martes, 18 de octubre de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 25-

Las mujeres nacemos con la capacidad de ser tan libres como el ave rapaz más poderosa del reino animal. Podemos surcar los cielos, podemos interpretar el comportamiento de la naturaleza y satisfacer nuestras necesidades y deseos en el momento perfecto guiadas por nuestros instintos. 

En cuanto la sociedad se percata que anda por allí un nuevo pichón de ave rapaz se empeñan en "enseñarte" o mas bien sugestionarte con la idea de que no es la manera correcta de comportarse y te "educan" hasta que terminas transformada en una de esas gallinas de granja que encierran en jaulas pequeñas con unas cuantas más, condenadas para siempre a solo comer, beber agua con medicinas y expulsar huevos.

Desconocía si había logrado convertirme en un ave rapaz, pero si me aseguraba de no sentirme jamas como una gallina enjaulada.

"Egoísta" es el adjetivo con el que muchas personas me habían calificado al seguir mis impulsos mas anormales. Como en aquella ocasión que decidí soltar a todas las aves enjauladas del zoológico de la escuela. O cuando me colé en el teatro municipal con Sara y nos dispusimos a jugar en el escenario con los disfraces. O cuando seduje chicas sin otra pretensión adicional al encuentro físico, algunas estaban casadas. También cuando me descubrieron usando drogas, al tomar demasiado licor, o al enterarse de mis multas de transito. Todo terminaba en el mismo sermón "eres egoísta".

La gran interrogante de mi vida siempre ha sido ¿Soy egoísta o el mundo es demasiado opresor?

Esa noche no pude conciliar el sueño hasta que sentí que había logrado plasmar en el oleo al colibrí más libre del universo. Parecía reír con picardía y eso me encanto.

Dormí unas cuantas horas hasta las nueve de la mañana, que fue cuando me levante, cumplí con mi rutina de aseo y partí al hospital central a buscar a Ana. Pregunte por su paradero en información y me indicaron que se hallaba pasando revista en el área de hospitalización. Aquella palabra me sonó graciosa pues me la imagine repartiendo revistas a los pacientes para que no se aburrieran, aunque dudaba mucho que esa actividad consistiera en eso. Riendo sola me dirigí a esa área del edificio.

Luego de andar un poco la halle afincada en el puesto de enfermeras escribiendo sobre lo que tal vez era una historia clínica.

-Hola- le dije.

Ella volteo un poco distraída me respondió "Buenos días" y volvió su atención a la historia para luego un segundo después volver a voltear y con cara de sorpresa decirme "¡Mariana!"

Miro alrededor me dio un beso en la mejilla y me respondió con tono resuelto y calmado:

-¿Que tal como estas? ¿Que haces por aquí?- Yo me acerque a ella y le dije en voz baja:

-Vengo a invitarte a cenar-

-¿Si?- me pregunto acariciando su cabello.

-Lo mejor de todo es que será en mi casa y yo cocinare para ti- le dije aun más cerca en un tono aun más bajo. Ana me sonrió.

-¿Esta noche?- preguntó.

-A las 7:00 p.m.- 

-Estaré allí a las ocho-

-Esta bien- accedí.

Al salir del hospital central pase por el supermercado para comprar los ingredientes de la receta que me había enseñado mi madre y luego fui a un bodegón a adquirir el vino que me sugirió la chef del restaurante del Centro de Arte, "vino rosado con toques de fresa". Me decidí por una marca española y por un segundo cuando esperaba pagar recordé a Eva. No había vuelto a intentar llamarla desde que Ana me había persuadido, además había pasado un año desde que regrese, supongo que ya no valía la pena informarle donde me encontraba.

Estuve durante el resto del día preparándolo todo, con un poco de ayuda de mis empleados, pero la comida si fue mi entera responsabilidad. A eso de las siete y media de la noche subí a mi cuarto de baño a asear mis manos y colocarme crema y perfume, aunque me había duchado entrado el anochecer tuve que dar unos últimos toques técnicos a la comida.

El celador me notifico a las 8:15 p.m. que Ana ya estaba entrando con su camioneta y yo de los nervios y la emoción baje tan rápido las escaleras que me enrede en el ultimo tramo y casi caigo de bruces al final de la misma. Reí un poco y respire profundo, necesitaba serenarme. Me había costado como nada en la vida llegar hasta ese momento, no lo podía arruinar. Ana toco el timbre y espere unos momentos mientras respiraba un poco más. Me eche una ultima vista en un pequeño espejo de la sala y fui hacia la puerta de entrada.

Cuando abrí me percate que había llevado una rosa roja, no lo podía creer. Ana sonrió, beso mi mejilla y me la entrego.

-Lamento el retraso- se disculpo y yo le dije:

-Pasa-

Como buena chica mientras cerraba la puerta acerque la rosa a mi nariz y aspire su aroma. No se si eran mis intenciones, pero olía a puro romance.

-Gracias por la rosa- le dije.

-¿Te gusto?-

-Si- le respondí y me sobrecogí un poco.

-Tu casa esta igual, pero diferente- me dijo.

-Cuando regresé la encontré muy deteriorada ¿lo sabias?- comente mientras pasamos a la cocina donde halle un envase de vidrio delgado para colocar la rosa.

-No, no lo sabia- me respondió.

-Es una historia larga y dramática. En resumen cuando la mande a remodelar me esforcé en que luciera lo mas parecida posible a como era antes, ya sabes en material, colores y esas cosas. Pero el jardín trasero si que lo modifique un poco, allí esta mi taller de pintura ¿Quieres verlo?-

-Si- me respondió un poco tímida. Yo le ofrecí mi mano y ella la tomo, entonces la lleve por la puerta trasera (que estaba detrás de las escaleras entre el cuatro de lavado y el pasillo al estudio de mi padre) por donde salimos al jardín posterior.

Al salir se encuentra un pequeño pórtico de terracota cercado con una media reja de hierro forjado con estilo victoriano. Justo en el centro hay tres escalones que al bajarlos conducen por dos caminos de terracota entre el césped, uno hasta el taller de pintura y el otro a un pequeño jardín cubierto por un seto a modo de "lugar secreto".

Ana se detuvo en el pórtico de terracota y observó los alrededores, se notaba un poco nerviosa. Luego seguimos andando hasta el taller. Al entrar, encendí las luces y ella se dedico a recorrerlo mientras miraba por aquí y por allá, yo me quede cerca de la puerta.

-¿Que ocurrió aquí?- me preguntó señalando una mancha de pintura en la pared que había quedado del día que enfurecí y destrui muchas cosas de mi taller.

-Fue un accidente de un día de frustración, no la quite para recordarme que si no sigo los deseos de mi corazón las cosas pueden ponerse muy feas-

Ana me miro pensativa, luego sonrió y me dijo:

-Suenas como esos artistas filósofos-
 
Siguió escudriñando y se detuvo frente a una pintura que había hecho pensando en ella, un árbol cuyas raíces abarcaban todo el suelo del paisaje. La misma pintura que me frustro tanto el día que enfurecí porque no conseguía que quedara perfecta.

-Este me gusta, ¿Que representa?-

-Que hay árboles que jamas podrán arrancar-

Se detuvo frente al oleo que había terminado esa mañana y lo observo en silencio un largo tiempo.

-¿Eres tú?- pregunto de pronto.

-¿Te parece?- le pregunte sorprendida.

-Tiene tu picardía- me dijo, camine entonces junto a ella y me quede observando al pequeño colibrí.

-No lo se- respondí luego de un rato de estar observando al ave.

-¡Que mal educada soy! No te he ofrecido ni una copa- recordé y le dije apenada.

-No te preocupes, la noche apenas comienza ¿No?- me respondió con aire seductor terminando la frase con su hermosa sonrisa.

Nos dirigimos al jardín cubierto por el seto donde mis empleados habían colocado una alfombra sobre la que había una mesa de comer pequeña y redonda para dos personas. Sobre ella se hallaba dos velas, dos copas de vino, cubiertos, platos y servilletas de tela. El seto además estaba iluminado por dos farolas de jardín que estaban en la esquina este y oeste. Junto a la mesa se hallaba uno de esos carritos de restaurantes que resguardaba la botella de vino y nuestra cena. Como dije, todo fue muy bien preparado.

Abrí la botella de vino y serví en las dos copas. Entonces brindamos sin decir porque y degustamos.

-¿Que te parece?-

-Nunca lo había probado- me dijo.

-Y ¿Que te parece?- repetí.

-Es como si fuera vino tinto y blanco a la vez- me dijo mientras seguía percibiendo el aroma y degustando.
 
-Me gusta- comento a los pocos momentos -¿A ti te gusta?-

-Si- respondí mandándome el final de la copa.

-No deberías estar tomando vino- me dijo señalándome con el dedo a modo de reprimenda.

-No digas eso- le respondí con pesar.

Ana se me acerco y me dio un beso en la mejilla, pero no se retiro y me dio otro, y luego otro.

-Gracias por invitarme a cenar- yo sentí que me elevaba por los aires como un globo de helio.

Luego nos dispusimos a servir para cenar, yo quería hacerlo sola pero ella insistió en ayudarme. Lo que si me permitió fue apartarle la silla para que se sentara.

-¿En verdad lo preparaste tú?- me pregunto sorprendida.

-Claro que sí- le dije.

-Esta muy lindo, hasta da pena comer y arruinarlo- yo reí.

Se vinieron luego mas preguntas: ¿Donde aprendiste a cocinar? ¿Fue en Florencia?  ¿Estas estudiando cocina? ¿Realizaste algún curso?. No sabia porque, pero no me sentía preparada para hablar de Natalia Espejo.

-Cuando tengas tiempo te mostrare donde aprendí a cocinar- le dije para dispersar un poco sus dudas.

-¡En serio esta delicioso!- comento finalmente.

Pasamos toda la cena charlando sobre vinos que habíamos probado alguna vez. Cuando solo nos quedaba un cuarto de botella me dijo:

-Es mejor que paremos o terminaremos mareadas-

-¿Que tal si bailamos?- se me ocurrió.

-¿Bailar?- me pregunto sorprendida.

-Si, una cena romántica no es una cena romántica si no se baila-

Saque mi teléfono del bolsillo y busque por internet "boleros" que puse a reproducir, posterior a eso me levante y le extendí mi mano invitándola.

-No quiero bailar- me dijo casi haciendo puchero.

-¿Por qué no?-

-Me sentiré como tonta-

-¿Por qué? Nadie nos esta viendo- le dije girando mis brazos alrededor y sonriendo. Luego volví a ofrecerle mi mano y ella la tomo.

-No se bailar esa música-

-Solo déjate guiar por mi-

-Tu tampoco la sabes bailar- me dijo.

-Claro que sí- le respondí mientras tomaba su mano y su cintura para acercarla a mi.

-¿Lo aprendiste cuando aprendiste a cocinar?- me pregunto en forma de broma.

-Mi padre me enseño, en las fiestas de aniversario de matrimonio de mis abuelos, era la música que bailaban de jóvenes- 

Ana me observo de una manera especial. Como si yo le pareciera maravillosa y luego de aquello se entrego a bailar.

Las canciones expresaban palabras que yo quería decirle, tales como:


"Aunque me cueste la vida 
sigo buscando tu amor 
te sigo amando, voy preguntando 
dónde poderte encontrar

Aunque vayas donde vayas 
al fin del mundo me iré 
para entregarte mi cariñito 
porque nací para ti"



"Quisiera abrir lentamente mis venas 
Mi sangre toda vertirla a tus pies 
Para poderte demostrar 
Que más no puedo amar 
y entonces, morir después.


...Qué breve fue tu presencia en mi hastío 
Qué tibias fueron tus manos y tu voz 
Como luciérnaga llegó, 
tu luz y disipó las sombras de mi rincón. 
Y me quedé como un duende temblando 
Sin verte estoy así 
Perdida en mi soledad"


¿Les mencione que esa noche lucia un vestido negro con escote en la espalda? Ella sabe cuanto me gusta que use vestidos negros. Mientras bailábamos pase con delicadeza mis dedos por su espalda y ella se acerco a mi aun mas abrazándome de manera mas estrecha y descansando su cabeza en mi pecho.


” Luna ruégale que vuelva 
y dile que la quiero sola 
la espero en la orilla del mar"



-Estas muy hermosa- le dije a su oído.

-Tu también, además hueles muy bien- me respondió.

Unos momentos después mientras bailábamos tenuemente y en silencio me atreví a decirle:

-Sé mi novia-

Ana se detuvo en seco y se aparto de mi.

-No- respondió. 

Al procesar su respuesta sentí que un camión de esos que tienen muchas ruedas me llevaba por delante, al disponerme a preguntar:

-¿Por...-

-No hasta que me digas al rostro lo que sientes por mi-

-Tu sabes lo que siento por ti-

-No, no lo se porque nunca me lo has dicho-

-Si te lo he dicho, lo escribí en la carta que te deje-

-En lo que a mi concierne solo es una carta llena de disculpas por haberte marchado-

-Luego de que estuvimos juntas la primera vez te dije...-

-¿Hace 6 años? ¿De verdad piensas que ese "te amo" alcanza para tanto?-

-¿Por qué te enojas?- pregunte incrédula.

-Por lo que haces Mariana, ir y venir, buscarme y alejarte, prepararme una cena, invitarme a bailar y negarte a decirme lo que sientes-

-No me niego, es que me parece tonto decir algo que esta explicito-

-Si te parece tonto decirlo es porque no valoras lo que sientes y si no tiene importancia para ti tampoco la va a tener para mi-

-¿Por qué no me dices tu lo que sientes? ¿Por qué tengo que hacerlo yo?- le pregunte.

-Porque con tu ir y venir haces que me de miedo que después de abrirme ante ti me dejes colgada- mientras me dijo aquello se le entrecorto la voz, estaba a punto de hacer llorar a Ana y eso me mato por dentro.

-No voy a hacer eso- le dije tratando de tomar sus manos pero ella me aparto.

Nos quedamos entonces de pie cerca una de la otra, pero al mismo tiempo a kilómetros de distancia. Me sentía fatal, Ana intentaba tragarse el nudo que tenia en la garganta mientras en el fondo seguían sonando boleros, que primero me parecieron románticos y ahora infames.

Me acerque al teléfono y apague la música. Ana permaneció en el mismo lugar.

-No te vayas- le dije, desconsolada, como niña pequeña.

-Perdóname- agregue un segundo después. Luego fue como si no pudiera parar de hablar.

-Estoy loca por ti, creo ciegamente que en toda mi vida no podre amar a otra mujer como te amo a ti. Sueño con demostrarte todo lo que siento, todo lo que me inspiras. Lo siento, lamento mucho lastimarte, creo que esto me cuesta porque jamás pase de un "te quiero" con nadie. Se que tu lo mereces, mereces que te lo digan no que yo pretenda que lo entiendes... y yo...-

-Ya basta, me estas haciendo sentir culpable- me dijo, luego suspiro y sonrió.

-Lo siento, en verdad estoy loca por ti...- Ana camino hacia mi,  me abrazo, me tomo por el rostro y me dijo en un susurro:

-Ya cállate-

La tome por el rostro y la bese en los labios, ella me correspondió y todo fue dulce y perfecto. Mejor que las mañanas, el vino o el chocolate.

Continuará... 

Capitulo 26

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