martes, 22 de septiembre de 2015

Historia 1 -Capitulo 18-


Nos encontrabamos dentro de un enorme refrigerador, era de esas cavas donde guardan las canales de animales, Mariana y yo temblábamos incontrolablemente, había hielo a nuestro alrededor y nuestras respiraciones emitían una especie de niebla al contraponer el calor del aliento con la temperatura del exterior, temperatura que seguramente estaba bajo los cero grados centígrados.

-Lamento haberte arrastrado hasta aquí- me dijo Mariana con pesar.
-No es te culpa que yo te siguiera- le respondí. Ella dio unos pasos hacia mí y me abrazó.
-¿Qué haces?- le pregunte.
-Trato de que tu estancia aquí sea más llevadera- guardamos silencio un rato, era cierto que el frio que tenía bajo un poco, pero solo un poco.
-¿Vamos a morir?- me atreví a preguntarle.
-Tú no vas a morir hoy- me respondió. En ese instante comencé a sentir arcadas y muchas nauseas.

Luego de despertar, corrí inmediatamente al escusado. Una, dos, tres, cuatro… ocho arcadas y no paraba de vomitar. Tenía el rostro lleno de sudor y me sentía cansada y débil, todos los músculos de mi cuerpo me temblaban. Incluso, a pesar de tener mucho frio en el sueño y de estar a punto de morir, me sentía mucho mejor que ahora.

Mi madre toco la puerta de mi cuarto y me llamo, al ver que no le respondí se atrevió a entrar y llego hasta mi baño.

-¿Qué tienes mi niña?- me pregunto con ternura. Yo no pude responderle porque las arcadas comenzaron de nuevo. Ella se acerco a sostenerme el cabello y sobarme la espalda mientras yo era presa de mi sistema límbico.

-¿Qué ocurre?- pregunto mi papá cuando entro en el baño unos minutos después.
-No para de vomitar-
-¡La llevare al hospital!- opino mi padre con dramatismo, quería decirle que no era necesario, que los vómitos tarde o temprano terminan, pero para cuando pude descansar de nuevo, ya se había cambiado y me ayudaba a levantarme para conducirme hasta su auto.
-Quédate tú con las gemelas- le dijo a mi mamá luego de darle un beso.
-Estaré pendiente del teléfono, ¡avísame lo que digan los doctores!- grito mi madre al auto cuando ya partíamos. Al salir por el portón pude ver al señor Mario asomando su rostro preocupado por la ventana de su casa.

Al llegar de emergencias me sentía muy cansada, por lo que inmediatamente me quede dormida. Continuamente sentía frio, pero al mismo tiempo no paraba de sudar, evidentemente tenía fiebre y como mi estomago había pasado por un gran estrés, decidi dejar que cediera sola.

En algún momento del día escuche que alguien entraba a mi habitación, cuando voltee era Mariana, mi estomago dio un vuelco, y eso hizo que me doliera. Mariana se sentó en mi cama, me toco la frente y me pregunto ¿Qué tienes?

-Frio, mucho frio- le respondí.
-Déjame ayudarte con eso- ella levanto la cobija, se metió junto a mí en la cama y yo coloque mi cabeza en su pecho mientras ella me rodeo con su brazo.

Se sentía acogedor, nunca antes habíamos estado tan cerca. Podía escuchar el latir de su corazón.

-¿Quién te aviso?- le pregunte.
-Nadie, me aventure a venir, pensé que quizás estarías en casa-
-Debí haber ido a la universidad-
-Quizás mañana-
-¿Y tú? No deberías estar trabajando-
-Me quise escapar hoy-
-¿De qué se trata tu trabajo?-
-Solo estoy en los laboratorios, metiendo sustancias en frasquitos y recibiendo explicaciones de los científicos- yo reí un poco al escucharla decir eso.
-¿De quién fue la idea de que estuvieras allí?-
-De Rocky-
-¿Aun filman su película de acción?-
-Sí, y al parece no avanza, creo que los guionistas se quedaron sin ideas- en ese momento reí con ganas y le dije:
-No hagas eso, me duelen todos los músculos de abdomen, del pecho, los brazos, todo me duele-
-Lo siento- se disculpo y me dio un beso sobre mi cabello.
-¿Has aprendido algo?- le pregunte para seguir conversando.
 
-Son muchos laboratorios, están los que desarrollan las medicinas para humanos que son los que fundaron mis abuelos, mi padre expandió la empresa, y ahora hacen medicinas para animales y plantas. De todos los laboratorios, donde hacen los venenos es el que más detesto-
 
-¿Por qué?-
-Es terrorífico, apocalíptico. Las sustancia que prueban allí marchitan las plantas, matan a los animales… es grotesco. Cuando la empresa sea mía lo cerrare. En cambio en el laboratorio ecológico, ¡es mi favorito! Todo es verde, las frutas y los vegetales son jugosos y llenos de vida…-

No pude escuchar más a Mariana porque el cansancio y la fiebre lograron vencerme. Esta vez soñé que iba sobre el lomo de un elefante en la sabana Africana, en el horizonte había un rio. El elefante caminaba poderoso y con placidez, podía sentir como los músculos de su espalda se contraían al son de sus pasos. También sentía su caja torácica subiendo y bajando al ritmo de su respiración, mis piernas estaban cubiertas por sus orejas y allí la temperatura era alta, pero cuando las batía, entraban ráfagas de aire fresco que atacaban el calor.

De repente pasaron junto a nosotros unas 200 gacelas trotando y planeando en el aire, luego de dar grandes saltos. Primero se escuchaban sus pezuñas cabalgando, segundos después el sonido de sus cuerpos rompiendo la brisa de la sabana. Más adelante había un gran árbol que extendía su sombra como un enorme paraguas, bajo él estaba mi abuela sentada meciéndose en su silla.

-¡Abuelita! ¡Abuelita!- la salude emocionada. Ella levanto la vista de su tejido y me sonrió.
-¡Qué bien te ves mi niña!- me grito saludándome con la mano, mientras el elefante y yo seguíamos adelante.

Cuando casi alcanzábamos el río, el cielo de torno naranja rojizo y sentí muchas ganas de llorar, como si estuviera muy triste por alguna razón. En ese momento desperté.

Seguía recostada en el pecho de Mariana, ella se entretenía con un juego de guerra medieval en su antiguo celular. Me aparte rápidamente de ella, aunque luego me arrepentí porque me sentía mareada.

-¿Te sientes mejor?-
-Sí, creo que si- le respondí.
-Hace como media hora que dejaste de temblar-

En ese momento entro mi hermana Elizabeth como loca a la habitación.

-¡Isabel esta aquí!- luego salió igual de rápido como ingreso. Mariana se levanto despacio de la cama y se sentó en la silla junto a mi escritorio. Yo me quede pensando, ¿Por qué actúan así? ¡Yo no estoy haciendo nada malo!, un segundo después la pelirroja apareció por el marco de la puerta.

-¿Qué ocurre mi vida?, ¡No contestaste tu teléfono! ¡No te vi por ningún lado en la universidad!-
-Mi teléfono…- fue lo que pude responder tontamente mientras miraba a los lados tratando de ubicarlo.
-Una de tus hermanas me conto que ¡estuviste en emergencia! ¿Qué tienes?- siguió diciéndome Isabel.
-Ya me estoy mejor- le respondí. Luego ella se acerco y me dio cuatro besos en los labios que no esperaba y que me sentí avergonzada de recibir frente a Mariana.
-¿Tienes hambre?, si me prestas la cocina puedo prepararte un té ó un caldo ¿Qué prefieres?-
-Ehm…- ¿era mi imaginación o Isabel estaba frenética? Mariana se levanto y se aclaro la garganta, luego me dijo:
-Bueno, ya que quedas con compañía, mejor me voy- Isabel volteo a verla y actuó como si no se hubiese percatado de que estuviera allí.
 
-¡Hola! Disculpa no me había fijado que estabas aquí, me llamo Isabel- le dijo y luego le extendió la mano para estrechársela. Mariana se quedo viendo el gesto por un instante, como si se estuviera preguntando si aquello era una broma o era en serio, yo me preguntaba lo mismo, ya se habían visto antes.

-Igualmente, mi nombre es Mariana- le respondió cuando decidió al fin estrecharle la mano. Isabel volteo de nuevo a verme y me pregunto:

-Entonces, ¿Té? ¿Caldo? ¿Ó ambos? Sé que no has comido nada hoy-

Mariana salió en silencio de la habitación y antes de desaparecer por la puerta, gesticulo preguntándome ¿Qué rayos le pasa?, Yo baje mi rostro y sonreí un poco, luego le respondí a la pelirroja:

-Creo que podemos comenzar con un té-

Continuara…

Capitulo 19  

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