jueves, 15 de diciembre de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 30-

Llegamos a casa y me dedique a llenar la tina que se encontraba en la habitación principal. Quería entrar en el agua tibia con Ana.

-¿Este es el cuarto de tus abuelos?-

-Si, he estado pensando tomarla como mi habitación. Soy una adulta y mis abuelos hace años que no la usan-

Siempre respete el espacio que me concedieron cuando era  niña, y amaba mi habitación, pero ahora la estaba sintiendo pequeña e incómoda. Mientras que la de mis abuelos y mi padre eran habitaciones amplias. Pensé que si era la única en casa era justo que me tocara la más grande y confortable. Adicional a eso, cuando hice las remodelaciones compre una cama muy hermosa con colchón hiper cómodo que solo se vio bien en aquel cuarto.

También debo confesar que hace poco estuve fantaseado estar allí con Ana, por eso había adquirido jabón y esencias aromáticas "Para baños relajantes de agua caliente" y algunas velas de esas que son pequeñas, delicadas y bonitas.

Cuando todo estuvo listo nos despojamos de la ropa, recogimos nuestros cabellos y entramos al agua. Yo me recosté a la pared de la tina y Ana se recostó a mi.

Ella se estremeció un poco cuando acaricie con mis manos el dorso de las suyas y subí por sus brazos hasta llegar a sus hombros.

-Esto se siente muy bien- me dijo sonriente. Entonces le di un beso en la mejilla y pregunte: 

-¿Nunca lo habías hecho?-

-¡No me digas eso que me hace pensar que has estado así con miles de chicas!- respondió con pesar. 

-¿Y qué? No las recuerdo y solo deseo estar aquí contigo- le dije mientras deje caer un beso en su hombro. 

-¿De verdad estabas celosa en el restaurante?- 

-No me agradó verte llegar tan guapa a encontrarte con seis mujeres que parecían besar el piso por el que caminabas- reí con ganas. 

-¿De verdad se veían así?- 

-¡Si!- reí aún más. 

-No te rías- me dijo y volteo para darme un beso. 

-¿Por qué te importó si antes parecías indiferente cuando andaba con alguna chica?- 

-Solo eramos amigas, ahora es diferente- 

-¿Que somos ahora?- pregunte curiosa. Ana guardo silencio. 

-Eres mi novia- respondió unos momentos después. Sonreí complacida. 

Le conté porque me había citado con aquellas artistas y pedí su opinión sobre la propuesta que me hicieron. 

-Me parecen unas locas arrogantes- 

-¿Y si en verdad son capaces de crear una obra tan increíble como las pirámides de Egipto?- 

-Tienes que diferenciar si las apoyas porque crees en ellas o si solo estas ambicionando poseer lo que te dijeron que lograrían- 

Luego le conté sobre la invitación que había recibido del instituto nacional de arte y cultura.

-¡Debes hacerlo!- 

-Quería, hasta que me entere que debo dar un discurso-

-¿Por qué? Me pareció que lo hiciste muy bien el día de la inauguración del centro de arte. Me sentí muy orgullosa de ti- 

Escuchar aquello movió las fibras más microscópicas de mi ser. Ana siempre me había parecido la chica más inteligente del mundo y secretamente soñaba con ser capaz de despertar su admiración. Por lo que en aquel momento sufrí un pequeño infarto que disimule muy bien.

La acariciaba, besaba su cuerpo y de vez en cuando le daba mordidas por aquí y por allá. Quería complacerla, quería que esa noche se sintiera la monarca del universo.

Cuando estábamos en la cama nos besamos tanto que se le escapo un "te amo".

-Y yo te amo a ti- le dije.

Seguí llenando su cuerpo de besos mientras le decía: "così bella, così mia, io sono felice con te"

Aquello la enloqueció un poco pues me abrazo más fuerte y se dedico a darme uno de los mejores orgasmos de mi vida.

-¿Que hora es?- preguntó somnolienta cuando casi nos quedábamos dormidas.

-Cerca de las 5:00 a.m. se están escuchando las aves cantar-

-¡No quiero irme! ¡No quiero levantarme!- me dijo como niña mal criada.

-No lo hagas- le dije y la abrace mas estrechamente. Finalmente dormimos hasta pasado el medio día. 

Al despertar nos bañamos, vestimos ropa limpia (pues ya había estado dejando alguna en mi casa) almorzamos y vimos durante la tarde una película. Yo no quería que se fuera, la había pasado muy bien y me sentía en un estado de felicidad extrema, que aunque me hacia temer cometer alguna estupidez, no quería que desapareciera. 

Creo que Ana sentía lo mismo pues postergo muchísimo marcharse. Casi a las 7:00 p.m. me dijo: "Debo irme".

Nos besamos y abrazamos largo rato mientras llegaba su taxi, no quiso que la llevara, su hogar con Ruth seguiría siendo un misterio para mi. 

"¡Quédate!, ¡No te vayas nunca más!" gritaban mis átomos incesantemente. Pero no pude decir nada, no quise ser una de esas chicas pesadas que detesto tanto. 

Continuara... 

Capitulo 31 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

¡Gracias por comentar!