cabello. Cuando levanto la mirada de la tarjeta me dijo: 

-Si que te has vuelto seria-

-Solo son tarjetas, espera que me veas manejando esa camioneta monstruo- le respondí, luego le guiñe el ojo, me baje del vehículo y me largue de allí. 

Continuara...

Capitulo 16

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