Nuestro primer encuentro sería uno de esos momentos que el tiempo se hace más lento, el viento movería tu cabello como quien ofrece una suave caricia, y yo, permanecería tan inmóvil y atenta como un gato que deambula en la calle y es sorprendido por un sonido que le sugiere precaución.
Esperaría que mi sonrisa idiota recibiera como respuesta tú sonrisa, y tu proximidad despertaría en mí la gallardía suficiente para pedirte que te quedarás a mi lado un poco más.
Yo te enseñaría mi mundo, tú me enseñarías el tuyo, y nuestro saber se conjugaría como las notas musicales de una composición que finalmente terminan en una melodía hermosa.
Dominarías mis pensamientos y harías germinar sensaciones satisfactorias dentro de mí, haciendo desaparecer el pasado y dándole solo cabida al presente y al futuro.
Probablemente, algunas veces me convertiría en lo que he criticado y buscaría repararlo con la mente atolondrada, pues en mis códigos, herirte, sería de mis peores fechorías, y quererte, la directriz de mi vida.
Si estuvieras aquí, habría muchas más experiencias y palabras para dedicarte. Pero no estas.
4 de enero de 2019
añoranzas y deseos....
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