Era el último viernes del semestre, había pasado toda la semana presentando
una evaluación tras otra, ya mi mente tenía una especie de zumbido constante,
espero no permaneciera así por siempre.
Levaba casi diez minutos en la biblioteca buscando el libro que necesitaba para presentar Filosofía
Médica, el profesor nos mandaría a realizar un ensayo sobre un tema sorpresa. Por
más que iba y venía por los largos pasillos no lograba encontrarlo.
Cuando quedaban
solo cuatro minutos para la hora de comienzo de la evaluación, me puse más ansiosa
y fui donde la encargada a pedir ayuda.
-Necesito el nombre del autor-
-Es que no lo recuerdo y olvide el cuaderno donde lo anote-
-Sin ese dato no puedo ayudarte-
-Por favor debe saber cuál es, el profesor de filosofía siempre usa el
mismo libro al final del semestre, por favor-
-Necesito el nombre del autor, ¡¿Sabes cuántos libros hay en esta
biblioteca sobre filosofía?!- Respire profundamente, estaba al borde de las
lagrimas y solo me quedaban dos minutos para llegar.
-Creo que esto es lo que buscas- voltee a ver quién me hablaba y era una
chica pelirroja de cabello ondulado, alta, blanca, con pecas y ojos café. Yo me
quede paralizada cerca de 3 segundos, hasta que me acerco el objeto que tenía en
las manos y pude reaccionar.
Efectivamente era el libro que el profesor había enseñado en clases.
-¡Gracias! ¡Muchas gracias!- le dije muy feliz y me abalance a abrazarla,
luego salí corriendo de la biblioteca directo al salón donde sería mi examen.
Tres horas después salí de allí, mucho más agotada de lo que ya estaba… y ocurrió
de nuevo, últimamente mientras me sentía más cansada se me colaba en la mente pensamientos
hacia Mariana. “bien, ya no hay escusas para no verla” fue el que me ataco esta
vez. Noches atrás, me había torturado recordando con lujo de detalles cuando la
conocí, como si eso fuera más importante que recordar las ramas del plexo
braquial. “Si, es más importante” me respondía mi mente con impertinencia. “¡No,
no lo es!” me dije a mi misma.
-¿Estás bien?- de nuevo la pelirroja aparecía.
-Sí, solo un poco cansada-
-¿Cómo te fue?-
-Creo que bien, muchas gracias por el libro. ¿Cómo supiste?-
-Te vi como le hacías escándalo a la encargada de la biblioteca-
-¿En serio hice escándalo?- dije con las manos tapando mi boca.
-Jajaja, no es cierto, solo que tu desesperación se sentía por toda la
biblioteca y me dedique a escuchar que era lo que necesitabas- suspire
aliviada.
-Lo siento, es que este semestre ha sido muy duro-
-¿Qué estudias?-
-Medicina, ¿y tu?-
-Odontología, el tercer semestre y el séptimo siempre son duros en todas
estas carreras-
-¿Es decir que me falta otro?- le dije sin esperanza.
-Sí, y será mucho peor- me dijo sonriendo. Tenía una hermosa sonrisa así que
me quede en silencio.
-Por cierto, me llamo Isabel- me extendió su mano para presentarse, tenía
las uñas cortas y pintadas de vinotinto, se veían muy bien, no sé porque hoy
estaba tan pendiente de los detalles.
-Yo soy Ana- le estreche la mano por un momento muy corto, no tenia cuidada
mis uñas y no quería darle una mala impresión a semejante chica, luego pensé que
esta semana no había pensado mucho en mi apariencia, y que no andaba muy presentable.
Entonces me sentí ansiosa de nuevo, le mencione que ya debía irme y me marche lo más rápido
que pude.
-Nos vemos luego Ana- me dijo ella con una voz casi melodiosa, voltee a
verla y le sonreí.
Cuando llegué a mi casa me di una ducha y revise mi celular, al cual, no le había
prestado mucha atención últimamente, repase las conversaciones y Mariana no se
conectaba al chat desde el día que murió su padre, de eso hace ya cinco semanas.
“La debe estar pasando muy mal” pensé, y además, me hizo sentir muy triste
visualizar a Mariana sola en una casa tan grande, que por todas partes le
recordara que ya no tenía papá…
Le escribí a Sara preguntando como iba todo y me respondió al poco tiempo:
“Los primeros días se dedico a tomar la colección de whisky de su padre”
“Cuando estuvo a punto de vomitarse a si misma, se dedico a dormir, y eso
es lo que hace últimamente”
“Te extraña mucho, todas te extrañamos”
“Ahora está sola en casa, por si quieres ir a verla”
¿Quería verla?, no lo sabía. Estaba tan agotada de pensar tanto últimamente, como
para ponerme a deliberar y tratar de descubrir cómo me sentía.
Llegue entonces a la casa de la familia León,
hoy en día solamente integrada por Mariana, y algunos familiares lejanos que
viven en el extranjero. El portero me dejo entrar sin anunciarme como hacia
comúnmente, camine por el hermoso jardín de 20 metros cuadrados hasta el
porche. Coloque mi mano sobre la manija de la puerta y me detuve un poco,
respire y pensé “quieres mas verla que otra cosa, cálmate”. Abrí la puerta y
entre, la casa estaba silenciosa y un poco oscura a lo que estaba acostumbrada. Fui al cuarto de televisión, a la cocina, al jardín trasero y no había señales
de Mariana, todo estaba muy limpio y ordenado, supongo que la señora Antonia
(el ama de llaves) se encontraba por allí.
Subí entonces las escaleras y me dirigí hasta el cuarto de Mariana, cuando
estuve frente a su puerta pensé si tocar o solo entrar, impulsivamente abrí la
puerta, aunque poco a poco, “¡porque tengo que tener estos arrebatos tontos!”. El
cuarto estaba oscuro y un poco frío por el aire acondicionado, en la cama
estaba una hermosa chica de piel clara que dormía.
Camine hacia su cama y la observe, se veía más delgada y cansada, pero tan bella
como siempre. Lo único que salía bajo la cobija era su cabeza y una parte de su
mano izquierda. Le aparte el cabello hacia atrás y la llame con tono bajo:
-Mariana- ella se movió
un poco y abrió los ojos. Parpadeo y cuando pudo enfocarme me sonrió.
- Ana, ¿Qué haces aquí?-
-Hace tiempo que no te
veo, quería saber cómo estabas-
-No se- me respondió
mientras se encogió de hombros.
-¿Tienes hambre?
¿Necesitas algo?- le pregunte.
-Tengo sueño, acuéstate
aquí conmigo si quieres- no pude evitar sentir un retortijón en el estomago al
escuchar esto. Coloque mi bolso sobre la mesa de noche, me quite la chaqueta y
me metí bajo la cobija con Mariana, nos quedamos viendo de frente. El corazón
me latía muy rápido mientras Mariana me observaba sonriendo.
-¿Qué has hecho estos
días?- me pregunto.
-He estado solamente en
la universidad presentando exámenes de final de semestre-
-¿Cómo te ha ido?-
-Bien- Mariana seguía
sonriendo y yo no entendía por qué, parecía en paz. Trate de olvidar aquel
extraño comportamiento y saber de ella.
-¿Cómo te has sentido?-
-Lucia y Sara han estado
aquí todo el tiempo evitando que me suicide jeje- yo sonreí pero le dije con
severidad.
-No digas eso-
-Yo no me suicidaría,
todavía hay muchas chicas por conquistar- reímos un poco más.
-Hoy debo ir a las cinco
de la tarde a la lectura del testamento-
-¿Dónde será?-
-En la oficina del
abogado de mi padre, ¿Me acompañas?-
-Sí, te acompañare-
Mariana y yo nos quedamos
dormidas unas dos horas, luego nos levantamos y ella fue a bañarse y cambiarse. Luego comimos pan tostado con mermelada que nos sirvió la señora Antonia y salimos en
su camioneta rumbo al despacho del abogado de su padre.
Cuando llegamos a la
oficina, la secretaria nos informó que no se había presentado a trabajar ese día
y que su teléfono no lo contestaba.
-Probablemente no venga-
nos dijo. Mariana tomo una expresión pensativa.
-Nos quedaremos por aquí
a esperarlo- le respondió a la secretaria, nos sentamos fuera de la oficina en una sala vecina y me dijo.
-Es extraño, me llamo
varias veces para confirmar si vendría-
-¿Crees que le haya
pasado algo?-
-Espero que no-
Nos quedamos entonces
esperando hasta cerca de las siete de la noche y el abogado nunca apareció.
-Creo que nos deberíamos
ir- le comente a Mariana.
-Si, ya no tiene caso
esperar- me respondió y nos levantamos.
Cuando nos dirigíamos a
despedirnos de la secretaria, un hombre delgado, vestido con traje, peinado
hacia atrás con gel y acompañado de un oficial de policía, hablaban con ella
mientras esta lloraba.
Nos detuvimos cerca para
escuchar:
-Sabemos que es difícil
para usted, pero necesito que trate de recordar todo lo que converso o supo de
él estos últimos días, si tenía algún problema o algún enemigo que lo quisiera
perjudicar-
Yo me acerque a Mariana y
le dije casi en un susurro:
-Vayámonos Mariana creo que
tiene un problema….-
-¡Shhh! déjame escuchar-
me respondió también en un susurro.
- Yo… yo no sé… el
licenciado como siempre mantenía su trabajo con sus clientes…- Mariana y yo
cruzamos miradas, tal parecía que algo malo le había ocurrido al abogado de su
padre.
-¿Con cuales clientes
trabajaba últimamente?- pregunto el hombre de traje.
-La separación de bienes
del matrimonio Domínguez, el registro de la empresa de la señora Urbina y la
lectura de testamento del fallecido señor León-
- O.K, creo que será todo
por ahora, si usted….- en ese momento Mariana me tomo de la mano y me llevo
casi corriendo a la sala donde estábamos anteriormente.
-Cálmate y respira, actúa como
si no hubieses escuchado nada- yo le asentí, luego nos arreglamos un poco el cabello y
caminamos de nuevo hacia la oficina de la secretaria, la cual sollozaba aún
más.
Cuando íbamos entrando a
la oficina de la secretaria, los policías iban de salida, cruzamos miradas y
seguimos adelante. La quebrantada mujer
recogía sus pertenencias con prisa mientras pasaba un pañuelo por sus
ojos.
-Disculpe, pero vamos a
marcharnos, ya no podemos seguir esperando- le dijo Mariana. Ella volteo a
verla y nos dijo:
-¡No tiene caso! ¡El
licenciado ya no vendrá!- nos respondió en un sollozo.
- ¿Por qué? ¿Le ocurrió
algo? ¿Se encuentra usted bien?- le pregunto Mariana.
-Fue atacado y se
encuentra en peligro de mu... mu… muerte- y rompió de nuevo a llorar. Mariana
se acerco a ella y comenzó a sobar su espalda mientras conseguía más
información.
-Espere un poco, todos
tienen posibilidad de recuperarse, ¿Qué fue lo que ocurrió?- mientras seguía
sobando su espalda.
-La policía dice que lo
atacaron anoche en su casa, se encontraba solo porque sus hijos habían salido,
cuando regresaron poco antes de la media
noche, lo encontraron golpeado, casi moribundo, hasta ahora no ha recuperado la
conciencia-
30 minutos después Mariana conducía de regreso, de nuevo se le notaba
pensativa.
-¿Te preocupa algo?- le
dije
- No, es que… espero que
el abogado se recupere, si se retrasa la entrega de los bienes mucho tiempo, tendré problemas de dinero-
-Todo irá bien- le dije,
mientras tome su mano.
-¿Te llevo a tu casa?- me
pregunto.
-Mañana es sábado y estoy de vacaciones, creo
que puedo quedarme contigo, si tú quieres-
-Si quiero- me dijo,
entonces tomo mi mano y le dio un beso.
ok ahora tiene misterio... : )
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