jueves, 7 de octubre de 2010

Limosna y decisiones

Tomado de: Web "Gentiuno"
El niño se apiada del limosnero, el adulto le molesta su existencia dentro de la sociedad y la mayoría de las veces no consiente, ni justifica su condición. ¿Por qué ocurre esto?. Quizás el niño dentro de su propia inocencia al no comprender por qué ese ser humano tan parecido a él "se encuentra sucio, viste harapos y tiene ojos tristes" se limita a compadecerse, y desea siempre darle parte del limitado dinero que un niño común maneja.

El adulto en cambio, guarda en su memoria una serie de informaciones a las que podríamos llamar pre-juicios, que apuntan al limosnero como el único gran culpable de su situación. Inmediatamente en la escala de culpabilidad ubican al gobierno, luego a la iglesia, la sociedad, la humanidad... etc... hasta que esa escala los alcanza, y sale a flote el niño interno que se permitía conmoverse ante este tipo de condiciones.


"Pobre", "esta hambriento", "sediento", "triste", "así sea para el alcohol", "así sea para la droga"... estos pueden ser los pensamientos que pasan por la mente del niño experimentado y ya crecido; es entonces cuando mujeres revisan sus monederos y hombres sus bolsillos en busca de unas "moneditas" para entregárselas al limosnero, mientras este con un poco de alegría, o quizás indiferencia se marcha, sin imaginar la serie de eventos neurológicos y psíquicos que tuvieron lugar para conseguir esa, o esas "moneditas".






Quizás esa costumbre, de dar unas pocas monedas provenga del hecho de que cuando se era niño, solo podía darse monedas de limosna. En ocasiones personas con personalidad (valga la redundancia) dominante y poderosa, (generalmente aquellos integrantes de la sociedad con poder o cierto poder económico) dan al limosnero billetes de monto altos, estas ocasiones son bien apreciadas por el limosnero, quien los ve igual a Dioses. Tal vez la razón de que estas personas (dadores de altos monto en las limosnas) radique en el deseo de ser vistos como exitosos y poderosos que se dan lujos, entre esos lujos, dar una bondadosa limosna de vez en cuando.



Claro, es bien sabido por ustedes y por mi, que estos casos recién mencionados, no se aplican necesariamente a todas las personas, la variabilidad y complejidad que caracteriza a los Homo sapiens es lo único que no cambia, y abarcar todas las variables, seria suficiente para escribir un libro.

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