lunes, 6 de abril de 2020

Teresita Garpez
30 de octubre de 2018 ·

Confesiones

-Perdoneme padre porque he pecado.

-Confiesa tus perversiones hijo mio.

-Me reconozco como un hombre feliz sólo cuando bebo licor hasta marearme, tengo una prostituta bajo mi brazo y entre los dedos un cigarro encendido. Soy feliz padre, hasta que la culpa ¡me carcome las entrañas!

-Es normal que la culpa aparezca, los vicios acortan la vida.

-¿Cómo me deshago de ella padre?

-¿De la prostituta?

-¡De la culpa padre! ¡De la culpa!

-¡Pero te he dicho que ese tipo de comportamientos te acortan la vida!

-¿De qué vale una vida larga si no soy feliz?

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