jueves, 15 de diciembre de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 29-

Ana y yo seguíamos viendonos a escondidas mientras transcurrían las semanas.  

Uno de los momentos que mas disfrutaba a su lado, era cuando nos encontrábamos durante las noches en algún sitio al aire libre, pues podía abrazarla mientras veíamos las estrellas.

Con ella no me aburría nunca. Tenia la libertad de hablar de las ideas más descabelladas que me cruzaran por la mente. Me transmitía la confianza suficiente para platicar sobre las veces que me sentía valiente y también en las ocasiones que me sentía vulnerable. A
na enrolaba mis brazos en su cuerpo, colocaba alguna de sus manos en mi rostro y me besaba.

A veces nos quedábamos mirando en silencio hasta que se acercaba, acariciaba mi nariz con la suya y me decía: "eres la chica mas guapa del planeta" y yo le replicaba "no, la segunda más guapa, la primera eres tú".

Un día me regalo una cadena delgada de oro que traía como dije un pincel, también de oro, con una piedra verde esmeralda en lo que seria la brocha.

"¿Por qué me das esto?" Pregunté sorprendida.

"Porque quiero" me dijo y luego me beso "mira que bonita se te ve" comentó después...



Cuando me cruce con Elisa en el centro de arte le pregunte:

-¿Como llevas nuestro secreto?- ella sonrió y me dijo:

-Muy bien-

-¿Sara no te ha comentado si vio  algo raro entre Ana y yo?-

-No, para nada. Ella no tiene ni idea-

-¿Ah si?-

-Si. Ana me contó esa noche toda su historia y porque no debía decir nada. Pero Sara ya me había contado, y ella cree que Ana ya no te quiere por eso estoy segura que no sospechara-

Me sentí defraudada cuando escuche a Elisa decir "Sara cree que Ana ya no te quiere" ¿Por qué rayos estaba tan segura de eso mi amiga?

-¿Sara piensa que Ana ya no me quiere? ¿Por qué razón?-

-Dice que si Ana te quisiera ya estuviese contigo y no preferiría quedarse con la pareja que tiene, a la que Sara considera un pésimo partido para Ana- en verdad a veces las palabras semejan puñetazos en el estómago.

-Suena lógico- respondí. 

-Pero Ana si te quiere. Si no te quisiera no arriesgaría tanto por ti- ese día Elisa me estaba sacudiendo con sus palabras.

-¿Arriesgar?- pregunte medio balbuceando confundida. 
 
-Si, no tienes ni idea. Ana me pidió que no te dijera nada, pero te digo esta pequeña parte para que no pierdas la fe en ella, realmente la historia de amor de ustedes dos me parece encantadora-

"¡Vaya! me caía mejor cuando no la escuchaba decir ni una palabra" pensé para mi misma.

Más tarde ese día recibí una invitación del instituto nacional de arte y cultura que decía lo siguiente:


Saludos cordiales.

El Instituto Nacional de Arte y Cultura se complace en invitarla a formar parte de las actividades que estaremos realizando en el marco de la celebración de nuestro sexagésimo cuarto aniversario. Si desea asistir deberá comunicarse con nosotros en los teléfonos anexados a esta invitación.

Deseamos que elija seis de sus obras para que formen parte de la exposición de artistas plásticos nacionales y prepare un pequeño discurso que deberá dar como apertura de las actividades en uno de los días del evento. 

Sin otro particular al que hacer referencia y en espera de su entusiasta participación se despide de usted,

Paula Paredes
Coordinadora del equipo de eventos INAC


Después de leer aquello permanecí perpleja unos tres minutos. ¡No lo podía creer! ¿Un discurso? ¡No, que horror! Simplemente no podría. Tome entonces el papel y lo lance a la basura.

Luego sonó el teléfono de la oficina y al responder mi secretaria me comunicó que Sara deseaba verme.

Cuando la morena entro me di cuenta que algo le pasaba.

-¿Qué ocurrió?- pregunte inmediatamente.

-El chico con el que salia se desapareció durante una semana, cuando regreso le pregunte por qué no respondía mis llamadas y me dijo que estuvo con una chica- me contó mientras se sentaba en el sofá.

-Lo siento mucho ¿Qué le dijiste?-

-Le pregunté si le parecía bien decirme aquello. Me respondió: "No acordamos ser exclusivos"-

-Oh ya veo- dije casi para mi misma, sin embargo Sara me escucho y me lanzo una mirada fulminante.

-No me mires así-

-Se que estas de acuerdo con ese tipo de excusas-

-Estoy de acuerdo con ese tipo de relaciones, pero eso no quiere decir que deje de lamentar que te lastimen-

-Da igual, no me gustaba demasiado- me dijo y nos quedamos en silencio...


-He hablado con Mario, me contó lo que has estado planeando- comentó unos momentos después. 

Me sentí desnuda y descubierta por Sara una vez más, por lo que suspire.

-¿Por qué eres tan manipuladora?-  preguntó.

-¡No soy manipuladora!-

-Lo diré de otra manera, eres una persona que quiere comprarle la felicidad a quienes quiere- yo permanecí con sonrisa de incredulidad.

-Eso no suena bien de ninguna manera, y ¡No es cierto!-

-Si es cierto Mariana, prácticamente me regalaste el teatro del centro, a escondidas compraste mi casa y ahora a escondidas planeas traer a Mario de Australia-

-Solo le ofrecí a Mario un trabajo porque quiero abrir un restaurante de alta cocina y pensé en él porque supongo que aprendió muchas cosas en el extranjero y nadie debería estar fuera de su país para siempre-

-Se te ocurrió esa idea porque piensas que es el único con el que fui feliz-

Yo desvíe mi mirada hacia otro lado exasperada.

-Te conozco de toda la vida, no me contradigas- acotó.

-En dado caso que eso sea cierto ¿Que hay de malo en ello?- pregunte.

-Se que quieres ayudarme, pero no es la manera. Las cosas no pasan así-

-Debemos hacer que las cosas pasen- Sara se río un poco.

-A veces me causa ternura tu inocencia respecto a las relaciones de pareja. Piensas que solo con que dos personas se amen todo encajara, todo sera perfecto y ¡no es así Mariana! Hay miles de cosas que pueden salir mal, por ejemplo dos personas pueden amarse pero sus sueños ser completamente diferentes y eso puede conllevar a separarse y no significa que no se hayan querido verdaderamente, la vida es una sola, simplemente las cosas fueron así y ya esta. Amar a alguien a veces es entender que se debe ir-

-No lo acepto- respondí.

-Por esa misma idea sigues pensando en Ana, lo se-

-No estamos hablando de eso-
 
-No, estamos hablando que no necesitas crear un restaurante para persuadir a Mario a que regrese. Él puede regresar y no necesariamente tendríamos una relación, ¡Mírate a ti y Ana! Si valoras tanto el amor que yo debo recibir piensa que él debería regresar por sus propios medios y no porque tu se lo propongas-

-No sabia que seguías en contacto con Mario- 

-Somos adultos, somos amigos. Lo hemos superado-

-¿Ya no te imaginas con él?-

-No lo se, cuando hay distancia en el medio es complicado pensar en eso-

-Lo se- le dije al recordar como me sonaba imposible volver con Ana cuando estaba tan lejos.

-Quizás si viajaras a Australia. Pero no para siempre, te necesitó aquí- le dije.

-¡Mariana! ¿No escuchaste nada de lo que te dije?-  pregunto exasperada.

-Que quieres que Mario regrese por sus propios medios- recite.

-¡No! ¡Que dejes de estar intentando comprarme la felicidad! ¡Y que las relaciones no funcionan así como así!- yo guarde silencio mientras pensaba.

-¿Que razón le das a que Ana permanezca con Ruth y no regrese conmigo?- le pregunte recordando las palabras de Elisa.

-¿Qué se yo? Quizás esta enamorada de Ruth-no lo creo. 
 
-Quizás se siente bien con ella- mucho menos.

-Tal vez ya no te quiere- no es lo que parece cuando estamos juntas.

-Puede ser que está acostumbrada a vivir con Ruth y le da miedo hacer ese gran cambio- suena típico de Ana.

-Ó quizá Lucia tenga razón y Ruth la tiene bajo amenaza- sonreí con las ocurrencias de Lucia.

-¿Aún sigues acosando a Ana?-  preguntó, reí con ganas al escuchar aquello y Sara rió conmigo.

-¿Cuando me vas a contar donde pasas todo ese tiempo que  desapareces?-

-Pronto- le dije sonriendo con un toque misterioso.

-¿Que tal si sales con Lucia?- se me ocurrió decirle.

-¡Mariana! ¿¡Tu también!? Ella es mi amiga y ¡A mi me gustan solo los chicos!-

-Lo se, lo se, es que no me pude resistir- le dije de manera conciliadora.

-Invítame una merengada que mi novio es un idiota. Perdón... mi ex novio-

-Esta bien-

Entonces nos levantamos y salimos de la oficina...



Al final del día, antes que terminara la jornada laboral mi secretaria me recordó que tenía  esa noche una cena con las artistas que hicieron la propuesta de crear una exposición sobre el concepto de "arte en movimiento".

Como Ana menciono que estaría ocupada pensé que al menos me distraería, era viernes, había perdido la costumbre de salir esos días y decidí que me dedicaría a recuperarla.

Quise lucir elegante esa noche y vestí un traje de diseñador. Había invitado a las artistas a un bar donde se podía cenar y tomar a gusto. 

Llegue a eso de las 8:00 p.m. y ya me estaban esperando. Todas eran chicas muy hermosas y con ese estilo único y diferente que portan quienes tienen más desarrollado el hemisferio derecho del cerebro.

Pasamos a una mesa y comenzamos tomando unos tragos. Mientras iniciaron su plática.

Aquellas chicas se habían conocido en la universidad y compartían la idea que la naturaleza era la mayor artista del cosmo. Que todo lo que ella hacia era tan perfecto que aunque los seres humanos fuéramos parte de su creación no seriamos capaces de si quiera acercarnos a crear algo como ella. Por eso su trabajo consistía en generar un espacio donde dirigir las corrientes naturales para mostrar ante los ojos de cualquiera las obras que estaban a la vista y que muy pocos notaban. Más que artistas se consideraban traductoras, fieles discípulas de su maestra "madre tierra"

Me quede reflexionando unos momentos. Cuando me presentaban una idea que para mi era como un vaso de agua fría en la cara, hacia el mayor esfuerzo por abrir mi mente.

-No queremos ser parte de una exposición que dure unas cuantas semanas, queremos crear una obra permanente que forme parte del Centro de Arte León, sabemos que solo tu nos apoyaras en esto, te hemos estado estudiando- en ese momento la chica de apariencia gótica que me hablaba coloco su mano en mi antebrazo izquierdo- Intentas hacer algo diferente, mereces que esto que vamos a mostrar al mundo sea parte del centro-

-Estamos hablando de un proyecto que asemejara la grandeza de las pirámides egipcias, de las estatuas de la isla de pascua o de Stonehenge- me comento la gordita del grupo de anteojos grandes, piel blanca y cabello liso largo. 

Sonreí, me impresionaba la actitud del grupo. ¿Era ego? ¿Confianza? ¿Sabiduría? ¿Locura?

En ese momento se acercó el mesero y me dijo casi en un susurro.

-Señorita, la solicitan en el sanitario de damas- otra sorpresa que se agregaba a esos extraños momentos.

La curiosidad me motivo a querer averiguar de que se trataba y luego de presentar excusas me levanté para dirigirme al baño.

Cuando entré a los sanitarios me encontré con Ana quien tenía los brazos cruzados y expresión de molestia. Sonreí y le dije:

-¿Qué haces aquí?-

-¿Quienes son esas chicas con las que estas?- me preguntó de tajo.

-Unas artistas- respondí como si nada y me acerque a ella.

-¿Por qué la que parece gótica te esta toqueteando?-

-Mmm ¿toqueteando? No lo se... quizás le gusto- le respondí para molestarla.

-¡Y tú que harás al respecto?-

-Nada- entonces la tome por el rostro y trato de apartarme, pero fui más rápida y le estampe un beso en los labios.

-Que hermosa estas esta noche- le dije en un susurro mientras la abrazaba y le daba besos en su mejilla y cuello. Ella me abrazo y mientras tanto me dijo:

-Alguien podría venir- la conduje dentro de un cubículo y una vez allí comenzamos a besarnos.

Cuando pase a besar su cuello me dijo:

-Quiero preguntarte algo- yo me detuve y la mire:

-¿Sales con otras chicas?- su expresión era temerosa.
 
-No lo hago-

-¿Por qué no? Es decir... tu sabes que yo si-

-¿Sales con otras chicas?- pregunte con cara de incredulidad y le estampe un beso: -¡Que traviesa!- agregué y Ana sonrió.

-Sabes a que me refiero-

-No salgo con otras chicas- repetí y volví a besar su cuello.

-Si lo harías estas en tu derecho- me respondió con voz entrecortada mientras apretaba mi espalda por lo que estaba sintiendo.

Yo seguía tocando sus muslos, su cintura y sus senos sobre lo que vestía.

-Mariana- me dijo medio suspirando.

-¿Si?- le respondí para luego volver a besar sus labios. Ana me apartó y clavo sus ojos en los mios. 

Tenia la pupila dilatada y la respiración acelerada, estaba buscando regresar a sus cabales.

-Escúchame mi amor- me dijo con dulzura.

-Esta bien- respondí, pero permanecí abrazándola y ella también a mi.

-Si sales con otras chicas yo lo entiendo-

-¿Quieres que lo haga?- guardó silencio.

-¿Dime?-

-¡No, no quiero que lo hagas y eso es tremendamente egoísta de mi parte!- desembucho tan rápido como puede escaparse el agua de un envase que cedió ante la presión.

Nuevamente le di un beso.

-No quiero salir con nadie más, solo contigo- y volví a dar un beso en sus labios. Ana suspiro y se le empañaron los ojos.

-¿Que pasa?- Ella me negó con la cabeza y me acerque a detener sus lágrimas antes que se deslizaran por sus mejillas.

-No lo entiendo- le dije luego.

En ese momento algunas chicas entraron en el sanitario conversando y riendo. Yo voltee distraída por el ruido, pero Ana tomo mi rostro y comenzó a besarme con amor, mas tarde con ansias y luego como quien bebe agua luego de pasar horas bajo el sol del desierto.

Allí, alrededor de extrañas que no tenían ni idea de lo que pasaba detrás de aquella puerta  Ana beso mis labios, beso mi cuello y abrió los botones de mi camisa.

-Dime que eres mía- me susurro al oído.

-Soy tuya- respondí y ella mordió mis labios y continuo en su labor, que le estaba encantando tanto como a mi.

Cuando las chicas salieron del baño mi mano ya exploraba la humedad en Ana quien parecía tener peligro de desplomarse por lo que estábamos haciendo.

-¿Ana?- mas tarde se escucho la voz de una mujer llamándola en la puerta.

Nos detuvimos en seco y mi chica  coloco su mano libre tapando mi boca.

-¿Si?- respondió lo más tranquila que pudo.

Luego se escucharon pasos de tacones acercándose.

-¿Qué pasa? ¿Por qué demoras? y no es que me preocupe mucho, puedes hacer lo que quieras, vine aquí por mis invitados que se preguntan por qué tardas tanto- su voz solo denotaba desprecio y frialdad.

Mi expresión fue como de ¿Qué?, Ruth era una pedazo de imbécil.

-Me iré a casa, no me siento muy bien- le respondió Ana.

-¿Como es que una gastroenteróloga no se cuida lo suficiente para no enfermarse?-

-Lo siento- se disculpó Ana. Yo me encolerice ¡Por qué se disculpaba?

-No traje mi auto porque pensé que serias capaz de pasar toda una noche conmigo-

-Te dejare la camioneta, tomare un taxi ¿Tienes la llave verdad?-

-Obviamente y por cierto, apestas, vete rápido antes de que alguien más entre- luego de decir eso se fue.

Sacamos nuestras manos y comenzamos a poner en orden nuestra ropa.

-No digas nada- me dijo señalándome con el dedo y yo hice ademán de morderselo.

-Vayamos a mi casa- le propuse.

-¿Ves? Es mejor así- me respondió.

Abrimos la puerta y Ana se detuvo y dijo:

-No podemos salir juntas-

-Saldré yo primero y te espero en el estacionamiento-

Sinceramente tuve ganas de abandonarla. Me sentí molesta de enterarme como permitía que la tratara su otra pareja. Se supone que si tu novia se enferma debes estar junto a ella, preocuparte y cuidarla. ¿Por qué seguía con ella? La nueva pregunta que me atormentaba la vida.

-Chicas lo siento pero debo retirarme, pasen mañana por el Centro de Arte para que sigamos conversando. Pueden pedir lo que deseen, va por mi cuenta. Buenas noches- les dije sonriendo. El grupo me miro con expresión de derrota, ahora debía aceptar que desarrollaran su idea para no quedar mal. Aunque ¿Por qué no? Quizás terminaría con una obra increíble dentro del centro.

Permanecí unos minutos en mi camioneta esperando a Ana. ¿Cuál era la manera correcta de comportarme? Debía decirle: "Lamento que tu esposa sea una imbécil, pero ¡Alégrate me tienes a mí!" 

En ese momento subió al vehículo sacandome de mi ensimismamiento.

-Listo, ya podemos irnos- me dijo, por mi parte no moví ni un músculo.

-¿Qué pasa?-

-¿Siempre te trata así?-

-¿No podemos evitar hablar de eso?- me pregunto como niña.

-¿Quieres ir a cenar?- quizás era mejor enfocarme en reconfortarla. Odiaba que me molestaran con temas que no quería tratar, no le haría lo mismo a Ana. 

-Quiero estar contigo en un lugar tranquilo y a solas- entonces encendí el motor y nos marchamos de allí.

Continuara...

Capitulo 30 

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