lunes, 6 de abril de 2020

Teresita Garpez
· 31 de octubre de 2018 ·

La infancia besa la existencia fascinada por las rebosantes maravillas que percibe a su alrededor.

La juventud se entera que la sociedad no es bonita, y sufre, protesta, y se revela exigiendo cambios.

Los adultos se doblegan y se apegan a los conservadurismos.

El infante se extinguió, las maravillas han desaparecido. El joven murió, las revoluciones son derrocadas.

La ancianidad llora, todo terminará pronto.

Yo quiero seguir aleteando hasta convertirme en colibrí.


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