viernes, 9 de septiembre de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 21-

Era un bello sábado a mitad de mañana. Sara había invitado a sus nuevos amigos del teatro a pasar el día en la piscina, Lucia también nos acompañaba al igual que Elisa, la nueva amiga de Sara que intentaba meternos por los ojos para demostrarle que las lesbianas también podían ser felices (al parecer la chica asumía que su vida había acabado luego que acepto su sexualidad).

Me coloque mi traje de baño, sombrero playero, lentes de sol y luego me acosté en uno de los muebles junto a la piscina pues mi piel hacia mucho no se bronceaba. Disfrutaba en silencio el murmullo de las conversaciones y risas de todos. Como me era costumbre después de un suspiro comencé a pensar en Ana. 

Sería genial que ella también pudiese venir, o mejor dicho quisiera venir. Debido a que me estaba sintiendo en un circulo sin salida con ella decidí guardar silencio unos días para planear una nueva estrategia. Nunca había pedido tener amigas, dinero, alguna vez una familia, no había pedido tener un talento como pintar. Sin embargo, la vida me había regalado todo aquello y estaba muy agradecida. Pero a pesar de eso había una cosa más que quería y era lo único que demandaba con insistencia, y eso era que Ana estuviera a mi lado como mi mujer. No podía ser imposible o jamás nos hubiésemos conocido. Al menos eso creía.

Sara se acerco a mi unos instantes, se agacho para quedar a la altura de mi cara y me dijo:

-¿Que haces aquí solitaria con ese porte enigmático?- yo sonreí y le respondí:

-Solo busco broncear un poco mi piel-

-Deberías invitar a Juana a venir-

-No, acordamos separarnos- le respondí al recordar que hace semanas no había tenido una conversación a solas con mi mejor amiga.

-¿Que le hiciste Mariana?- me pregunto con cara de enojo.

-¿Por qué asumes que le hice algo?-

-Porque tienes un currículum largo en el tema-

-Fue mutuo acuerdo, te lo conté, lo nuestro era una relación simplemente sexual que si pasaba a significar algo más para alguna, lo comunicaríamos y nos separaríamos-

-Si claro, como si las mujeres pudiéramos hacer eso-

-¿A que te refieres? Muchas podemos hacer eso-

-Juana no era una de ellas-

-¿Como lo sabes? Te equivocas, ella lo asumió bien, hemos continuado trabajando juntas-

-A veces eres tan inocente que me Inspiras ternura- me dijo y pellizco mi mejilla izquierda. Yo voltee los ojos, obviamente Sara no podía tener ese tipo de relaciones, pero Juana y yo si, los hechos lo demostraban. Era cierto que fue la única chica que en toda mi historia lo había tomado bien, pero... ¡era innegable!

-Si terminaste con Juana, ¿Con quien pasas todo ese tiempo cuando no estas en ninguna parte?- me pregunto seguidamente. 

-¿De que hablas?- le pregunte un poco nerviosa.

-Varias veces tu secretaria ha llegado al teatro preguntándome si tengo información de donde te encuentras porque alguna persona te ha estado tratando de localizar y no estas en casa, ni en ninguna de tus empresas ni al celular-

-Eso no implica que este con "alguien"- Sara río con ganas y me dijo: 

-Te chorrea el culpable por todo el rostro, si no creyera que Ana es incapaz de ser infiel nuevamente, juraría que pasas ese tiempo con ella- luego me dio un beso en la mejilla y volvió con sus amigos.

"Bien al menos la creían incapaz de eso" pensé. Aunque... solo eramos dos amigas saliendo a conversar de vez en cuando. Me di cuenta que para las personas eso sonaba ilógico y quizás por eso Ana me pidió no contarle a nadie. Temía ser juzgada, como siempre, era típico de ella.

El día continuo y a medida que caía la tarde todos iban tornándose vivarachos y risueños. Un chico moreno comenzó a susurrar en el oído de Sara y Lucia también se encontraba susurrando en el oído de una de las chicas, además había una joven que me estaba mirando con descaro hacia rato. Yo me eximí de todo aquello porque evite la bebida. Comencé a desojar margaritas mentales decidiendo si me acercaba o no a la chica. 

Como por impulso natural baje un poco mis lentes de sol para que notara mis ojos y le hice seña con la mano de que se acercara. Ella inmediatamente obedeció.

-¿Qué tal?- le dije mientras la chica se sentó junto a mi al borde de la piscina.

-Me llamo Laura ¿Y tú?- pregunto con voz melodiosa y muy femenina.

-Mariana- le dije y estreche su mano.

-¿Eres la dueña de la galería?-

-Sí-

-¡Que vergüenza! de saberlo no me hubiese atrevido a mirarte de esa forma- me dijo cubriendo con sus manos un poco su rostro. Yo sonreí y le dije:

-No pasa nada-

-Dicen que eres una gran pintora- me comentó.

-¿Ah sí? ¿Quienes lo dicen?-

-Todos, todos los que trabajan en la galería te tienen una profunda admiración- Jamás había escuchado que alguien hablara así sobre mi y me sentí un poco conmovida.

-Les agradezco su opinión- respondí, luego le dije:

-Aquí en casa tengo mi taller ¿Quieres verlo?-

-¡¿Esta es tu casa?!- me preguntó sorprendida.

-Algunas veces- le dije, luego me levante y ella me siguió.

La lleve hasta mi taller, le enseñe algunos oleos viejos que no me gustaban y ella se mostró complacida. 

Unos momentos después lleno uno de sus dedos con pintura y lo paseo por mi abdomen dibujando una especie de signo de interrogación de cierre. Acompaño aquel acto clavando una mirada profunda en mis ojos, acción que disparo mis sentidos, por lo que la levante enrolando sus piernas alrededor de mis caderas y la cargue hasta una de las mesas en las que aparte con rapidez y descuido el desorden mientras nos besábamos con locura.

Ya de noche, cuando despedí a Laura en la puerta luego que llegó su taxi, note que todos se habían marchado y al entrar en casa me encontré con Sara y Lucia sentadas en el sofá de la sala riendo como locas.

-¿Qué es tan gracioso?- pregunté.

-Es que acabamos de entender tu estrategia maestra- me dijo Lucia.

-¿De que hablan?- y volvieron a estallar en risas.

-Permaneces solitaria todo el día y sales a pescar cuando cae la noche ¡Es perfecto! ¡justo cuando los peces están adormecidos!- y luego volvieron a reír con ganas.

-Están ebrias- les respondí y las dos chicas volvieron a reír.

-Ya saben donde quedan sus habitaciones- les dije y subí a la mía.

Luego de ducharme tome mi celular que estuvo olvidado durante todo el día y halle un mensaje de Ana que decía:

"Te he extrañado estos días ¿Como éstas?"

Estaba muy bien, acababa de tener sexo con una bella mujer, seguramente tu también has hecho lo mismo. No tengo porque sentirme culpable, ¿o sí?

Continuara...

Capitulo 22

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