Teresita Garpez
30 de octubre de 2018 ·
Confesiones
-Perdoneme padre porque he pecado.
-Confiesa tus perversiones hijo mio.
-Me reconozco como un hombre feliz sólo cuando bebo licor hasta marearme, tengo una prostituta bajo mi brazo y entre los dedos un cigarro encendido. Soy feliz padre, hasta que la culpa ¡me carcome las entrañas!
-Es normal que la culpa aparezca, los vicios acortan la vida.
-¿Cómo me deshago de ella padre?
-¿De la prostituta?
-¡De la culpa padre! ¡De la culpa!
-¡Pero te he dicho que ese tipo de comportamientos te acortan la vida!
-¿De qué vale una vida larga si no soy feliz?
Interesante!
ResponderBorrar