martes, 20 de octubre de 2015

Historia 1 -Capitulo 22-

Sorprendentemente, al final de la tarde Mariana toco la puerta de mi habitación:

-Vámonos de aquí- me dijo.
-No tengo ganas de ir a ningún lado-
-¿Estas muy triste?- me pregunto con suspicacia.
-Estoy esperando que se me pase- le respondí para no caer en detalles.
-Entonces vayamos a esperar que se te pase a otro lado-
-No hay lugar que me anime-
-¿Ya nos podemos ir?- me dijo ignorando mis escusas, no me quedo más opción que levantarme.

Mariana vestía con sencillez, por lo que pensé que también podría hacerlo, así que solo me coloque un jeans, franela, suéter (porque estaba comenzando a hacer frio) y zapatillas deportivas.

Mamá se emociono cuando se percató que Mariana y yo salíamos de casa. Después de agradecerle y abrazarla por un largo momento, le menciono que siempre había sido su favorita, luego le guiño el ojo. Yo me sentí un poco apenada por la insinuación y opte por subir la capucha de mi suéter y colocar mis manos dentro de los bolsillos.

Por el camino escuchamos AC/DC la banda preferida de Mariana, ella imitaba los gestos del vocalista y me hizo reír mucho. No sabía si lo hacía porque estaba feliz o porque quería animarme, prefería pensar que sus motivos eran por sentirse feliz, pues por muchos meses su estado de ánimo pasó de ser autodestructivo, a depresivo y luego neutro con algunos momentos de irritación. Hace mucho no la veía contenta y que estuviera así, para mí era como sentir una brisa fresca en el pecho.

Condujo hasta la parte más nueva de la ciudad y entramos dentro de un alto y ordinario edificio de apartamentos. El vigilante de la caseta la saludo con mucha estima y respeto, la llamo “Señorita León”, luego le entrego una llave. Mariana le pregunto por su esposa y la salud de su rodilla, él señor le contó que se estaba colocando una compresa caliente sobre la articulación todas las noches, como ella le recomendó. Yo estaba sorprendida por aquella interacción parecía que se veían frecuentemente. Al estacionarnos le pregunte:

-¿Visitaremos a alguien?-
-No- me respondió mientras se quitaba el cinturón de seguridad.
-¿Ahora vives aquí?-
-¡No como crees!- me dijo mientras escudriñaba el asiento trasero y tomaba un bolso.

Yo estaba muy curiosa por la situación, pero sabía que no obtendría respuestas de ella, así que termine con las preguntas. Al tomar el ascensor me dijo:

-Bien, cuéntame que ocurrió con tu novia-
-¿Ahora?-
-Sí, justo ahora-

Yo comencé mi plática mientras subíamos, Mariana había presionado el botón del piso 40. Mi relato finalizo justo cuando alcanzamos nuestro nivel de destino. Ella se quedo dentro del ascensor pensativa y luego me dijo:

-Debe tener mucho miedo para dejarte de esa manera-
-Tal vez solo es una cobarde egoísta- le respondí.
-Nosotras hemos tenido mucha suerte Ana, es muy fácil juzgar cuando no has estado en la misma situación-
-¿Estas de parte de ella?- le pregunte ofendida.
-No, claro que no- me respondió dando por finalizado el tema y se dispuso a salir del elevador.

Pensé que se acercaría a alguna puerta de los cuatro apartamentos de nuestro alrededor, pero me equivoque. En una de las esquinas había una pequeña escalera, parecida a las que tienen las piscinas, esta escalera daba a una puerta del techo. Mariana escalo e introdujo la llave en la cerradura y empujo la pequeña puerta, era como salir de un submarino, me sentí como una niña al imaginarme aquello y la seguí emocionada.

Al emerger a la superficie observe que el techo del edificio estaba rodeado por una media pared que nos llegaba por la cintura si nos parábamos a mirar el precipicio. Mariana camino hasta allí y la seguí, cuando mire al vacio sentí un poco de vértigo, estábamos a muchos metros sobre el suelo y la brisa que soplaba era fuerte. Los autos que circulaban por la ciudad parecían hormigas.  En ese momento estaba anocheciendo y en el horizonte se mezclaban los últimos rayos naranjas del sol con la oscuridad, que se difuminaba del negro al purpura a medida que se acercaba al crepúsculo. Yo sonreí, era bonito el paisaje, pronto todo estaría a oscuras excepto por las estrellas del cielo, ya que, las luces de los edificios y las calles estaban en su mayoría por debajo de nosotras.

-¿Pensaste que te llevaría a un lugar triste y aburrido?- me bromeo Mariana cuando se dio cuenta de mi sonrisa.
-¿Cómo…? ¿Cómo conoces este lugar?-
-Es un condominio de mi padre. Un día Rocky me cito aquí, el señor Luis, el vigilante, es de confianza, desde que lo conocí vengo cuando necesito despejarme-

En ese momento se alejo del borde del techo y camino hasta detenerse cerca del centro del lugar, junto a una gran estructura rectangular de acero, luego hurgo en su bolso, saco entonces dos sacos de dormir gruesos, los abrió y los tendió uno sobre otro. Después se sentó recostando su espalda de la estructura metálica y me indico que me acercara. Al sentarme junto a ella saco dos sándwich granjeros del interior de su bolso y me ofreció uno.

-Tengo mucha hambre- me comento, y le dio un gran mordisco al suyo, yo hace días que no gozaba de mucho apetito, pero verla como ella lo disfrutaba me despertó los deseos de comer.

Unos instantes después, mientras comíamos, saco una botella de vino tinto de su bolso, la destapo y me la ofreció. Yo tome de ella y al sentir el exquisito sabor le pregunte sorprendida:

-¿Que es?- Mariana se encogio de hombros y dijo "vigno" porque tenia la boca llena. Yo revise la etiqueta y ponia lo siguiente:

Marsala
Made in Sicilia
Envejecido al menos 10 años

- Es un vino de mucha calidad, no deberíamos estar tomándolo con esto- le dije refiriéndome al granjero, Mariana trago y me dijo:
-¿Con que deberíamos tomarlo?-
-Mmm con cangrejo, ¿quizás?-
-Pues a mí me encanta el vino Marsala con sándwich granjero- yo reí con su ocurrencia y tome un nuevo pedazo del mío después de cederle la botella.
-¿Qué más hay dentro de ese bolso mágico?- le pregunte cuando me paso una servilleta de tela.
-Dulces, agua y un juego de damas-

Nos pasamos la noche conversando. Mariana me contó como durante su trabajo en los laboratorios de la empresa cometió terribles errores que causaron graves problemas a los investigadores. En una ocasión confundió unas muestras y los científicos no comprendían como los cultivos celulares a los que habían inoculado virus altamente nocivos parecían haberse sanados solos. Otro día entre los exámenes hormonales de unos conejos machos aparecían evidencias de que estaban gestando y el más hilarante de todos sus errores fue cuando al mezclar dos sustancias, el laboratorio fue inundado con un niebla rosa que nadie pudo identificar, hasta le mencionaron que tal vez había descubierto o inventado un nuevo elemento. Yo reí tanto que me dolieron las mejillas y los músculos del abdomen, por su parte Mariana le toco cercarse las lágrimas de la risa.

También me relato que la empresa tenía muchas hectáreas llenas de cultivos, y que todos los trabajadores le narraban que su padre tenía vocación de agricultor, pues el mismo había sembrado miles de aquellas plantas y casi siempre pasaba allí el tiempo que le dedicaba al trabajo. Don Augusto (le decían) era un hombre que se sintió desdichado cuando se entero que hasta el cultivo más orgánico causaba daño al ambiente y exigía a los ingenieros forestales y ambientales de la empresa que idearan estrategias para hacer el mínimo daño posible.

Yo le conté todo lo que había hecho en el tiempo que no pase con ella, especialmente hablaba de la universidad y de Isabel. En un momento me sentí melancólica, y más tarde avergonzada porque no pude evitar llorar, pero Mariana me abrazo y me dijo que era culpa del vino.

Posteriormente jugamos damas, yo no sabía muy bien que hacía, pero estaba segura que mi tácticas eran buenas y que Mariana me ganaba todas las partidas porque me hacia trampa. Sin darnos cuenta llego el amanecer. El sol salió junto con mi lucidez y Mariana me dijo que mejor nos íbamos porque le prometió a Sara pasar todo el día de navidad con ella, y este ya había llegado.

Mientras esperábamos el ascensor le pregunte:

-¿Sara no estaba furiosa por tu larga desaparición?-
-Pensé que me regañaría, pero en cambio me abrazo por largo rato-
-Yo no te abrace por largo rato- le dije, ella no me dijo nada. La había pasado muy bien, así que deje las complicaciones de lado y la abrace.

Ella me abrazo de vuelta, me sentía entre sus brazos segura, calentita y Mariana olía tan bien…

-No desaparezcas más- le suplique.
-No lo hare, ya hice lo que tenía que hacer, Rocky hará el resto-

En ese momento se abrieron las puertas del ascensor y subimos. Cuando comenzó a bajar empecé a sentirme ansiosa y a moverme sin caminar.

-¿Qué te ocurre?- me pregunto Mariana.
-Tengo mi vejiga llena-

Ella comenzó a reír, me sugirió que le pidiera el baño prestado al vigilante, pero no quise hacerlo, por lo que la apresure todo el camino de regreso a mi casa. Al llegar y antes de que me bajara casi corriendo de su camioneta me dijo:

-Nos vemos mañana- y sonrió.

Continuara…
Capitulo 23

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