martes, 18 de octubre de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 26-

"¿Puedes venir a buscarme?"

Le respondí:

"Estaré allí en media hora"

Eran cerca de las 8:00 a.m., durante la noche Ana había estado de guardia en el hospital, por lo que nos escribimos hasta tarde. Hace tres días que habíamos cenado en casa. Por ahora todo marchaba bien, aunque me mostraba incrédula a que mi más profundo sueño se hubiese convertido en realidad. Todavía estaba Ruth en el medio, pero prefería no detenerme a pensar mucho en eso.

Me levante, duche, arregle (guapa pero sin que se notara la intención) y partí a su encuentro. Dos cuadras antes del hospital la encontré en una parada de bus esperándome. Se veía agotada, pero extremadamente hermosa. Siempre me sentía profundamente atraída por ella, no importando que usara o que tan arreglada estuviera. 

Cuando subió a mi camioneta inmediatamente nos besamos largo rato. No habíamos podido vernos desde la cena, la cuál terminó cuando recibió la llamada de urgencia de un paciente que la necesitaba. 

-Te extrañe mucho- me decía entre besos. 

-Yo también- le respondí. 

-¿Me llevas a comer hamburguesas?- me preguntó unos momentos después.

-¿Qué?- le pregunte y reí.

-¡Si! Quiero comer hamburguesa- me dijo emocionada.

-¿En el desayuno?- pregunte porque quise estar segura, quizás estaba tan agotada que no había notado que era la mañana del día siguiente.

-¡Lo se! Lo se, pero he soñado toda la noche con eso y pensé que podría ir contigo esta mañana- me contó acomodándose en el asiento mientras se colocaba el cinturón de seguridad.

-Esta bien, pero... ¿Dónde podremos encontrar hamburguesas a esta hora?-

-¿Crees que nos tomen por locas si intentamos en uno de esos restaurantes que venden comida durante todo el día?- lo pensé un poco y le dije:

-Tengo el lugar apropiado, allí no se negaran- entonces emprendí marcha.

Por supuesto se trataba del restaurante del Centro de Arte León. Durante las mañanas servían desayunos, bien podrían prepararnos unas hamburguesas y si no los obligaría.

Desde el estacionamiento al restaurante del centro caminamos tomadas de la mano mientras Ana me comentaba sobre su noche de trabajo. Le agradaba hablar y hablar de sus pacientes y si eso la hacia feliz yo tenia la disposición absoluta de escucharla.

Nos sentamos en la zona VIP. Cada una de aquellas mesas tenían como asiento un sofá acolchonado que rodeaba la circunferencia del mueble. Elegí aquella zona con la intención de estar cerca de Ana.

-Buenos días señorita León, hoy tenemos disponible el bufé, estos cuatro platos- me dijo ofreciéndome la carta- y la recomendación del chef es...-

-¿Cree que podría traernos dos hamburguesas?- pregunte.

-¿De pollo o carne?- me detuve preguntándole a Ana.

-De pollo- respondió ella.

-Dos hamburguesas de pollo, por favor- le dije al mesero. Él me miro perplejo. Sin embargo no se inmuto y como si no fuera un pedido extraño se dispuso a anotar la orden y nos preguntó:

-¿Que desean tomar?-

-Una merengada de chocolate- se me ocurrió pedir-¿Y tú?- me dirigí a Ana.

-Un batido de guanábana- le comunicó al mesero con un poco de timidez.

-¿Desean papas o alguna otra cosa?-

-No- le respondió Ana aun más tímida. Comenzaba a pensar que se estaba avergonzando de su arrebatado apetito.

-¿Como no? Las hamburguesas deben comerse con papas ¿Verdad Ismael?- me dirigí al mesero.

-Así es señorita- me apoyo él con elegancia. 

-Una orden para las dos- me dijo Ana mirándome a los ojos.

-Como tu quieras- le respondí hechizada y le di un beso.

-Entendido- nos comunicó Ismael y se marcho rápidamente un poco sonrojado por mi melosería.

-Das miedo cuando usas así tu poder- me dijo Ana luego que el mesero se fue.

Yo me acerque y la bese con amor por largo rato.

Mientras comíamos nuestras hamburguesas le conté sobre el Centro de Arte, como me nació la idea, cual era su misión, todo lo que hubo que hacer para construirlo y quienes me habían ayudado.

-¿Quien es esa Juana que nombras tanto?- me pregunto de pronto.

-Ah... ehhh... la administradora de mis bienes-

-Suena como una mujer tenaz, ¿Trabajo con tu padre o la contrataste tu?-

-La contrato mi padre, yo la conocí cuando volví-

-Entonces debe ser una mujer mayor-

-Si- le respondí.

Al terminar de desayunar nos quedamos conversando un rato más, fue en esos momentos cuando sin intención mire hacia la puerta de salida (que era de vidrio, por lo que permitía ver hacia fuera) acción que me sirvió para percatarme que Sara se acercaba con el chico moreno que no se le despegaba desde la reunión que hubo junto a la piscina en mi casa.

Se me ocurrió meterme bajo la mesa y llevar conmigo a Ana. Afortunadamente había un mantel que nos mantenía fuera de vista.

-¡¿Te has vuelto loca?!- me pregunto con los ojos desorbitados.

-Ssshh Sara acaba de entrar al restaurante-

-¿Lo dices en serio?- me pregunto esta vez en un susurro.

-Si-

En ese momento Ismael apartó un poco el mantel y me dijo:

-¿Necesita algo señorita?-

-Si, salir de aquí sin que Sara nos vea- le dije.

Él miro alrededor.

-En estos momentos se encuentra de espalda. Podrían seguirme hasta la cocina y salir por detrás del edificio-

-¡Perfecto!- le respondí.

El mesero comenzó a caminar mientras Ana y yo lo seguimos a gatas, gracias a que el restaurante estaba forrado con alfombra en la zona VIP fue menos dificultoso.

Al atravesar la puerta de la cocina, nos pusimos de pie y entre saludo y saludo al personal, logramos llegar al ascensor que usaban parar subir los insumos del restaurante, que a su vez entraban desde la calle por una puerta trasera del Centro de Arte.

Le agradecimos y nos despedimos de Ismael al subir al ascensor. Mientras descendía Ana y yo nos reímos con ganas de nuestra última aventura.

-¿Por qué no se nos ocurrió pensar que podríamos cruzarnos con Sara?- me pregunto Ana. Yo me encogí de hombros.

-No lo se- le dije y estire mi mano para tomar la suya, ella tomó la mía de vuelta, entonces la traje hacia mi y la abrace.

-Ya debo irme a casa- me dijo mientras le daba pequeños besos en su rostro.  

-¿Tan pronto?- pregunte. 

-Debo descansar antes de la consulta de la tarde- 

Acerque mi rostro al de Ana y ella me lleno de besos. Para cuando nos dimos cuenta el ascensor hacia quien sabe cuanto que había llegado a la plata baja. Salimos luego a la calle por la puerta trasera y anduvimos tomadas de la mano hasta que se estaciono un taxi. 

-¿Segura que no quieres que te lleve?... puedo llevarte sin problema- le dije. 

-Tranquila, ve a trabajar- luego me dio un beso en los labios y monto al vehículo partiendo rumbo a su casa y lejos de mi. 


Ya en mi oficina me dispuse a revisar catálogos de varios artistas que estaban solicitando exponer en la galería, me sentí emocionada que ahora estuviésemos pasando a ser los solicitados. 

Había una chica que pintaba aristócratas modernos, un artista corporal que quería exponer sus obras con modelos vivos, y un fotógrafo que buscaba captar la palatabilidad de la comida. Esas fueron las tres propuestas que me parecieron más interesantes. 

También leí la solicitud de 6 chicas que hablaban de un estilo llamado "arte en movimiento", sin embargo pedían reunirse conmigo para "explicar sus obras y no ser juzgadas en simples fotografías que no iban a reflejar la personalidad de su proyecto". 

Me sorprendió su coraje y llame a mi secretaria para que concretara una cita. Pocos momentos después entro Sara a mi oficina. 

-Veo que decidiste venir a trabajar- comento. 

-No sabia que eras mi jefa- respondí mientras que Sara río. 

-¿Que tal va tu casa?- pregunté. 

-Tus contratistas prometieron entregarla en una semana pero nuevamente los veo atrasados- 

-¿Eso lo estoy pagando tú o yo?- 

-Yo obviamente- me respondió. 

-Si no tienes carácter para presionarlos envía a Juana y verás como la tendrán lista para mañana-

-¿Me la prestas para resolver eso?- 

-Claro, es excelente en esos temas- 

-No creo que quiera ir, cuando hablé con ella parecía enojada contigo- 

-¿Ah si? ¿Y eso por qué?- 

-Quizás porque la dejaste cuando te aburrió como haces con todas- 

-Yo no la deje porque me aburrió, no pude seguirla viendo porque ella comenzó a sentir algo más-

-Ese tipo de cosas solo las entiendes tu Mariana- 

Yo suspire exasperada. 

-Así que ten cuidado con esa nueva chica que andas, un día de estos alguna te cortara la cabeza-

-¿Que chica nueva? ¿De qué hablas?- pregunte eludida. 

-Raúl me dijo que te vio desayunando con una chica- 

-¿Quien diablos es Raúl?- a ese si que le mandaría yo a cortar la cabeza, pensé. 

-El chico con el que salgo- 

-¡Ah! El susurrador- comente. 

-¿Susurrador?- 

-Ten cuidado tú con esos susurradores, ¿Por qué no llamas a Lucia para saber si ya viene? Quiero almorzar- 

-¿No comiste suficiente durante el desayuno?- me preguntó en tono de broma. 

-No, ni siquiera he desayunado- le mentí. 

-Siempre que te pones así de misteriosa terminas con un ojo morado- me advirtió. 

-Llama a Lucia, luego debo ir a reunirme con Juana y no quiero que me de lata diciendo que llegue tarde- le respondí. 

Continuara...

Capitulo 27 

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