domingo, 22 de enero de 2017

Historia 1 parte 2 -Capitulo 36-

-¡Con esto la doblegaremos y se eliminara el problema!-

Fueron las palabras de Rocky al finalizar su explicación de como acabaríamos con Ruth. El siguiente día nos reuniriamos con ella a las seis de la tarde en un estacionamiento abandonado, tal como decía la nota que nos envió a primera hora con un mensajero.

-¿Cuál es el plan B?- pregunté.

-No hay plan B, ¡Es imposible que fallemos!- me replicó Rocky.

-Fue lo que dijiste la última vez- se quedo blanco cuando le recordé aquello.

-Bien- respondió y se sentó a pensar, se le veía agotado, además necesitaba ducharse y dormir, había trabajado sin descanso los dos últimos días.

En ese momento el sonido incesante de un claxon que provenía desde la calle irrumpió con la paz. Rocky se incorporo de un salto, sus ojos parecían torbellinos en sus cuencas.

-¡Que demonios es eso!- exclamó.

El sonido se detuvo para ser remplazado por un auto acelerando y posteriormente el impacto de dos grandes objetos metálicos con un ¡Plum!.

Fue cuando me preocupe, miré por la ventana y vi a todos los escoltas correr a la entrada preparando sus armas.

Nuevamente se escuchó el claxon y el ¡Plum! de los dos enormes objetos metálicos chocando. Decidí salir corriendo rápidamente hacia la entrada de la casa para averiguar que ocurria.

-¡Mariana! ¡No! ¡Mariana! ¡Es peligroso!- me grito la voz de Rocky. 

Al pasar corriendo por la sala pude ver a Sara y Lucía congeladas en el sofá.

-¡Mariana no salgas!- me grito la voz de Sara.

Cuando alcance el jardín del frente me encontré con los vigilantes apuntando sus armas hacia el portón de la entrada. Luego el sonido del claxon volvió a escucharse y el ¡Plum! contra el portón.

-¡Alguien intenta entrar!- escuche gritar a Lucas que paso a mi lado también preparando su arma.

Lo siguiente fue ver como el vigilante de la entrada corría hacia nosotros con los brazos dando vuelta como locos, gritaba algo que no pude entender hasta que estuvo cerca:

-¡Es su novia! ¡Es su novia!- el claxon y ¡Plum! una vez más.

-¿Qué?- le dije.

-¡Su novia! Se molestó porque no la deje entrar y ¡Se ha vuelto loca! ¡Quiere tumbar el portón!- Y de nuevo ¡Plum!, la estructura no resistiría mucho más.

-¡Mariana! ¡Mariana!- me llamó Rocky que había llegado hasta mi lado. 

Yo lo ignore y les grite a todos:

-¿Qué esperan! ¡Abran el maldito portón!-

Posterior a eso algún atolondrado me obedeció y el portón traqueteo mientras se abría con dificultad semejando a un anciano al final de su vida. Detrás de él estaba la camioneta de Ana con toda la parte delantera destrozada.
 
Ningún escolta dejo de apuntar su arma hasta que vieron bajar con los brazos alzados a una chica pequeña, de piel trigueña, cabellos negros largos y ondulados vistiendo traje de médico. Me acerque a la entrada pasando aquel cordón de hombres armados y ella corrió a mis brazos, se encontraba temblando y llorando.

-¡Estaba muy preocupada, pensé que algo grave te había pasado!- me dijo sollozando en mi pecho. 

Yo cerré los ojos al percatarme del calor conocido que me transmitía y embriagada por el olor de su cabello. Luego se aparto de mi y me dijo:

-¡Creí que nuestra discusión no te haría desaparecer!- 

-No, no era mi intención- le dije acariciando su rostro.

-¡Recordé lo que dijiste! "No volveré a desaparecer a menos que este muerta" ¡Y te busque! ¡Nadie sabia de ti! ¡Hace días que nadie te ve!-

-Lo se, lo siento mucho- me disculpe y ella siguió sollozando.

-¡Luego llego aquí y ese estúpido vigilante me niega la entrada!- me explicó apuntando hacia el portón enojada. 

Yo sonreí, así era Ana, introvertida y luego un día hacia algo que te dejaba con la boca abierta. Como defenderme aunque yo fuera una desconocida para ella de una amenazadora chica que estaba dispuesta a golpearme, exigirle a gritos a Rocky que me dejara en paz o derribar un portón a costa de su propia camioneta si era necesario. 

Aparté sus lágrimas con mis pulgares y la besé, porque aunque estuviera moqueando me parecía la mujer más sensual del mundo cuando hacia esas cosas. Y mientras la besaba se hizo el silencio, y los dolores de mi cuerpo cesaron. Solo sentía sus labios suaves, su aliento caliente y su lengua dulce danzando con mis propios labios, mi propio aliento y mi propia lengua en una armonía perfecta, tal como el movimiento sincronizado entre los planetas que giran alrededor del sol. 

-Te amo- me susurro mientras acomodaba sus brazos alrededor de mi cuello acercándome más a ella.

Cuando paramos le dije:

-Vayamos dentro, debemos hablar- pose mi brazo sobre sus hombros para conducirla y al darnos vuelta me encontré con la mirada perpleja de todos los empleados que observaron la escena. Entre ellos, al fondo, cerca de la casa, se encontraban Sara, Lucia y Rocky acompañando a la anonadada multitud.

Ese incomodo momento duro aproximadamente dos segundos, que fue cuando reaccionaron y comenzaron a apartarse y mirar hacia otro lado. Ana enterró su cabeza en mi pecho, como ocultándose, probablemente se sentía apenada por el lío que formó.

Seguimos caminando hacia la casa ignorando a todos. Al pasar junto a las chicas y el abogado escuche a Rocky llamarme tenuemente:

-Mariana...-

Sabia lo que trataba de decirme, era una advertencia, era un "cuidado". Pero yo confiaba en Ana, no era capaz de relacionarse en negocios oscuros. Estaba segura que no me haría daño. Si me equivocaba, no habría ninguna otra manera de averiguarlo que quedándome a solas con ella, y si Rocky estaba en lo cierto igualmente no importaba que Ana atentara contra mi, pues seria una razón suficiente para no volver a apreciar la vida. La decepción simplemente me mataría. Mi respuesta a él fue un gesto de "tranquilo, todo ira bien". 

Al llegar al despacho Ana se separó de mi y se limpio los ojos con la palma de sus manos.

-Lamento lo del portón- me dijo.

-No te preocupes, se encargaran de llamar a alguien que lo repare- 

-¿Vas a contarme por qué has desaparecido?- me dijo seguidamente mirándome con seriedad a los ojos.

-Es que me están extorsionando- respondí.

-¿Qué quieren!- preguntó sorprendida.

-Lo mismo de siempre "acciones en la farmacéutica"- le dije con un poco de burla, desdicha y desprecio. 

-¿Te amenazaron? ¿Por eso tienes ese ejercito afuera?-

-Eso fue iniciativa de Rocky, y si me han amenazado. Por cierto hay dos escoltas que te cuidan enviados por mi-

-¿Qué dices?!- me preguntó aún más sorprendida.

-Hay dos escoltas...-

-¡Lo se! ¡Te oí bien! ¿Por qué hiciste eso?-

-Para protegerte-

-No lo necesito-

-Por supuesto que si, y espero que no tengas idea de cuanta protección necesitas- le dije.

-¿Qué quieres decir?- me preguntó confundida.

Como no quería explicar me acerque a ella y la abrace.

-Leí tus mensajes- luego le di un beso y continúe:

-También te extrañe y no creo que seas una tonta. Antes de que pasara "este asunto" había decidido ir a buscarte-  le dije.

-La voy a dejar, a Ruth, la dejaré para estar contigo. Ya lo decidí- quede fría cuando escuche aquello y me separé de ella. 

-¿Cuando?-

-Ahora mismo, iré donde está y la dejaré, me vendré aquí contigo...-

-No puedes hacer eso-

-¿Por qué? Si es lo que tu quieres-

-Si, pero no puedes hacerlo ahora-

-¿Por qué no?-

-Dame unos días, déjame resolver esto-

-¿Por qué? Quiero estar aquí contigo-

-Ahora no puedo, no estoy en condiciones de protegerte-

-Pero no necesito que me protejas-

Opte por respirar profundamente y decirle:

-Es muy simple. Espera uno días ¿Esta bien? Yo iré a buscarte y nos iremos a Florencia si es preciso-

Cuando dije aquello la expresión de Ana me resulto casi indescifrable. Fue como si se armara un rompecabeza en su mente mientras se quedaba pensando en algo muy triste.

-¿Me amenazaron también a mi?- preguntó.

-Si-

-¿Y piensas que mantenerme lejos ayudara?-

-Es una escusa menos de que te hagan daño-

En el momento que Ana iba a replicarme: 

"¡Sáquenme de aquí!" se escucho gritar a la voz de Juana.

-¿Qué fue eso?- preguntó mi chica espantada, y yo parecía tener un ataque de sinceridad. 

-Es una traidora que tengo bajo averiguación- le explique.

"¡Mariana, sácame de aquí!" volvió a gritar Juana mientras le daba golpes a la puerta del cuatro donde se encontraba desde que la mande a expulsar del despacho.

-¿Estas loca? ¡Pobre chica! ¡Eso es un delito!- me demandó Ana. 

-Estos días, si, he estado un poco loca. Como mencione, no es buen momento- comprendí que quería ser lo más sincera posible. 

"¡Auxilio!"

-Creo que me iré justo ahora- me comentó Ana. 

-Te acompañó- le dije. 

Al abrir la puerta nos cruzamos con Sara y Lucia.

-Lamento mucho todo el escándalo- se disculpó Ana.

-Nosotras lamentamos haber creído que eras una tonta engreída- le dijo Lucia y la abrazo fuertemente. Sara se cubrió el rostro con las manos exasperada por el error de Lucia y luego me dijo:

-Mariana debes arreglar el asunto de tu huésped, es escalofriante- las tres me miraron. 

-Si, si, lo siento. Me pondré a ello- "debí mandarlas lejos" pensé.

Tome entonces de la mano a Ana y la aparté un poco para decirle en voz baja:

-Te explicaré todo cuando vaya a buscarte, ¿Esta bien?-

Ella asintió y me dio un beso.

-¿Puedes responder mis mensajes?- preguntó antes de que me fuera. 

-Si, lo haré- le prometí y luego subí para hablar con Juana.

Entré a la habitación y junto con ella se hallaba uno de los escoltas de Rocky. Juana estaba en la esquina de la habitación junto al baño y él cerca de la puerta, parecía intimidada.

-¿Qué haces aquí?- le pregunté con autoridad a aquel hombre.

-Los gritos....- me balbuceo.

-Lárgate- le ordené y este rápidamente salió. Juana me miro con ojos vidriosos.

-Si vas a hacerme algo más termina con ello, estoy cansada de estar encerrada- me dijo.

Me sentí muy mal al escuchar aquello.

-Quiero que conversemos- le dije y le indique que se sentara en la cama, yo por mi parte me senté en una silla que estaba junto a un escritorio. Era una habitación de huéspedes. La principal la estaba usando yo, la de mi padre Sara y en mi antigua habitación dormía Lucia. Juana se sentó luego que yo.

-Jamás quise que pasara todo esto- le dije.

-Fue mi culpa- me respondió ella inmediatamente.

-No me gusta buscar culpables en cada situación, no creo en ese tipo de cosas-

-Bien- me respondió.

-¿Entiendes que no estas enamorada de mi, cierto?- le pregunté. Ella se encogió de hombros. Respire, no lo podía creer.

-Aquí estoy confiésame tu amor, convénceme, soy toda oídos- la reté.

Juana guardo silencio mientras se acariciaba las manos, luego en una explosión de emociones me dijo:

-¡No es posible que una persona te bese como tu me besaste y haga todo lo que tu y yo hicimos y no sienta nada!-

-No se trata de no sentir, simplemente lo que sentía no era suficiente para desear tener una relación contigo-

-¿Qué hay de malo en mi?- me preguntó como niña.

-Tu éstas bien, se trata de mi,  de lo que quiero y no quiero-

-¿Por qué no soy lo que tu quieres? Soy bonita, inteligente, educada, elegante, exitosa, buena amante ¡Se que lo soy! Tu y yo juntas seriamos la mejor pareja...-

-No lo se, y sinceramente eso no importa. Quienes elijen a su pareja porque son el estereotipo perfecto y lucen bien juntos... están siguiendo los preceptos estúpidos de la sociedad y no es correcto- 

-No me amas porque no quieres hacerlo- me acusó.

-Esa debería ser para ti una razón suficiente para desistir- Ambas quedamos en silencio y Juana lloró calladamente. Estaba comenzando a pensar que no valía la pena hablar sobre ese tema con ella. 

Siempre he detestado que existan personas que por sentir algo por ti se muestran amables y esperan con seguridad que tu le correspondas y si no lo haces te acusan de ser malvada, de lastimarlas o no tener corazón. Ciertamente hay quienes se aprovechan de esas situaciones, son conscientes de lo que la otra persona siente y deciden esperar y disfrutar de los beneficios lo máximo posible. Pero este no era el caso, si yo no la quería ella debía respetar eso y dejarme ir.

Como he mencionado antes, parece que el amor no tiene razones, te gusta quien te ha de gustar, te enamoras sin entender el porqué y si la dueña de tu afecto no termina siendo un paria, puedes hablar de la prolongación de ese amor.

Si no te corresponden no pasa nada, no es el fin del mundo y mucho menos de tu vida, pasa todo el tiempo, quizás a todas las personas al menos una vez. Enfrascarse en ello es lo que más nos lastima, nos hace perder tiempo y perder oportunidades de cruzarnos con alguien más sensual o de mejor humor. 

Quiero a Ana desde que la vi y ha sido así todos estos años. También quise a Eva, fue la segunda mujer a quien le dije que la amaba y sin embargo, el tiempo que pase con Juana fue más ameno y divertido. 

El amor es complicado, misterioso y extraño. Si no tenemos cuidado podemos caer en meditaciones eternas al respecto y finalmente no quedar satisfechas de las razones que nuestra mente encuentra.

-No quiero perder mi trabajo- me dijo en voz baja.

-¿Quieres seguir siendo la administradora de mis bienes?- pregunté con incredulidad. 

-¿Es posible?- me preguntó esperanzada.

-No- no pude evitar reír.

-Mañana debes acompañarnos al encuentro con Ruth-

-¿Por qué?-

-Porque si nos asesinan tu debes morir con nosotros- Juana me miro aterrada.

Luego me levante para salir de la habitación, pero antes de eso le dije:

-Puedes salir del cuarto, andar por toda la casa, pero no puedes irte hasta que esto haya terminado- 

Continuara...

Capitulo 37

4 comentarios:

  1. Va muy interesante. Es una lastima que no puedas escribir tan seguido. Saludos. Espero leerte pronto.

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  3. jajajajaja me encantó esta parte... Porque si nos asesinan tu debes morir con nosotros xD

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