lunes, 13 de junio de 2016

Historia 1 parte 2 -Capitulo 8-

-Toc, Toc, Toc... Toc, Toc, Toc... Toc, Toc, Toc-

-¡Ya voy!- me contesto la voz de Sara desde el otro lado de la puerta.
 
-¿Quien es?- pregunto seguidamente. 

-Mariana-

Escuche el crujir de manijas y pasadores, posteriormente giraron la perilla de la puerta y esta se abrió. Sara estaba despeinada y somnolienta, sin embargo su cara de disculpa la delataba. 

-¿Ya te enteraste verdad?- me preguntó, como no le respondí me dejo pasar. 

En ese momento Lucia salio del pasillo que conducía a las habitaciones y preguntó: 

-¿Quien ha venido tan temprano?- cuando me vio, también con expresión de disculpa me dijo: 

-¿Ya lo sabes? Por eso has venido tan temprano- adivino. 

-Les traje desayuno- les conté mientras pasaba a Sara la bolsa de papel que traía conmigo, la cual contenía 3 sándwich y 3 ponques rellenos de mermelada de guayaba. 

-¡Gracias!- comento Lucia emocionada y corrió a quitarle la bolsa de las manos a Sara. 

-¿Y como fue?- me pregunto la morena.

-A las cinco de la mañana mientras se iba corriendo de mi habitación en el hotel-

-Auch- comento Lucia cuando me escucho, luego me pregunto:

-¿Y tu que tal?- mientras preparaba la cafetera.

-¿Por que no me dijeron nada?- les pregunte.

-Sara dijo que no nos correspondía contarte eso, que debía hacerlo Ana- yo mire a Sara. 

-Es cierto, ella era quien debía decírtelo- 

-Su manera no fue acertada- comento Lucía. 

-Para nada- agrego Sara. 

-¿Hablarás con ella?- me pregunto Lucia.

-¿Para que?, obviamente solo fue un desliz- le respondí y les pregunte seguidamente:

-¿Por que actuaron así en la cena si sabían que ella tenia pareja?- 

-¡Lucia me obligo! Me prometió que si la ayudaba dejaría de hacerle creer a todo el mundo que somos novias- me contó Sara señalando a la rubia con el dedo. 

-¡Ay Mariana ella es horrible, no te imaginas, eres la única que puede salvar a Ana!- se defendió la rubia con dramatismo. 

-¿Se han vuelto locas? ¿De que hablan?-

-¡Ruth, Mariana! ¡Ruth es horrible!- siguió Lucia. 

-¿Quien es Ruth?- 

-¡La esposa de Ana!- 

-¡¿Está casada?!- pregunte sorprendida.

-No, obvio que no, pero Ana la llama "mi esposa" y viven juntas- me contó Sara. 

-Que pésimo nombre- comente por lo bajo. 

-¡Si exacto!-me apoyo Lucia. Luego continuo:

-Es así toda grande, espaldona, se amarra el cabello con uno de esos moños que parecen que halan el rostro de la gente, ¡usa uñas de plástico largas!, ¡cuando esta bebiendo alcohol trata a Ana como su sirviente!, ¡toma solo cerveza! ¡dice que el vino y el vodka es para niñas mimadas!- luego se tomo un respiro y continuó:

-Cuando salíamos con ella solo le gustaba ir a lugares donde tuviéramos que competir de alguna forma, ella y su cuarteto de amigas camioneras se pasaban todo el rato burlándose de nosotras y ¡humillándonos!- "Wao" pensé. 

-¿No te agrada mucho verdad?- le pregunte un poco perturbada al imaginar todo eso. Lucia estaba al borde de las lágrimas, su cara se había puesto un poco roja y la vena de su cuello le saltaba. 

-Por eso no pudimos ver de nuevo a Ana, nos resultaba muy incómodo- agrego Sara.

-¿No podían verla sin que estuviera su pareja?- pregunte.

-Ruth no se lo permite a Ana- me dijo Lucia. 

-Eso no lo sabemos, yo creo que Ana a parte del trabajo se enfoco mucho en estar con Ruth- me aclaro Sara.

-¿Desde cuando?- pregunte, Sara lo pensó un poco y me respondió. 

-Creo que año y medio ¿Cierto Lucia?- 

-¡Si!, Mariana tienes que ayudarla, recuerda lo que escribiste en el ultimo párrafo de tu carta- yo permanecí en silencio y la rubia me acotó. 

-Sara y yo también leímos la carta que le dejaste antes de irte- yo seguí guardando silencio. 

-¿Cumplirás tu promesa verdad?- ... 

-¿Verdad?- 

-Lucia, dale tregua- le pidió Sara. 

-Yo no he venido aquí a rescatar a nadie- les dije. 

-¿A que has venido?- me pregunto la morena. 

-No lo se- respondí y me dirigí a la puerta para salir, me sentía como si las partes de mi ser estuvieran separadas y dispersas, y lo peor, extraviadas. 

-¿Que haces? ¿Donde vas?- pregunto Lucia.

-Nos vemos luego- les dije debía salir de allí. 

-¿No vas a desayunar? Ya el café esta casi listo- 

-Déjala ir- escuche decir a Sara mientras yo cerraba la puerta a mi espalda. 

Cuando estuve fuera del edificio decidí caminar, así podría despejar la mente y conocer las construcciones nuevas de la ciudad. Al rato le pregunte a una anciana hacia que dirección quedaba Campo Lindo, ella me indico y tome entonces ese rumbo. Una hora y media después estaba frente a la casa de mi padre. Rocky había mencionado durante la lectura del testamento que ahora también era mía así que legalmente podía ir y entrar allí.

El portón y la puerta de hierro forjado se encontraban desteñidos y en algunas zonas mostraban señas de óxido. La pintura de las paredes del frente se había levantado y caído en muchas porciones, también se notaba que en el jardín había hierbas que llegaban a los dos metros de altura. No tenia llave, por lo que evalúe por donde se me haría mas fácil escalar. Había una pared lateral en la que siempre había crecido hiedra dominando toda la superficie y haciéndola suya. Al asomarme me dí cuenta que se había secado y solo quedaba su armazón en ramas, tire de ella y se veía fuertemente adherida. No era tan ágil como a los 18 años pero igualmente me aventure a escalar por allí, afortunadamente las ramas no cedieron y luego de unos momentos llegue a la cima. Como pude me las arregle y salte al otro lado, mi caída fue amortiguada por aquellas hierbas altas que se enraizaban en forma de cogote. Sacudí mis manos sucias y con pequeñas heridas, me levante, sacudí mi trasero y mi pantalón también. Luego atravesé esa selva hasta la terracota que siempre cubrió la entrada de autos y el estacionamiento.

La terracota estaba en muchas zonas levantada y por esos agujeros salían filas y filas de hormigas. Me moleste un poco y seguí caminando hasta la casa. 

Nuevamente había una puerta cerrada que me impedía pasar. Rodee entonces la estructura y llegue hasta la piscina que se encontraba seca con restos de hojas en el piso del fondo y abundante moho en las paredes. 

Luche para abrir las puertas de vidrio corredizas pero estaban selladas, entonces me dio un ataque de cólera y tome un pequeño matero de barro que estaba cerca y lo arroje con todas mis fuerzas hacia una de las puertas. El vidrio sonó estruendosamente al partirse, me acerque y con mi puño protegido por las mangas de la chaqueta termine de quitar los restos del marco de la puerta "Espero que ningún vecino haya escuchado eso" pensé. 

Entre y contemple la nevera, la cocina, el mesón, la mesa donde habituaba desayunar y los gabinetes llenos de las vajillas, todo seguía allí, solo que cubierto por dos centímetros de polvo. Las pinturas de las paredes al igual que en el exterior estaban levantadas desconchadas y había un poco de moho por aquí y por allá, además el olor a encierro y polvo era latente. 

Pase a la sala, mi pantalla gigante, vídeo juego, DVD y juego de muebles estaban en el mismo lugar que tuvieron siempre, se observaban deteriorados por el tiempo y cubiertos de polvo por el olvido. 

Subí las escaleras y fui hacia mi habitación, alguien había hecho la cama luego de que Ana y yo nos fuimos aquel lejano día tan parecido al que estaba viviendo hoy. Muy probablemente al llegar al hotel donde me hospedaba también encontraría esa cama hecha, como si alguien quisiera afirmar "aquí no ha pasado nada". 

Abrí mis armarios y toda mi ropa estaba ahí, fue la primera sonrisa que me paso por el rostro en el día. Mi chaqueta de cuero negra estaba tiesa, igual mis botas. "Que extraño" pensé. Pase al baño y polvo y mas polvo, igual sobre mis gavetas y las sabanas. La ventana estaba tan oxidada que no abría. 

Curiosa seguí hasta el lavadero. En la secadora aun estaba nuestra ropa, una prueba de que aquel día fue real, "luego me pasas mi pijama, la deje lavando" me dijo Ana mientras la llevaba a la universidad el ultimo día que nos vimos hace cinco años... casi seis. 

La tela estaba muy deteriorada, jale un poco y rompí mi franela. El paso de los años... salí de allí al estacionamiento, el auto de mi padre aun estaba, la pintura dañada por el polvo, los neumáticos sin aire. Dentro se veía intacto "supongo que no encenderá" los mecánicos siempre hablaban sobre carros ahogados por la falta de uso del motor, quien sabe que rayos les ocurriría.

Me dirigí al despacho de mi padre con un poco de emoción, empuje la puerta y de nuevo ese olor a tiempo, a moho y polvo. Ya no olía a él a su perfume, siempre me consolaba y torturaba a mi misma entrando allí, cerrando los ojos y usando el perfume que impregnaba sus pertenencias para creer que seguía vivo, leyendo documentos, firmando aquí y allá, como lo había hecho siempre cuando yo era niña y lo acompañaba mientras paseaba un carrito de carreras sobre su escritorio, los libreros, las paredes y la puerta. 

Ubique la estúpida vasija rusa que la abuela de Ana y mi padre habían admirado tanto, allí quedaba algo de él, lo tome entre mis brazos mientras mis labios tomaron una mueca extraña y comenzaron a brotar lágrimas de mis ojos. 

Mi pecho parecía presionado, apretado y comenzó a convulsionar, yo no tenía como aliviarlo y tuve que abrir mi boca y dejar salir lamentos y lamentos hasta que logre calmarme. 

Me senté en la silla sucia y mohosa que usó siempre mi padre, coloque la vasija rusa sobre la mesa y con las mangas de mi chaqueta le limpie el polvo. 

"Que tonto es llorar porque la casa esta sucia, ¿verdad papá?" dije para mi misma y para mi padre. 

Me recosté bien sobre la silla recordando la pregunta fundamental que me hizo Sara "¿A que has venido?" Y la respuesta vino a mi tan rápida y certera que sentí como salia disparada por mis pupilas "¡Que tonta has sido Mariana León! ¡Que tonta!"

"Huiste de lo que ocurría en Italia sin pensar en todo lo que te esperaba acá, solo querías unos días sin la chillona voz de Eva alrededor de tus orejas ¡Que tonta! ¡Que ilusa! ¡Que infantil!" 

"Estoy perdida de nuevo"... ese pensamiento hizo que se me acelerara el corazón y quisiera meterme debajo del escritorio y no salir de allí nunca mas. Luego me enderece y pose mis ojos en la vasija rusa. Entonces mi mente se plago de recuerdos:

"-Mariana, no te mentiré con falsa humildad, somos una familia poderosa, ¿sabes a que me refiero?- me dijo mi padre.

-¿Tenemos súper poderes?- le respondí, tan solo tenia 11 años en aquel entonces, el rió un poco y continuo: 

-¿Que cosa te he dicho varias veces que da el poder en esta realidad en la que vivimos?- me pregunto. Yo lo pensé un poco. 

-Mucho dinero, muchas casas, muchos negocios- 

-Exacto ¿y que es el poder?- 

-Hacer lo que uno quiere cuando uno quiere- 

-No suena muy bien, ¿verdad?- me comento. Yo me encogí de hombros.
 
-Si somos una familia poderosa, entonces ¿A que me estoy refiriendo?- me siguió preguntando. 

-A que ¿tenemos muchas casas, mucho dinero y muchos negocios?- 

-Así es- me dijo mientras se reclinaba en su silla. -¿ Crees que si no fuéramos una familia poderosa yo no seria tu padre?-

-No- le dije. 

-¿Crees que Sara no seria tu amiga?- 
-No- 

-¿Que te indica eso?- 

-No se- 

-¡Por favor Mariana! Piénsalo un poco- insistió. 

-No se necesita poder para tener papá ni una amiga-

-¡Bravo!- me respondió orgulloso brincando de su silla."

Otro día que estaba sudoroso y había tenido una difícil discusión por teléfono me dijo: 

"Mariana, este poder que poseemos nos lleva a estar rodeados de personas terribles. Nosotros no debemos ser iguales a ellos, no hay nada mas digno y honorable que mantenerse integro en un mundo lleno de gusanos. ¿Me entendiste?

 -Si papá- le respondí" 

"Mariana lo que he hecho, lo he hecho con gusto, no porque quiera mas dinero, si no porque puedo trabajar en lo que se me antoje. Tu Heredarás esa libertad" 

Uno de sus últimos consejos imprevistos me lo dio una tarde en la que jugaba vídeo juego:

 "Mariana, te aseguro que nuestra familia no necesita mas poder del que ya tiene. 

-No estoy planeando fundar una empresa papá- le respondí mientras disparaba a mis enemigos digitales" 

"-Mariana, si has de ser poderosa más vale que se te ocurra hacer el bien-"

Hurge en las gavetas del escritorio hasta hallar una copia de las llaves de toda la casa. Tome las cenizas de mi padre y las lleve conmigo. Salí por la puerta de vidrio quebrada, abrí la puerta de hierro que daba hacia la calle, la cerré y camine hasta conseguir un taxi. 

Cuando estuve dentro de la habitación de hotel llame a Rocky: 

-Quiero disponer de mi dinero lo mas rápido que se pueda- 

-¿Sigues con la idea de regresar a Europa?- 

-No, quiero mi casa de vuelta, trabajar en lo que me plazca y hacer todo lo que yo quiera- 

-¿Volvió la niña malcriada?- 

-Solo quiero disfrutar de la libertad que herede de mi padre- 

-Te escuchas igual a él- 

Continuara...

Capitulo 9

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