sábado, 24 de diciembre de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 33-

La mujer robusta me obligo a entrar a la camioneta, en la parte trasera me esperaba otra fémina fornida, mientras que manejando iba una chica delgada de ojos saltones y junto a ella, en el puesto del copiloto estaba Ruth. 

Mi captora se sentó junto a mi descartandome la posibilidad de huir por la puerta de la derecha. Una vez dentro y estando todos los vidrios y puertas cerradas el vehículo emprendió marcha.

Estaba oscuro pero las luces de la calle me daban cierta visión del rostro de Ruth, quien volteo, me sonrió y dijo:

-Déjame presentarme, mi nombre es Ruth Morales, soy la esposa de Ana- estiro su mano para estrechar la mía, yo a regañadientes recibí el saludo y le respondí con un apretón firme para "demostrar la fortaleza de mi carácter" como me enseño mi padre.

Ella volvió su vista al frente y acomodó el espejo retrovisor de tal manera que se enfocaban sus ojos y los mios. Luego continuo hablando. 

-Verás Mariana, ambas sabemos que estas aquí por las actividades que has estado desarrollando con Ana- guardó silencio unos instantes y sonrió.

-De donde yo vengo ese tipo de comportamiento es considerado una falta de respeto imperdonable y dicha ofensa se paga con la vida- Yo le mantuve la mirada sin inmutarme. 

-Pero me he enterado que Ana no se enredo con cualquiera si no con una famosa heredera llamada Mariana León. Entonces me di cuenta que podía sacar provecho de la situación-

Hizo una nueva pausa y yo respire profundamente tratando que el coraje que estaba experimentando no reventara.

-Quiero 150 mil acciones en Farmacéuticas León, cuando me las entregues considerare la ofensa saldada y te perdonaré la vida- No pude evitar reír. Ruth adoptó una expresión seria y me preguntó: 

-¿Qué es tan gracioso?- 

-Todos quieren una parte de esa empresa, me causa gracia, además de tu ignorancia en el tema.  No puedo simplemente concederte 150 mil acciones de la noche a la mañana. En la compañia hay una junta de accionistas, si decido en algún momento deshacerme de unas cuantas acciones los miembros de la junta tienen prioridad de adquisición y la asamblea de socios debe darme su aprobación, no puedo simplemente introducir en el juego a una desconocida que quiere... ¿Cómo dijiste? Ah si, "sacar provecho". Creo que tu única opción será saldar la deuda que crees que tengo contigo, ya sabes, a la antigua- reí un poco más al terminar de hablar. 

La chica que manejaba volteo temerosa hacia Ruth y luego dirigió esa misma mirada a mi captora. Ruth por su parte asintió a las dos robustas que iban a mi lado.

La que estaba sentada en el lado izquierdo me tomó por el cuello y acostó en su regazo a la fuerza, luego me aplicó una llave en mis brazos. Mientras que la del lado derecho hizo una llave a mis piernas. Yo luche pero ambas lograron inmovilizarme. Ruth se dio vuelta, sacó una navaja y se arrodillo en el asiento del copiloto, luego levantó mi camisa descubriendo mi abdomen y me dijo con los dientes rechinando de coraje: 

-Esta es una demostración de lo peligrosa y piadosa que puedo ser, pues cuando te vean esta cicatriz imaginaran que fue una cirugía de apéndice- 

Enterró entonces todo el filo de la navaja en la parte baja de mi costado derecho y una vez dentro lo dirigió hacia abajo con un recorrido tortuoso abriéndome una herida irregular de unos siete centímetros. 

Sentía que el corazón se me iba a salir del pecho y grite del dolor como nunca había gritado en mi vida. Cuando alejo el cuchillo de mi cuerpo me percate del ardor que dejo en la zona y como fluía de allí un líquido espeso y caliente.

Las chicas robustas y Ruth rieron con ganas de mi muestras de dolor por lo que decidí soportarlo en silencio y así como me doblegaron, volvieron a sentarme produciéndome aún mas dolor por el brusco movimiento.  Como pude acerque mi mano a la herida para detener un poco la hemorragia y me encorve pues la posición me resultaba muy incomoda.

Ruth tomo mi rostro clavando sus largas uñas postizas en mis mejillas y me levantó la cara.

-¡Escúchame bien Mariana! no quieras jugar conmigo, los ricos pueden hacer lo que se les antoja, ¡Has lo que te estoy ordenando! Y ya que intentas demostrar lo poco que te importa tu vida me encargare de que te quedes sola y cortaré la garganta de Sara, de Lucia y Ana ¡Me escuchas?- clavó con más fuerza esas asquerosas uñas en mi rostro y agregó. 

-¡También buscare a esa maldita vieja que ama los caballos y le sacaré las entrañas!- luego me soltó y empujó contra el asiento. Pero no iba a ser tan fácil.

Estire mi mano y la tome de la cola de caballo que llevaba y hale su cabello con todas mis fuerzas, no debió amenazar a mis chicas y mucho menos a mi madre. 

Ella grito como gata atropellada y antes de que sus amigas camioneras pudieran retirar mi mano de su cabello logre tres movimientos de tracción y tres gritos de dolor y de venganza.

Cuando lograron separarla de mi, la chica que me capturó me dijo:

-¡Oh, no debiste hacer eso cariño!- y comenzó a utilizarme como saco de boxeo.

Mientras te golpean repetidas veces  entras en un estado de shock en el que no eres muy consciente de donde proviene cada golpe o donde será el próximo, el único aviso de que te están golpeando son las zonas en las que sientes dolor  y sin embargo, si te golpean lo suficiente llega un momento donde te sientes sumergida en un mar de dolor sin identificar que parte de tu cuerpo es la que esta siendo machacada. 

Al finalizar la golpiza me dolía hasta respirar, me dieron ganas de no seguir haciéndolo y a la vez mi cuerpo me exigía desesperado que tomara todo el oxigeno posible.

Finalmente mi verdugo enterró sus dedos en la herida de mi abdomen y los removió a un lado y otro haciendo que me quejara con los dientes apretados.

En algún momento la camioneta se detuvo, abrieron la puerta y me arrastraron fuera, cuando me arrojaron al piso escuche la voz de Ruth decir:


-Tienes siete días para entregarme los documentos de mis acciones y será mejor que no te retrases, cada vez se me hace mas difícil dormir junto al cuello de Ana y no aplastarlo- luego me percate que la camioneta emprendió marcha y se alejó. 


Mi corazón seguía muy acelerado y mi cabeza estaba aturdida, adicional a eso me estaba dando mucho sueño. No sabia donde estaba y no podía moverme. Tampoco escuchaba autos pasar, ni voces de personas. Era un lugar silencioso, solo se oía un perro ladrando a lo lejos y los grillos y chicharras comunes de la noche.


Moví mi mano derecha explorando como se hallaba la herida y note que gran parte de mi camisa y pantalón estaban llenos de sangre. Esperaba no haber perdido mucha. Al tocar mi bolsillo sentí el celular y poco a poco lo saqué, con los ojos medio abiertos revise su estado. La iluminación de la pantalla me encandilaba y algún golpe le había roto la mica, pero el tactil aún funcionaba. Como me encontraba muy débil tuve que bajar mi mano y esperar un poco para usarlo. 


Aproveche de mirar con un ojo abierto y otro cerrado los alrededores, estaba en una acera acostada, sobre mi habían árboles y entre ellos faros de luz. Imagine que no estaba muy lejos de donde me secuestraron, quizás habían dado vueltas alrededor. Desee que mi nuevo amigo Guillermo el indigente me encontrara y ayudara, pero no tenia fuerzas para llamarlo.


Respire profundamente sintiendo mucho dolor y volví a intentar usar el celular. Logre marcar el número de emergencias y deje caer el aparato sobre mi pecho, luego de tres repiques me contestaron:


-Buenas noches, ¿Cuál es su emergencia?- me dijo la operadora, sonreí porque recordé que no tenia fuerzas para hablar y mientras la operadora repetía una y otra vez:


-Buenas noches ¿Cuál es su emergencia?- seguí sonriendo hasta quedarme dormida.


4 comentarios:

  1. Vaya vaya. Esta historia me tiene muy enganchada. Saludos. Escribe pronto.

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    1. ¡Muchas gracias por leer y por tus palabras! Estoy escribiendo el 34 y 35 ¡Saludos!

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  2. Maravillosa historia cada capítulo mejor que el anterior

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