lunes, 6 de abril de 2020

Teresita Garpez
15 de octubre de 2018

Cuando percibió que la acompañaban miró de reojo a su derecha, sufrió tal sobresalto que cayó de la banqueta, pues, a su lado, estaba sentada una chica de apariencia difusa y luminosa.

-¿Qué eres?- preguntó luego de estudiar su fisonomía durante 30 segundos.
-¿Qué parezco que soy?- le respondió la aparición.
-Un fantasma-
-Para ser un fantasma debes haber muerto-
-¿Nunca has estado viva?-
-Seria más correcto decir que nunca he estado muerta- luego continuó.
-Yo soy parte de ti, soy un reflejo de tu imaginación- le reveló.
-¿Me he vuelto loca!- se preguntó a sí misma y a la aparición con horror.
-Quizás por un tiempo, he venido aquí para ayudarte- la consoló.

Amelía se levantó y se acercó al espectro, después estiró su mano hasta rozarle el hombro, esta no se inmutó ante aquella acción y esperó con paciencia que la chica de carne y hueso comprobara su existencia.

Amelía sentía que el cuerpo del espectro era como si estuviera y no estuviera allí. Luego de analizarlo un rato le preguntó:

-¿Cómo te llamas?-
-Me parece que te agradaría llamarme Ninfa- le respondió ella y le sonrió.
-Ninfa te llamarás- decretó Amelía, sintiéndose alegre de que la ausencia de cordura la hiciera sentir menos sola.

1 comentario:

  1. Interesante y admirable creacion que descubro en vos...mi respeto y admiración!

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