jueves, 6 de agosto de 2015

Historia 1 -Capitulo 6-

Era el último viernes del semestre, había pasado toda la semana presentando una evaluación tras otra, ya mi mente tenía una especie de zumbido constante, espero no permaneciera así por siempre.

Levaba casi diez minutos en la biblioteca buscando el libro que necesitaba para presentar Filosofía Médica, el profesor nos mandaría a realizar un ensayo sobre un tema sorpresa. Por más que iba y venía por los largos pasillos no lograba encontrarlo. 

Cuando quedaban solo cuatro minutos para la hora de comienzo de la evaluación, me puse más ansiosa y fui donde la encargada a pedir ayuda.

-Necesito el nombre del autor-
-Es que no lo recuerdo y olvide el cuaderno donde lo anote-
-Sin ese dato no puedo ayudarte-
-Por favor debe saber cuál es, el profesor de filosofía siempre usa el mismo libro al final del semestre, por favor-
-Necesito el nombre del autor, ¡¿Sabes cuántos libros hay en esta biblioteca sobre filosofía?!- Respire profundamente, estaba al borde de las lagrimas y solo me quedaban dos minutos para llegar.

-Creo que esto es lo que buscas- voltee a ver quién me hablaba y era una chica pelirroja de cabello ondulado, alta, blanca, con pecas y ojos café. Yo me quede paralizada cerca de 3 segundos, hasta que me acerco el objeto que tenía en las manos y pude reaccionar.

Efectivamente era el libro que el profesor había enseñado en clases.

-¡Gracias! ¡Muchas gracias!- le dije muy feliz y me abalance a abrazarla, luego salí corriendo de la biblioteca directo al salón donde sería mi examen.

Tres horas después salí de allí, mucho más agotada de lo que ya estaba… y ocurrió de nuevo, últimamente mientras me sentía más cansada se me colaba en la mente pensamientos hacia Mariana. “bien, ya no hay escusas para no verla” fue el que me ataco esta vez. Noches atrás, me había torturado recordando con lujo de detalles cuando la conocí, como si eso fuera más importante que recordar las ramas del plexo braquial. “Si, es más importante” me respondía mi mente con impertinencia. “¡No, no lo es!” me dije a mi misma.

-¿Estás bien?- de nuevo la pelirroja aparecía.
-Sí, solo un poco cansada-
-¿Cómo te fue?-
-Creo que bien, muchas gracias por el libro. ¿Cómo supiste?-
-Te vi como le hacías escándalo a la encargada de la biblioteca-
-¿En serio hice escándalo?- dije con las manos tapando mi boca.
-Jajaja, no es cierto, solo que tu desesperación se sentía por toda la biblioteca y me dedique a escuchar que era lo que necesitabas-   suspire aliviada.
-Lo siento, es que este semestre ha sido muy duro-
-¿Qué estudias?-
-Medicina, ¿y tu?-
-Odontología, el tercer semestre y el séptimo siempre son duros en todas estas carreras-
-¿Es decir que me falta otro?- le dije sin esperanza.
-Sí, y será mucho peor- me dijo sonriendo. Tenía una hermosa sonrisa así que me quede en silencio.
-Por cierto, me llamo Isabel- me extendió su mano para presentarse, tenía las uñas cortas y pintadas de vinotinto, se veían muy bien, no sé porque hoy estaba tan pendiente de los detalles.
-Yo soy Ana- le estreche la mano por un momento muy corto, no tenia cuidada mis uñas y no quería darle una mala impresión a semejante chica, luego pensé que esta semana no había pensado mucho en mi apariencia, y que no andaba muy presentable. Entonces me sentí ansiosa de nuevo, le mencione que ya debía irme y me marche lo más rápido que pude.
-Nos vemos luego Ana- me dijo ella con una voz casi melodiosa, voltee a verla y le sonreí.  

Cuando llegué a mi casa me di una ducha y revise mi celular, al cual, no le había prestado mucha atención últimamente, repase las conversaciones y Mariana no se conectaba al chat desde el día que murió su padre, de eso hace ya cinco semanas. “La debe estar pasando muy mal” pensé, y además, me hizo sentir muy triste visualizar a Mariana sola en una casa tan grande, que por todas partes le recordara que ya no tenía papá…

Le escribí a Sara preguntando como iba todo y me respondió al poco tiempo:
   
“Los primeros días se dedico a tomar la colección de whisky de su padre”
“Cuando estuvo a punto de vomitarse a si misma, se dedico a dormir, y eso es lo que hace últimamente”
“Te extraña mucho, todas te extrañamos”
“Ahora está sola en casa, por si quieres ir a verla”

¿Quería verla?, no lo sabía. Estaba tan agotada de pensar tanto últimamente, como para ponerme a deliberar y tratar de descubrir cómo me sentía. 
   
Llegue entonces a la casa de la familia León, hoy en día solamente integrada por Mariana, y algunos familiares lejanos que viven en el extranjero. El portero me dejo entrar sin anunciarme como hacia comúnmente, camine por el hermoso jardín de 20 metros cuadrados hasta el porche. Coloque mi mano sobre la manija de la puerta y me detuve un poco, respire y pensé “quieres mas verla que otra cosa, cálmate”. Abrí la puerta y entre, la casa estaba silenciosa y un poco oscura a lo que estaba acostumbrada. Fui al cuarto de televisión, a la cocina, al jardín trasero y no había señales de Mariana, todo estaba muy limpio y ordenado, supongo que la señora Antonia (el ama de llaves) se encontraba por allí.

Subí entonces las escaleras y me dirigí hasta el cuarto de Mariana, cuando estuve frente a su puerta pensé si tocar o solo entrar, impulsivamente abrí la puerta, aunque poco a poco, “¡porque tengo que tener estos arrebatos tontos!”. El cuarto estaba oscuro y un poco frío por el aire acondicionado, en la cama estaba una hermosa chica de piel clara que dormía.

Camine hacia su cama y la observe, se veía más delgada y cansada, pero tan bella como siempre. Lo único que salía bajo la cobija era su cabeza y una parte de su mano izquierda. Le aparte el cabello hacia atrás y la llame con tono bajo:

-Mariana- ella se movió un poco y abrió los ojos. Parpadeo y cuando pudo enfocarme me sonrió.
- Ana, ¿Qué haces aquí?-
-Hace tiempo que no te veo, quería saber cómo estabas- 
-No se- me respondió mientras se encogió de hombros.
-¿Tienes hambre? ¿Necesitas algo?- le pregunte.
-Tengo sueño, acuéstate aquí conmigo si quieres- no pude evitar sentir un retortijón en el estomago al escuchar esto. Coloque mi bolso sobre la mesa de noche, me quite la chaqueta y me metí bajo la cobija con Mariana, nos quedamos viendo de frente. El corazón me latía muy rápido mientras Mariana me observaba sonriendo.

-¿Qué has hecho estos días?- me pregunto.
-He estado solamente en la universidad presentando exámenes de final de semestre-
-¿Cómo te ha ido?-
-Bien- Mariana seguía sonriendo y yo no entendía por qué, parecía en paz. Trate de olvidar aquel extraño comportamiento y saber de ella.
-¿Cómo te has sentido?-
-Lucia y Sara han estado aquí todo el tiempo evitando que me suicide jeje- yo sonreí pero le dije con severidad.
-No digas eso-
-Yo no me suicidaría, todavía hay muchas chicas por conquistar- reímos un poco más.
-Hoy debo ir a las cinco de la tarde a la lectura del testamento-
-¿Dónde será?-
-En la oficina del abogado de mi padre, ¿Me acompañas?-
-Sí, te acompañare-

Mariana y yo nos quedamos dormidas unas dos horas, luego nos levantamos y ella fue a bañarse y cambiarse. Luego comimos pan tostado con mermelada que nos sirvió la señora Antonia y salimos en su camioneta rumbo al despacho del abogado de su padre.

Cuando llegamos a la oficina, la secretaria nos informó que no se había presentado a trabajar ese día y que su teléfono no lo contestaba.

-Probablemente no venga- nos dijo. Mariana tomo una expresión pensativa.
-Nos quedaremos por aquí a esperarlo- le respondió a la secretaria, nos sentamos fuera de la oficina en una sala vecina y me dijo.
-Es extraño, me llamo varias veces para confirmar si vendría-
-¿Crees que le haya pasado algo?-
-Espero que no-

Nos quedamos entonces esperando hasta cerca de las siete de la noche y el abogado nunca apareció.

-Creo que nos deberíamos ir- le comente a Mariana.
-Si, ya no tiene caso esperar- me respondió y nos levantamos.

Cuando nos dirigíamos a despedirnos de la secretaria, un hombre delgado, vestido con traje, peinado hacia atrás con gel y acompañado de un oficial de policía, hablaban con ella mientras esta lloraba.

Nos detuvimos cerca para escuchar:

-Sabemos que es difícil para usted, pero necesito que trate de recordar todo lo que converso o supo de él estos últimos días, si tenía algún problema o algún enemigo que lo quisiera perjudicar-

Yo me acerque a Mariana y le dije casi en un susurro:

-Vayámonos Mariana creo que tiene un problema….-
-¡Shhh! déjame escuchar- me respondió también en un susurro.
- Yo… yo no sé… el licenciado como siempre mantenía su trabajo con sus clientes…- Mariana y yo cruzamos miradas, tal parecía que algo malo le había ocurrido al abogado de su padre.
-¿Con cuales clientes trabajaba últimamente?- pregunto el hombre de traje.
-La separación de bienes del matrimonio Domínguez, el registro de la empresa de la señora Urbina y la lectura de testamento del fallecido señor León-
- O.K, creo que será todo por ahora, si usted….- en ese momento Mariana me tomo de la mano y me llevo casi corriendo a la sala donde estábamos anteriormente.

-Cálmate y respira, actúa como si no hubieses escuchado nada- yo le asentí, luego nos arreglamos un poco el cabello y caminamos de nuevo hacia la oficina de la secretaria, la cual sollozaba aún más.

Cuando íbamos entrando a la oficina de la secretaria, los policías iban de salida, cruzamos miradas y seguimos adelante. La quebrantada mujer  recogía sus pertenencias con prisa mientras pasaba un pañuelo por sus ojos.

-Disculpe, pero vamos a marcharnos, ya no podemos seguir esperando- le dijo Mariana. Ella volteo a verla y nos dijo:
-¡No tiene caso! ¡El licenciado ya no vendrá!- nos respondió en un sollozo.  
- ¿Por qué? ¿Le ocurrió algo? ¿Se encuentra usted bien?- le pregunto Mariana.
-Fue atacado y se encuentra en peligro de mu... mu… muerte- y rompió de nuevo a llorar. Mariana se acerco a ella y comenzó a sobar su espalda mientras conseguía más información.
-Espere un poco, todos tienen posibilidad de recuperarse, ¿Qué fue lo que ocurrió?- mientras seguía sobando su espalda.
-La policía dice que lo atacaron anoche en su casa, se encontraba solo porque sus hijos habían salido, cuando regresaron  poco antes de la media noche, lo encontraron golpeado, casi moribundo, hasta ahora no ha recuperado la conciencia-    

30 minutos después  Mariana conducía de regreso, de nuevo se le notaba pensativa.

-¿Te preocupa algo?- le dije
- No, es que… espero que el abogado se recupere, si se retrasa la entrega de los bienes mucho tiempo, tendré problemas de dinero-
-Todo irá bien- le dije, mientras tome su mano.
-¿Te llevo a tu casa?- me pregunto.
-Mañana es sábado y estoy de vacaciones, creo que puedo quedarme contigo, si tú quieres-

-Si quiero- me dijo, entonces tomo mi mano y le dio un beso.    

Continuara... 
Capitulo 7

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