sábado, 22 de octubre de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 27-

Tenia 5 minutos de retraso cuando llegué a la oficina de Juana. Nos saludamos con cortesía e inmediatamente fuimos a los temas. 

Conflictos aquí, reclamos allá, asuntos por tratar, cosas que exigir... en fin, aburrido trabajo de oficina. 

Cuando casi se cumplía media hora de estar reunidas, un chico delgado de aspecto amanerado se dispuso a servirnos café. Fue entonces cuando caí en cuenta.

-¿Dónde esta la señora Irene?- pregunte.

-¿Quién?- me respondió Juana distraída.

-La señora Irene, la que servía el café las últimas veces que estuve aquí- Juana lo pensó un poco y me respondió:

-La despedí-

-¡¿Por qué razón?!- pregunte sorprendida pues me había dado la impresión de ser una trabajadora ejemplar.

-Por holgazanear- me respondió con desdén como si con esa explicación el tema quedaría cerrado.

-¿Que hacia cuando la descubriste holgazaneando?- insistí.

-Estaba dormida en una silla... bien aquí puede ver la manera de como entregaremos el informe al SOMA...-

-¿Que te dijo cuando preguntaste por qué se quedo dormida?-

-No le pregunte, solo la despedí- me respondió con fastidio como quien entiende lo que se avecina.

-¿Como puedes despedir a una trabajadora ejemplar por encontrarla una vez, UNA VEZ dormida? Debe existir una razón por la que tenía sueño-

-No puedo determe en esos temas- con risa sardónica le dije:

-Claro que DEBES detenerte en esos temas. Es obvio que no lo entiendas pues ¡Seguro tu vida es cómoda! Puedo hasta imaginarlo... 

Te levantas, te bañas con agua caliente, vistes tu ropa de marca y cuando sales de la habitación tus empleadas tienen el desayuno servido en la mesa, luego montas tu auto y sales a trabajar. Llegas a tu oficina donde encuentras todo ordenado, aseado y con un café caliente sobre el escritorio esperándote. ¡Eres las jefa! Te dedicas a conversar con otros jefes y a presionar a tus subordinados para que cumplan con sus obligaciones y no te dejen mal parada. Al final de la tarde te marchas, un poco más tarde o un poco más temprano, no tienes a nadie que te juzgue por ello, todo depende de tu ánimo del día.  Quizás salgas a recrearte, quizás vayas directamente a tu casa, que hallarás limpia, igualmente tu ropa lavada, planchada y la cama hecha. Preparas algo de cenar, ordenas que te lo preparen o compras comida rápida que recibes directamente en casa. Decides que tuviste un día muy productivo, muy cansado o un día de mierda y te vas a dormir a tu cómoda habitación.

Nuestros empleados son siempre personas humildes, de bajos recursos, y cuando son mujeres es aún más dura su vida. Probablemente la señora Irene se levanta de madrugada para preparar desayuno y almuerzo a su esposo e hijos. Quizás su esposo esta enfermo, muerto, ausente o sea un idiota y sea ella quien mantiene el hogar. Quizás después de preparar la comida limpie lo más que pueda su casa o lave su ropa, hasta donde le alcance el tiempo. Lo que si es seguro es que viva en la parte más pobre de la ciudad que en transporte público queda a hora y media de tu oficina. Haciendo todos los días un viaje de hora y media para venir y un viaje de hora y media para ir, viaje donde recibe empujones o debe apretarse junto a otros cientos de obreros para poder caber y no tener que esperar el próximo bus o el próximo tren que pueden hacerla llegar tarde a su trabajo. Después de todo aquello llega aquí a la hora que probablemente tu estas desayunando y comienza a limpiar, ordenar y prepararte café para que tu trabajes en un ambiente hermoso y no tenga que soportar tus regaños por fallar en su trabajo. Al final del día se marcha luego que tú y llega a su casa quizás a cocinar, limpiar y lavar un poco más. Además atender a su esposo o hijo enfermo o ayudar a alguno a hacer la tarea. Su hora de dormir puede que sea mucho después que la tuya o tal vez no, pero si se queda dormida en el trabajo le deben estar resultando insuficiente esas horas de descanso... 

¿Ves el contraste en el día de cada quien? ¿Pasar por todo eso no es una razón suficiente para agotarse y quedarse dormida alguna vez?-

-Quizás defiendes a una holgazana- respondió a mi parlamento.

-Eso es lo que quiero que averigües cada vez que se te ocurra juzgar el comportamiento de los empleados, si no lo haces ¡no puedes trabajar para mí!-  Juana me miro con cólera infinita y yo le sostuve la mirada con severidad.

En una ocasión mi padre se encontraba enfermo y llego a casa temprano. Me hallo en el sofá viendo la televisión mientras le ordenaba a las empleadas de servicio que me dieran golosinas directamente en la boca a la par que hacían mi tarea. Jamás me he sentido tan culpable y avergonzada de mi comportamiento como aquella vez. Mi padre se sintió furioso y me dicto un sermón parecido al que le di a Juana, enseñándome de un tajo que lo que había estado haciendo era una completa falta de respeto, que aunque tuviéramos dinero debíamos cumplir con nuestras propias responsabilidades y lo más importante, a los empleados les pagamos por sus servicios y debemos estar agradecidos de su trabajo, el dinero que reciben no es una declaración de humillación y esclavitud ni mucho menos ponen en venta su dignidad. 

Adicional a eso yo también había sido la empleada "insuficiente" y "holgazana", si no le entregas tu alma a las empresas para las que trabajas es lo que siempre serás para los jefes. No podía olvidar como se sentía ser empleado, no podía olvidar como la desigualdad que impera en el mundo me había escupido la cara. No podía permitir que en mis empresas se repitiera la misma historia.

-La volveré a contratar si eso la hace feliz- me respondió con frialdad.

-Envía su historial a mi oficina, no quiero que vuelva a trabajar para ti- estaba muy enojada y Juana lo notó, cambiando su expresión de confrontación a preocupada.

En ese momento el nuevo servidor de café entró con unos dulces para acompañar la tibia bebida. Aprovechamos entonces la distracción para relajarnos, luego que el chico se retiro volvimos a los temas pendientes obviando la discusión anterior.

Al final del día llegue a casa agotada mentalmente por todo el trabajo con Juana. Luego de ducharme le escribí a Ana y como no respondió supuse que estaría en casa con Ruth, al poco rato me quede dormida.

Desperté cerca de la media noche atormentada por el hambre. Baje a la cocina a prepararme un sándwich con un vaso de leche que me hizo sentir mejor. 

Después de asear mis dientes cuando me dispuse a regresar a la cama recibí una llamada del vigilante nocturno:

-Buenas noches señorita, observe actividad en su casa y pensé que quizás estaría despierta. Su amiga la señorita Ana solicita verla, ¿Desea que la deje pasar?-

Mire la hora y el reloj marcaba 1:15 a.m.

-Si claro, déjala pasar-

Baje a la puerta de entrada y abrí, observe como la camioneta de Ana se estaciono y ella bajo. Mientras subía las escaleras de la entrada me dijo:

-¿Te saque de la cama?-

-No, estaba preparándome para...- en ese momento silenció mi respuesta dándome tres besos en los labios con su mano izquierda en mi rostro.

-¿Me invitas a pasar?- me dijo seguidamente. Yo tome aire y le dije:

-Adelante-

Al cerrar la puerta me comento mientras se quitaba la bufanda y la chaqueta:

-Tengo una teoría ¿Quieres escucharla?-

-Si-

-Mi teoría es, que si tu y yo pasamos la noche juntas alguna de las dos saldrá corriendo- al decir aquello rodeo mi cintura con sus brazos.

-No seré yo quien salga corriendo- le respondí.

-Ni yo tampoco- me dijo ella.

Sonreí y me dedique a besarla mientras sentía como se rompía mi conexión con el mundo. Ana metió sus manos debajo de mi pijama y acaricio con suavidad mi espalda haciendo que todos los vellos de mi cuerpo se erizarán. Mordí con suavidad su labio inferior y ella respiro profundamente, entonces se separo de mi y me dijo en un susurro:

-Llévame a tu habitación-

La tome en mis brazos y la cargue, ella comenzó a reír.

-¿¡Loca que haces!?-

Seguí besando sus labios y la conduje hasta la escalera. No era pesada para llevar, pero me detuvo.

-Bájame, te vas a lastimar-

Para que no me diera lata la baje, subimos aprisa y al entrar a mi cuarto se quedo mirando los alrededores unos momentos.

-Es como la recuerdo- me dijo.

Recorrió un poco la habitación y se asomo por la ventana, yo mientras tanto me tumbe en la cama. Luego ella se tumbo y se acostó de lado mirándome, le acaricie el rostro y aparte su cabello detrás del lado izquierdo de su oreja. Sin previo aviso se le empañaron los ojos, yo le pregunte: 

-¿Que tienes?-

-A ella no le gusta como arregle mi cabello, discutimos por eso y terminé fuera de tu casa-

Para mi fue como si me metieran un puñetazo en el estomago, sin embargo opte por permanecer serena. 

-Pero este es tu cabello natural- comente sin entender mucho el punto de su discusión.

-No es justo que este aquí-

-¿Para ella?-

-No, para ti- me corrigió.

-Yo pienso que uno debe estar donde quiere y con quien quiere, por ejemplo, yo quiero estar aquí donde estoy y contigo- al decir lo último tome con mis manos la hebilla de su correa trayendo a Ana más cerca de mi.

-¿Que quieres tú?- pregunte y ella sonrió.

-Lo mismo que tú- respondió.

Volví a besarla con suavidad y amor. Al mismo tiempo acariciaba su cadera, sus muslos, su cintura, sus senos. Una y otra vez, bajando y subiendo. Ana estrecho su cuerpo con el mio y me dio besos apasionados acompañados de una respiración acelerada. Luego me expuso su cuello para que lo besara y yo le correspondí mientras subía sobre ella. Me quito la franela que llevaba para acariciar y besar mis senos logrando que mis sentidos explotaran.

Le quite su blusa, su brassier y sus pantalones. Subí desde sus piernas siguiendo un camino de besos que se transformaron en pequeños mordiscos cuando llegue a sus muslos. Ana me miro a los ojos con expresión de profunda excitación.

Me acerque para besar sus labios nuevamente y ella me abrazo con sus brazos y sus piernas. Yo acariciaba sus hermosos muslos mientras la besaba. Ella tomo mi mano derecha y la llevo a su intimidad, la sentí tan húmeda y caliente que alcance mi primer orgasmo.

Ana también me tocaba mientras nos seguíamos besando. Sentía que vibraba mi interior, que una tormenta eléctrica y a la vez pequeños destellos de calor invadían mi mente y todo mi cuerpo. Olas y olas de placer subían por mi columna hacia mi cabeza. Ana gemía con belleza justo al lado de mi oído y eso me hacia sentir aún mas extasiada.

Cuando percibí que tuvo un orgasmo no pude quedarme atrás mucho más tiempo y la acompañe con aquella sensación pocos momentos después.

La amaba, quería quedarme así con ella para siempre. Quería que no existiera nada más. Me sentía feliz y en paz. Volví a besarla con todo el amor que sentía. 

Después de tantos besos al estar a punto de caer dormidas la abrace por detrás y bese su mejilla derecha.

-Debo despertarme a las 5:00 a.m. para ir al hospital y fingir que pase la noche trabajando- 

-¿Quieres que programe la alarma?- ella asintió.


Luego de aquello se acurrucó entre mis brazos. Unos momentos después volteo el rostro y me dijo:

-Hace mucho no dormíamos juntas-

-Hace una condenada infinidad de tiempo- le dije, ella sonrió de nuevo y yo le di un último beso en sus labios.

En la vida hay momentos simples, un poco tontos y sin embargo inolvidables.

Continuará... 

Capitulo 28

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