miércoles, 8 de marzo de 2017

Historia 1 parte 2 -Capitulo 38-

Me encontraba en el despacho de mi padre tomando whisky a solas y en la oscuridad. Un poco desparramada en el sillón del escritorio tambaleando mi silla de manera tenue hacia un lado y el otro repasando una y otra vez los hecho de la pasada reunión con Ruth.

Fue una estupidez de mi parte no considerar que Ruth usaría a Ana para derrotarme. El don ahora nos protegía a mi y a toda mi familia. También le había ordenado a Ruth dejar ir a Ana si era lo que ella quería. Pero no considere que Ana pudiera elegir quedarse a su lado. Bien sea por miedo o porque le hicieron creer que mientras estaba con ella también estuve con Juana. Por la forma como me miró sabía que no me creería. Tenia la peor fama aunque les haya dicho a todas mil veces "Soy promiscua. Pero jamás infiel"

"Toc, toc, toc" no respondí a quien tocaba la puerta, pero a pesar de eso Juana abrió con lentitud y entró.

-Me preguntaba... ya que todo esto terminó, ¿Puedo irme a mi casa?-


-¡Debes estar contenta la única que ganó fuiste tú!- le dije levantándome y señalándola. Estaba un poco ebria, fue en ese instante cuando me percaté.

-¡Estas equivocada!, perdí mi auto, perdí mi trabajo y perdí tu confianza, ¡Ya no me queda nada!- me respondió.

-Nunca debí enredarme contigo- seguí diciéndole con cólera  -Y ¡Sí! ¡Lo admito! ¡Solo te use para olvidar a Ana!- en ese momento me dieron ganas de llorar y el mundo me dio vueltas por lo que poco a poco volví a sentarme. Juana guardó silencio y unos instantes después hizo ademán de salir del despacho pero entonces le dije:

-¿Donde crees que vas!-

-Donde sea, ¡Pero lejos de ti!- me respondió.

-¡Si te largas mandaré a buscarte y te ataré a una silla!-

-¿Te has vuelto loca? ¡Que me tengas retenida en esta casa es un delito! ¡Que destruyeras mi auto también! ¿Ahora me amenazas?-

-Creí que eras madura, lo que hiciste me rompió el corazón- salio como respuesta de mi parte aquella confesión por culpa del alcohol.

Juana quedó con la boca medio abierta sin saber que decir.

-Lo más patético es que me niego a que desaparezcas de mi vida. No te quiero, pero tampoco no quiero que te vayas- agregué.

Ella se acercó donde me encontraba se arrodilló y colocando sus manos en mis muslos.

-Perdóname, haré lo que me pidas, por favor perdóname- sus ojos estaban empañados, los veía brillar aún en la oscuridad.

-Eres egoísta, envidiosa y malvada. Te enferma el poder- le dije con desprecio.

-Te prometo que cambiaré, corregiré todo- me rogó.

-No puedes cambiar de la noche a la mañana- le dije riendo un poco.

-Aprenderé, aprendo muy rápido, por favor dame una oportunidad, no te decepcionare, haré talleres, iré a la iglesia ¡Lo que sea que te convenza de que puedo cambiar lo haré!-

-Te mandaré un año a vivir con mi madre, trabajaras para ella en todo lo que ella decida, te asignare el sueldo de un ayudante de caballeriza, si aguantas un año podrás regresar a tu antiguo puesto y tu traición quedará en el olvido- le dije en un arrebato de inspiración que nació de mi cerebro confundido por el licor, el dolor que llevaba dentro y el respeto que me inspiraba mi madre.

Juana respiró profundamente unas tres veces antes de responderme:

-Lo haré y no te fallaré, lo juro-

-Puedes irte a casa, dentro de dos días mandaré un chofer a buscarte, el te llevara hasta el haras-
Juana asintió se levantó, me dio un beso en la mejilla y se fue. Después de eso decidí no seguir tomando.

Salí tambaleándome del despacho y cuando quise subir la escalera fue tan difícil para mi ubicar la mano en el pasamanos que solo me deje caer para subir a gatas.

-¿Qué es lo que haces?- me preguntó la voz de Sara.

-Llegar a mi habitación- respondí sin abandonar mi tarea de escalar.

-¿Ya te pusiste lo suficientemente borracha? Me extraña que no siguieras hasta quedar inconsciente- continuo diciéndome mientras me acompañaba hacia arriba.

-He madurado- le respondí.

Luego me extendió su mano para ayudarme. Yo se la recibí y juntas logramos poner mi cuerpo de pie y comenzamos a subir.

-Lucas nos contó todo lo ocurrido. ¿En verdad ahora estamos protegidas por el padrino?- me preguntó con tono de burla.

-Si- respondí sin prestar mucha atención.

-Ana terminará regresando no se porque te pones tan dramática- agregó cuando me ayudó a acostar en la cama.

-¿Donde esta Lucia?- le pregunté.

-Fue a llevar a Juana, creo que estaba muy emocionada porque ya podemos salir-

-Prestarme tú teléfono-

-¿Para qué?-

-Para llamarla-

-¿Para qué? Ella estará bien-

-No hablo de Lucia, hablo de Ana-

Sara saco su teléfono para prestármelo pero alguien tocó la puerta y nos interrumpió. Se trataba de Lucas.

-Quería avisarte que los escoltas de Ana informaron que ha salido de su casa con equipaje, rumbo a la casa de sus padres-

-¡¿Qué?!- pregunté exaltada, la ebriedad pareció abandonarme. Sara y yo nos miramos.

-Si me permites te daré un consejo- continuó diciéndome Lucas. Yo me quede perpleja y voltee para no perder detalle.

-Ana debe estar furiosa, dale su espacio, permite que se enfríen sus ideas y que te extrañe. Cuando la busques no habrá discusiones y lo único que pasara por su mente es que esta feliz de verte-

-¡Pero si yo no hice nada!- me defendí.

-No importa, créeme estará furiosa y discutirá contigo- me insistió Lucas.

-Es un hombre escuchalo- me sugirió Sara.

-Soy mujer, sé más de chicas que un hombre-

-Ah perdón, ¿Ofendí tu orgullo de lesbiana?- me replico la morena.

-Te detesto- le respondí con odio.

-Otra cosa- dijo Lucas interviniendo de nuevo -¿Estas segura que quieres que nos marchemos todos?-

-Si, con los vigilantes será suficiente- respondí.


-Muy bien, buenas noches- se despidió.

Luego Sara me quito los zapatos y se acostó a mi lado en la cama.

-¿Entonces que harás?- preguntó.

-Le daré 15 días de luto- respondí.

-¿De luto?- dudo extrañada.

-Es Ana seguramente esta triste por haber terminado con Ruth- le dije a mi mejor amiga antes de quedarme dormida.

Continuara... 

Capitulo 39

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