jueves, 27 de agosto de 2015

Historia 1 -Capitulo 13-

Estaba sentada en mi mesa favorita de la biblioteca, leyendo la guía que nos asignaron en Clínica I. A pesar de que me resultaba fascinante el tema, no lograba concentrarme, el tiempo se me iba en recuerdos, en los sonidos que detectaba a mi alrededor, en como la luz del sol entraba por la ventana, en el bamboleo de las hojas de los arboles del exterior, en la puerta que acababa de sonar, en la chica pelirroja que acababa de entrar, en su sonrisa y sus ojos brillantes que me decían “sígueme” mientras se dirigía al pasillo 12, donde se encontraban los libros de crecimiento personal que nadie leía, porque eran asignados en esas materias que todos considerábamos innecesarias de cursar  y que apruebas solo con asistir.

Así era la nueva yo, me había convertido en un mar de distracciones, en clases, mientras leía, en el viaje a casa, durante la cena, mientras miraba la tv… mis pensamientos solo podían concentrarse en rizos rojos, mejillas con pecas, ojos café, labios rosados y brillantes, y esa figura perfecta que cuando se alejaba de mí, alcanzaba la estética que soñaron con imitar los antiguos griegos en sus esculturas. Me levante embelesada y la seguí.

Cuando alcance el pasillo 12, la encontré revisando un libro al azar, que a ninguna de las dos nos interesaba. Isabel volteo a verme y sonrió, luego colocó el libro en su sitio y me abrazó para después darme los besos más dulces que hasta ahora yo conocía.

-Te extrañe- me dijo.

Me besaba en los labios, me besaba mis mejillas y cuando se acercaba a mi cuello siempre se detenía al sentir como me estremecía. Yo me alegraba y me entristecía que parara justo allí.

-Traje algo para ti- me dijo y saco del interior de su chaqueta una flor rosa (más bien era una flor que tenía varias flores) y me la entregó.
-¿Te gusta?-
-Nunca aspire recibir una, pero gracias, se siente bien- le respondí y la volví a besar.  
-La tome de un parque esta mañana, porque cuando la vi pensé en ti. Una anciana me dijo que significaba amor poético-
Las dos reímos y nos besamos de nuevo.
-Ya me tengo que ir, estoy en el receso de una práctica-
-¿Nos vemos para almorzar?- le pregunte.
-Hoy no puedo, ¿nos vemos en la noche? Paso por tu casa a buscarte-
-Está bien- le dije, entonces me dio un último beso y se fue.

Un almuerzo sin ella, el primero durante dos semanas, creo que caminaría por las paredes hasta que la viera de nuevo. Salí del pasillo 12 y me dirigí a mi mesa, al sentarme comencé a pensar en que el día seguramente se me pasaría muy lento, pero un sentimiento inquietante me distrajo de mis pensamientos, sentí que alguien me observaba. Cuando voltee a ver, me encontré con la mirada inquisidora de la encargada de la biblioteca. Su contemplación hacia mí era severa, tenía el ceño fruncido y parecía que me dijera “sé lo que haces niña”. Decidí apartar mi vista hacia la izquierda y luego la mire de nuevo y ya no me observaba, así que resolví por irme de allí y volver otro día para que se calmara y superara el enojo, si era que en verdad sabía lo que hacíamos Isabel y yo cuando visitábamos el pasillo 12.

Camine por la plazoleta y salí de la universidad, distraída, como era común en mi estos últimos días y entonces paso, “Mariana” llego a mi mente. Hace días que no la veía, hace días que no hablábamos. Lo último que recordaba de ella era la espalda que me dio mientras se iba con Sara de aquel Café. Ya estaba en la estación del tren, así que sin pensarlo mucho tome la línea que me llevaba hasta su casa. 

Cuando estuve frente al portón no hubo quien me abriera como era costumbre, eso me extraño y me quede reflexionando sobre si marcharme o esperar allí. Al poco tiempo este se abrió y el auto del padre de Mariana se asomo por el portal, era un Corolla del año plateado.  Yo trate de ver quien lo conducía pero el auto llevaba papel oscuro, sin embargo su conductor bajo el vidrio de la ventanilla. Era Mariana.

-¿Qué haces aquí afuera?- me pregunto.
-Vine a visitarte-
-Voy de salida-
-Puedo acompañarte si quieres- le dije, pero ella se quedo meditando, como si lo dudara o tal vez armando la frase perfecta para decir “no puedes acompañarme” sin ocasionarme una ofensa. 
-Quizás no, si no quieres- le comente para no causarle molestias y me di vuelta para marcharme.
-¡Oye Ana!- me di la vuelta de nuevo –Si, ven conmigo- yo me sentía un poco mal, así que considere no hacerle caso.
-Solo ven ¿Si?, ¡tengo prisa!- quería ir, quería estar con ella, quería no estar como loca esperando que llegara la noche, por lo que abandone la soberbia y me monte al carro. Mariana conducía como si llegara tarde a un sitio importante, yo me quede en silencio observándola y ella no me dirigió la palabra hasta que nos estacionamos en una calle ordinaria, donde había varios comercios. 
-Ahora solo resta esperar- dijo cuando se estaciono.
-¿Esperar que?- le pregunte.
-Ya lo veras-

Nos quedamos calladas un momento, era absurdo haberla acompañado y no conversar, así que trate de romper el silencio.

-¿Qué tal esta Sara?-
-Deprimida, descuidada y furiosa-
-¿Ya se fue Mario?-
-No, pero ella no quiere verlo-
-Debería, si se despiden no quedarían asuntos pendientes entre ellos-
-Ya no importa-
-¿Por que?-
-Se va sin pensar en Sara, siempre quedaran asuntos pendientes entre ellos se despidan o no-  
-¿O sea que tú harías lo mismo?-
-Yo ni siquiera tendría una relación larga, tú lo sabes- Mariana respondía todas mis preguntas con un tono monótono que estaba comenzando a molestarme.   
-¿Te ocurre algo?-
-No, ¿Cómo van las cosas con tu novia?- yo me quede fría, “Lucia”, si, tiene que haber sido Lucia quien le contó.
-Bien, ya sabes cómo son esas cosas- le dije mientras me sentía apenada.  
-No, en realidad no lo sé- al decirme esto sonrió con sarcasmo. A veces Mariana puede ser muy desagradable. Yo respire profundamente y le di vuelta entre mis manos a mi celular, "no debí haber venido" pensé.

En ese momento se escucho el estridente sonido de un teléfono de campanilla, se trataba de un teléfono público que se hallaba al lado de una farmacia y nosotras estábamos estacionadas frente a él.  

-Ya es hora- dijo Mariana y salió del carro para luego dirigirse a contestar.

Estuvo hablando cerca de diez minutos, yo mientras me entretuve con mi teléfono, pero al poco rato me aburrí. Cuando subió de nuevo al carro y nos marchamos no pude evitar preguntarle:

-¿Por qué vienes hasta aquí a recibir una llamada como si estuviéramos en una película de acción?- ella rió con mi pregunta.
-No son cosas mías- me respondió.
-¿Son ocurrencias de “Rocky”?-
-Está asustado, solo se cuida-
-¿Cómo sabias que te llamaría aquí?-
-Mira esto- me dijo y me pasó un aparato rectangular de unos 10 centímetros, que tenía cuatro botones y una pantalla como los relojes digitales.  
-¿Es el equipo misterioso?-
-Si-
-¿Qué es?-
-Un localizador, era de mi papá. En esa pequeña pantalla recibes mensajes breves, un número de teléfono o una dirección-
-Así te avisan donde debes ir-
-Si-
-Tenía razón, todo esto es como una película de acción- le dije mientras se lo devolvía.
-¡El tenía razón!, el socio de mi padre fue a mi casa a ofrecerme millones por las acciones que heredare- me comento Mariana.
-¿Qué le dijiste?-
-Que no vendería la empresa que fundaron mis abuelos-
-¿Cómo lo tomo?-
-Te aseguro que feliz no se sintió, luego me dijo que regresaría con una mejor oferta. Yo le dije que perdía su tiempo porque yo aun no tenía poder sobre los bienes y me ofreció su ayuda para encontrar mi testamento-
-Eso es bueno, podrías aceptar su ayuda-
-¡No! ¡Jamás lo haría!- al decirme esto se estaciono, estábamos en ese momento en una zona residencial cercana a mí casa.
-¿Por qué?-
-No confió en el. Hubieras visto la cara que puso cuando dije que jamás le vendería las acciones, parecía un demente, parecía una de esas personas que harían lo que sea por el dinero. El abogado piensa que fue él quien lo ataco para obtener el testamento-
-Entonces podría ser peligroso para ti si no lo complaces-
-No, no puede hacer mucho, mi padre fue muy inteligente. Si no heredo las acciones pasan a caridad, si caridad decide vender, pierde las acciones y estas pasan al gobierno-
-¿Y si heredas?-
-Tendría que decidir eso a su momento, pero creo que elegiría lo que previo mi padre. La cuestión es que mientras no herede, meterse conmigo seria un desperdicio de tiempo-
-¿Por eso el abogado no quiere entregarte los bienes? ¿Para protegerte?-
 -Sí, es lo que me ha dicho siempre-
-¿Y confías en él?-
-No mucho, pero definitivamente en el socio de mi padre no confió. Si mi padre hubiese querido que él comprara sus acciones, no hubiese definido todo como lo hizo-
-Si el socio es como tú piensas, encontrara la manera de apoderarse de las acciones ¿Entiendes eso verdad? Pueden quitarte del medio, pueden hacer papeles falsos, pueden estafarte-    
-No le conté a Sara para ahorrarme los sermones y ahora tu me los das-  
-Es que no entiendo porque no te das cuenta que puede ser muy peligroso para ti- le insistí.
-A mí me parece emocionante, divertido… es como un reto de ver quién gana- era típico de Mariana, no entendía como a pesar de conocerla y haberla escuchado no lo podía creer.  
-Te comportas de manera infantil, tratando un tema serio y peligroso como si fuera un pasatiempo o un juego- le dije, y ahora no podía creer que yo le hubiese dicho eso.
-¡Olvide que hablaba con una universitaria con pareja estable!- me respondió ella con sarcasmo nuevamente.  

Ese último comentario me enfureció, o termino de enfurecerme, porque desde que la salude había comenzado a molestarme, por su actitud, por sus respuestas, por siempre faltarme el respeto y luego pretender que todo desapareciera con una disculpa, así como juzgarme siempre que se me acercaba una chica. 

Salí del auto para alejarme de allí. Ella me siguió:


-¿A dónde vas?- y trato de tomarme por el brazo, pero yo fui rápida, me solté y le grite:
-¡Aléjate de mi Mariana!- y seguí caminando sin mirar atrás, pero ella insistía en seguirme. 
-¡¿Que te pasa?!-  ¡¿Que me pasaba?! ya no la soportaba más, así que le plante cara. 
-¡Siempre te he tenido fe! ¡Siempre he estado esperando que tomes las cosas en serio! ¡Todas las cosas de tu vida son así! ¡Un juego! ¡Una aventura!-
-¿Eso que tiene de malo?- 
-¿Que paso con la persona que te estabas convirtiendo los últimos meses? ¿Como es que volviste atrás?-  
-No puedo ser quien tu quieres y quien tu necesitas Ana, ¡Entiéndelo!- 
-¡Ya no te necesito! ¡Ni te quiero!- le dije, cuando escucho esto su cuerpo entero parecía que había tenido una baja eléctrica y me respondió conteniendo rabia: 
-¡Bien por ti!- y regreso a su auto y yo me di vuelta para seguir el camino a casa. 

Continuara…
Capitulo 14 

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