martes, 18 de octubre de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 24-

A mitad de semana Ana me escribió cerca del medio día: 

"¿Podemos vernos a las 4:00 p.m.? Tengo una sorpresa para ti" 

Luego de leer aquello me sentí curiosa e intrigada, ¿Qué estaba tramando?.

Decidimos vernos en el malecón de Villa Hermosa, y como siempre cuando se trataba de ella llegue puntual al sitio que me indicó. En la plaza central había pocas personas ese día, la mayoría se trataba de solitarios lectores. Me senté en una de las banquetas que recibía sombra de las palmeras y respire plácidamente el aroma del mar que chocaba incesante con las rocas del rompe olas. 

Cuando pasaba tiempo con Ana mi corazón silbaba una melodía armónica. Agradable a los oídos y relajante para el alma. Solo saber que la vería en pocos momentos me causaba una sensación de placer, de éxtasis. Amaba lo que Ana me hacia sentir, era semejante a exhalar aire cuando llevas varios minutos bajo el agua.

Se acerco de improvisto por mi espalda y cubrió mis ojos con sus suaves manos, luego me dijo al oído: 

"Hola guapa ¿Estas lista para la sorpresa que te llevarás?" 

Mi sistema de alerta disparo los latidos en mi pecho, el estomago me llegó a la garganta y todos mis vellos se erizaron.

-Si- le dije decididamente.

-Cierra los ojos- me dijo, yo la obedecí.

Sentí como se plantó frente a mí y me pidió que los abriera, cuando lo hice quede deslumbrada.

Su cabello había recuperado el color negro y los suaves rizos. Vestía de forma casual con un lindo escote y pantalones al cuerpo que hacían notar una estilizada silueta. Su maquillaje era perfecto al igual que su sonrisa.

-Te ves hermosa a niveles peligrosos- se me ocurrió decirle.

Ella río con ganas y me pregunto:

-¿Eso que quiere decir?-

-Que me encanta-

-Ya sabia que te gustaría- me dijo y luego se sentó muy cerca de mi y enrollo su brazo al mio. 

-No tendrás que volver a mirar mi cabello como tu enemigo- agrego. 

-Lo siento- realmente me apenaba que aquello se me haya notado tanto.

-Nunca te han agradado los colores claros en el cabello, ¿Por qué?-

-No lo se- respondí encogiendo mis hombros. 

Me contó que el día anterior una estudiante de medicina le había calculado 6 años adicionales y fue cuando pensó que quizás el castaño claro que llevaba además de aburrirla la hacia ver mayor.

-"Es hora de cambiar" pensé, y agregue que a ti te gustaría- yo me acerque y le di un beso en su mejilla.

-Siempre puedes llevar lo que te guste- comente.

Nos miramos a los ojos unos momentos, yo me moría por besarla. Entonces me dijo:

-¡Caminemos! ¿Si?-

Nos levantamos a andar por allí y aunque sentí su reacción como esquiva a mis intenciones me llevo de la mano y no me soltó en todo el paseo.

Aquel sitio en el pasado fue un lugar de referencia para ir a comer cerca del mar, actualmente se había convertido en el refugio de arlequines, titiriteros, artesanos, músicos y pintores. Bohemios perdidos a los que alguna vez pertenecí, que ofrecían mostrar sus talentos a cambio de algunas monedas. Deposite lo más que pude en los sombreros de todos y compre un adorno de origen africano fabricado con caracolas que servia para colgar en tu habitación y ahuyentar a los espíritus nocturnos.

Más tarde tuvimos el incidente de la "vaquita doctora"…

Había un kiosko de obsequios donde vendían tantas cosas que nombrarlas seria demasiado y mencionar algunas seria muy poco. En una de las repisas Ana descubrió un pequeño peluche que servía también para colgar en los espejos retrovisores de los autos.

-¡Mira es una vaquita doctora!- me anuncio enternecida.

-No es una vaquita doctora, es una vaquita veterinaria- opine.

-¿Por qué veterinaria?- preguntó extrañada.

-Porque si una vaca se toma la molestia de estudiar medicina, seria doctora de sus amigos animales, no de los humanos que la esclavizan- me explique. 

-Pues ella es una vaca tan noble que estudio medicina para ayudar humanos a pesar de que su especie sea esclavizada por ellos-  se justificó. 

-Entonces seria una vaca tonta- le dije.

-¡Nooo! Es una vaca noble- me replico ella.

No se bien porque razón seguimos andando y no compramos la dichosa vaca, pero Ana lamento no haberla adquirido durante muchas semanas después.

Luego, en uno de los pequeños restaurantes, disfrutamos de unos camarones empanizados  acompañados con piñas coladas. Mientras tanto Ana no apartaba la vista de una zona de la baranda que separaba el mar del malecón.

-¿Qué ves?- le pregunte.

-En ese lugar Isabel me dio mi primer beso-

-No es cierto, tu primer beso te lo di yo- se me escapó sin pensarlo.

-Pero no eran besos en serio- me dijo de manera resuelta.

-¡Claro que lo eran! ¿En que universo un beso no es en serio?-

-¿En las películas? ¿En los bares?- respondió.

-Pues en mi caso no, si para ti eran un juego...-

-¿Por qué te haces la ofendida?- me preguntó sorprendida. 

-No importa, sigue hablando de los besos reales que la pelirroja te dio-

-¿Mariana?- me dijo un poco confundida. Mis orejas estaban calientes, lo sentía.

-Lo siento, no debí hablar de ella- se disculpo e inmediatamente sentí vergüenza de mi reacción, además de arrepentimiento.

-No pasa nada, exagere- le dije.

Entonces Ana tomo mi mano y le dio un beso.

-Después de comer podemos ir a ese parque donde hay canchas de paintball-

-Me tratas como una niña- refunfuñe.

-¡Esta bien! No vayamos- me dijo exasperada.

-No, si quiero ir- conteste y Ana comenzó a reír.

Fuimos entonces a las canchas de paintball, como solo eramos dos nos unimos a un grupo de amigos que llegaron justo después de nosotras.

En esos lugares te entregan una especie de braga para que no se manche tu ropa (aunque la pintura es lavable), cascos, botas, lentes de protección y por supuesto tu arma, que no es más que un dispositivo que a través del aire comprimido expulsa bolas de pintura.

Nos separamos en grupos diferentes para hacer el juego mas interesante. Antes de ponernos los cascos le dije a Ana con dramatismo:

-Si no salgo viva de esto, quiero que sepas que siempre te ame- entonces la tome de la cintura, la acerque a mi, la bese con pasión y me retire tres segundo después. Ana quedo totalmente perpleja aunque me había correspondido. Yo reí un poco por lo bajo, me coloque mi casco y emprendí marcha con mi grupo.  

Estaba tan feliz que no estaba prestando atención a las instrucciones del capitán del equipo. Pero menciono algo sobre avanzar como aves en migración, pensé que se lo tomaban muy en serio, yo solo quería andar por ahí disparando pintura.

Estar en un campo de paintball es ¡alucinante!, sientes la adrenalina corriendo por tus venas, el corazón late a mil y lo único que deseas es matar y que no te maten (metafóricamente hablando).

Caminaba entre los obstáculos, disparaba, me ocultaba, mis sentidos estaban atentos al mas mínimo sonido que delatara movimiento. Por ejemplo el pasto siendo aplastado por una bota. También se escuchaban quejidos, risas de victorias y transpiración.

Quienes eran alcanzados por las balas de pintura se retiraban por 3 minutos del campo. Y el equipo que lograra eliminar primero a sus contrincantes ganaba el juego. El campo nos lo alquilaban por 30 minutos.

Para cuando me di cuenta mi equipo iba perdiendo y fue aterrador cuando nos acorralaron a los últimos 3 integrantes (yo entre ellos) y Ana vacío en mi pecho mas balas de las necesarias. Después de eso hubo 3 segundos de silencio incomodo entre los presentes que se corto por los gritos de victoria del resto. Todos salieron del campo a celebrar y hacer burla a los perdedores dejándonos a Ana y a mi solas. 

Ella se retiro del campo sin dirigirme palabra ni quitarse su casco. Suponía que estaba molesta por mi broma de hace rato.

Nos quitamos el equipo y lo entregamos con los otros jugadores alrededor. Como me mataba la sed y calor decidí comprar dos botellas de agua en la tienda y le ofrecí una cuando me cruce con ella esperándome fuera del campo de paintball. 

-¿Te dolió?- me pregunto de pronto mirándome con ojos de cachorro.

-No- le dije.

-Creo que me emocione de más con ese juego, no debiste besarme-

-Yo creo que serias una excelente soldado- le dije sobando mi pecho.

-¡¿Si te duele?!- me preguntó de nuevo preocupada.

-No- repetí, entonces acaricie su mejilla con mi mano.

-Todos los besos que te he dado, desde el primero, hasta el último han sido en serio, han sido reales-

-Siempre los creí reales hasta que me decías que no lo eran-

-¿Me guardas rencor por eso?- 

-No- me respondió aunque se veía enojada.

-¿Qué te molesta tanto?-

-¡Fue tu culpa que perdiéramos tanto el tiempo!- vociferó.

-Lo se, no imaginas cuanto lo siento-

Luego de decirle eso me aparto para marcharse y yo la deje.

Continuara...

Capitulo 25 

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