miércoles, 19 de agosto de 2015

Historia 1 -Capitulo 10-

Cuando llegué a la academia de danza, mis hermanas no estaban esperando fuera como ocurría comúnmente, pensé que quizás la clase se había prolongado, así que mientras esperaba llame a Mariana varias veces al celular y a su casa, pero no respondió, costumbre que había adquirido últimamente.

Entre entonces al edificio para enterarme porque las chicas se retrasaban y al llegar hasta el salón donde generalmente practicaban, este se encontraba vacío. Me pareció extraño y me dirigí a la administración. Al llegar, supe que mis hermanas estaban en la oficina de la directora de la academia.

-¿Qué ocurrió?- les dije al entrar, Victoria, la gemela menor, se encontraba un poco desaliñada, mientras que Elizabeth lucia impecable como siempre y por otro lado la directora (que era una mujer de nariz muy perfilada y cejas gruesas) estaba tan seria que parecía un ave rapaz.

-Me hubiese agradado que quien se presentara aquí fuera alguno de sus padres- me dijo aquella mujer.

-Están ocupados y me pidieron el favor de venir, soy mayor de edad y estoy autorizada, puede contarme sin problema porque tiene a mis hermanas retenidas-

-Victoria ha agredido a una compañera- yo me sorprendí, Victoria era una chica tranquila, pacifica, introvertida, no parecía capaz de hacer algo así. Elizabeth por el contrario era perfectamente capaz, pues era el polo opuesto de su gemela. Pensé unos instantes que tal vez la directora de la academia se había confundido de chica, sin embargo, era Victoria quien tenía la apariencia de haber reñido físicamente con alguien. 

-¿Está segura de eso?- pregunte aun incrédula.

-¡Sera suspendida una semana por su comportamiento!, y una vez regrese, ¡estará en periodo de prueba por tres meses!-

-¿Tres meses? ¿Acaso la otra chica termino en un hospital?- le pregunte preocupada y sorprendida.

-¡Son unos fascistas! ¡Solo está molesta porque se trata de su consentida!- murmuro Victoria audiblemente desde su asiento.

-¿Observa su comportamiento?, ¡es una mal educada!, no sé lo que le enseñen en casa, pero ¡lleva tiempo utilizando esos términos de terroristas!- yo miraba a la directora y se veía furiosa, miraba a Victoria y parecía un bólido a punto de estallar y miraba a Elizabeth quien se comportaba como si estuviera dentro de una habitación vacía. Luego Victoria respiro profundamente, se levanto, arreglo los mechones de cabellos desordenados pasando su mano sobre su cabeza y le dijo:

-No se moleste en suspenderme o ponerme en periodo de prueba, porque no pienso regresar- yo me sentí orgullosa de mi hermanita de 14 años y aquello me causo un poco de gracia, así que me dirigí a la puerta la abrí y salimos.

-¡Nos vemos mañana señorita!- le dijo Elizabeth alegremente a la directora, mientras Victoria volteo los ojos.

Cuando íbamos por el pasillo Victoria llamo a su gemela “cerda hipócrita”, Elizabeth la califico de “desadaptada”, Victoria le respondió “que era una traidora” y Elizabeth de nuevo la llamó “desadaptada”… esto continuo igual durante el viaje de regreso y al estar frente a nuestra casa ya no pude soportar más y les grite:

-¡Suficiente! ¡Me hartaron! ¡Compórtense como buenas hermanas como siempre nos han enseñado!-  entonces ambas me dirigieron miradas asesinas y entraron.
-¡Buenas tardes señoritas!- nos saludo alegremente el señor Mario mientras regaba unas flores del jardín.

Al alzar mi vista, me di cuenta que la camioneta de Mariana estaba allí, entonces me emocione y casi que corrí al interior de la casa. Efectivamente Mariana me esperaba sentada en el sofá de la sala de estar.

-¡Hola!- le dije mientras bese su mejilla y la abrace un momento.
-Te tardaste- me dijo sonriendo. –He estado aquí desde hace 4 horas-
-¿En serio? ¿Por qué no me llamaste?-
-No sé donde esta mi celular, pensé que al salir de clases al medio día vendrías aquí, como dijiste-  

Yo me quede en silencio recordando que había almorzado con Isabel, y la verdad, no me percate que ese almuerzo se había prolongado 3 horas, en mi mente serian máximo 45 minutos, eso me pareció extraño, generalmente cuando pasaba el tiempo sin darme cuenta estaba con Mariana.

-¿Estás bien?- me pregunto Mariana.
-¡Sí! ¡Sí, estoy bien!, ¿comiste algo?- le pregunte para cambiar de tema.
-Te extrañe hoy en la mañana- me dijo ignorando mi pregunta mientras me jalo suavemente mi mejilla izquierda.
-¿Saliste a trotar?-
-Sí, fue raro que no estuvieras ahí-
-¡Volveré a ser gorda!- le dije con dramatismo.
-Nunca has sido gorda-
-¡Es cierto!- le dije tapándome la boca y recordando al hombre fornido número 1.
-No, no es cierto, siempre exageras con eso-
-¡No! ¡Tengo algo para ti! ¡Algo que te mandaron!-
-¿Quién?-
-¡El hombre fornido número 1!-
-¿Ah?- me pregunto confundida, ella aun no conocía el apodo con el había bautizado al hombre obeso y fornido.
-¡Marianita querida!- mi madre acababa de entrar a la sala.
-¡Hola!- saludo Mariana sonriendo y un poco apenada porque mi madre corrió a abrazarla y tomó su rostro con ambas manos mientras la interrogaba:
-¿Cómo estás?-
-Bien-
-¿Estas comiendo bien?-
-Eh… sí, creo que si-
-¿Sigues ejercitándote?-
-Eh… si-
-¿Ana te escucha?-
-Sí, es muy buena amiga-
-¿Te quedaras a cenar?-
-Mmm... Sí, gracias-

Luego le dijo casi en un susurro que alcance a escuchar: -Si necesitas hablar algún día ven a verme al consultorio, cuando sea, no te voy a cobrar nada- y le guiño el ojo.

-Sí, está bien, lo tendré en cuenta, ¡muchas gracias!- le respondió Mariana un poco incomoda. Finalmente mi madre la soltó y dijo:
-¡Preparare macarrones! ¿Te gustan Marianita?-
-Sí, gracias, lo que deseen comer por mi está bien-

Finalmente mi madre subió a su habitación y nos quedamos solas de nuevo, y comencé a contarle a Mariana a quien me refería con “hombre fornido número 1” y como este me había abordado mientras salía de la universidad. Ella se extraño de todo aquello y cuando me disponía a buscar en mi cuaderno la carta fue esta vez mi padre quien nos interrumpió.

-¡Mariana!- le dijo mientras le estrechó la mano. –Me alegra verte por aquí ¿te quedaras a cenar?-
-Sí, ya su esposa me ha invitado-
-¡Excelente!-
-¿Cómo estás? ¿Cómo van tus cosas?- le pregunto.
-Bien-
-El tiempo va colocando cada pieza en su sitio, ¿Cierto Mariana?-
-Eh… Si, es cierto-
-Es que la vida…-
-¡Ay no! Ya mama le dio la charla papá, ¿Pueden permitirme un momento con mi amiga?- entonces tome a Mariana por la mano y la lleve a mi habitación y aun así mi padre le dijo cuando subíamos por las escaleras -¡Puedes pasar a verme por mi consultorio cualquier día si quieres!-  

Al cerrar la puerta de mi cuarto le dije:
-Lo siento, son psicólogos dementes- Mariana rió por mi comentario y me dijo:
-Son buenas personas- luego se sentó en mi cama.
-¿Y bien? ¿Dónde está la misteriosa carta?-  

Saque entonces el sobre de mi libreta de notas y se lo entregue, ella lo tomó, lo abrió, saco una pequeña pagina blanca y la leyó en menos de un minuto.

-¿Qué dice?- le pregunte inquieta.

Ella me la entrego: “Mariana, debes ir a ComMaxCenter, allí hay un equipo para ti. Nos comunicaremos pronto. Rocky”

-¿Solo eso?- le pregunte decepcionada volteando la pequeña pagina de arriba abajo y de un lado a otro para cerciorarme de que no había más información.

-Al menos apareció, ya han pasado casi cinco semanas- me respondió ella. 

En ese momento mi teléfono anuncio que había recibido un mensaje, lo revise y era Isabel: “¡Hola! ¿Te escribo muy pronto?”. Yo no pude evitar sonreír, me la imaginaba tan tímida como cuando me pregunto si podía darle mi número y le respondí: “No, ya te estabas tardando…”

-¿Hola? ¿Me escuchas?- me di cuenta que Mariana movía sus manos para llamar mi atención.
-¿Si?-
-Te dije: ¿A qué piensas que se referirá con que hay un equipo para mí?-    
-Tal vez un teléfono-
-Si, tal vez- me respondió pensativa, luego mi celular recibió un nuevo mensaje. “UPS lo siento, la próxima vez no tardare =) ¿Qué haces?”. Cuando me disponía a responder…
-¿A quién le escribes?-
-A una amiga- le dije rápidamente, mientras escribía “En mi casa, relax ¿y tú?”, luego coloque el teléfono en silencio.  
-¿Nueva amiga?- me pregunto con mirada inquisidora.
-No comiences Mariana-
-¿Comenzar qué?-
-Mejor reflexionemos sobre ¿Por qué Rocky parece ser el apodo más adecuado para tu abogado?-

Mariana sonrió y nos acostamos en mi cama a crear muchas historias absurdas sobre como el Licenciado Hugo Fernández había obtenido su apodo, que al parecer lo hacía sentir cómodo y orgulloso.

Más tarde mi madre nos gritó desde la cocina que la cena estaba lista y mientras bajábamos la escalera aproveche para ojear el mensaje que no había respondido, el cual decía “Algo parecido, la pase muy bien contigo hoy”

-Quien sea que te escribe logra robarte una sonrisa por cada mensaje- me comento Mariana, yo simplemente la ignoré.

Continuara…
Capitulo 11        

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