domingo, 2 de octubre de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 22-

Desde siempre me ha gustado mirar las nubes. Su apariencia nos hace creer que son cómodas, esponjosas y rodeadas de un ambiente fresco. Nos transmiten sentimientos confortables, ha de ser por eso que representan al "otro mundo" como una "tierra" formada por nubes.

Una vez cuando era niña, le pedí a mi padre que me llevara en un avión hasta las nubes, para que yo, con un frasco, pudiera tomar una pequeña porción de ellas y tenerla disponible para verla de cerca en mi habitación cada vez que quisiera. Mi padre me dijo que las nubes no eran más que agua que cuando estaba en el cielo le apetecía tomar esa forma y que por lo tanto al bajar esa porción de nube aquí, dependiendo de la temperatura, solo hallaría liquido o hielo en mi frasco. Luego de saber aquello pase un mes obsesionada con la nieve y la lluvia. 

Igualmente durante mi niñez, invertía largo tiempo en observar las cosas que había en el mundo, como cuando conocí a Sara. Llevaba poco tiempo de haber comenzado la escuela, tenia solo 5 años. Ese día me encontraba con la cara metida en el jardín viendo como pequeños caracoles estaban fuertemente adheridos a las paredes, me atreví a despegar algunos que coloque sobre hojas, luego de un rato salieron de su cascaron y con magna lentitud emprendieron camino de regreso a la pared.

Una discusión se desato cerca de mi, cuando voltee interrumpida por el ruido, vi que tres niñas rubias estaban con actitud pedante criticando el color de piel, el cabello y las trenzas que usaba una pequeña niña morena, que se veía aun más pequeña por la agresión de esos comentarios. Recuerdo claramente como un sentimiento de ira nació en mi estomago y emergió al exterior por medio de mi boca terminando en un "¡hey!", fue entonces cuando me levante, golpee en el estómago a la primera, hale el cabello de la segunda y empuje al suelo a la tercera. Creo que Sara pensó que seria la siguiente y huyo enseguida. "Idiotas" termine por gritarles, palabra que en ocasiones escuchaba decir a mi padre mientras iba conduciendo. Posterior a aquello regrese al jardín.

Mas tarde me llevaron a la dirección y no me dejaron ir hasta que llego mi abuelo y hablaron con él largo rato en la oficina. De camino a casa me pregunto que había pasado y cuando le conté, su respuesta fue: "bien hecho campeona".

Unos dos días después Sara se me acerco durante el recreo ocultando algo entre sus manos, al abrirlas emergió de ellas un insecto delgado de color verde.

-Es una cerbatana- me dijo -Pregúntale por el maíz-  yo un poco incrédula la obedecí.

-¿Como está el maíz?-

El pequeño insecto levanto sus patas delanteras y las junto, fue uno de los momentos más emocionantes de mi infancia, desde ese día somos amigas.

Volviendo al presente, me encontraba pintando un oleo cuando mi más antigua amiga irrumpió encolerizada en el taller que tenia en casa:

-¡Mariana León!- "Rayos" pensé, mientras tomaba el trozo de tela con el que acostumbraba tapar mis trabajos aun no acabados.

-¡Estaba feliz! ¡El primer adelanto que recibí por los espectáculos era suficiente para comenzar a resolver uno de mis problemas! Me dirigí al banco, ¿Y que me encuentro? ¡Ya han vendido la casa de mi madre! Luego pase dos días, ¡Dos días! esperando que el gerente me atendiera y tuve que persuadirlo para que me informara ¡Quien había comprado mi casa! ¿Y que me dice? ¡Que mi casa había sido comprada por Sara Rivera!-

Quise decir algo pero Sara me hizo una seña con la mano de advertencia de que no se me ocurriera abrir la boca, por lo que decidí callar.

-Lo peor es que no acaba aquí, me voy a visitar la casa, ¡Me la encuentro sin techo! Y una decena de hombres allí ¡Destruyéndola!-

-No la están destruyendo, están reparando el machihembrado que estaba putrefacto y lleno de goteras- me justifique.

-¡Sabia que era obra tuya! ¿¡Como te atreves a entrometerte así!? ¡A mis espaldas!-

-No hubieses aceptado de habértelo dicho-

-¡No necesito tu ayuda!-

-Me tiene sin cuidado- le dije.

-Me doy cuenta, ¡Eres una entrometida! ¡Abusas de tu poder!- me dijo señalándome con el dedo.

-No voy a disculparme-

-¡Y yo no voy a agradecerte!-

-¡Bien!-
-¡Bien!-

Me dirigí a una de las repisas para tomar un poco de pintura blanca y aclarar el marrón que ya tenia.

Sara se sentó en uno de los sofás resoplando. Luego de un rato me dijo:

-Quiero pagarte, cada centavo, ¡Y no se te ocurra decirme que no!-

-Como quieras, pero eso lo debes hablar con Juana- le respondí.

-Iré hoy mismo-

-Genial, ya puedes retirarte entonces, porque me interrumpiste mientras estaba pintando- le comente al dirigirme de nuevo al oleo en que estaba concentrada momentos atrás.

Sara se sintió apenada por eso, lo note, ella también era artista, sabía lo irrespetuoso que era que alguien se presentara así cuando estabas trabajando.

-Me disculpo por eso, ¡Pero es tu culpa! ¡No puedo creer lo que hiciste!- luego de decir aquello se marchó.

Si se molestaba por esa pequeñez no quería imaginar como se molestaría por lo que seguía. Esperaba no ser descubierta la próxima ocasión...


Logre terminar la pintura a tiempo para presentarme al final del día en el consultorio de Ana. No le comente que pasaría por allá, así que cuando entré se sorprendió de verme y me atrevo a decir que también se alegró.

-Finalmente viniste a revisarte- me dijo. 

-Ehh no, en realidad solo quise traerte este obsequio-  respondí al entregarle la pintura que estaba envuelta en papel marrón.

Ana la destapo curiosa y cuando contemplo la imagen sonrió. La mitad de la pintura mostraba un elefante africano en las sábanas de aquel continente estirando su trompa hasta la otra mitad, que mostraba a un oso pardo en un bosque estirando su propia nariz con curiosidad por la trompa que le ofrecía el elefante. No sabia si Ana lo recordaba, pero cuando eramos unas niñas tontas me contó que su animal favorito era el elefante y yo le conté que el mío era el oso pardo.
 
-¡Me encanta!- me comentó en voz baja. Luego se acercó y me dio con pausa un beso en mi mejilla, que desde que usaba comúnmente tacones se le hacia más accesible.

Miró entonces los alrededores de su consultorio y se dirigió hasta la pared frente a su escritorio, quitó de allí una mala pintura sobre un paisaje y coloco la que yo le había obsequiado.

-La mayoría del tiempo de mi vida estoy aquí, así la veré siempre- yo quede complacida.

Me convenció después que debía revisarme y me llevo a una camilla donde escuchó mi corazón, mis pulmones, reviso mis ojos, mis oídos y luego palpo mi abdomen.

-¡Auch!- me queje en un momento.

-¿Te duele allí?- pregunto preocupada.

-¿Como no me va a doler si me estas enterrando tus manos?- le dije, pero ella me ignoró y acerco a mi un aparato conectado a un monitor que luego encendió. Me di cuenta posteriormente que se trataba de un equipo de ultrasonido.

Vertió un gel en la punta de aquel aparato y comenzó a pasearlo por todo mi abdomen mientras miraba la pantalla. Yo por mi parte me le quede viendola ella.

Era una mujer muy hermosa, su piel se veía suave, toda su vestimenta estaba perfecta, usaba una bata blanca y un perfume delicioso de percibir. Era elegante y tenia gracia.

-Me encanta tu porte de doctora- le dije.

Ana me sonrió tenuemente y volvió su atención a la pantalla, yo mire para conocer que la tenía tan interesada y vi como dibujaba lineas rectas sobre la imagen.

-¿Qué haces?- pregunte.

-Estoy revisando las dimensiones de tu hígado-

-¿Tiene algo mal?-

-Todo se ve bien, pero quiero cerciorarme con exactitud-

Luego imprimió esa imagen, quito el aparato de mi panza y se metió la foto al bolsillo. Tomo entonces papel absorbente que tenia por allí y limpio los restos de gel de mi abdomen. Por un momento me miro al rostro y sonrió.

-Me alegra que hayas venido, solo nos falta realizar unos exámenes de sangre-

-Eso duele, no quiero hacerlo- le dije al levantarme casi haciendo puchero.

-Debes hacerlo, no seas cobarde- me dijo con dulzura. Yo estaba comenzando a sentirme entusiasmada y quería tomarla y acercarla a mi, pero fuimos interrumpidas por su secretaria quien toco la puerta dos veces y entro de bruces. A mi me pareció irrespetuoso, pero note que era un comportamiento común. Le comentó algo a Ana y luego se fue.

-Supongo que ya debo irme- le dije y me levante mientras ella escribía algo en su escritorio.

-¡Espera! Estos son los exámenes que debes hacerte- tome el papel sin ganas.

-¿Quieres ir al cine esta noche?- yo me quede fría, no podía creer lo que estaba escuchando.

-Se que nunca te ha gustado el cine, pero tengo ganas de ir y me gustaría que fueras conmigo- Mi mente estaba absorta en un zumbido y Ana comenzó a ruborizarse, sabia que le pasaba cuando sentía vergüenza por lo que me obligue a reaccionar.

-¡Claro que quiero ir!- le dije más animada de lo que hubiese querido. Las dos nos reímos un poco y nos relajamos.

-Te daré la dirección y nos encontramos allí ¿está bien?-

-Si- respondí.

-A las ocho, no llegues tarde- me dijo y sonrió. Como tenía el corazón a mil me marche lentamente.

Fui directamente a casa, me bañe, estudie que ropa colocarme, arregle mi cabello y me maquille. Quería lucir hermosa para ella. Por un momento me sentí tonta al recordar sus palabras "Se que nunca te ha gustado el cine, pero tengo ganas de ir y me gustaría que fueras conmigo" Sonaba como a cita de amigas, pero... ¿Que más da? ¡Igual quería lucir hermosa!

Cuando decidía que calzado me iría mejor, revise la hora y eran las 7:15 p.m, el lugar al que iríamos quedaba un poco retirado, podía hacerse tarde y no quería, por lo que me quede con esos botines con tacón que llevaba y partí. Al llegar al punto de encuentro eran las 7:57 pm. Justo a tiempo.


Ana llegó unos tres minutos después, también se había cambiado y arreglado, lo que me hizo muy feliz.

-Estas aún más hermosa que hoy en la tarde- le dije antes de besarla en su mejilla. Ella río un poco.

-Tu también- me dijo y entramos.

La película que Ana quería ver comenzaba a las nueve y media. Como el cine quedaba en un bulevar muy activo durante la noche que tenia una hermosa plaza en el centro decidimos pasear. Yo le ofrecí mi brazo para que enrollara el suyo como paseaban los caballeros y las damas en la antigüedad y ella me siguió la corriente.

Íbamos conversando sobre un curso que le gustaría hacer en el extranjero, yo me sentí melancólica de pensar que se fuera por largo tiempo y le pregunte si podía acompañarla.

-Es por doce meses, seguro no podrías ausentarte de tu trabajo tanto tiempo- me dijo. 

-Estuve ausente por 5 años y les fue de maravilla, incluso creo que piensan que mis decisiones les hacen perder dinero a los socios, estarán bien sin mí- Ana río por mi broma y me dijo:

-Aún no me he matriculado, además debo ser seleccionada entre miles, nos preocuparemos luego de ese tema-

En ese momento paramos frente a una tienda de vídeo juego y quede con la boca abierta. Los equipos de la actualidad eran increíbles, los gráficos, los efectos, los audios...

-¡Debemos entrar!- le dije a Ana emocionada.

-¿No estamos demasiado grande para esto?-

-Somos veinteañeras- le respondí de forma resuelta y la lleve conmigo dentro.

Vimos a unos chicos luchar de cuerpo a cuerpo usando cascos guantes y sables de realidad virtual. ¡Era simplemente genial!

Como casi todas las maquinas estaban ocupadas y aborratadas subimos a una de competencias de auto, nos colocamos los cascos e iniciamos el juego. Era fantástico, todo a mi alrededor lucia como el interior de un auto de carreras y si volteaba a la derecha podría ver a Ana en su propio auto, 

-¡Esto es increíble! Le grite y ella me respondió riendo "no grites estoy justo a tu lado".

Iniciamos entonces la carrera, había 5 velocidades y el nitro, en el que se me hacia fácil perder el control y estrellarme estruendosamente. Luego de seis carreras Ana me había ganado en todas, me quite el casco y le dije:

-¿Como es que pierdo en todas?- ella riendo me dijo:

-Es porque usas el nitro cuando te voy alcanzando y te estrellas-

-Pero tu usas el nitro para alcanzarme y no te estrellas, es como si tuvieras practica-

Ana río de nuevo con picardía.

-¡Dime la verdad!- le dije contagiada por su risa.

-A veces juego con los niños del oncológico, allá tienen de estas máquinas- confeso.

-¡Que tramposa eres!- le dije.

-¿Tramposa por qué?-

-Por fingir que te apenaba entrar aquí-

-No soy tramposa, tal vez si en el oncológico por fingir que juego con ellos solo por animarlos y no porque además de animarlos me gusten los vídeo juegos- yo aunque estaba sonriendo moví mi cabeza en forma de negación, ella se acerco a mi y me dijo:

-No te enojes por perder- y me dio un beso en la mejilla que me animó. Luego de eso nos fuimos al cine.

Compramos las golosinas regulares que se comen al ver una película y entramos.

Se me hacia extraño ver una película con cientos de extraños en una misma sala, siempre acostumbre ver las películas en casa, por eso Ana decía que no me gustaba el cine. Pero note que nadie se metía en los asuntos de los otros y eso me tranquilizó.

La película trataba de un hombre inglés que emprendía un viaje a Cannes para ir a la playa. Le pasaban muchas cosas difíciles, pero él las tomaba con el mejor humor posible, además por todo el camino hizo grandes y lindas amistades. Me hizo recordar Europa y me sentí un poco nostálgica, después de todo el tiempo que viví allá no fue completamente malo.

Al salir del cine ambas nos sentíamos muy felices de como iba la noche y estábamos renuentes a separarnos.

-¿Quieres ir a un lugar bonito?- me pregunto cuando llegamos junto a su camioneta.

-Si- le respondí inmediatamente. Entonces me pidió que la siguiera.

Nos dirigimos a la parte mas alta de la ciudad, hasta un parque con mirador. Podías ver abajo toda la metrópolis y justo arriba el cielo lleno de estrellas. 

Cuando nos sentamos en el muro del mirador le dije:

-Esto me recuerda cuando pasamos la noche en la cima de aquel edificio- Ana guardó silencio, quizás aún era muy difícil hablar del pasado.

-A veces quisiera que se estacionara mi vida, y luego cuando la siento estacionada pienso en todo lo que me puedo estar perdiendo y quiero de nuevo que se mueva- me comentó mas tarde casi suspirando.

-La vida debe ser dinámica, no estacionaria, no somos árboles, si  no seres pensantes, complejos y muy dramáticos. Solo debemos dentro de ese dinamismo permanecer fieles a quienes amamos y a la par ser fieles a nosotros mismos y a nuestros impulsos de libertad, aunque los demás nos critiquen por ello- le respondí.

-Entiendo lo que dices, por eso tu eres como eres y haces lo que haces, aunque los demás te llamemos egoísta- yo reí un poco ante su sinceridad. Después de decirme eso se acercó a mi y se acurrucó entre mis brazos de modo que quede abrazándola por detrás mientras ella descansaba su espalda en mi pecho.

Nuestros rostros quedaron muy cerca uno del otro y yo me atreví a darle un beso en su mejilla izquierda que ella recibió tranquila.

Sospechaba que algo la estaba haciendo sentir harta y con ganas de irse lejos para cambiar de ambiente. Por eso me había invitado, por eso estuvo considerando irse a estudiar al extranjero, por eso hablo sobre hacer cosas que piensa que se puede estar perdiendo de la vida. Pero eso era una tontería, uno puede irse lejos, pero lo que no soluciona te acompaña donde sea que vayas, yo era experta en esos temas, es decir, ya me había pasado dos veces.

No pensaba que se tratara de su trabajo porque todo parecía bien, con sus padres no había tenido problemas nunca, excepto los que tuvo por Ruth. ¡Bingo!, quizás se trababa de Ruth, si algo posiblemente podría machar mal en la vida de cualquier persona con pareja era justo eso, su relación de pareja.

-¿Te he dicho que me alegra que hayas regresado?- me dijo repentinamente.

-No- respondí.

-Lamento no haberlo dicho antes- 

-No importa- 

-Me gusta pasar tiempo contigo- acoto seguidamente.

-Me pasa igual- le dije y agregue otro beso a su mejilla, mientras Ana respiro profundamente.

Continuara...

Capitulo 23

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Gracias por comentar!